domingo, 30 de septiembre de 2018

Tres estudios sobre la RSE: Desarrollo profesional, elusión fiscal y gestión de la información



En el mes de septiembre del 2018 se publicaron dos artículos académicos y un estudio estadístico que contienen lecciones para la práctica de la responsabilidad social de la empresa ante la sociedad, por lo que los analizaremos en este artículo, poniéndolos en el contexto de su aplicación y destacando aquellos aspectos que puedan ser de mayor interés a los profesionales de la RSE.  Lamento, una vez más, tener que pedir excusas porque los tres son en inglés (por lo menos los lectores tienen el beneficio de que los analizo en español y les ahorro su estudio, que puede ser tedioso).

I.                Aprendizaje en el ejercicio de la RSE

El primer artículo Unraveling the Competence Development of Corporate Social Responsibility Leaders: The Importance of Peer Learning, Learning Goal Orientation, and Learning Climate, fue publicado en el Journal of Business Ethics (número 4, vol 151, pags. 891-906, y solo está disponible por subscription).  Sí, el título es largo y parece complicado, por ello lo he resumido en el título de esta sección.

El objetivo del artículo es averiguar cómo desarrollan sus competencias los que ejercen la RSE. Este artículo se basa en una encuesta sobre 176 profesionales de la RSE (mas o menos la mitad mujeres, la mitad con cargo a nivel gerencial y edad promedio de casi 43 años, dos tercios en empresas de servicios y un tercio en manufactura, no hay indicación del tamaño de las empresas). La muestra es de empresas holandesas, lo que no permite la generalización simple a otros países, pero dada la globalización del tema, permite sacar algunas conclusiones válidas en otros entornos, aunque con cautela para países con menor desarrollo relativo.  Es interesante notar que de los casi 700 miembros de CSR Netherlands, casi la mitad dijo que apenas estaba comenzado y no podían participar en el estudio (y son miembros de la organización). Si esto es así en uno de los países más desarrollado no debe sorprendernos el avance en otros países de menor desarrollo. La muestra fue tomada tres años antes de la publicación de los resultados, por lo que es de esperar que se hayan producido avances.

1.      Competencias

Antes de reportar los resultados en conveniente listar las competencias que formaron el marco de las encuestas, o sea, a que se refiere el desarrollo profesional.  No hacen falta comentarios, el lector puede apreciar que la lista de competencias es completa. Lo que podría estar en discusión es su importancia relativa, pero son las que deben desarrollarse.



2.      Modalidades de desarrollo de competencias

En la encuesta postulan cuatro modalidades de desarrollo de competencias:

  • A través de la experiencia;
  • Reflexión crítica (autoaprendizaje);
  • Educación y entrenamiento organizado; y,
  • Interacciones con otros expertos y colegas (redes).

Los autores perecen menospreciar el entrenamiento formal, lo cual puede contribuir a sesgar el estudio: “Debido a su posición específica y la complejidad de las tareas, es poco probable que los líderes en RSE accedan a intervenciones formales de aprendizaje programadas. Por lo tanto, esperamos que se involucren más en aprendizaje informal en oposición al aprendizaje formal, ya que el informal les es más accesible” (énfasis añadido).  Es cierto que la experiencia indica que el aprendizaje formal es menos común y extenso que el informal, pero existen amplias oportunidades para hacerlo (no todas de la misma relevancia).  La razón práctica pueden ser más bien el costo (monetario y de tiempo), no necesariamente la especificidad y complejidad de las tareas.

3.      Cultura del aprendizaje en la empresa

Consideraron la existencia de tres culturas relacionadas con el aprendizaje en las empresas:

·       Que facilita el aprendizaje;
·        Que aprecia el aprendizaje; y,
·        Que enfatiza el aprendizaje con el objeto de evitar cometer errores (aversión al riesgo).

Es una tipificación un tanto extraña ya que las dos primeras no son mutuamente excluyentes, es difícil concebir una cultura organizacional que facilita el aprendizaje y no lo aprecia. Quizás hubiera sido más productiva una tipificación de la cultura en términos del comportamiento: confrontacional, colaborativa, jerárquica, Ah hoc (ver la serie de cuatro artículos Cultura empresarial y cultura de responsabilidad social: ¿Cómo debe ser la cultura para que sea de responsabilidad?).

4.      Principales resultados

Después de un extenso artículo con múltiples análisis estadísticos los principales resultados son relativamente poco sorprendentes:

  • Lo mas usado es el aprendizaje vía redes de colegas y experiencias en otras empresas.  La complejidad de las tareas, la necesidad de trabajar con el mundo exterior (los stakeholders) y la “posición solitaria” del responsable de RSE ponen el énfasis en el aprendizaje externo.
  • El entrenamiento formal fue la modalidad menos utilizada.
  • La cultura prevaleciente es menos importante que las oportunidades que la empresa ofrece para el aprendizaje y la automotivación que el responsable tiene para su mejoramiento.  Y esta última también es independiente de la cultura prevaleciente.  Es muy posible que la existencia de oportunidades sea un reflejo de las culturas analizadas y por ello esas oportunidades son lo determinante.  Y que las culturas analizadas no son capaces de distinguir las diferencias.

En resumen, según el estudio las competencias se desarrollan mayormente vía aprendizajes informales, con redes externas a la empresa, y las oportunidades que ofrece la empresa y el carácter de la persona son determinantes. Confirma lo que es de conocimiento general.

II.              Elusión fiscal como un problema para la sostenibilidad

En el mismo número de la revista Business Ethics se publicó el artículo Tax Avoidance as a Sustainability Problem (pgs. 1009-1025, solo disponible por subscripción), que propone considerar el tema de la elusión fiscal como un componente de la sostenibilidad empresarial, más allá de ser un problema de tipo fiscal para los países. 

Recordemos que por elusión fiscal se entiende la minimización de los impuestos usando mecanismos legales, en general aprovechando brechas en las legislaciones nacionales y falta de coordinación en los mecanismos internacionales.  Una de las metodologías mas usadas es la localización de una subsidiaria de la empresa en países donde la carga fiscal es menor, por ejemplo, en Irlanda o Luxemburgo (no necesariamente paraísos fiscales) y asignando los beneficios a esas subsidiarias [1].  Por muchos años, parte de las ventas de Apple se localizaban, contablemente, en la subsidiaria de Irlanda, aun cuando físicamente las ventas se efectúan en EE.UU. o en otros países europeos (la Comisión Europea ordenó a Apple a devolver a Irlanda los impuestos ahorrados, US$15.000 millones, lo cual hizo a mediados de septiembre del 2018).  Otra metodología común, especialmente para las empresas que venden servicios, como Google, el pago de elevados derechos de propiedad intelectual a la subsidiaria donde la carga fiscal es menor, contándolo como deducción fiscal en países donde la carga es mayor. 


El artículo que comentamos propone la tesis de que poner la elusión fiscal en el contexto de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, a nivel de la empresa, más allá del problema fiscal, a nivel agregado para los países afectados, contribuiría a reducir su prevalencia y aceptación. El ser reconocido como parte de la responsabilidad empresarial, debería ser parte de la transparencia y debería ser reportado en sus informes de sostenibilidad (proponen la incorporación de estos aspectos en los estándares de reporte del GRI y en los criterios de sostenibilidad de las instituciones calificadoras).  Buena idea, pero idealista. Parece muy poco probable que las empresas reporten, voluntariamente, sus elusiones fiscales.  Tendría más impacto la presión de la sociedad civil y el cierre de las brechas en las legislaciones nacionales y la coordinación internacional (ver ¿Un paso adelante contra la elusión fiscal?).

El artículo incluye un extenso análisis de las consecuencias de la elusión fiscal sobre la capacidad de los gobiernos de proveer los bienes públicos que la sociedad, y las mismas empresas, requieren para su operación. En una forma menos rigurosa, pero más pragmática, en el artículo Eludir y evadir impuestos: ¿Hasta dónde llega la irresponsabilidad empresarial?  de noviembre 2014 comentábamos lo siguiente:

“Los beneficios que han dado lugar a los potenciales impuestos que se evitan se derivan en buena parte de los esfuerzos de la misma empresa y de sus dirigentes y empleados, pero en buena parte se derivan de beneficios que la sociedad les otorga a las empresas por los cuales no paga nada o no paga su verdadero costo para la sociedad.

Y en ¿Un paso adelante contra la elusión fiscal?, de octubre 2015, decíamos:


“Las empresas han usado la infraestructura económica y social de los países donde se producen los bienes y servicios, pagados por los impuestos de otros contribuyentes
.  Han recibido un “subsidio” de la sociedad a cambio de lo cual pagan muy pocos impuestos y los que pagan, lo hacen en países que no han tenido que hacer esas inversiones para respaldar sus operaciones.  No cumplen son sus responsabilidades de contribuir a los gastos e inversiones en educación, salud, defensa, seguridad ciudadana, infraestructura de transporte, etc. de los cuales se benefician.  La elusión fiscal no es solamente una cuestión de que el gobierno quiere recibir mayores ingresos fiscales, es cuestión de equidad.”

En estos artículos ya poníamos a la elusión fiscal en el contexto de la responsabilidad de la empresa, en el contexto de la elusión de su responsabilidad, pero sin el rigor académico del artículo que comentamos.

III.           Reporta lo que importa

Ceres, una organización que promueve la sostenibilidad, especialmente la ambiental, publicó los resultados de un estudio sobre la información divulgada sobre la sostenibilidad, Disclose what matters: Bridging the Gap Between Investor Needs and Company Disclosures on Sustainability (Reporta lo que importa: Cerrando la brecha entre las necesidades de los inversionistas y la divulgación de su sostenibilidad).  Se analizó como reportan 476 de las más grandes empresas de EE.UU. del listado de Forbes 2000 cinco aspectos del proceso informativo:

  • Estándares usados en la divulgación de la información;
  • Supervisión de la sostenibilidad por el Consejo (Directorio);
  • Evaluación de los aspectos materiales;
  • Involucramiento de los stakeholders; y,
  • Aseguración externa de la información.

Es de notar que el estudio se refiere a procesos de gestión de la información sobre sostenibilidad, no a las acciones que las empresas implementan, es un análisis puramente de proceso, lo que es una condición necesaria pero no suficiente para la sostenibilidad.  No obstante, estos procesos son muy valiosos ya que estimulan y refuerzan las acciones.

Los principales resultados fueron:

  • El 70% de la muestra usa los estándares del GRI, y el 58% usan tanto los estándares como el índice de contenido del GRI en su divulgación;
  • Solo el 15% divulga en detalle el papel del Consejo en la supervisión de la sostenibilidad, incluyendo evidencia de sus mandatos formales para la divulgación de la información social y ambiental relevante que es considerada a nivel del Consejo y como se divulga;
  • Solo el 23% incluye detalles de sus prácticas en materialidad incluyendo la forma en que los resultados se usan para guiar la toma de decisiones; 
  • Solo el 17% divulga los grupos de stakeholders que son involucrados en el proceso, como lo hacen, que retroalimentación reciben y como la incorporan en la estrategia y reporte de la sostenibilidad;
  • El 58% no proporciona evidencia del aseguramiento formal de su información sobre sostenibilidad;
  • Menos del 10% reporta recomendaciones para la mejora derivadas del aseguramiento externo.

Y las recomendaciones que derivan de los resultados son relativamente obvias:

Comprometerse al uso integral de estándares de reporte (preferentemente los del GRI pero utilizar también los demás estándares para atender las necesidades de los diferentes stakeholders);

Reportar el impacto de los sistemas de gobernanza para la sostenibilidad, (no solamente cuales son, sino el impacto que tienen); y,

Utilizar la aseguración externa de los aspectos materiales.

Los porcentajes sobre el estado de los procesos en las mas grandes empresas son relativamente desalentadores. Demuestra que ni siquiera los procesos, no digamos las prácticas, están muy arraigados en estas empresas. Si estos son los resultados para las más grandes empresas, en uno de los países de mayor desarrollo (aunque no necesariamente en temas de responsabilidad empresarial), que se puede esperar de las empresas normales y corrientes, el otro 99.9% de las empresas, y en países con menor desarrollo.  Falta mucho camino que recorrer.





[1] Citan el mismo ejemplo que comentábamos en el artículo Ética grande y ética pequeña: Elusión fiscal y el código de ética en Pfizer , que publicamos en diciembre del 2015.


domingo, 16 de septiembre de 2018

Closing the gap between green bonds and green projects: Issuance vs. impact



Hype

It seems that Green Bonds are the latest finance fashion.  With the emphasis on mitigation and adaptation to climate change, the issue of financing the necessary activities has been brought to the forefront. One of the major stumbling block for the Paris Agreement was that of financing, particularly for developing countries to catch up.  In this environment Green Bonds have emerged as one of the simplest solutions to finance projects that can contribute to achieve the Sustainable Development Goals and those of the Agreement.  It is almost becoming the panacea.  Issue green bonds and the problem will be solved.  In this brief article we want to discuss the potential gap between green financing and green projects, which may lead to greenwashing and suggest some measures to close the gap.

Green bonds are issued to finance green projects, but the link between issuance and impact is not automatic.  How green is the project financed by a green bond?  Will the green bonds really finance green projects that have the alleged impact?  With the pressure to appear making progress in closing the financing gap there may be bonds that are “colored” green or bonds that start green and lose their color during the execution of its projects. Most progress indicators are stated in terms of green financing made available and not on the impact of the green projects financed.  The numbers related to issuance are easy to access and happen early, but the impact of projects financed is very hard to measure and occurs, if it happens, later.  And then we all forgot about the projects.

One very good case of emphasis on inputs versus outcomes or impact is the recently unveiled Green Pledge, that calls for $1 trillion of green bonds to be issued during 2020.  But issuance is a necessary but not sufficient condition to achieve goals like keeping the rise in temperature below 2 degrees. Finance does not green the environment, effective projects do.  There is a gap that may be filled with green paint. There is the temptation to label everything green. One of the most egregious examples is that of France that issued Euros 7 billion in bonds labeled green to finance items related to the achievement of the Paris Agreement goals.  These have been and can be financed by regular Treasury debt, but by bundling those activities around the issue, the debt can be called the “the largest sovereign green bond” and boast of leadership.  There is also the issue of additionality, i.e. are the new green bonds issues additional financing that would otherwise not be available?  Experience so far indicates that most issues, like the one of France, were and could be traditional finance.  For instance, what it used to be project finance for hydropower or renewables us now labeled as green finance. And not only the hydropower generated but the transmission line now called green finance. But let’s concentrate on the gap between green finance and green projects.




 Gaps

It is not that any issue can be labeled green, it must comply with certain requirements, the most commonly used being those of the International Capital Markets Association, ICMA, although there are many others, including those of countries or groups of countries and, in the near future, those of the European Union.  The Green Bond Principles of the ICMA require issuers to comply with requirements under four Principles:  1. Use of funds; 2. Evaluation and Selection of Projects; 3. Funds Management; and, 4. Reports.  Under Principle #1 the framework or prospectus must state the types of Projects/activities that will be financed; under  #2 it must state how the projects/activities will contribute to sustainability and how will they be selected (methodology); under #3 it must state how the funds will be allocated and managed (governance); and under  #4 it must state that reports will be prepared on the implementation of projects/activities and that it would be desirable to offer to report on results and impacts achieved (indicators are suggested for some cases).

In theory, the Principles cover all aspects that are deemed necessary to assure that the green bonds are green, but the problem is in their implementation and verification of compliance with the stated (promised?) goals.  In the implementation there are gaps in all four of the Principles:

1.      Bond´s frameworks or prospectus:  These documents state how the issue intends to comply with the GBP, but the vast majority of cases include generalities, the minimum necessary to comply. Priority seems to be to maintain operational flexibility, to avoid having to disclose more information than necessary, to avoid potential reputational and, especially, to avoid legal risks. Many will just state the general types of projects or activities to be undertaken without specifying any details. With very few exceptions they do not state how the projects or activities will contribute to the greening of the environment and society, in many cases only the types of projects and activities are listed. 
2.      Verification: The compliance of the framework or prospect with the GBP is verified by a third party, issuing “a second opinion”, based on “limited assurance” as opposed to “reasonable assurance”.  This opinion is limited to the verification that all the four principles are addressed in the document, i.e. the documents says where the funds are to be used, how the projects will be selected, the governance of the issue and the reports offered. But it an assessment of compliance with content.
3.      Rating: Some issuers obtain a rating of the bond regarding compliance with the GBP on some aspects (transparency, governance, projects proposed, reporting, etc.). S&P and Moody’s have developed methodologies.  These ratings do add a level of rigor to the limited assurance of the prospectus as they evaluate the potential effectiveness of the proposed compliance, not only if the GBP requirements are described.  But this is still an ex-ante evaluation, based on promises in the prospectus or framework. No investment has yet happened.
4.      Monitoring:  And here is where the largest gaps can occur. The same third parties can be called on to assess the content of the issuer’s reports.  These limited assessments evaluate if the report includes what the prospectus stated it was going to include (see KPMG on Unilever).  There also are assessments of the progress in the implementation of the issue, but the monitoring is limited to assessing if procedures outlined in the framework or prospectus were followed.

In all of these stages there is no guarantee that the green bonds led to green projects, only presumption.

Closing the gaps

The single most effective tool to ensure alignment of intentions with having impact is the social responsibility of the issuer itself.  If we wanted to regulate all the phases so that there will be guarantees of effectiveness and impact the regulations would have to be so detailed as to be unyielding, very expensive for all and all flexibility would be lost. But this does not mean that the current ones cannot be tightened and still be manageable. The GBPs must be tightened to avoid generalities, verifications to include assessment of potential impacts of the projects and activities must be compulsory not optional, and the monitoring must go beyond stating that the processes followed, their effectiveness must be evaluated, and more importantly, the impact achieved.  Some of the gaps identified above could be tightened by:

·        Including a justification that the funds are tapping a market that would not available to non- green projects, that it is not just a change in denomination.  This can be speculative but combined with the assurance below would lend credibility to the green finance market.
·        Including detailed criteria for project/activity selection based on expected impacts, not just on its vague “green” characterization, as it is currently done in the majority of cases.
·        Include a description of the expected impacts of the activities/projects based on agreed upon indicators (for example those of the SASB). For instance, if it is energy efficiency, what are the quantitative goals.
·        Requiring a rating or the issue or a second opinion of “reasonable assurance”, that includes an assessment of the compliance of the processes proposed with the detailed  selection criteria and an assessment of their potential to achieve the proposed impact of the projects, not only a limited assurance that that content of the framework aligns with the GBP.
·        For the project monitoring reports require also a “reasonable assurance” that GBP have been complied with, that the use of the funds has been effective and the extent to which the impacts are being achieved, beyond what is the currently the case of assessing only if the resources were utilized in the projects and activities proposed, which could have been very general. Currently a typical statement concludes:nothing has been called to our attention that the resources were not used for the intended purposes” (DNV-GL on Unilever Green bond). As the explosion of the market has been so recent there are very few examples of impact assessment (see below).

Additionally, the Principle issuers (ICMA, European Union and others) and the green finance industry should seek to promote the expertise and involvement of civil society organizations in the monitoring of green bond prospectus and projects as these issues are not yet in the radar of civil society organizations that should demand accountability.

This will no doubt increase the costs of the issues, but as they usually are in the hundreds of millions of dollars, the increase would be small in relative terms, and the gain in credibility high.  Accountability for impact is needed. But the risk aversion of issuers conspires against the effectiveness of the process. 

This is, with some variations, what the oldest (first issue in 2007 for US$800 million) and largest non-sovereign issuer of green bonds (US$18 billion in 10 years), the European Investment Bank, EIB, is currently doing.  Granted, this is a development institution that finances projects by almost US$80 billion every year and has the expertise to monitor the projects it finances and assess their results, as it is required to do so by its internal regulations.  Also, the EIB is in the business of having impact, not just providing finance; it has a stake in the project, unlike commercial or investment banks that are in the business of providing finance and its stake is in the borrower and not on society.  But is precisely the EIB the one that created and developed the green bond market.

Credibility and impact not just quantity

All of this is not to imply that green bonds are not an effective and legitimate tool to promote green development, it is to highlight the potential gap between issuance and impact, through labeling as green traditional forms of financing and by financing projects that may not be as green as alleged.  The GBPs, while a big step forward, have a weak implementation that has the potential for greenwashing and for ineffectiveness. The more pressure there is to issue green bonds, the more greenwashing.

The emphasis on amounts of green bond issues is misplaced and can lead to the impression that amounts are synonymous with transformation.  It distracts from what should be the real concern: the impact of projects completed.  Unfortunately, memory is very short, and the media is dominated by those that profit from quantity of issues (investment banks, consulting firms, assurance companies, even the companies that exploit the publicity) and not from results achieved (society).





The credibility of the green finance industry is at stake.  At some point the emphasis will move towards quality not quantity of issues. As socially responsible investors are demanding that companies demonstrate their corporate social responsibility and more accountability and want to invest beyond the simplistic exclusionary criteria (no arms, no vices), the green finance industry has to move beyond financing projects/activities that are labeled green to those that are demonstrably green.  One day we will be asked:  Yes, we complied with the financing goals for green projects, but global temperatures still went up by 3-4 degrees C.  What happened?


domingo, 9 de septiembre de 2018

Empleo y desarrollo humano como responsabilidad social de las empresas




I.                Introducción

Este artículo analiza el papel que las empresas pueden y deben jugar, en el contexto de su responsabilidad ante la sociedad, en la creación de empleo y el desarrollo del capital humano.  

En los años recientes y sobre todo después de la crisis financiera que comenzó en el año 2008 en muchos países, sobre todo en Europa y Estados Unidos, se han agudizado los problemas del desempleo, en particular el desempleo juvenil y se han puesto de manifiesto las falencias de los sistemas educativos para preparar a los jóvenes para el empleo productivo y las restricciones que explícita o implícitamente enfrentan las empresas en muchos países que dificultan el empleo de los jóvenes.   El nivel de desempleo llegó en Estados Unidos a cifras sin precedentes de más del 10% y en España han llegado al 27%, siendo los más afectados los jóvenes.  Se estima que en España el desempleo juvenil supera el 45% en el 2018 y los que ni estudian ni trabajan, los nini, alcanzan a más de un millón de personas en el 2017.  En Japón se estima que en el 2017 hay más de 600.000 hikikomori, jóvenes que se han apartado de la sociedad y que raramente salen de sus casas.

Por otra parte es reconocido que uno de los principales obstáculos al crecimiento económico, tanto en países en vías de desarrollo, como en países desarrollados, lo constituye la educación.  En una encuesta entre a más de 2.000 ejecutivos lo citaron como el primer factor impulsor del desarrollo (McKinsey, 2009).  En otro estudio (McKinsey, 2013) sobre las destrezas para el empleo se concluyó que los proveedores de servicios educativos, las empresas y los jóvenes habitan en mundos paralelos .  El 72% de los proveedores de servicios educativos cree que los jóvenes están preparados para el trabajo, pero sólo el 45% de ellos lo cree (y es de suponer que son optimistas, todavía no se han enfrentado a la realidad del empleo) y solo lo creen el 42% de los empleadores.  Por su parte, un estudio limitado a EEUU, sobre la escasez de personal preparado concluyó que el 48% de las empresas en EEUU dicen que su principal problema para llenar las vacantes son las faltas de capacidades técnicas, seguido por la falta de capacidad para desenvolverse en un empleo.[i]

En una encuesta semejante a nivel europeo, el 66% opinó que el sistema educativo no estaba equipando a los jóvenes para el trabajo y el 78% opinó que a los jóvenes les faltaban destrezas no técnicas importantes (confianza, habilidad de comunicación, networking, motivación, empuje y trabajo en equipo) además de destrezas emprendedoras y agudeza (Freshminds Research 2011).

También en EEUU las vacantes más difíciles de llenar son las de obreros calificados, mucho más difícil que las profesiones universitarias (ManpowerGroup, 2013).  De ser extrapolable a otros países, tendría implicaciones para la política educativa y para el papel de las empresas como comentamos más adelante.

El problema del empleo puede retrasar el desarrollo económico con el consecuente impacto sobre la situación financiera de las empresas y por ende sobre la misma creación de empleo futuro.  Adicionalmente,  en algunos países se está creando una generación desanimada por la falta de empleo, con destrezas que se vuelven obsoletas, con potencial de hostilidad hacia el sistema económico que no los incorpora y que puede presentar un problema aún mayor en el mediano y largo plazo para las empresas y para la disponibilidad de personal capacitado.  Es una situación que impulsa el populismo y conspira contra la cohesión social.

Por las razones expuestas, la escasez en el empleo y el desarrollo del capital humano es un problema que afecta las actividades de las empresas, y si bien a nivel individual es poco lo que pueden hacer y aun a nivel colectivo, no pueden permanecer indiferentes y pensar que es problema del gobierno.  Los gobiernos tienen un papel clave en la gestión de la situación económica y en las leyes, regulaciones e instituciones que afectan la actividad empresarial, pero la solución pasa por la acción conjunta de todas las partes.  En las siguientes secciones analizamos el papel que la empresa puede jugar, dentro de su responsabilidad ante la sociedad y ante sus dueños y accionistas.


II.             Empleo como una responsabilidad de la empresa ante la sociedad

Si bien no es responsabilidad de la empresa resolver los problemas de la sociedad, no puede permanecer indiferente cuando esos problemas afectan sus actividades. Al ser su principal responsabilidad el ser financieramente sostenible para entonces poder ser social y ambientalmente responsable, debe preocuparse no solo por los impactos que sus actividades tienen sobre la sociedad y el medio ambiente, sino además por el impacto que ese entorno tiene sobre sus actividades, en particular la situación del capital humano e intelectual del cual se nutre.  Si bien muchas empresas consideran que esto es problema del gobierno y del sistema educativo, sería una irresponsabilidad de la empresa permanecer indiferente ya que ello puede afectar su misma viabilidad.    

La preocupación y la acción, dentro de sus posibilidades, por el empleo y el desarrollo del capital humano no es solo una cuestión de solidaridad con la sociedad, es cuestión de supervivencia a largo plazo.  La gestión del capital humano e intelectual, tanto el que gestiona la empresa como el del que se puede nutrir en el futuro, forma parte de la buena gestión empresarial.  Lamentablemente ese capital humano e intelectual no se contabiliza en los estados financieros de la empresa, aunque para muchas empresas constituye el principal “capital”.  Al no formar parte de la contabilidad, y al ser esta una de las principales guías para la gestión y determinante para las bonificaciones de los directivos, puede ser mal gestionado.  Solo las empresas más ilustradas saben que dependen del capital humano que tienen o pueden necesitar, esté contabilizado o no.  De hecho a medida que se avanza más en la economía de los servicios y la economía manufacturera tiene grandes avances tecnológicos, el capital humano se está convirtiendo en uno de los principales activos (para algunos, son intangibles).  Más del 80% del valor de mercado de empresas como Google, IBM, Facebook y Amazon es su capital intelectual, varias veces su capital contable. 

Afortunadamente los esquemas propuestos  para la preparación de informes integrados de información financiera y no financiera (International Integrated Reporting Council, 2013), recomiendan la presentación de información sobre el impacto de las actividades de la empresa sobre otros cuatro capitales más allá de los dos tradicionales financiero y manufacturero: Social y relacional, Natural (ambiental), Humano e Intelectual.  La medición propuesta sigue siendo la contabilidad tradicional pero el reportar sobre la gestión de estos capitales conducirá a pensar, considerar, medir y gestionar lo que ahora se llaman intangibles e ir más allá de aquello que “sólo lo que puede medir se puede gestionar” hacia “no todo lo que se puede contar cuenta, ni todo lo que cuenta se puede contar[ii]”.  Ello debería redundar en un mayor interés de las empresas en su responsabilidad sobre el empleo y el desarrollo del capital humano (capitales humanos e intelectuales).

III.           Empleo y desarrollo del capital humano
3.1              Empleo directo                 

Una de las contribuciones de la empresa a la sociedad más directas y tradicionales es a través del empleo directo.  La empresa puede y debe crear empleo a través de su crecimiento, pero ello tiene límites determinados por el mercado y su situación financiera.  No puede crear empleos al margen de esas realidades, pero lo que si puede y debe hacer es gestionar el capital humano de manera de enriquecerlo tanto para beneficio propio como el de la sociedad.  Es su responsabilidad social  considerar a los trabajadores primero como seres humanos antes que como instrumentos de producción, con su dignidad y sus problemas, de allí que deben tener condiciones físicas de trabajo, remuneraciones y beneficios sociales  compatibles con esa dignidad.  Debe contribuir al desarrollo de ese capital a través del diseño del trabajo de tal manera que estimule la productividad y sea enriquecedor para el individuo y le permita aprender y prepararse para mayores responsabilidades.  

Este tratamiento del trabajador como persona se manifiesta dramáticamente durante épocas de crisis, como la reciente en varios países.  Al reducirse el volumen de actividad y los ingresos, la primera reacción suele ser la reducción del personal, que en muchos casos es un componente elevado de los costos y cuya reducción tiene un efecto inmediato en los resultados contables.  Pero al considerar el trabajador como persona quiere decir que antes de tomar la solución fácil del despido, se deben explorar otras alternativas, como la reducción de la jornada laboral, la reducción colectiva de remuneraciones, la concesión de permisos no remunerados, entre otros.  El capital humano que se pierde en estas circunstancias disminuye el valor de la empresa aunque la contabilidad no lo registre en el corto plazo y es posible que en la recuperación se deba invertir mucho más para recuperarlo (contratar, entrenar, recuperar la productividad de la experiencia y el conocimiento).

            3.2.      Desarrollo del capital humano

Como comentábamos anteriormente, el valor del capital humano no forma parte de la contabilidad de la empresa, no es algo que se tienen muy presente a la hora de tomar decisiones, y muchas veces estas están basadas en el impacto que tengan sobre los números, sobre los resultados financieros.  Salvo para las empresas que dependen del capital intelectual, el desarrollo del capital humano suele ser menospreciado ya que, como en muchas de las actividades relacionadas con la responsabilidad empresarial ante la sociedad, los costos son tangibles y en el corto plazo y los beneficios suelen ser intangibles y en el largo plazo.  Ante las presiones por la competitividad y los incentivos cortoplacistas para los directivos de las empresas (incentivos y evaluaciones relacionadas con los beneficios financieros obtenidos en el corto plazo, la inversión en el capital humano no suele ser prioridad.  Claro está que esto es una visión miope, ya que son muchas las empresas que han demostrado el alto rendimiento de esas inversiones.  Aun desde un punto de vista exclusivamente egoísta, las empresas deben efectuar estas inversiones precisamente para hacerle frente a la competencia, pero además desde el punto de vista de su responsabilidad social tiene el deber de darle a la sociedad personas más capacitadas para hacer frente a un futuro cercano donde se implementarán cambios substanciales en las modalidades de empleo y en las destrezas necesarias para poder trabajar.  Las empresas han tomado personal calificado de la sociedad, que esta ha preparado, en general, sin que la empresa pague por los costos de esa formación.  Es de justicia que contribuya a la revaloración de ese capital social.


            3.2       Programas de aprendizaje

Si bien no compete a las empresas responsabilizarse por el sistema educativo del país, pueden y deben contribuir en la medida de sus posibilidades, sin interferir con la labor y responsabilidades de los gobiernos nacionales y locales.  Pueden y deben entrar en alianzas para asegurarse que el sistema educativo forma el personal que sea necesario para el desarrollo empresarial, principal fuente de empleo y de progreso del país.  En muchos países, sobre todo en aquellos en vías de desarrollo, las empresas y empresarios se han visto ante la necesidad de fundar y promover universidades privadas ante las deficiencias del sistema público.

Pero una de las acciones más tangibles y de mayor impacto en el corto plazo son los programas de aprendizaje.  Como se describió en la Introducción uno de los principales problemas del desempleo juvenil es un sistema educativo que no prepara a los jóvenes para el empleo.   Sin entrar en discusiones si ese es o no el papel de la educación superior, lo cierto es que los jóvenes, además de tener una formación humanística, deben desarrollar destrezas para poder contribuir con su trabajo al desarrollo de la sociedad, algunos trabajando en empresas.

Un esquema que se utiliza con éxito en algunos países, en particular en Alemania[iii], es el de los programas de aprendizaje donde, como parte de los estudios, los estudiantes trabajan con empresas en programas coordinados con la educación formal, donde complementan su educación para el empleo.  Esto va mucho más allá de una mera pasantía, que suelen tener una baja contribución al desarrollo del capital humano y su empleabilidad.  Donde es exitoso es parte de un programa sistemático, de largo plazo y alcance, coordinado con el sistema educativo, respaldado por políticas públicas y en algunos casos por incentivos y/o contribuciones financieras del Estado. Forman parte de alianzas público-privadas, entre el gobierno, el sistema educativo y las empresas para beneficio de las partes.

Si bien las empresas pueden contribuir a nivel individual en este sentido, es colectivamente que tienen la capacidad para influenciar la política pública y en algunos casos el sistema educativo.  También están cobrando interés los programas de educación técnica patrocinados por empresas, como parte de sus programas de responsabilidad social[iv].   Y hay casos en que las empresas hacen donaciones para respaldar el entrenamiento para el empleo de jóvenes, aunque no esté directamente ligado a su propia necesidad de personal, como una forma de filantropía estratégica[v]. 


El ejemplo del modelo de educación dual de México, basado en gran parte en el modelo alemán es paradigmático. Sin embargo tiene una gran diferencia que lo hace menos efectivo para la sociedad y es que lamentablemente la legislación mexicana no contempla la figura del empleo temporal en las empresas participantes por lo que los alumnos-trabajadores son solo pasantes y no se pueden aprovechar de hecho de tener empleo, como si es el caso de las empresas alemanas en Alemania y en EE.UU. [vi] Los empleados, aunque sean temporales, son tratados de manera diferente a los pasantes, con una visión de más largo plazo sobre su desarrollo profesional Esto demuestra la importancia del ecosistema de apoyo (legislación, instituciones, empresas, líderes, etc.) para que estos programas puedan tener un mayor impacto.


IV.            Educación y cultura empresarial

Uno de los grandes obstáculos en el ecosistema del empleo y el desarrollo del capital humano es el sistema educativo de la gran mayoría de los países de habla hispana.  En particular el sistema de estos países enfatiza la educación para recordar, que es efímera, no solo porque el conocimiento es muy dinámico, sino que además se suele olvidar una vez que se ha cumplido el objetivo del examen o la graduación.  Para el desarrollo del capital humano es más conducente el pensamiento crítico constructivo, el enseñar a aprender continuamente, a pensar en vez de usar construcciones mentales predeterminadas, a pensar “outside of the box” (Freshminds Research 2011, World Economic Forum 2009, Dirección General de Educación y Cultura de la Comisión Europea, 2012 ).

También existe el sesgo de que el acceso a la educación superior debe estar abierta a todos, independientemente de su capacidad para el estudio, con el consecuente malgaste de recursos.  Adicionalmente existe una gran tolerancia por la “repetición”, donde los estudiantes pueden tardar siete y ocho años en terminar una carrera que debería completarse en cinco, con un elevado costo para el estado y para la sociedad.  Este problema se aumenta, al no estar los estudiantes capacitados para el estudio riguroso, con la selección de carreras “blandas” en las pueden graduarse, sin considerar la demanda en el potencial mercado de trabajo.  El mercado laboral demuestra que una carrera universitaria no es garantía de empleo, lo que es el sesgo existente en muchos de estos países. No todos deben ir a la universidad, no todos deben estudiar sentados.

El desempleo juvenil en algunos países no es la falta de título universitario, en buena parte es debido a la falta de “empleabilidad” de los graduados y el desfase entre demanda y oferta en las cualificaciones.  La participación de la empresa privada en el diseño de políticas públicas podría contribuir a paliar este problema.

Muchas veces en los programas de apoyo al empleo y desarrollo del capital humano, con la mejor de las intenciones, se olvida la materia prima con la cual se tienen que trabajar, personas que no han sido educadas para el empleo ni se les ha inculcado la curiosidad, la capacidad de adaptación al medio, la innovación.  Las políticas públicas tendentes al empleo y el desarrollo del capital humano deberían aprender del mismo espíritu emprendedor de la empresa y tener como fin lograr efectividad en el contexto real en que se desenvuelven, no basarse mayormente en efímero incentivos financieros y fiscales, que no son sostenibles en el tiempo y que muchas veces resultan perversos al estimular acciones cortoplacistas, que suelen ser revertidas al terminarse esos incentivos.


V.               Alianzas para el empleo y el desarrollo del capital humano
Para que el sector privado pueda contribuir, dentro de su responsabilidad con la sociedad, a la creación de empleo y empresas se requiere de la existencia y funcionamiento armónico de un ecosistema de apoyo descrito, mencionado antes.  Se requiere además el trabajo conjunto entre empresas y entre éstas y el Estado y la sociedad civil (incluyendo ONGs y el sistema educativo), tanto en la ejecución de proyectos como en la construcción del ecosistema y en particular en el desarrollo de las políticas públicas tendentes a una educación más efectiva y eficiente.  Se deben aprovechar las ventajas comparativas de cada una de estas tres partes para potenciar el impacto y su efectividad.

La educación para el empleo y el desarrollo del capital humano debe contar con la participación de la empresa privada, que es el principal usuario de sus productos.  Esta empresa privada también debe participar en el diseño de las políticas de promoción ya que también son los principales usuarios y conocen la reacción que tendrían a las medidas.  Los funcionarios públicos, cuyo punto fuerte debe ser la protección de los intereses de la sociedad, no suelen tener experiencia empresarial, no piensan con el criterio competitivo como lo hace la empresa privada.  Sus incentivos están en no cometer errores de comisión.  Los de omisión difícilmente son castigados.  Claro está que estas empresas defienden  sus intereses, que es una de sus principales habilidades, pero muchas veces lo hacen por encima de los de la sociedad por lo que deben ser moderados con la participación de las otras partes.   El Estado debe evitar ser capturado (en el sentido económico) por el sector privado.  Pero ninguna de las partes, separadamente, será efectiva.

Adicionalmente, en la implementación las partes deben buscar sinergias.  Dentro de su responsabilidad social muchas empresas llevan a cabo intervenciones aisladas, por ejemplo en educación.  Cada una de ellas contribuye algo, pero, por ejemplo, si en vez de apoyar con donaciones a diferentes centros de educación, trabajaran conjuntamente, aunaran sus recursos financieros y gerenciales, conjuntamente con las instituciones de implementación de las políticas públicas, el impacto podría ser a nivel del sistema y no solo a nivel de los centros educativos individuales que han tenido la suerte de ser beneficiarios (ejemplos de estas alianzas se pueden ver en Vives, 2008).


VI.            En conclusión

La creación y mejora de la calidad del empleo y el desarrollo del capital humano son parte de la responsabilidad social de la empresa, a nivel individual y aún más a nivel colectivo, ya que contribuyen a una sociedad más próspera y equitativa, lo que en definitiva beneficia a la empresa en el largo plazo.

Aun cuando las empresas pueden jugar un papel muy importante para promover el empleo y el desarrollo del capital humano, el problema es de tal magnitud que su contribución individual es relativamente pequeña pero colectivamente y en alianza y coordinación con el sector público y la sociedad civil tiene el potencial de tener gran impacto.  Pero la efectividad de su actuación requiere de un ecosistema de apoyo con políticas e instituciones conducentes, donde prevalezcan las facilidades para que la empresa pueda actuar, más que el direccionamiento y el apoyo financiero ocasional por parte del gobierno.


Bibliografía

Barslund, M. y Gros, D. (2013)  “Unemployment is the scourge, not youth unemployment per se: The misguided policy preoccupation with youth”, Center for European Policy Studies, Policy Brief No. 294, 26 junio.   https://www.ceps.eu/system/files/PB294_Unemployment.pdf  

Corral, A., Isusi, I., Pérez, T. y San Miguel, U., (2006) Contribución de las empresas al desarrollo en Latinoamérica, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington

Dirección General de Educación y Cultura (2012) “Re-thinking education: investing in skills for better socio-economic outcomes”, Comisión Europea, Bruselas.

Freshminds Research (2011) Closing the gap between business and education, Junior Achievement Young Enterprise Europe. http://archive.ja-ye.org/Download/CEO%20Survey.pdf

International Integrated Reporting Council (2013), “Capitals: A background paper”, IIRC, London.

ManpowerGroup, (2013), Talent Shortage Survey, United States, ManpowerGroup, Milwaukee

McKinsey&Company, (2013), “Education to Employment: Designing a system that Works”, McKinsey&Company, Nueva York.

McKinsey&Company,  (2009), “Rethinking how companies address social issues”, McKinsey &Company, Nueva York.

Secretaría de Educación Pública, (s/f),  Modelo Mexicano de Formación Dual, México.

Vives, A. (2008) “¿Es nuestra responsabilidad?, Harvard Business Review America Latina. Vol. 86, Nº. 4, pgs 50-55.



[i] En Brasil es el 48% y el México el 40% (McKinsey 2013).  En ese mismo estudio (9 países, 4.500 jóvenes) cerca de la mitad de los encuestados dice que la educación post secundaria no mejoró su capacidad de obtener un empleo.

[ii] Cita atribuida a Einstein, pero no comprobado.

[iii] En el 2012, las empresas alemanas tomaron y entrenaron más de 600.000 aprendices, que luego pasaron a engrosar la mano de obra calificada para el desarrollo del país. En Austria, Alemania y Suiza cubren entre el 55-70% de los jóvenes.

[iv] Un caso paradigmático es el de Volkswagen en su planta en Tennessee, EEUU, donde ante la escasez de personal calificado para trabajar en el ensamblaje, la empresa tuvo que instaurar un programa de aprendizaje usando el modelo alemán.  Y aun así tuvo problemas con el grado de preparación de los candidatos.  Este caso está siendo reproducido por otras empresas alemanas en EEUU como Robert Bosch y Siemens, en cooperación con escuelas técnicas locales (Wall Street Journal, 14 junio 2012, Germany's New Export: Jobs Training”).

[v] Virgin Media tiene un programa de US$30 millones para estimular talentos jóvenes en innovación en el Reino Unido.