El 27 de octubre
Bill Gates (no hace falta decir quién es) publicó una carta abierta en su blog,
Three tough truths about climate: What I
want everyone at COP30 to know (A new way to look at the problem), [i]
que en pocas horas
ha dado mucho que hablar por, aparentemente, desenfatizar la urgencia del combate
del cambio climático. En este breve articulo la ponemos en el contexto más
amplio del desarrollo sostenible. No analizaremos los detalles limitándonos al
aspecto estratégico del mensaje. Pero recomendamos al lector leer la carta,
es sumamente rica en información.
La carta pretende poner la problemática actual
bajo un paraguas mayor: el bienestar de la humanidad, para lo cual la lucha
contra el cambio climático es solo uno de dos aspectos claves,
siendo el otro los aspectos sociales como salud, educación y acceso a la
actividad económica entre otros. Por ahora
se está poniendo demasiada atención al primero en detrimento del segundo. Ello
no debe interpretarse como una dicotomía, sino que se debe luchar en ambos
frentes, muy interdependientes, y el segundo ha sido relativamente descuidado.
La carta me recordó la encíclica “Laudato si: Sobre el cuidado de la casa común” del papa Francisco, que también fue
publicada días antes de otra reunión del COP, la COP21 que se celebró hace diez
años en París (cuando se logró el Acuerdo de París). Ambas pretenden poner la problemática climática en el contexto de la
resiliencia social y el crecimiento inclusivo. Decíamos en nuestro
análisis: [ii]
No se trata de una encíclica sobre el
medio ambiente, sino que se sitúa en un contexto más amplio, la casa común,
de allí que también considera la problemática social de esta casa y sus
relaciones con la del medio ambiente, en especial el impacto que ambas
problemáticas tienen sobre las poblaciones más vulnerables.
Ambas comunicaciones tienen mucho en común.
I.
¿Cuáles son las tres duras verdades?
- El cambio
climático es un problema serio, pero no será el fin de la humanidad.
- La
temperatura no es la mejor manera de medir el progreso en el cambio climático.
- La
salud y la prosperidad son la mejor defensa contra el cambio climático.
II.
Contexto
En principio estas tres “verdades” no
parecer representar un cambio radical en la manera actual de pensar y actuar de
la sociedad y sus instituciones, sin embargo, sí piden un cambio de énfasis
y de rumbo para una mejor efectividad de los
esfuerzos para el desarrollo humano.
Es muy cierto que en las décadas recientes
y sobre todo desde el Acuerdo de Paris, el cambio climático ha acaparado gran
parte de la atención y ha sido una de las principales preocupaciones de
gobiernos, empresas e instituciones. Se han invertido innumerables esfuerzos
humanos, físicos y financieros en entenderlo, proponer acciones y en algunos
casos actuar para combatirlo. Aun a pesar
de esto los progresos han sido relativamente pobres.
No es que la carta pida una menor atención
al problema, pide un balance de prioridades y de acciones. Pero implícitamente
contiene el supuesto de que las poblaciones más afectadas tienen la capacidad
de mitigar y adaptarse a los efectos.
Será mucho más difícil lograr el desarrollo humano en poblaciones seriamente
afectadas por los impactos del cambio climático vía los desastres naturales y
sus consecuencias sobre la actividad económica y el desarrollo social.
Es cierto que como dice la carta, no será
el fin de la humanidad, pero sí afectará seriamente a muchos de sus componentes,
flora, fauna, y la calidad de vida, si no se hacen los esfuerzos para mitigar y
adaptarse a los impactos. Recordemos en el combate de los impactos del
cambio climático hay que considerar tres aspectos: reducción de emisiones de
gases de efecto invernadero, mitigación y adaptación.
El énfasis ha estado
en el primero, gran responsabilidad de los países desarrollados, pero los
efectos son más sentidos en los países en vías de desarrollo y las poblaciones vulnerables,
que no posen la capacidad de mitigar y adaptarse. Son
estos dos aspectos que podrán evitar si no “el fin de la humanidad” por lo menos
aminorar el “deterioro de la humanidad”. Las contribuciones financieras acordadas por
los países causantes de los impactos para apoyar a los afectados en mitigación y
adaptación no se han materializado.
Ante las limitadas capacidades de las
partes, esto ha llevado a una competencia de recursos, y sobre todo de atención,
con el desarrollo humano. Y este es el mensaje más claro de la carta. El cambio climático es un gran problema, afecta
de manera más irremediable a los países en vías de desarrollo, pero los
recursos dedicados a su atención no resolverán el problema subyacente del
subdesarrollo. Se requiere atención concentrada
además sobre el progreso económico y social de estas partes afectadas, en particular
en salud educación y sobre todo en las oportunidades de participar en el actividad
económica. [iii] [iv]
Pero no es como dice la tercera “verdad”
de que “La salud y la prosperidad son la mejor defensa contra el cambio
climático”. No, no son defensa, no pueden hacer
mucho para controlar el cambio climático, que atenta contra la salud y
la prosperidad. Ambas son condiciones indispensables para el progreso de la humanidad.
Y también es muy cierto que se ha puesto
un énfasis, que podríamos calificar de desmesurado, en la concentración del problema
en un número, el aumento de la temperatura promedio global, que es un
indicador muy pobre de la problemática a resolver. Esto refleja el sesgo de los humanos en darle
prioridad a lo cuantificable, como si su mensurabilidad fuera sinónimo de importancia,
de impacto. Es más fácil reportar la temperatura, las partes por millón de
CO2 en la atmósfera, el volumen de emisiones (aunque de estimación sujeta a mucha
incertidumbre), consideradas mediciones objetivas, que medir el progreso en el
desarrollo humano, que es mas complejo, relativo y subjetivo. [v] Pero
como bien dice la carta:
“Las inversiones en bienestar humano ofrecen
beneficios más rápidos y amplios que los objetivos abstractos de
temperatura”….. “el desarrollo sostenible comienza por garantizar que las
personas puedan vivir vidas más saludables y seguras en un clima cambiante”.
(énfasis añadido).
Si bien no hace referencias a la política
en su país sobre cambio climático (atacar los esfuerzos por controlarlo) y ayuda
al desarrollo (eliminación), está subyacente en la carta y en la dedicación de su
filantropía a ambos aspectos. Este
segundo aspecto es objeto de menor atención.
La eliminación de la USAID, la institución del gobierno que proporcionaba
ayudas vitales al desarrollo social ha tenido un gran impacto sobre la salud y educación
en países en vías de desarrollo. Su llamada de atención puede reflejar este vacío.
Por otra parte, el gobierno de EE. UU. se
opone al énfasis que le han estado dando las instituciones financieras multilaterales
al cambio climático. Por ejemplo, se han opuesto a las políticas y prácticas del
Banco Mundial en este sentido y están abogando por el retorno a sus raíces, la reducción
de la pobreza. Pero no es tanto porque
les preocupe la pobreza (eliminaron su propia agencia, la USAID), sino que hay
que hacer lo que sea para hacer desaparecer la problemática del cambio climático
de la agenda.
Pero no creemos que la propuesta de la carta
de una realineación de prioridades sea el resultado de presiones o temores a
represalias del gobierno, como sí es lo es para un gran número de empresa e instituciones.
Es poco posible, ya que sus negocios (léase filantropía) no dependen ello.
III.
En resumen
La carta es muy oportuna y necesaria para
llamar la atención sobre la necesidad de priorizar las acciones tendentes al desarrollo
social, sin abandonar los esfuerzos para combatir el cambio climático. Es de recordar
que “no todo lo que se puede contar cuenta ni todo lo que cuenta se puede
contar” (atribuido a Einstein). Las emisiones y la temperatura se pueden “contar”,
pero los problemas sociales son mucho más complejos, pero también deben “contar”.
Esperemos (con muy poca esperanza) que en la reunión
del COP30 en Belem, Brasil, en noviembre, no lo tomen como un llamado a rebajar
la prioridad del combate al cambio climático, pero sí un llamado a intensificar las acciones en mitigación y adaptación
y ponerlas en el contexto del desarrollo humano integral.
A pesar de sus potenciales impactos positivos en
la consideración de los aspectos sociales, la carta conlleva el riesgo de darle municiones a los enemigos
de los esfuerzos por reducir los impactos del cambio climático, apoyándose en las aseveraciones de una
persona muy respetada. [vi] Muy
probablemente serán tergiversadas. Se pueden prever titulares como “Bill Gates
dice que el cambio climático no es un problema”.
Lo que es
laudable y ojalá tuviera impacto es llamar la atención sobre la necesidad de
ahondar los esfuerzos por el desarrollo social, sin reducir aquellos para
combatir el cambio climático, sobre todo los encaminados a la mitigación y adaptación
a los impactos. Son interdependientes
y son indispensables para el desarrollo de la humanidad, y sobre todo en los países
en vías de desarrollo y poblaciones vulnerables.
[i] ¿Será por ironía que usa las palabras
“tough truths” (duras verdades), para contrastar la carta con el famoso documental,
ganador de un Oscar, de Al Gore (ex vicepresidente de EE. UU. y activista climático),
The Inconvenient Truth (la verdad inconveniente)? Para Gore era
un asunto de combatir ignorancia/indiferencia.
Para Gates es un asunto de balancear las prioridades.
[iii] Esto lo habíamos ya comentado en otros
artículos en el contexto, más reducido, microeconómico, de la competencia entre
lo ambiental y lo social a nivel de la sostenibilidad empresarial. En el artículo
Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis (abril 2021) describíamos como uno de los
enemigos de esa sostenibilidad era este énfasis en el cambio climático, que tenían
en la mayoría de las empresas un impacto mucho menor en el desarrollo
sostenible que sus actuaciones en los aspectos sociales. Esto lo reafirmábamos en el artículo Es hora de luchar por equiparar los temas sociales con los ambientales (abril 2023)
[v] Es precisamente esta diferencia en mensurabilidad
la que en parte explica el énfasis relativo. En el articulo citado en la nota anterior
decíamos “Además de la visibilidad a nivel empresarial, económico y
político de los temas ambientales, sus indicadores se basan en gran
medida en temas físicos, más amenos a la medición cuantitativa, en tanto que
los aspectos sociales son más emotivos, relativamente más difusos y
sujetos a opinión. Y los decisores suelen tener preferencia por lo medible y
subestimar lo difuso.”