Los 17 ODS y sus 169 metas cubren todo el espectro posible de actuación de las empresas, gobiernos, instituciones y personas, de allí que las oportunidades de estas partes, sobre todo las primeras, de contribuir a su logro para el 2030, son ilimitadas.
Desde su
promulgación ha existido gran preocupación sobre la dificultad de su logro y se
han intensificado las presiones sobre todas las partes, en particular sobre las
empresas y las instituciones financieras para que contribuyan. Ello ha llevado
a usos y abusos de los ODS que son poco comentados. La gran mayoría de los
escritos son promocionales, halagüeños, aspiracionales, enmascarando la
realidad de las contribuciones.
Para las empresas
el principal valor de los ODS son las grandes líneas estratégicas que pueden guiar
sus estrategias y actividades en pos del logro de su sostenibilidad empresarial.
Ello ha llevado a que muchas empresas se hayan tomado en serio la adaptación de
estas estrategias y actividades para contribuir en la medida de lo posible a
ese logro. No obstante, en el entorno empresarial las presiones han sido muy
fuertes lo que ha resultado más en reportar que en hacer, en imputar lo que ya
se hace de como contribución. Una competencia para ver quién da más y ganarse
el aprecio de sus partes interesadas. Algunas son legítimas otras no tanto.
Constituyen un instrumento ideal para el greenwashing.
Lo más común en
las empresas es hacer un inventario de sus actividades tradicionales y contrastarlas
con las 169 metas para extraer elementos comunes y así reportar contribuciones.
No se trata de poder encontrar un nexo entre actividades y metas, se trata de lograr
impacto, cambios en el desarrollo como consecuencia de la actividad.
Donar la comida excedente
de la cafetería no es una contribución a la reducción de la pobreza. Los volúmenes
de servicios de telefonía no son una contribución, son la razón de ser de la
empresa, sí lo son aquellos que ha encarado específicamente para atender a poblaciones
no atendidas. La presencia de mujeres al consejo no es una contribución a la reducción
de la discriminación, su impacto en la toma de decisiones sí lo es.
El desarrollo sostenible, objeto de los ODS, requiere que las actividades sean
significativas, incrementales, con impacto, medible o no, sostenibles y sostenidas
en el tiempo, no ocasionales, y con contribución al desarrollo de los países menos
desarrollados, donde tienen mayor valor relativo que en los desarrollados.
Estos son los criterios para evaluar la legitimidad de las contribuciones.
No nos podemos
dejar engañar por el espejismo del volumen de actividades que se atribuyen
contribución, el papel aguanta todo, lo único que cuenta son los cambios
tangibles que estas actividades logran en el terreno.
El lector
interesado en más detalles puede consultar Mis
veintidós artículos sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la RSE.
Artículo publicado en el periódico La República, Colombia, en octubre 2025
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