sábado, 8 de febrero de 2025

Desregulación de la sostenibilidad empresarial: ¿Es prioritaria? ¿Se les irá la mano?


Cuando hay razones para ser optimista, se es sobre optimista

y cuando hay razones para ser pesimista se es sobre pesimista

Sabiduría de los mercados de valores

 

¡Qué difícil es mantener el balance!

El objetivo de este artículo no es analizar las propuestas de desregulación en la Unión Europea, ya hay suficientes análisis y opiniones en el mercado, quizás demasiadas, y no tengo nada que añadir. El artículo tiene dos objetivos: (1) poner en contexto los objetivos de la regulación y desregulación y puntualizar la necesidad de que el proceso desregulatorio tome en cuenta sus costos/impactos; y, a partir de ello, (2) cuestionar las prioridades de la Comisión Europea en la desregulación de la sostenibilidad empresarial.

I.                El nuevo juguete de los políticos: Desregular.

En esta sección reconocemos, por una parte, los beneficios de la desregulación y, por otra,  los incentivos perversos de los reguladores, pero postulamos la necesidad de hacer un balance, y tomar en cuenta los beneficios que se pueden perder con ello. Tiene costos.

a.     Tanto la regulación como la desregulación tienen costos.

La desregulación se ha puesto de moda, está tomando un gran impulso. Tanto es así que un numero reciente del periódico (así se denominan ellos) The Economist, le ha dedicado la portada y el tema central. Many governments talk about cutting regulation but few manage to (febrero 1, 2025) sin duda estimulados por las actividades de la Comisión Europea y el cambio de gobierno en EE. UU.

A magazine cover with red tape

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Su principal argumento es el impacto que las regulaciones tienen en el crecimiento económico y la necesidad en los actuales momentos de reducirlas. Pero, con el impulso hacia la desregulación se están ignorando los beneficios de las regulaciones.  Es el mismo problema de los costos y beneficios en la sostenibilidad empresarial, donde los costos de la responsabilidad (regulaciones) suelen ser más tangibles y en el corto plazo y los beneficios más difusos y en el largo plazo. Y en ese “análisis de costo-beneficio” implícito, los beneficios salen perdiendo. Y para colmo de males, les aplican una tasa de descuento elevada, que en su valor presente los reduce significativamente. No es que esto se haga de forma explícita y cuantitativa, pero es el análisis que va implícito en las justificaciones de la desregulación.

El énfasis en el impacto económico está llevando a un cambio de prioridades. Si bien es cierto que muchas regulaciones obstaculizan la actividad económica, en especial de las empresas, no es menos cierto que muchas tienen objetivos de protección de prácticas inescrupulosas que causan daños.

Así como muchos gobiernos exigen que las nuevas regulaciones sean sometidas a un análisis de sus costos, las desregulaciones también deberían ser sometidas a análisis de los beneficios perdidos, de sus consecuencias, …….. aunque solo sea cualitativo.

b.     Pero las regulaciones nacen con distorsiones.

Muchas regulaciones nacen para combatir comportamientos perjudiciales y se suelen guiar por los peores. Se regula para lo peor, que aplica a todos, también a quienes tienen comportamientos responsables. Pagan justos por pecadores. Con ello se puede coartar la innovación, la toma de riesgos, lo que lleva a hacer el mínimo necesario. Se pasa de responsabilidad discrecional a cumplimiento obligatorio, que suele ser a nivel menor.  Sería deseable, pero a veces no es práctico, hacer regulaciones más enfocadas a la medida de los comportamientos.

Adicionalmente hay que recordar que los reguladores enfrentan incentivos que pueden ser perversos. En general tienen una cultura de gran aversión al riesgo, están tan imbuidos en la problemática a resolver que ejercen sus tareas con gran celo, a veces sin considerar el contexto y las consecuencias. Hay obsesión por el producto final, por los beneficios potenciales, pero no por los costos en los regulados. Ello los lleva a evitar a toda costa los errores de omisión, por lo que las regulaciones pueden ser excesivas.  Enfrentan incentivos asimétricos ya que serán castigados si algo sale mal, pero no son premiados si algo sale bien. Se pagan los errores de omisión, pero no se premian los de comisión. [1]

Como muy bien resume el artículo central de The Economist:

La regulación también tiende a funcionar como un trinquete, volviéndose cada vez más estricta. En parte, esto refleja la aversión al riesgo por parte de los reguladores: ¿por qué desechar una norma y sufrir recriminaciones si sale mal cuando simplemente se puede dejarla vigente? Las burocracias también tienen sus propios intereses. Es poco probable que una persona cuyo único trabajo sea hacer cumplir una norma desee abolirla.

Y siempre es más fácil añadir que quitar. El presidente de EE. UU., en sus primeros días en el cargo emitió un decreto que exige eliminar 10 regulaciones por cada una nueva y que el costo neto sea “significativamente negativo”.  Habrá que ver la implementación practica del decreto. Afortunadamente Europa no opera por decreto, pero los políticos también han reactivado el celo por la desregulación.

II.             ¿Primero lo prioritario?

El caso de la Unión Europea es paradigmático de los extremos. Hubo un vendaval de regulaciones en la década reciente y a finales del 2024 se produjo la “tormenta perfecta” contra las regulaciones [2]: (1) Se publicó el informe Draghi sobre la competitividad en Europa, que en una parte las culpaba de impactos negativo; (2) cambió la composición de Parlamento Europeo, girando hacia la derecha y ampliando las funciones de simplificación; (3) tomó posesión la nueva Comisión Europea, con sesgo desregulatorio; (4) se produjo la Declaración de Budapest donde los jefes de estado se comprometieron a mejorar la competitividad y para ello, a reducir las regulaciones; y (5) se produjo el cambio en el gobierno en EE.UU. hacia uno nativista, anti regulatorio, lo que añade urgencia a la mejora en la competitividad europea.

Como respuesta a esta tormenta, la Comisión Europea publicó el 29 de enero el documento Competitiveness Compass donde se establecen los lineamientos del plan de acción para mejorar la competitividad, como lo había recomendado el Informe Draghi, y que quedo recogido en la Declaración de Budapest.

Este documento lista como el primero de los “facilitadores transversales”: “Simplificar el entorno regulatorio, reduciendo las cargas y favoreciendo la velocidad y la flexibilidad.” (énfasis en el original). Y entre las medidas a tomar dice:

Esta Comisión realizará un esfuerzo de simplificación sin precedentes .... Esto comenzará el próximo mes con el primero de una serie de paquetes Ómnibus de Simplificación. El primer Ómnibus cubrirá, entre otras cosas, una simplificación de gran alcance en los campos de la presentación de informes sobre finanzas sostenibles, la diligencia debida en materia de sostenibilidad y la taxonomía. En consonancia con los objetivos del marco de financiación sostenible para movilizar inversiones en la transición limpia, la Comisión garantizará una mejor alineación de los requisitos con las necesidades de los inversores, plazos proporcionados, métricas financieras que no desalienten las inversiones en empresas más pequeñas en transición, y obligaciones proporcionales a la escala de actividades de las diferentes empresas. En particular, abordará el efecto de goteo para evitar que las empresas más pequeñas a lo largo de las cadenas de suministro se vean sometidas en la práctica a solicitudes excesivas de informes que nunca fueron previstas por los legisladores. (énfasis en el original) (énfasis añadido).

¡Gran sorpresa! El primer ómnibus es sobre la desregulación de la sostenibilidad empresarial.  ¿Son estas regulaciones el principal obstáculo a la competitividad europea? En el conjunto de las regulaciones que supuestamente entorpecen la competitividad hay muchos otras que tienen un impacto significativamente mayor y las lista el mismo informe Draghi.  Trabas como la creación de empresas, a la innovación, el financiamiento de capital de riesgo, las capacidades de la fuerza laboral, la infraestructura, entre otras, tienen mucho mayor impacto. El informe menciona las regulaciones sobre la sostenibilidad empresarial pero no como un obstáculo mayor. [3] Y como comentábamos arriba, en este caso también se ignoran los beneficios, la contribución que esa sostenibilidad puede hacer a la misma competitividad y las inversiones, como lo demuestra, por ejemplo, el liderazgo tecnológico europeo en energías renovables y en el mismo bienestar de la población.

¿Por qué se la tomaron con la sostenibilidad empresarial? Es cierto que durante el proceso de aprobación algunas empresas e instituciones se quejaron de las regulaciones, en particular con la de Diligencia Debida,[4] pero estas protestas eran algo de esperar, no es algo extraordinario, es la función de las asociaciones gremiales (más abajo comentamos las reacciones opuestas de varias partes).  ¿Seleccionan estas regulaciones porque recientemente habían adquirido mucha visibilidad? ¿porqué de entre todas las regulaciones son, relativamente, las más fáciles de cambiar? ¿por qué pueden proporcionar un “éxito” temprano a los políticos? Esto no es una manera de establecer prioridades.

¿Y es el cumplimiento de las regulaciones sobre sostenibilidad empresarial en las pequeñas empresas lo que tiene mayor impacto en la competitividad europea? No, pero es políticamente atractivo. No queremos decir que no sea necesario, que lo es, pero que no parece ser lo más prioritario para la competitividad europea. Las mismas empresas ni siquiera lo consideran como un gran obstáculo. Sus problemas de competitividad son otros. Un estudio de la misma Comisión sobre las empresas mid-cap (entre 250 y 1500 empleados), Study to map, measure and portray the EU mid-cap landscape lo muestra:

III.           ¡Una caja de Pandora!

Es bueno pedir consejo, pero hay momentos mas oportunos que otros. Ahora se pide después de varios años de haber sido aprobadas, en algunos casos, y después de extensas negociaciones, en otros, y en todos los casos resultado de intensas actividades y negociaciones por múltiples grupos de trabajo con instituciones europeas, incluyendo el Parlamento.

Y está sucediendo lo que los más afectados, las empresas, se temían y no querían: abrir otra vez las negociaciones y añadir incertidumbre regulatoria.  Con el Competitivenes Compass, en general y el Ómnibus en particular se ha abierto la cacería, una caja de pandora, donde todo el mundo quiere opinar.

a.     Quienes quieren cortar.

Francia y Alemania en particular han enviado comunicaciones a la Comisión pidiendo amplias reducciones en las regulaciones, desde posponer su aplicación, a reducir el ámbito de aplicación a reducir los requerimientos de reporte. [5]

La Plataforma sobre Finanzas Sostenibles (PSF), un grupo de expertos encargado por la Comisión Europea para asesorarla sobre el desarrollo de políticas financieras sostenibles, anunció la publicación de un nuevo informe con recomendaciones integrales destinadas a simplificar la Taxonomía verde de la UE, en un documento de 111 páginas, Simplifying the EU Taxonomy to Foster Sustainable Finance basado en cuatro pilares: (1) Reducción de más de un tercio de los requerimientos de reporte; (2) Simplificación del Green Asset Ratio para estimular al financiamiento verde y de transición; (3) Simplificación de los criterios del Do Hot Significant Harm; y, (4) Apoyar el financiamiento sostenible para las PyME.

b.     Quienes quieren continuidad.

Pero muchos de los afectados consideran no solo los costos de las regulaciones en el status quo, sino además los beneficios y los costos del cambio en lo que ya estaba aceptado. Y se han producido múltiples comunicaciones a la Comisión pidiendo que no se hagan cambios significativos, que no se reabran las negociaciones.  Desde las empresas hasta los intermediarios financieros hay acuerdo en la necesidad de las regulaciones, pero a lo sumo se pide que se eliminen superposiciones, confusiones, algunas simplificaciones, y sobre todo, que se dediquen los esfuerzos a apoyar la implementación. 

Una muestra es la carta de un grupo de gestores de fondos por 6,60 billones de euros,  Investor joint statement on Omnibus Legislation, donde dicen:

Para desempeñar su papel, los inversores necesitan divulgaciones corporativas de calidad, confiables y comparables, incluso sobre los riesgos e impactos de la sostenibilidad. Se esperaba que las normas de la UE sobre informes de sostenibilidad corporativa llenaran el vacío de datos existente. Los cambios radicales en estas reglas, antes de que se implementen plenamente, crearán incertidumbre regulatoria y probablemente obstaculicen la contribución que los inversores pueden hacer al crecimiento sostenible. (énfasis añadido).

Y una carta de grandes empresas a los miembros de la Comisión involucrados, Business views on the EU omnibus proposal, donde dicen, entre otras cosas:

“El paso más práctico que puede dar la Comisión Europea para apoyar la competitividad futura es centrarse en desarrollar las orientaciones claras y prácticas necesarias para apoyar a las empresas ….. Las normas de debida diligencia y presentación de informes de la Unión Europea se basan en normas internacionales autorizadas y establecidas de debida diligencia en materia de sostenibilidad que muchas empresas llevan años poniendo en práctica. Ahora que muchas de estas normas se han traducido a la legislación europea y otras jurisdicciones están considerando medidas similares, queremos continuar con esa inversión.” (énfasis añadido).

IV.            En resumen.

Es saludable de cuando en cuando revisar la regulaciones existentes para eliminar las redundantes y actualizar las pertinentes, ya que tienen la tendencia natural a crecer, pero ello debe tomar en cuenta no solo los beneficios de hacerlo sino además los costos de la posible desprotección. Es que suponer que muchas regulaciones tuvieron razón de ser.

Y esto es lo que está ocurriendo en la Unión Europea, pero en este caso hay urgencia, y diría que casi pánico, con lo que se corre el riesgo que se les vaya la mano desregulando.  Y como muestra de esto es la injustificada prioridad que se le ha dado a la desregulación de la sostenibilidad empresarial, que no se ha demostrado que sea uno de los principales factores en la baja competitividad en Europa, que es el objetivo del vendaval de desregulación. Se están ignorando los beneficios que esas regulaciones pueden tener, por ejemplo, para atraer inversiones sostenibles, en particular para la transición energética, además de ignorar los costos ya incurridos para el cumplimiento de muchas de esas regulaciones. Y recodemos su razón de ser: mejorar el bienestar de la sociedad y el planeta.

Se ha abierto una caja de pandora, en un proceso que había sido largo y costoso.  Y se ha abierto a recomendaciones de múltiples partes, con intereses muy diferentes, que tienen la tendencia natural a evitar omisiones con lo que se pide mucho, y las decisiones se ha puesto en manos de los políticos, por lo que los resultados pueden no ser los más necesitados por la sociedad.

Nuestro argumento no es contra de la desregulación, es sobre mejorar la efectividad de la regulaciones remanentes y en caso de la sostenibilidad empresarial que se logre el balance entre la competitividad económica y los objetivos sociales y medio ambientales, que las motivaron.



[1] Es el mismo caso de los consultores en sostenibilidad empresarial, que recomiendan hacer de todo, más allá de las capacidades financieras y gerenciales de las empresas. Si las recomendaciones no producen los resultados prometidos se culpa a la implementación por parte de la empresa, no de las ideas propuestas.

[5] Omnibus: Analysis of the positions of France and Germany