En el capítulo precedente hemos presentado una amplia discusión entre las
diferentes concepciones de la sostenibilidad empresarial y el concepto
usurpador de la ASG, Ambiente, Social y Gobernanza, destacado las confusiones
que se pueden crear entre los no expertos y los efectos potencialmente
perversos de usarlos como si fueran sinónimos. En este capítulo extendemos la
discusión al contraste de los ámbitos de actuación de ambos grupos de
profesionales (hay algo de repetición con el capítulo precedente para poner
este en contexto). [1]
I.
Problema de identidad.
ASG no es lo mismo que sostenibilidad empresarial ni puede reflejar la
responsabilidad de la empresa ante la sociedad. La confusión sobre estos conceptos es uno de los mayores
problemas de la implementación exitosa de la sostenibilidad, porque diferentes
personas usan el mismo término, pero entienden por ello cosas diferentes lo que
dificulta lograr consensos.
Por sostenibilidad empresarial, entendemos el objetivo de la empresa de
asegurar su continuada viabilidad financiera, social y ambiental en el largo
plazo. El logro de esta sostenibilidad conlleva emprender actividades que, para
simplificar se han tipificado en tres grandes grupos, A, S y G, pero lo
importante es reconocer que ello son solo algunos de los elementos que conducen
a la sostenibilidad de la empresa. Ello incluye además las estrategias,
procesos, procedimientos y políticas con los que se llevan a cabo, los
instrumentos de evaluación, seguimiento y control, su integración coherente, su
gestión integral, con una comunión de objetivos dentro de la organización, todo
ello desarrollado en una cultura organizacional conducente. Llamemos a esto la envolvente de la sostenibilidad, la gestión
de la sostenibilidad. [2]
Las actividades catalogadas como A, S y G constituyen una pequeña parte de
lo que es necesario para lograr la sostenibilidad empresarial. La suma de
actividades A, más actividades S, más actividades G, no constituye la
responsabilidad de la empresa ante la sociedad ni conduce a su sostenibilidad.
A lo sumo son necesarias, pero muy insuficientes. La sostenibilidad empresarial
se logra con actividades legitimas, efectivas y eficientes, desarrolladas en un
entorno interno conducente.
Y esto es muy relevante para el contraste de las profesiones porque el profesional
de la sostenibilidad empresarial tiene su ventaja comparativa en los aspectos
mencionados en la gestión de la envolvente, que está por encima de las
actividades A, S y G. y esa gestión es crítica. Las actividades A, S y G a
desarrollar son ampliamente conocidas y extendidas en la gran mayoría de las
empresas, por lo que no conducen a ventajas competitivas. La diferenciación
está en la gestión de la envolvente y su
objetivo es que el resultado sea mayor que la suma de las partes.
Y la gestión de la envolvente es la gobernanza de la sostenibilidad, que es
más profunda y va más allá de la tradicional G de Gobernanza, que suele
referirse a las responsabilidades de los consejos y de la alta gerencia (remuneraciones, auditoría, comités,
consejeros independientes, diversidad de género, etc.) de importancia para las empresas
que cotizan en bolsas y reguladas por las comisiones nacionales de valores.
Esta gobernanza de sostenibilidad es la que está adquiriendo más relevancia y
forma parte de los recientemente aprobados estándares de reporte de sostenibilidad.[3]
Pero ¿es esto un problema? Muchos no
lo ven, pero sí, es un problema. Estimula la concepción de que la sostenibilidad
empresarial, la que debe pretender lograr la empresa, se limita a actividades puntuales
relacionadas con el medioambiente, en aspectos sociales y de gobernanza, lo que
conlleva a que sean actividades dispersas, se vean como fines y no como medios,
sin considerar las interacciones, sinergias, conflictos, y toda la envolvente
que hemos mencionado.
La denominación ASG se la ha apropiado una parte del ecosistema exterior a la
empresa, sobre todo la industria de las finanzas sostenibles, como comentamos más adelante al
contrastar el profesional de la sostenibilidad con el profesional ASG. El ecosistema de regulación, sobre todo el de
reporte de información no financiera sigue usando el término más amplio de
sostenibilidad. De hecho, el recientemente aprobado estándar internacional de
reportes de sostenibilidad por parte del International Sustainability
Standards Board, ISSB, el IFRS S1, General Requirements for Disclosure
of Sustainability-related Financial Information, no solo se refiere a ese
nombre, sino que el énfasis es en el reporte de los aspectos de la
envolvente, relegando los aspectos ASG al reporte de indicadores suplementarios
en base a los estándares del SASB, destacados en el capítulo anterior. Lo mismo
sucede con los estándares europeos emitidos por EFRAG, ESR1, General Requirements
y el ESRS2 General Disclosures.
Y una prueba de todo esto es que la Comisión Europea solo usa la
denominación ASG en sus secciones de finanzas sostenibles y cuando se refiere a
indicadores en esos aspectos, en especial sobre el cambio climático, y en el
contexto de las calificadoras de sostenibilidad.
Un caso paradigmático que explica estas diferencias entre sostenibilidad
empresarial y ASG son precisamente estas calificaciones de sostenibilidad empresarial
que usan criterios ASG, basados en las actividades puntuales en A, en S y en G,
para tipificarla y medirla, ignorando en un gran número de casos todo el resto
de la envolvente que hemos mencionado. Es una caracterización muy imperfecta e
incompleta. Ello explica, en parte, las
grandes divergencias en la tipificación de la sostenibilidad empresarial por
diferentes calificadoras, que no son solo diferencias de metodologías y de
medición, son mayormente un problema de sobre
simplificación e incorrecta especificación de lo que es necesario para ser
sostenible.
¡Y que ironía! Ahora le está
sucediendo a la ASG, supuesto reemplazo de la RSE (¿?), lo que le ha sucedido a
la misma RSE. Los detractores de la ASG, para criticarla, tergiversan aun esta
concepción inadecuada. Así como a la RSE la degradaban a algunas actividades
puntuales, a la ASG la degradan a temas de inclusión social (léase preferencias
por algunos grupos sociales) y oposición a los combustibles fósiles, o en el
mejor de los casos, al cambio climático. Hacen de la ASG un sinónimo de
progresismo de izquierdas. [4]
II.
Contraste de los mercados de actuación de profesionales de la
sostenibilidad empresarial y profesionales del ámbito ASG.
El primero se refiere a los profesionales que son responsables de la función
dentro y fuera de la empresa, que se
caracterizan por requerir destrezas de gestión además de destrezas
técnicas en alguno o muchos de los aspectos que abarca la sostenibilidad
empresarial. En general, son empleados de empresas e instituciones. El caso de mayor necesidad de atención es el
de las empresas con fines de lucro, donde uno de los principales problemas que
afrontan es la gestión del conflicto entre los beneficios financieros y la
contribución al bienestar de la sociedad.
El segundo es un mercado completamente diferente, solo tienen en común los
aspectos derivados de las actividades en A, S y G. El ámbito ASG se refiere a una parte del
ecosistema que gira alrededor de la sostenibilidad empresarial. Referirse al
ámbito ASG al interior de la empresa es considerar que la sostenibilidad empresarial
se reduce a actividades en estos tres aspectos, cuando la contribución de la profesión
va mucho más allá de ello y se refiere a la gestión
integral de la función y de aquel conflicto.
Reducirlo a la gestión de actividades sería un gran retroceso, volver a la concepción
de la sostenibilidad empresarial, superada, de como el gastar dinero en hacer
cosas para los stakeholders y no en asegurar la sostenibilidad de la
empresa en el largo plazo.
¿Cuál es al ámbito de la sostenibilidad empresarial, incluyendo el ámbito ASG y cuál es el dominado por la “ASG”? El ámbito total incluye:
- Consultoría gerencial: consultoras en producción de informes, consultoras en agregación de información, consultoras en el uso de la información y medios de difusión, consultoras en estrategias y actividades.
- Ecosistema de la información sobre sostenibilidad: instituciones dedicadas a la recopilación, agregación y distribución de información básica, empresas calificadoras, productoras de índices de sostenibilidad, instituciones que producen premios y distintivos, medios de comunicación especializados, instituciones de certificación, entre otras instituciones.
- Finanzas sostenibles: Bancos comerciales y de inversión, empresas aseguradoras, bolsas de valores, fondos de inversión, mercados de valores, asesores, agentes de colocación, gestores de fondos privados y públicos, inversionistas privados e institucionales (fondos de pensiones, de riquezas, familiares, fondos de inversión, etc.), analistas financieros, entre otros.
- Instituciones educativas: Centros educativos formales en general y escuelas de negocios en particular, instituciones de entrenamiento, estudiantes, organizaciones de eventos divulgativos, etc.
- Asociaciones de profesionales: DIRSE (ASG), CSR Europe, EmpresAbility, entre muchas otras.
- Asociaciones gremiales e industriales: Por ejemplo, el World Business Council on Sustainable Development y el World Economic Forum y las decenas de agrupaciones sectoriales como el International Council on Mining and Metals, International Council of Chemical Associations, etc.
- Reguladores: Nacionales e internacionales de los mercados financieros (valores, banca, seguros y fondos de pensiones), de la información pública sobre sostenibilidad, del comportamiento empresarial dentro de los gobiernos, parlamentos, etc.
- Organizaciones internacionales: Por ejemplo, el Pacto Mundial, la Comisión Europea, Organización Mundial del Trabajo, la Convención Marco de las Naciones Unides para el Cambio Climático, entre otras.
- Organizaciones de la sociedad civil: De promoción, monitoreo, control y divulgación de información, como por ejemplo, Transparency International, As You Sow, Nature Conservancy, Greenpeace, Clean Clothes y centenares más.
- Y last but not least, las mismas empresas.
Todos estos profesionales están interesados en la sostenibilidad de la
empresa en el amplio sentido de la palabra, pero algunos reducen su interés a una
parte, a aspectos puntuales, a las actividades en medio ambiente, en aspectos
sociales o de gobernanza. Al interior de
las empresas, en los reguladores, en los centros educativos, en las organizaciones
internacionales y de la sociedad civil, los profesionales no son de ASG.
No hay estándares de reporte ASG (como comentábamos
arriba), no hay maestrías ni certificados en ASG, no hay reportes de ASG empresariales, la normativa de la Unión Europea sobre información
no financiera, la Corporate Sustainability Resporting Directive, CSRD,
no se llama ASG Reporting Directive.
Es cierto que se presentan “resoluciones ASG” en las asambleas generales de
accionistas, ya que se refieren a aspectos muy puntuales en algunos de los tres
temas (remuneraciones de los consejeros, cuotas para las mujeres, emisiones,
etc.), lo que confirma que ASG se utiliza para referirse a acciones puntuales.
Y a pesar de envolverse con el manto de la sostenibilidad empresarial,
muchos profesionales de las calificadoras de sostenibilidad, consultores y
algunos analistas financieros sí se segmentan en estos aspectos, como hemos comentado.
Algunos emisores de valores, como los bonos verdes, sociales y sostenibles
también se segmentan en algunos aspectos. Y otro ejemplo paradigmático es el
caso de los denominados “bonos sostenibles” o los “bonos ligados a la
sostenibilidad” no se laman bonos ASG, aun cuando usan limitados criterios
ASG para definir sus objetivos. Muchos fondos de inversión también son
segmentados en términos ASG, por ejemplo, en energía renovable, en agua, en
vivienda, etc. Es la industria del financiamiento y su ecosistema directo que
la rodea, la que si se refiere al término.
Quien tiene una visión integral es un profesional de la
sostenibilidad, quien tiene una visión parcial, segmentada, es un profesional
de la ASG.
Para los profesionales de la gestión de la sostenibilidad empresarial si
bien su actividad es un empleo, un trabajo, del que derivan beneficios
financieros, para muchos es también una vocación, de la que derivan
beneficios no financieros. Suelen tener en común la motivación, sus valores,
sus deseos de promover el bien común.
El profesional del “ámbito ASG”, externo a la empresa, listado arriba, es
un grupo muy diverso. El interés de muchos de estos es el de expandir el
mercado de su negocio, su motivación es el beneficio financiero, no es la
sostenibilidad de las empresas. Para muchos de estos es un negocio puro y duro.
La ASG mira hacia el pasado y en el mejor de los casos al
presente, la sostenibilidad empresarial mira al futuro.
Adicionalmente el profesional de la ASG y la misma industria que gira
alrededor de la ASG, en particular las calificadoras de “sostenibilidad”, basan
sus decisiones en la evaluación de actividades segmentadas y dispersas para
discernir la sostenibilidad de las empresas, usando indicadores que tratan de cuantificar
las actividades, políticas y procesos llevadas a cabo en el pasado, y en mejor
de los casos, extrapolando ese pasado y presente, ceteris paribus. Y
su agregación de esta multitud de “piezas de información” en una calificación o
visión integral es arbitraria, basada en un modelo propio y no en los
aspectos que son materiales para la empresa en particular. Pero, siendo la
sostenibilidad empresarial un objetivo a lograr en el mediano o largo plazo,
los responsables de ello enfatizan la dinámica de los resultados e impactos,
y las estrategias, no solo la estática de la situación actual, dando
especial atención al contexto donde todo esto se desarrolla, a la gestión
futura de la sostenibilidad empresarial. [5]
La ASG constituye una trivialización de la sostenibilidad
empresarial.
Y lo que la sociedad necesita no son más acciones puntuales en cosas A,
cosas S, o cosas G, lo que necesita es una mejora de la gestión de la sostenibilidad,
de su gobernanza, que no es la G como lo entienden los profesionales de la ASG.
Pero todo esto no quiere decir que los profesionales de la sostenibilidad
empresarial se puedan desentender de los impactos financieros de sus
actividades. De hecho, cada vez más se requiere
que desarrollen destrezas en los temas de finanzas y contabilidad, entre
otras cosas, ante el énfasis que los estándares de reportes de sostenibilidad
ponen en una visión integral de la sostenibilidad empresarial, no como un nicho
de gestión sino como la totalidad del negocio mismo. [6]
[1] Este capítulo es un extracto y edición de
la Carta abierta a la Asociación Española de
Directivos de Sostenibilidad (ASG) DIRSE: La gobernanza de la sostenibilidad
empresarial, (29 julio 2023) con motivo de su rebranding,
añadiéndole el calificativo ASG a su nombre.
[2] Esto lo hemos analizado en mucho
más detalle en el capítulo precedente Doce razones por las que los criterios
ASG no representan a la sostenibilidad empresarial.
[3] Para mayores detalles de lo que
constituye esta gobernanza ver el capítulo IV.5 de este volumen.
[4] Ver el capitulo siguiente, ¿Está
declinando el interés en la sostenibilidad empresarial?: Siete más una razones.
[5] Este contraste es el mismo que se
observa entre la denominada “inversión ASG”, de visión fragmentada del presente,
y la “inversión socialmente responsable” de visión integral del presente y
futuro. Ver el análisis en ¿Es lo mismo Inversión Socialmente Responsable,
ISR que inversiones ASG?, capítulo VIII.6
en Una Mirada Crítica a la Responsabilidad
Social en Iberoamérica, Vol. VII.
[6] Para un análisis de la necesidad de
la evolución del profesional en sostenibilidad empresarial ver La
aceleración de la evolución del Director de Sostenibilidad Empresarial (DirSE,
CSO), capítulo IV.3 de este volumen.