El 7 de julio
Jose Ángel Moreno Izquierdo (JAMI para abreviar) publicó un razonado artículo, En torno a los límites de la RSE,
sobre la necesidad de
mucha mayor presión política para lograr la responsabilidad de las empresas, en
respuesta a un breve comentario mío, publicado en la sección de comentarios de
Diario Responsable a su artículo Los
límites de la RSE (28 de abril 2016).
En principal
argumento del primer artículo de JAMI era que la RSE tenía tres tipos de límites. Límites conceptuales por cuanto se le
entiende como “una herramienta o, si se
quiere, de una inversión: estratégica y de largo plazo, sin duda, pero una inversión que la empresa tiene que
evaluar como lo hace con todas las restantes: aceptándola sólo si genera
unos resultados finales superiores a los costes que comporta”. Límites operativos derivados de las
expectativas de estas “inversiones”: en que no se ha demostrado de que sea
“rentable”, que induce a comportamientos
de corto plazo y de que el mercado mismo no reacciona (por lo que no es
rentable, o no se percibe todavía). Límites
de alcance porque en esta concepción de herramienta economicista no puede considerar todas las
irresponsabilidades de la empresa y por ende atacarlas. (Recomiendo al
lector su lectura detallada ya que es muy rico y muy preciso en sus
argumentaciones, ¡al leerlo otra vez me pareció todavía mejor!).
Estos son límites
muy bien argumentados, pero se refieren a la concepción economicista de la RSE,
que puede que sea la prevalente, pero que no es la que la sociedad requiere. [1] Yo
argumentaba que no es que la RSE tenga límites, el problema “…son los límites que enfrenta la empresa para
poder ASUMIR plenamente la responsabilidad ante la sociedad,……………….debemos buscar
maneras de que la empresa asuma progresiva y parcialmente sus responsabilidades
y UNA de ellas, de éxito en muchos casos, es el "business case", pero
solo una. Otras son la educación de los stakeholders incluyendo los mercados
financieros, que apoyan ese "business case". Y le pedía: “Hagamos propuestas concretas más allá de lo que dice de "superar
la RSE para impulsar y exigir con firmeza un cambio real en los comportamientos
de las grandes empresas." para vencer los límites ¿Cómo? ¿Cuál es la
propuesta?”.
Mi argumento era que
el tratamiento economicista no refleja
la RSE, es solo UNA de las maneras de estimular a la empresa a cambiar su
comportamiento y a veces el único que entienden los dirigentes en gran parte
porque la gerencia suele estar sesgada hacia los argumentos económicos, desde
la misma formación académica, pervertida aún más por los incentivos financieros
internos. La RSE es mucho más que
una “herramienta para mejorar la rentabilidad”.
[2] Si la sociedad quiere que las empresas asuman
su responsabilidad ante ella, toda ella debe actuar. La actitud pasiva no es conducente.
Su más reciente
artículo ofrece algunas respuestas a mis preguntas (también recomiendo al
lector su lectura integral ya que no puedo hacerle justicia en estas breves
líneas). El principal argumento gira en torno a la necesidad de una mayor
presión política (léase: acciones del poder público) “….que tiene que materializarse en muchos campos…… una regulación más severa de los mercados
financieros que desincentiven el cortoplacismo de inversores y financiadores
............ a través de leyes y medidas
de política económica que impidan o dificulten prácticas empresariales
patológicamente irresponsables ……… a través de una mayor presión para el cumplimiento de los derechos humanos en toda la
cadena de valor [3]y
para un cumplimiento tributario más
responsable con la sociedad [4]……
políticas de compra pública
decididamente impulsoras de la RSE…… a través de cambios legales en los
sistemas de gobierno corporativos
que posibiliten gobiernos más plurales y participativos [5]….
de políticas orientadas a poner freno al
crecimiento del poder de las grandes corporaciones…..”
No podemos estas
más de acuerdo en la necesidad de que los gobiernos, que tienen en sus manos el
poder de fomentar y exigir responsabilidad no se mantengan, como casi todo el
resto de la sociedad, indiferentes ante las irresponsabilidades empresariales e
implementen estas ideas. Pero me
gustaría añadir a esta lista negativa las acciones positivas que pueden llevar
a cabo los gobiernos como por ejemplo: el mantenimiento de reglas justas y claras y la eliminación de trabas para la
operatoria empresarial, el mantenimiento
de un clima macroeconómico
conducente, la promoción de prácticas
responsables ejerciendo su poder de compra,
la implementación de estrategias
de competitividad responsable, dar
el ejemplo de responsabilidad en la gestión de recursos públicos, el
cumplimiento de su papel en la satisfacción
de las necesidades sociales de la sociedad (salud, educación, servicios
públicos, etc.) y no dejárselo a las empresas, entre otras medidas. Pero el análisis del papel de las
responsabilidad de los gobiernos en la responsabilidad de las empresas da para
otro artículo (que tengo en prensa)…... y a lo mejor otro debate con JAMI. [6]
Estos debates,
lamentablemente, se dan muy poco y creo que pueden ser muy útiles para avanzar
en el conocimiento y la promoción de la responsabilidad de la empresa ante la
sociedad. Los que participamos en su
promoción no podemos imitar a los stakeholders
de la RSE y permanecer indiferentes.
Tenemos que actuar y esto es una manera de hacerlo.
Creo que el título de este artículo resume muy
bien lo que une nuestras posiciones: A Dios rogando y con el mazo dando. Sí, tengamos fe en que las empresas asumirán
su responsabilidad ante la sociedad ya sea por iniciativa propia, ya sea por
las presiones que todos nosotros, los “operadores del mercado de la
responsabilidad” (empleados, clientes, proveedores, medios, financistas,
sociedad civil, dirigentes, gobiernos, etc.) hagamos sobre ellas (A Dios
rogando). Pero es indudable, como muy
bien puntualiza JAMI, que por ahora ni
las empresas ni el mercado (nosotros) están teniendo el “éxito” que la sociedad
espera. Mientras tanto habrá que
recurrir a otros medios y uno de ellos es la legislación y regulación, la
obligatoriedad de ciertos comportamientos demandados por esa sociedad (con el
mazo dando).
Si bien son
ampliamente conocidas las fallas en la primera “solución”, la de
empresa-mercado de responsabilidad (indiferencia,
impotencia, insolencia) también las tiene la segunda “solución” del sector
público (incompetencia, incapacidad,
indiferencia, inconveniente). Algún
día escribiré un artículo sobre las siete o más íes de las dificultades de la
RSE.
Las regulaciones, por su naturaleza genérica,
aplican a justos y pecadores y en general son diseñadas para el máximo pecador,
imponiendo costos y restricciones (a la creatividad, innovación, etc.) a todos.
Son implementadas por gobiernos tan o más irresponsables que las mismas
empresas, con la misma visión de corto plazo, con escasez de recursos, con poca
capacidad financiera y de gestión y hasta con indiferencia.
Si el marco institucional no es conducente las regulaciones pueden hacer
más daño que bien (la corrupción suele ser estimulada). Pero
ello no obsta para que no sean un instrumento efectivo, pero para que lo
sea se debe tomar en cuenta la realidad de los gobiernos, las empresas y el
resto de la sociedad.
Pero, a Dios rogando y con el mazo dando. La
sabiduría tradicional continúa vigente.
[1] Ya a finales del 2012 tuvimos un
debate entre JAMI y el suscrito sobre el alcance da la RSE. Ver por ejemplo ¿Cuál
es el argumento empresarial de la RSE?
[2] En los artículos ¿Cómo interpretar LA definición de la RSE? y ¿Es culpa de la RSE? argumentaba a favor de una interpretación
más amplia.
[3] Ya finales del 2015 tuvimos otro
debate sobre la regulación de los DDHH.
Ver ¿Debe
regularse el respeto a los derechos humanos por parte de las empresas?
[4] Y en octubre del 2015 ambos
escribimos, independientemente, sobre la necesidad de controlar la elusión
fiscal. Ver ¿Un
paso adelante contra la elusión fiscal?
[5] Sobre las regulaciones del gobierno
corporativo ver la serie de artículos con Helena Ancos, el último de los cuales
fue Código
de Buen Gobierno: Remuneraciones de los Consejeros
[6] Y también a finales del 2015 tuvimos
otro debate sobre un tema relacionado como lo es la efectividad del Estado en
la gestión de las empresas públicas. Ver mi artículo ¿Es
la empresa pública la solución a la irresponsabilidad de la empresa privada?