En un artículo
anterior, El
valor de las empresas: los dirigentes empresariales se concentran muy poco en
lo que a la gente de verdad le importa, destacábamos que las decisiones
a nivel agregado en la economía y a nivel desagregado en las empresa se tomaban
muchas veces considerando solamente los valores que fueran cuantificables en
términos monetarios, o por o menos en términos comparables, pero siempre
medibles. Esto es consecuencia del sesgo que induce la formación económico-financiera
en la toma de decisiones: “Solo se puede gestionar lo que se puede medir”,
aunque no hay que descartar que las dificultades de la medición en términos
comparables lleven a omitir algunas variables relevantes para la toma de
decisiones.
Pero el sesgo lleva muchas veces a que se hagan
pocos esfuerzos para incorporar las variables (¡relevantes!), de difícil
medición, lleva a omitir variables.
En este complemento
al artículo consideramos en más detalle ese sesgo ya que lo que parece una
optimización en la asignación de los escasos recursos, el objetivo del análisis
económico, puede terminar siendo contraproducente cuando se consideran los
impactos de esas decisiones en un contexto más amplio que el de las variables medibles. Lo que
parece ser una optimización desde el punto de vista económico de las variables medibles
incorporadas es una suboptimización desde el punto de todas las variables
relevantes, algunas omitidas, algunas no medidas. Uno es la práctica
tradicional del análisis económico y el otro es un intento de optimización
social.
¿Optimización o suboptimización dañina?
La definición
tradicional de la disciplina de la economía es de Lionel Robbins (1932), quién
dijo que “la economía es la ciencia que
estudia la conducta humana como una relación entre fines y medios escasos que
tienen usos alternativos”. De esta definición se desprende de que
siendo los medios escasos y teniendo estos usos alternativos deben utilizarse
con la mayor eficiencia posible y asignarse a los fines que producen mayores
beneficios. En teoría todo está bien, de allí su atractivo como guía para
la asignación de recursos.
Pero en la práctica el sistema económico es solo
un subsistema del sistema social. En problema es que este se ignora muchas
veces y, por ejemplo, en las decisiones dentro de la empresa se suele ignorar
la parte del sistema social que no es parte del económico. Aun
cuando la asignación de recursos sea eficiente desde el punto de vista
económico puede no serlo desde el punto de vista de la sociedad. La responsabilidad de la empresa ante la
sociedad, RSE, va más allá de la utilización eficiente de sus escasos recursos
dentro del subsistema económico, necesario, pero no suficiente y potencialmente
dañino.[1] El
subsistema económico no lo es todo.
De una manera no totalmente rigurosa, desde el
punto de vista de la RSE, podríamos decir que el subsistema económico es el que
le preocupa más a los accionistas y el sistema social en su conjunto es que le preocupa,
o debería preocuparle, a todos los stakeholders.
La optimización del
sistema económico dentro de la empresa no solo no es optimización de su
conjunto social, sino que además puede ser dañino, llevando a decisiones que
perjudican a la sociedad. No hace falta
mucha discusión, basta ver los casos de la contaminación ambiental (que puede
no tener un costo tangible para la empresa) o la explotación de un mercado
laboral con exceso de oferta (pagando sueldos de mercado, pero extorsionantes). Ambos
pueden ser parte de la optimización económica, pero son perjudiciales a la
optimización social. [2]
Hay que destacar
que esta crítica no quiere decir que la disciplina de la economía sea restringida. Existe toda la subdisciplina de la Economía del Bienestar que se refiere a
“la economía como el estudio de las
condiciones bajo las cuales se puede maximizar el bienestar de una comunidad, y la elección de las acciones
necesarias para llevarlo a cabo”. Esta disciplina podría ampliar el
contexto de las decisiones empresariales y es compatible con la visión de la
responsabilidad de la empresa ante la sociedad.
El problema es que esta disciplina
se ha limitado a aspectos más agregados, a nivel de la economía como un todo, en
la formulación de políticas públicas y sobre todo en su aplicación al desarrollo
económico. No está considerada en la teoría, ni la práctica, en la toma de
decisiones dentro de la empresa.
A nivel de empresa se están aplicando los conceptos
de la economía del bienestar, pero de una manera inconsciente, empírica, conceptual,
ocasional, aislada, no
dentro de un marco teórico-práctico integral. Es la concepción más amplia de la RSE, pero que
la aplicamos sin un marco de base, de forma casuística. De nuevo, de manera no totalmente rigurosa,
podríamos decir que la economía del
bienestar dentro de las empresas sería la consideración de la RSE,
incluyendo variables omitidas y tratando de cuantificarlas, en la toma de
decisiones para optimizarlas en el contexto empresarial integral.
El Principio de
pantonomía o universalismo, según Ortega y Gasset, que dice que:
“Las
ciencias (biología, física….) se interesan por una parte de la realidad, la filosofía
lo hace por el todo, por el universo en general; el filósofo relaciona
aquello que le interesa (lo moral, lo bello, la verdad…) con el conjunto de la
realidad tratado de descubrir el sentido de las cosas, el ser presente en todas ellas.
Podríamos
parafrasearlo en la empresa como:
La economía se interesa por una parte de la realidad; la responsabilidad de
la empresa ante la sociedad lo hace por todas las actividades de la empresa y
sus impactos directos y potenciales; el directivo responsable relaciona
aquello que le interesa (mejorar la sociedad…) con el conjunto de la realidad
tratando de descubrir el propósito de la empresa, la razón de ser de todas sus
actividades.
Debemos entonces movernos hacia una concepción más
amplia de las decisiones "económicas". La economía se preocupa solo
de un subconjunto de la sociedad, cuya optimización puede estar en
contradicción o conflicto con el resto de las actividades de esa sociedad.
Si queremos tomar las decisiones que mejoren la eficiente asignación de
recursos, las que conduzcan a un "bien" mejor debemos redefinir que
es ese bien y ese bien no solo es el valor monetario, o el de los factores de
intercambio que se pueden medir. Debemos
incluir lo no expresable en valores monetarios.
Pero todavía nos queda el problema de definir la “función
objetivo”, el “bien” de quién. Para mí como individuo es fácil, pero para la
sociedad es muchísimo más complejo ¿Quién define lo que es el bien social? ¿Como
hacemos el balance e intercambio entre las preferencias de unos otros y
resolvemos los conflictos? Algunos creen que el progreso social consiste en crecimientos elevados,
para aumentar la producción y el empleo, otros creen que el crecimiento deber
moderado por la sostenibilidad en el consumo de los recursos no renovables. ¿Quién
prevalece cuando no tenemos un valor único de intercambio: el dinero?
Estas dificultades no obstan para que se expanda
la concepción de las decisiones económicas y aplicar los conceptos de la
economía del bienestar, aunque no sea posible hacerlo rigurosamente en la práctica,
a las decisiones empresariales, con una visión más amplia de las variables
involucradas, de su valoración y del balance entre ellas.
Para que la empresa asuma su responsabilidad
integral ante la sociedad sus decisiones no pueden limitarse a las variables cuantificables
en términos monetarios y en el corto plazo. Las decisiones
deben considerar las variables que suelen ser omitidas en los análisis
económicos tradicionales y tratar de cuantificar las que sea posible, y
considerarlas, aunque solo sea de forma conceptual. [3]
Ignorarlas no es una alternativa viable.
[1] En el sitio Concepto de Economía
se presenta una breve pero muy precisa descripción de la problemática que
tratamos en este artículo, aunque no a nivel del sistema de la empresa: El sistema social está compuesto por
diversos subsistemas (político, cultural, económico), pero cada uno de estos
subsistemas puede aislarse sólo mediante un proceso de abstracción. Los
subsistemas interactúan entre sí. El sistema económico, objeto de estudio de la
economía y subsistema del sistema social, está compuesto por los fenómenos de
producción y distribución de bienes y servicios. Se habla de sistema económico
como dimensión (y no como parte) del sistema social, reconociendo una estrecha
vinculación entre lo económico y las demás dimensiones del sistema social
(política, cultural, institucional, etc.). Estas
relaciones son tan estrechas que es imposible separar los problemas económicos
sin desvirtuar la naturaleza misma de los fenómenos sociales. Sólo a los fines analíticos, cada ciencia
social “aísla” los problemas que le son específicos. Los diferentes
enfoques de las ciencias sociales analizan la misma realidad desde puntos de
vista diferentes. Estos enfoques no son excluyentes sino complementarios
(énfasis añadido).
[2] Y aquí el lector avezado podría
decir que, si considerasen las decisiones en plazos suficientemente largos, se
tomarían en cuenta las desventajas (costos) de la contaminación y la
explotación laboral. Pero esto no suele
hacerse en la práctica a nivel de empresa y si se hace, la “tasa de descuento” de los esos costos, se supone elevada, de
tal manera que en los valores del futuro tienen muy bajo valor en el presente. Es el típico problema de la evaluación
económica de las consecuencias del cambio climático.
[3] En un próximo artículo analizaremos
la identificación y cuantificación de algunas de estas variables.
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