sábado, 22 de marzo de 2025

Responsabilidad sui generis: ¿De quiénes son los beneficios (extra)ordinarios de la banca comercial española?

 

La respuesta es sencilla: los ordinarios y los extraordinarios pertenecen a la misma banca ¡no a los accionistas!  La pregunta más complicada es: ¿a quiénes los debe distribuir, si los quiere distribuir?

Una vez más la banca comercial española está teniendo beneficios extraordinarios y es de presumir que, como en ocasiones anteriores, la banca decida repartir dividendos extraordinarios y recomprar acciones en los mercados financieros, todo esto encaminando buena parte de los beneficios a los accionistas.  ¿Pero son los accionistas quienes deben recibir el grueso de esos beneficios? Para responder a la pregunta debemos analizar, aunque sea someramente, quien es responsable de estos beneficios y para ello analizaremos de donde provienen los recursos que se utilizan para obtenerlos.

La banca comercial tiene tres grandes fuentes de recursos, el capital del banco, los depósitos del publico ahorrador y los del público inversionista en instrumentos de deuda. El capital del banco es mayormente la acumulación de ganancias de periodos anteriores. Este capital representa alrededor del 10% del total de los recursos de los bancos y está sujeto a remuneraciones variables. El resto son depósitos e inversiones de terceros y reciben remuneraciones relativamente fijas, que podríamos llamar contractuales. La mayor parte de los recursos utilizados provienen del público y del capital acumulado del banco, no de los accionistas.

Y aquí es oportuno rebatir varias falacias: no hay obligación legal de distribuir los beneficios, ni los accionistas son los dueños del banco. Solo tienen derechos, que incluyen el derecho a dividendos, a captar ganancias en bolsa y a participar en el nombramiento de los dirigentes. No son propietarios de ninguna parte de los activos del banco. Los accionistas no han aportado recursos frescos al banco para la intermediación y el logro de beneficios. Solo una mínima parte del capital ha sido aportado por los accionistas originales y a través de los rarísimos aumentos de capital. Suelen haber comprado sus acciones a otros accionistas y las pueden vender y el capital del banco no se altera. Es una transacción privada entre dos accionistas. Y, es más, la inmensa mayoría de los accionistas son temporales. En las grandes bolsas la tenencia promedio de las acciones es de algunos meses (salvo algunos inversionistas institucionales), y su interés, salvo excepciones, no es el banco, son sus beneficios. 

Los ingresos de los bancos provienen de sus préstamos e inversiones. La diferencia ente lo que reciben de estos y lo que pagan por los recursos de terceros es el margen de intermediación. Los beneficios vienen de ese margen de intermediación y se derivan mayormente del uso de los recursos del público, prestándolos e invirtiéndolos en el público y siendo una empresa de servicio público, con licencia de operar otorgada por autoridades públicas. Esta estructura crea una mucho mayor responsabilidad ante la sociedad que la de las empresas no financieras.

No debería haber discusión de que los dirigentes merecen mejores remuneraciones por la gestión, que en parte (¡hay muchos factores exógenos!) han conducido a los beneficios extraordinarios.  Pero ello ya está en sus contratos, es de ley. Pero tienen conflictos de intereses ya que es natural que deseen permanecer en sus cargos y para ello necesitan el apoyo de algunos accionistas con poder, a los cuales hay que complacer pagando dividendos.

Los accionistas tienen derecho legal a dividendos y a comercializar sus acciones en los mercados.  Pero los beneficios que quedan después de hacer las reservas que prescriben las regulaciones no son suyos.

Cierto es que los shareholders pueden afectar los precios de las acciones en las bolsas y con ello afectar el costo de las nuevas emisiones de acciones, por lo que hay que satisfacerlos, pero ello no quiere decir que son lo stakeholders más importantes para el banco. Ni tampoco, que las nuevas emisiones son algo común.

¿Debería la distribución de beneficios tener alguna relación con los aportes de recursos que los han permitido?  ¿Se han pagado remuneraciones justas a los aportantes de fondos y cobrado tasas justas a los acreedores? Dirán que se han pagado las del mercado, pero de un mercado que solo funciona para algunos y que para gran parte es un mercado imperfecto, quasi oligopólico. Los mayores aportantes de recursos están, legalmente, a merced de los dirigentes y estos a merced de esos accionistas poderosos, que tienen muchos objetivos en común pero no necesariamente con los demás stakeholders.

De justicia sería, que todos los bancos, redujeran el margen de intermediación, no abusando de las imperfecciones de esos mercados (!¡utopía!). Ojalá hubiera más y mejor competencia entre los bancos.

De justica sería ampliar el ámbito de atención a proyectos, empresas, y personas que requieren apoyo financiero.  Pero al distribuir los beneficios y recomprar acciones tienen menos recursos para hacerlo, el banco se encoje.

De justicia sería mejorar las condiciones laborales de los empleados, que también han contribuido significativamente a generar esos beneficios y que no tiene bonificaciones especiales como los dirigentes.

De justicia sería invertir en mejores servicios en vez de hacer todo lo contrario de lo que han hecho: cerrar oficinas, reducir el horario de atención, reducir el servicio a la población más vulnerable, aprovechar su poder oligopólico. No, no todo aumento de eficiencia para el banco (léase accionistas) es aumento de eficiencia para quien no dispone del último modelo del iPhone, ni para quien la oficina más cercana está en otro pueblo, o tiene que hacer cola en el banco.

¡Oh si los ahorristas y acreedores pudieran escoger banco comercial sin obstáculos ni costos de transacción elevados! Los bancos comerciales serían más responsables ante la sociedad de lo que actualmente fingen ser. 

Su responsabilidad ante la sociedad es mucho más que el otorgamiento de préstamos verdes o de destinar algún millón a la educación financiera. Su principal responsabilidad es la intermediación eficiente, efectiva y justa.

No, no estamos proponiendo la socialización de la banca. Estamos proponiendo que miren más allá de los accionistas, que no aportan fondos, ni que son los dueños, y que miren bien de donde provienen los recursos que utilizan y reconozcan sus contribuciones y las responsabilidades que ello conlleva

Y a aquellos que nos recuerdan que el capital es la base para que el banco funcione, les decimos que estamos de acuerdo, el capital es fundamental, como lo es la solvencia (retengan parte de las ganancias) y la liquidez. Pero la primacía no son los accionistas, actuales o futuros, que no aportan ni aportarán recursos frescos. Capital no es lo mismo que accionistas.



domingo, 16 de marzo de 2025

¿Mejorará la competitividad la dilución del rigor en la sostenibilidad empresarial?

 

Pues sí, eso es lo que dicen en la Comisión Europea. Veamos si en efecto así o es una grandilocuencia política. Para ello analizaremos que es lo que afecta la competitividad empresarial y si hay alguna relación entre simplificación de las regulaciones sobre sostenibilidad empresarial y su mejora. Mejorar la “competitividad”, es un objetivo muy laudable, nadie se puede oponer……pero…..

Eliminar restricciones a la operatoria de las empresas parece, en principio, ser deseable. ¿Pero que efecto tienen? ¿Son todo beneficios o tienen algunos costos? ¿Cuáles de la desregulaciones tienen un costo beneficio favorable para la sociedad? Debemos suponer que las regulaciones son establecidas con criterios de bienestar social y no de bienestar empresarial o de los políticos, y bajo este criterio lo analizaremos.

Todo aquello que se ha impulsado en las recientes décadas de que la sostenibilidad empresarial impulsa la competitividad parece que ahora es al revés.  El argumento tradicional de los enemigos de la responsabilidad y que ahora es el de los anti-ASG, de que la sostenibilidad es perniciosa para la economía, está implícito en las propuestas de desregulación de la Comisión Europea. [i]

En este breve análisis no le hago justicia a la problemática, porque su objetivo es modesto, es solo llamar la atención a las posibles consecuencias de esa desregulación y mostrar que hay muchas otras áreas donde la desregulación es más efectiva y de mayor impacto.

I.                El ómnibus y su dilución.

No entraremos en detalles, porque el objetivo de este articulo tampoco es reabrir la discusión sobre las regulaciones europeas, pero un mínimo de antecedentes es necesario para poder entender el potencial impacto de sus diluciones sobre la competitividad. …

En un apretado resumen, la dilución ha conllevado a modificaciones:

1.      Reportes, CSRD: Posposición de la aplicación, reducción del numero de empresas a las que se aplica (solo al 20% de las anteriores), eliminación de las PyME cotizadas, reducción de la información requerida de suplidores, reducción de los indicadores a presentar, posposición de los estándares sectoriales, posposición de la verificación limitada de la información, futura revisión de los estándares de reporte, ESRS.

2.     Diligencia debida, CSDDD: [ii] Significativa reducción de la aplicación a suplidores directos y contractuales, reducción de la obligaciones de seguimiento, reducción de los stakeholders relevantes, prohibición a los países miembros de ampliar las regulaciones, delegación de penalizaciones a las legislaciones nacionales.  

3.     Taxonomía verde: Opción de reporte sobre actividades que están parcialmente alienadas con las taxonomía para facilitar la transición gradual, aplicación de un umbral de materialidad financiera, reducción de la obligación de reporte en cerca del 70%, simplificación de los criterios de daños significativos, ajustes al indicador clave sobre la exposición bancaria al financiamiento verde y reducción del número de empresas a las que aplica.

4.     Transición climática:  Eliminación del requisito de implementar los planes, reduciéndolo al requisito de “adoptar”.

En la discusión que sigue, a los efectos de apreciar los impactos sobre la competitividad, distinguiremos las dos primeras, que se refieren mayormente a reportar actividades, de las siguientes dos que se refieren a hacer o no hacer ciertas actividades. Según la Comisión Europea, estas simplificaciones implicarían ahorros de € 6 000 millones, de los cuales € 4 600 millones corresponden a la simplificación de la CSRD.

II.             ¿Cuáles son los beneficios esperados de las regulaciones sobre sostenibilidad?

Las regulaciones del CSRD y del CSDDD se refieren a decir, a reportar, y solo indirectamente, eventualmente, al hacer o no hacer, si lo reportado se encuentra en violación de las regulaciones de “hacer o no hacer”.

¿Por qué queremos esa información? Por dos grandes razones: (1) para guiar la asignación de recursos, ya sean financieros, ya sean de los consumidores o de la sociedad en general, a las empresas y actividades responsables; y (2) para guiar las estrategias de las empresas para que se den cuenta de lo que hacen y lo que podrían/deberían hacer para lograr su sostenibilidad e informar a sus stakeholders, incluyendo los reguladores, para que tomen aquellas decisiones de asignación de recursos.

Estas regulaciones pretenden mejorar la cantidad y calidad en la asignación de recursos hacia la sostenibilidad empresarial.

El segundo grupo tiene un objetivo similar, pero en este caso es dirigir la asignación de los recursos por parte de las mismas empresas, estipulando las actividades que se consideran sostenibles, en este caso solo ambientalmente, pero reconociendo que aun las empresas o actividades que no lo sean, pueden merecer la asignación de recursos para hacer la transición a esa sostenibilidad. Esto ha sido un reconocimiento reciente en el entono de la sostenibilidad que aboga por no desestimar a esas empresas y actividades sino apoyar a las que pretendan mejorar.  Pero como se observa en la cuarta simplificación la Comisión va aún más allá y si antes pedía que se implementaran esos planes de transición, ahora pide solo que se adopten, abriendo una gran puerta para el greenwashing. ¿El greenwashing como instrumento de competitividad?

¿Qué impacto tiene la reducción de reportar tanto en ámbito como en profundidad sobre la competitividad?. Definitivamente que empeora los dos beneficios mencionados arriba. ¿Qué impacto en la competitividad tiene la dilución de las actividades que se consideran ambientalmente sostenibles?

III.           ¿Cómo se mejora la competitividad empresarial?

Antes de analizar el impacto de estas simplificaciones consideremos que quiere decir mejorar la competitividad empresarial.  La competitividad empresarial se logra cuando las empresas amplían sus ingresos, ya sea porque producen productos responsables más deseados por el mercado, porque son de mayor calidad, o porque los producen de manera más eficiente, con menores costos.  Es de reconocer que uno de esos costos es en efecto la carga regulatoria, pero también es necesario reconocer cuándo sus costos exceden los beneficios para la sociedad.

Como comentábamos en un artículo anterior, las regulaciones tienen costos, pero también beneficios [iii]

Su principal argumento es el impacto que las regulaciones tienen en el crecimiento económico y la necesidad en los actuales momentos de reducirlas. Pero, con el impulso hacia la desregulación se están ignorando los beneficios de las regulaciones….. El énfasis en el impacto económico está llevando a un cambio de prioridades. Si bien es cierto que muchas regulaciones obstaculizan la actividad económica, en especial de las empresas, no es menos cierto que muchas tienen objetivos de protección de prácticas inescrupulosas que causan daños.

Hay un supuesto implícito de que las regulaciones imponen restricciones a la operación de las empresas y por ende disminuye su eficiencia, y con el razonamiento inverso, que la desregulación, por definición, la mejora y por ende también la competitividad. En esto hay dos falacias. Una, que la regulación solo tiene costos y dos, que la desregulación solo tiene beneficios. No es muy difícil defender ambas falacias en un entorno politizado, y sobre todo en aspectos de sostenibilidad empresarial donde todavía hay muchas opiniones divergentes sobre su balance de costo beneficio.

El gran impulso a la desregulación y en particular a la simplificación de las regulaciones relacionadas con la sostenibilidad empresarial en general, y la ambiental en particular, proviene de las recomendaciones del informe Draghi, que habíamos analizado en un artículo anterior [iv]. Buena parte de la argumentación se basaba en la mejor competitividad de las empresas de EE. UU. y de China frente a las europeas, aduciendo que los marcos regulatorios de esos países son menos exigentes. Pero este argumento es muy incompleto.

 ¿Son la supuestas ventajas competitivas de las empresas de EE. UU. o de China, resultado de que tienen menos obligaciones de reportar su sostenibilidad o son consecuencia de otros factores? Es posible que el hecho de que tengan menos regulaciones ambientales y sociales reduzca sus costos y les permita competir favorablemente. Pero no es la carencia de regulaciones sobre el reporte de la sostenibilidad lo que les da esa ventaja, es el no tener que ser social y ambientalmente sostenibles, no es el no tener que reportarlo.

La competitividad de las empresas de esos países es el resultado de tener mercados financieros más desarrollados, mejores tecnologías, mejores ecosistemas para la innovación y para la creación y desarrollo de las empresas, de mayores mercados que permiten economías de escala, menor carga fiscal, mayor flexibilidad laboral, acceso a mano de obra más calificada, o en el caso de China, menores costos laborales (explotación de la mano de obra).  [v]

¿Qué tiene más impacto sobre la competitividad, estos aspectos o las regulaciones sobre reportes de sostenibilidad?  Y estos aspectos afectan a la TOTALIDAD de los centenares de miles de pequeñas, medianas y grandes empresas en Europa, no solo a las 40 000 que han sido exceptuadas de los reportes y diligencia debida.

Un poco de sarcasmo: Si la Comisión quiere mejorar la competitividad lo que debería hacer es eliminar las obligaciones de HACER, no las de reportar: que permitan la contaminación, que permitan el trabajo esclavo, que acepten la discriminación laboral, que permitan despidos a mansalva. que no exijan precios o sueldos justos. Esto sí que mejoraría la competitividad, …. pero no el bienestar de los ciudadanos.

Un poco de realidad: Si la Comisión quiere mejorar la competitividad lo que tiene que hacer es mejorar el ecosistema de creación de empresas, de aplicación de la tecnología en el diseño, producción y comercialización de productos y servicios. La desregulación y el impulso que se necesitan esté en el ecosistema de operación.

El (ab)uso de la palabra competitividad para justificar la desregulación de la sostenibilidad empresarial y ambiental es una excusa pura y dura para no tomar las medidas que sí tienen un impacto significativo sobre la productividad. Y como mencionábamos en el artículo citado arriba, no es, ni de mucho, una de las medidas más prioritarias o de mayor potencial impacto.

IV.            ¿La dilución de las regulaciones sobre sostenibilidad mejora la competitividad?

¿Si el 80% de las empresas antes cubiertas no deben ahora preparar sus reportes de sostenibilidad, mejorará la competitividad empresarial? Por una parte, ahorrarán algunos costos, pero ¿tendrán el mismo acceso a recursos financieros si las instituciones financieras no disponen de la información sobre sostenibilidad? ¿o seguirán preparando la información, aunque no sea de acuerdo con los estándares?  ¿y los clientes y otros stakeholders serán indiferentes?

Lo mismo sucede con el caso de la simplificación de la CSDDD. Se ahorrarán algunos costos, pero es muy posible que las empresas quieren seguir teniendo mucha de la información antes requerida para poder gestionar los riesgos y oportunidades de la cadena de valor.

¿Hará las empresas más competitivas esta reducción en los costos de reporte? ¿Les permitirá mejorar el acceso a mercados financieros, de clientes y proveedores, a mejorar la calidad y precios de sus productos y servicios, a reclutar personal más capacitado, acceder a mejores tecnologías?

Y no hay que olvidar que al no tener que reportar estas empresas tendrán mucho menos información para desarrollar e implementar sus estrategias y muy posiblemente dejarán de llevar a cabo algunas actividades en beneficio de la sociedad.  El principal impacto se sentirá será en los aspectos de la materialidad de impacto, sociedad y medioambiente, ya que la financiera seguirá preocupando, hasta se priorizará más, ya que se continuará reportando la información financiera como antes, pero no la de sostenibilidad.

La simplificación de la taxonomía verde también puede ahorrar algunos costos en términos de información, sobre todo para los bancos, pero en contraprestación es muy posible que se deje de invertir en algunas actividades. En el caso de la transición energética el impacto solo puede ser negativo. Si bien los ahorros de no tener que implementar los planes adoptados sí pueden ser significativos, también serán significativamente menores, aunque menos tangibles, los beneficios para la sociedad de la transición a energías más limpias. Y como comentábamos arriba es un estímulo al greenwashing.

Un bufete de abogados, en su análisis del ómnibus, dice: [vi]

Las empresas que no alcancen los nuevos umbrales propuestos en el número de empleados, la facturación o los balances podrían tener impactos adversos significativos en las personas y el medio ambiente, que no se reportarían. De igual manera, al limitar la diligencia debida únicamente a los socios comerciales directos, una empresa podría pasar por alto abusos que ocurren más adelante en su cadena de valor, como proveedores de terceros países que recurren al trabajo infantil o realizan prácticas perjudiciales para el medio ambiente. …..Además, la incertidumbre en torno a los cambios regulatorios podría desincentivar las inversiones en sostenibilidad a largo plazo, ya que las empresas podrían mostrarse reacias a asignar recursos cuando los requisitos de cumplimiento son cambiantes. (énfasis añadido).

En todos los casos, lo que hay que saber es son si los beneficios de la simplificación exceden los costos para la sociedad y el medio ambiente, si ello tiene impactos significativos y si ello es lo más prioritario para la mejora de la competitividad.  No parece ser el caso. La Comisión solo habla de beneficios de la desregulación, pero ignoran los costos. La Comisión dice que las simplificaciones ahorraran € 6 000 millones. ¿Netos de costos? El papel aguanta todo.

V.              En resumen

La mejora de la competitividad de las empresas europeas es una tarea urgente y la desregulación es una de las herramientas disponibles. Sin embargo, contrario a las supuestos no razonados, no toda desregulación contribuye a mejorar esa competitividad, además de que también acarrea costos para la sociedad y el medio ambiente, muchas veces subestimados y hasta ignorados.

En el caso del ómnibus no. 1 con el que se desregulan las actividades y la diseminación de información sobre sostenibilidad, la Comisión ha mostrado un gran sesgo: desregular actividades que tienen relativamente poco impacto sobre la competitividad empresarial, y grandes costos potenciales. Pero sobre las cuales se había hecho mucho ruido público.

Presumiblemente la Comisión se ha guiado por la necesidad de demostrar acción ante las recomendaciones del informe Draghi y la Declaración de Budapest y ha encarado lo que rinde beneficios políticos en el corto plazo, independientemente de los costos en el mediano y largo plazo y sobre lo que es relativamente más fácil de hacer, relegando lo que es mas complejo, pero que tiene muchos mayores impactos sobre la competitividad.

La Comisión ha apuntado al blanco equivocado por la premura política de mostrar acción.



[v] En este sentido Business Europe, la institución que agrupa a las asociaciones empresariales de los países europeos, ha producido el informe, Reducing Regulatory Burden to Restore the EU’s Competitive Edge: 68 Proposals for the Reduction of Regulatory Burden in 2025.

lunes, 10 de marzo de 2025

ASG: un acrónimo pernicioso para la sostenibilidad empresarial

 

 Publicado en la revista digital The Officer, 6 de marzo 2025

El acrónimo “ASG”, que pretende representar, de forma genérica, los aspectos Ambientales, Sociales y de Gobernanza en las actividades empresariales, se ha popularizado, sobre todo en los medios financieros. Y la popularización ha llevado a la generalización y ésta a la confusión, lo que tiene además efectos perversos sobre la responsabilidad de las empresas ente la sociedad. ASG pervierte a la sostenibilidad empresarial.

I.                Responsabilidad social, sostenibilidad empresarial y criterios ASG.

Empecemos por aclarar las diferencias entre los términos más usados:

1.      Responsabilidad ante la sociedad: Gestión de las actividades, estrategias, políticas, cultura, procesos, etc. de la empresa para mitigar sus impactos negativos y potenciar los positivos, mejorando su contribución, presente y futura, a la sociedad.

2.     Sostenibilidad empresarial: Resultado de la implementación de la responsabilidad.

3.     ASG: Algunos criterios para describir algunas de las actividades empresariales, en algunos aspectos ambientales, sociales y de gobernanza.

Es muy posible que esta conceptualización de lo que debe ser la responsabilidad de la empresa ante la sociedad no coincida con la idea que muchos tienen. Definitivamente es una concepción más amplia de la que suele ser de aceptación generalizada. Para muchos es hacer “cositas sueltas” en la A (p.e. reciclaje), o en la S (acción social, filantropía) o en la G (código de ética y anticorrupción), que puedan proporcionar algún beneficio a la sociedad.

En la práctica no se suele distinguir entre responsabilidad social y sostenibilidad empresarial, aunque una sean los medios y la otra los resultados.

II.             Deficiencias y efectos perversos de la ASG.

¿Se puede hablar de “la ASG”?  Muchos, sobre todo en los medios y mercados financieros lo hacen, como si fuera un concepto definido, algo concreto. Pero ASG son solo un conjunto de criterios usados por las calificadoras de riesgo y algunos fondos de inversión para tipificar algunas actividades de las empresas.  Y cada uno los selecciona, define y agrupa como mejor le parece. Hay tantas ASG como usuarios. Adolecen de muchas deficiencias como representantes de la sostenibilidad empresarial pero solo comentamos algunas:

Sobre simplificación: Pretenden reducir a una serie de indicadores, en solo tres aspectos de su actuación, la compleja y extensa actividad empresarial.

Intenciones versus impacto:  La gran mayoría de los criterios ASG están basados ya sea en indicadores de la situación inmediatamente precedente (por ejemplo, emisiones, consumo de energía renovable) o en intenciones de hacer algo. No están basados en el impacto que tienen o tendrán. No están basados en la mitigación de impactos negativos que hayan tenido. Por ejemplo, se evaluaría positivamente que la empresa tenga un código de ética o una política anticorrupción, cuando lo que importa son los resultados de la aplicación, no su existencia. Igualmente, si la empresa reporta que su consejo tiene un 30% de mujeres, ello es indicativo de su competencia, de su activa participación, del impacto que tienen en la toma de decisiones y su implementación, o si la representación es genuina. La responsabilidad está en el impacto, no en la intención.

Impactos negativos: Los criterios ASG no suelen considerar los impactos negativo, por ejemplo sobre la salud (tabacaleras, bebidas azucaradas) o sobre la cohesión familiar (casas de apuestas), ni la evasión y elusión fiscal, ni el cabildeo contra las regulaciones sociales y ambientales. La reducción de las emisiones de una empresa petrolera se considera como un impacto positivo cuando el impacto global es negativo. 

La gestión:  Los criterios ASG no consideran la integración estratégica, táctica, funcional y comunión de objetivos. Ignoran las interrelaciones entre ellos, cada uno se considera por separado, cuando puede y debe haber sinergias positivas o, en casos de impactos negativos, la mitigación de sus efectos.  La responsabilidad es integral.

Gobernanza de la sostenibilidad: Los criterios ASG, en la “G”, suelen centrarse en la operación del Consejo, políticas anticorrupción, código de ética, etc. Pero no consideran los efectos positivos o negativos de las políticas, procesos, procedimientos, incentivos internos, positivos y negativos, y la cultura de la empresa, que es terreno en que se desarrolla esa sostenibilidad.

Estrategia de responsabilidad: Los criterios ASG (generalmente una veintena de indicadores) no pueden capturar la riqueza del papel que la empresa juega y quiere jugar en la sociedad.

La simpleza de tres letras, que favorece su popularización, también favorece la confusión. Así como pocos entienden lo que es la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, pocos entienden que quiere decir ASG, que es un potpurrí de indicadores muy parciales, a la medida del interesado. Cuando se está en contra de alguno de los criterios, por ejemplo, la diversidad, se generaliza a toda “la ASG”, y con ello, vía la confusión, se demoniza la contribución de la empresa a la sociedad y el medio ambiente.

Posiblemente no se habría presentado tanta reacción negativa si en vez de usar el término ASG, sinónimo de actividades separadas, se usara “responsabilidad de la empresa ante la sociedad” con la connotación de “responsabilidad” o “sostenibilidad empresarial” con la connotación de la utilización eficiente y efectiva de los recursos. Es más difícil oponerse a “responsabilidad” o “sostenibilidad”, que a la “ASG” (“no sé lo que es pero estoy en contra”).

domingo, 23 de febrero de 2025

Efectos de la cultura corporativa sobre la sostenibilidad empresarial

 

Al leer un artículo académico [1] sobre los efectos de la cultura corporativa encontré que algunos de los resultados ofrecían lecciones para la sostenibilidad empresarial.  En esta nota reproduzco algunas citas relevantes con comentarios para ponerlas en el contexto de sus efectos sobre la sostenibilidad, con advertencias sobre la interpretación de los resultados.

El artículo se basa en un estudio estadístico de correlación entre algunos indicadores de cultura empresarial y beneficios en las empresas [2]  Han seleccionado como un indicador de la cultura la integridad empresarial, que lamentablemente no definen, por disponer de una base de datos con las percepciones de los empleados sobre la integridad de sus empresas.

I.                Los resultados.

Comentando el primero de los resultados dice:

Utilizamos estas medidas y encontramos que los altos niveles de integridad percibida por los empleados se correlacionan positivamente con buenos resultados, en términos de mayor productividad, rentabilidad, mejores relaciones laborales y mayor nivel de atractivo para los posibles solicitantes de empleo.

Es lo que siempre se alega de los beneficios de la sostenibilidad empresarial, en este caso representada por la integridad percibida por los empleados, que produce beneficios en términos financieros, mayor productividad, atracción de mayores talentos y mayor paz laboral. Son los argumentos tradicionales, aunque algunos sean intangibles. [3]

No obstante, no deben interpretarse como una confirmación válida para todas las empresas. Es presumiblemente válida para el promedio de las empresas, pero no todas son el promedio. Además, es una correlación entre variables. y no se demuestra causalidad, qué causa qué, aunque pueda intuirse que es la integridad la que conduce a buenos resultados y mejores empleados, aunque no debe descartase que sean estos los que fomentan la integridad, o que sea un círculo virtuoso, integridad produce algunos resultados que, a su vez, mejoran la integridad.

La cultura de integridad puede tener algunos costos a corto plazo (los beneficios perdidos hoy), pero también beneficios a largo plazo…….. Podemos interpretar este resultado como si dijera que el mercado inicialmente subestima el valor del capital de integridad y sólo con el tiempo, a medida que llegan las ganancias, aprecia su valor.

En sostenibilidad empresarial diríamos que los costos suelen ser tangibles y en el corto plazo, en tanto que los beneficios pueden ser tangibles e intangibles y se suelen obtener en el largo plazo. En este caso, el estudio concluye que el efecto de la integridad sigue estas ideas, con costos en corto plazo y eventualmente produce beneficios en el largo plazo. Y lo que es más importante, que los inversionistas lo reconocen. La sostenibilidad empresarial es una inversión.

Por experiencia y los resultados de otros estudios, esto parece ser un resultado muy optimista, que los inversionistas lo reconozcan de manera sistemática y lo externalicen actuando sobre el precio de las acciones. Los inversionistas no se enteran de la percepción de los empleados sobre la integridad, ni suelen actuar sobre un aspecto puntual.  Lo más probable que lo que “causa” los rendimientos es la percepción por parte de los inversionistas de que la empresa está bien gestionada.

La presencia de grandes accionistas o inversores institucionales pone el foco hacia la maximización del valor de los accionistas lo que socava la capacidad de una empresa para mantener un alto nivel del capital de integridad. También encontramos que las empresas que cotizan en bolsa son menos capaces de mantener un alto nivel de integridad.

Una posible explicación es que una estructura de propiedad más concentrada conduce a una mayor atención hacia la maximización del valor de los accionistas, con consecuencias negativas sobre el valor de mantener una reputación de integridad.

Estos resultados indican que cuando la empresa cotiza en bolsa, tiene inversionistas con poder de control e inversionistas institucionales, los rendimientos financieros tienen prioridad y con ello sufre la integridad, o por lo menos la percepción que de ella tienen los empleados.[4]

Este resultado parece ser contradictorio con el anterior en el que se concluye que los inversionistas valoran la sostenibilidad en la bolsa, pero que cuando cotizan en bolsa y hay concentración en grupos de inversionistas se priorizan los beneficios.  La gran mayoría de las empresas que cotizan en bolsas tienen inversionistas institucionales y grupos con cierto poder de control.  

Cuando analizamos la remuneración del CEO encontramos una correlación positiva y estadísticamente significativa con la integridad.

Sorprendente que la remuneración del CEO se correlacione positivamente con la percepción de los empleados sobre la integridad empresarial. A mejor es que hay una tercera variable, y es que, a mayor remuneración, mayor percepción de la valía del CEO, lo que lleva a una percepción de mayor integridad.  De nuevo reiterar nuestra advertencia previa sobre la interpretación de resultados de estudios estadísticos con un gran número de empresas, no sea que se interprete esta observación como que hay que aumentarle el sueldo al CEO para que los empleados mejoren su percepción sobre la integridad de la empresa.

Este es buen ejemplo de la cautela que se debe ejercer al extrapolar los resultados como si fueran válidos para todas las empresas y del problema de la causalidad.

II.             Cautelas en la interpretación.

Son muchas las personas que interpretan los resultados de estudios estadísticos como este como si aplicaran a todas las empresas, cuando en realidad aplican solo al gran promedio de ellas y pueden no ser válidos para empresas particulares.

Es de destacar que estos estudios, en su gran mayoría demuestran correlación, o sea las variaciones en las variables están relacionadas, pero no demuestran causalidad, qué es lo que causa qué.  Por ejemplo, una de las generalizaciones más comunes en la sostenibilidad empresarial es que las empresas sostenibles son más rentables, cuando en realidad puede ser que sea la rentabilidad la que causa, permite, respalda, la sostenibilidad. [5] La realidad es que es la buena gestión la que causa ambas, no una a la otra, ni la otra a la una.[6] La única manera de demostrar de manera convincente un efecto causal de la integridad en el desempeño es mediante un experimento de campo lo cual no es económicamente factible.

sábado, 15 de febrero de 2025

La integración del DirSE y el DirFIN es urgente: ¿Cómo?

 

Desde que para promover la sostenibilidad empresarial se desarrollaron los argumentos empresarial, hay que ser responsable porque rinde beneficios (pero no siempre), y moral, hay que ser responsable porque es de justicia, se confirmó una brecha, en términos generales, entre los responsables de finanzas, exigiendo la demostración de los beneficios, y los de sostenibilidad, motivados por la contribución de la empresa a la sociedad.  Como si les hubieran dado un bandera que defender.

Pero, ante la necesidad de la comunión de objetivos entre todas las partes de las empresas para mejorar su competitividad, y más recientemente con la entrada en vigor de los estándares de reporte sobre sostenibilidad empresarial de la Unión Europea, basados en la doble materialidad, y los internacionales basados en la materialidad financiera, se han intensificado los llamados a estrechar la colaboración entre los directivos responsables de la sostenibilidad con los de la función financiera. 

Pero, esto no ha venido acompañado de una discusión sobre el cómo hacerlo, que, sobre todo dada la brecha histórica y hasta de antagonismo entre ambas funciones, es complicado.  Este es el objetivo de este artículo. [1] Para ello pasamos revista a los impulsores de esta integración, las diferencias estructurales entre las funciones que habrá que compaginar, las razones para hacerlo y los instrumentos que pueden ser usados para lograrlo: la información, el reporte y la educación formal. [2] En el proceso desarrollamos cinco tareas que deben liderar los DirSE.

I.                Impulsores de la integración.

Empecemos con el contraste entre dos regiones y modelos que personifican la brecha. En EE. UU. con el énfasis en los beneficios financieros, las actividades relacionadas con la sostenibilidad se perciben más bien como un costo y por ende ha habido interés en analizarlas desde el punto de vista de su impacto financiero.  Ello dio lugar a la creación del Sustainability Accounting Standards Board, SASB, que identifico los potenciales impactos y desarrolló los correspondientes indicadores. Ello sentó las bases para la producción de estándares de reporte de aplicación internacional por la International Sustainability Standards Board, ISSB, con el mismo objetivo, el de apreciar los impactos financieros de la sostenibilidad empresarial, vía la determinación de los aspectos que los afectan: la materialidad financiera. Ello ha forzado a que la sostenibilidad empresarial deba considerar su potencial impacto financiero.  En este caso la función financiera tiene mayor ascendencia que la de sostenibilidad.

Al otro lado, no solo geográficamente sino además de cultura económica, está Europa, donde las economías tienden a ser sociales, y el interés en la sostenibilidad empresarial ha estado más motivado por los impactos de las empresas en la sociedad y el medio ambiente.  La Comisión Europea, desarrolló estándares de reporte sobre la sostenibilidad, simultáneamente con los internacionales, pero basados en la doble materialidad, identificar y reportar sobre los aspectos que tienen impacto sobre la sociedad y el planeta y sobre la situación financiera de las empresas. En este caso, dado el modelo económico europeo, la función de sostenibilidad tenía mayor ascendencia, pero ante la adopción de la materialidad financiera, la función financiera está adquiriendo mayor pertinencia. Y esta pertinencia está siendo reforzada por la presión hacia la mejora de la competitividad económica en los países de la Unión.[3]

En ambos casos, se tienen que acercar las funciones de sostenibilidad y de finanzas, no solo para efectos de reportes más efectivos, sino todavía más importante, porque además esta integración es condición necesaria para que la sostenibilidad se integre en la gestión empresarial, de lo contrario no será “integral”.  Se repite hasta la saciedad que la sostenibilidad está en el ADN de la empresa, pero no lo está, ni lo estará, si estas dos funciones no logran la integración. La sostenibilidad y las finanzas están pasando a ser inseparables.

II.             Idiomas y culturas diferentes. [4]

La siguiente tabla resume algunos de los aspectos de ambas funciones que son contrastantes. No se pretende ser ni exhaustivo ni dogmático, son generalizaciones que permiten ilustrar el contraste y la magnitud de la tarea que se tiene por delante.

 

 

FINANZAS

SOSTENIBILIDAD

IDIOMA

Financiero-contable

Social-ambiental

EXPRESIÓN

Cuantitativo/Monetario

Cuantitativo y cualitativo

FORMACIÓN

Contabilidad/Finanzas/Economía

Ciencias, incl. sociales

CULTURA

Competitiva

Colaborativa

HORIZONTE

Corto y mediano plazo

Mediano y largo plazo

VALOR GESTIONADO

Tangible

Tangible e intangible

AMBITO

La empresa y sus financiadores

La empresa y su entorno

ESTILO

Imposición/Escepticismo

Persuasión/Negociación

STAKEHOLDERS

Uno prioritario, varios secundarios

Decenas

 

No los discutiremos uno por uno, ya que son relativamente evidentes. Solo un comentario sobre la diferente conceptualización de la “creación de valor”, que es crítico para la integración.  Para el DirSE la sostenibilidad crea valor, pero no todo es tangible y en el corto plazo, gran parte puede ser intangible y en el largo plazo, cuantificable o no. Para el DirFIN “valor” es tangible y en el corto o mediano plazo y debe ser medible, y mejor si lo es en términos monetarios. Para la integración es necesario traducir el “valor” según el DirSE a “valor” según el DirFIN.  Y no hay diccionario, pero sí algo de lenguaje común, como vemos en la siguiente sección.

Estos contrastes explican de alguna manera porque la función financiera ha sido tradicionalmente una de las más reacias a la integración en la sostenibilidad empresarial.

Tarea #1 para el DirSE: Acercarse a las características del DirFIN para poder entenderse es punto menos que imposible, pero el DirSE sí debe hacer esfuerzos para comunicarse en el idioma y modalidad de expresión del DirFIN. Debe entender lo que “los mueve”. Este ha tenido la prominencia y hará pocos esfuerzos para la integración.

III.           El argumento empresarial como traductor.

El argumento empresarial es el instrumento con el que llevar a cabo la comunicación: las actividades de la empresa que contribuyen a su sostenibilidad y que rinden beneficios o evitan cosots y riesgos financieros. Si bien en ese espacio de la sostenibilidad puede haber comunión de objetivos (sostenibilidad = beneficios), es solo una pequeña parte, porque para lograr la sostenibilidad empresarial hacen falta actividades que no necesariamente rinden esos beneficios. Sería perniciosos para la sociedad y por ende para las empresas, que ello las llevara a solo encarar aquellos aspectos, y es el riesgo que se corre con la dominación de la función financiera. Como dijimos arriba, pueden no ser ni tangibles ni en el corto plazo. Pero nos da una dirección a seguir.

Las siguiente gráfica refleja las respuestas a la pregunta a directivos empresariales sobre donde creen que la sostenibilidad empresarial crea valor. No es tan importante la encuesta específica ya que las respuestas son muy típicas a este tipo de preguntas en diferentes países, períodos y niveles gerenciales. [5]

Lo que es ilustrativo para nuestros propósitos es que la percepción del mayor valor aportado por la sostenibilidad se refleja en valores intangibles, en tanto que se considera de menor valor el aportado a los tangibles. Esto puntualiza una oportunidad critica para que los DirSE interactúen con los DirFIN y es la “tangibilización” de esos intangibles. [6] Y la iniciativa debe ser de los DirSE.

No hace falta convencer al DirFIN de los tres de abajo, se reflejan en los estados financieros, en tanto que los tres de arriba no, o por lo menos no lo harán de forma identificable y mucho menos financieramente en el período de reporte financiero. Y el del medio es ilustrativo de la tarea que se tiene por delante: rinde beneficios, y algunos son financieros y tangibles, pero no son de fácil determinación, requieren de estudios especiales de impacto. Requieren de “tangibilización”.

Pero, y aquí hay un gran pero, el DirSE debe ser realista, no caer en el error de los idealistas de exagerar los beneficios y minimizar los costos de la sostenibilidad empresarial. NO, no todas las actividades conducen a beneficios. [7] El interlocutor, el DirFIN, como vimos en el tabla de arriba, tiene un cultura de “¡demuéstramelo!”, y en los aspectos de sostenibilidad podríamos decir que de escepticismo.  Y tiende a exagerar los costos y minimizar los beneficios. Y en buena parte esto explica su actitud frente a la sostenibilidad, les han vendido tantos “beneficios” que no se han dado, que los han vuelto incrédulos. Buenas intenciones de los fanáticos que terminan siendo contraproducentes.

Tarea #2 para el DirSE: Seleccionar los aspectos sobre los que se pueden demostrar beneficios, tangibles e intangibles y “tangibilizar” estos como mejor pueda.

IV.            Información como punto de encuentro.

Ambas funciones gestionan información, con características y expresiones diferentes pero que tienen en común que se refieren a un mismo aspecto, el conjunto de actividades de la empresa que forman parte de su sostenibilidad y que tienen impacto financiero. Esta información que ambas partes producen/necesitan constituye la oportunidad para la colaboración mencionada. Forman parte de los informes financieros y de los de sostenibilidad.

 

Tarea #3 para el DirSE: Asegurar la relevancia de la información, que se produce y gestiona sobre sostenibilidad, para el DirFIN.  Debe gestionarla con dos puntos de vista: sostenibilidad financiera y sostenibilidad social y ambiental.

V.              Reportes como instrumento de integración.

 Son los reportes de sostenibilidad, preparados bajo los estándares internaciones, y mejor, con los de la Unión Europea, los que ofrecen el mejor instrumento de integración.  Por ahora los reportes serán preparados mayormente por la función de sostenibilidad, pero la participación de la función financiera es crítica. En el caso de los estándares internacionales, basados en la materialidad financiera, la colaboración es indispensable. Si bien puede ser la función de sostenibilidad la que identifique los impactos y riesgos, corresponderá a la financiera determinar su magnitud, pertinencia, extensión temporal, etc. En el caso de los estándares europeos, basados en la doble materialidad, el liderazgo de la función de sostenibilidad es más claro todavía, por ser los más familiarizados con los impactos sociales y ambientales de las empresas, pero al igual que el caso anterior corresponderá a la función financiera su contextualización.  Recordemos que primero vienen los impactos sociales y ambientales, los de ida, y después vienen las reacciones, los impactos financieros, los de vuelta.

 

Es de puntualizar que el objetivo de ambos conjuntos de estándares es ir en la dirección de la integración de los informes financiero y de sostenibilidad. En el caso de los internacionales, hay que recordar que han sido preparados bajo los auspicios de la organización internacional responsable de la preparación de los estándares de información financiera.  En el caso europeo, si bien se basan en equiparar ambos tipos de información, su comienzo viene de la preocupación por el impacto social y ambiental. Y en ambos casos, ambos informes, sostenibilidad y financiero, se deben preparar al mismo tiempo y se debe demostrar la compatibilidad entre ambos tipos de informaciones.

 Esta colaboración se intensifica con el requerimiento de tener sistemas de control interno de la información de sostenibilidad y que el sistema y la información sean objeto de aseguramiento externo.[8] Esto ya está desarrollado al interior de las empresas para el caso de los controles e información financiera por lo que es de suponer que la correspondiente a la sostenibilidad se integre de manera natural a la financiera, aunque ambas requieren de destrezas y capacidades diferentes. Pero esto es una razón más para la necesidad de la integración. Unos deberán entender las características especiales de la información sobre sostenibilidad y los otros las necesidades de controles internos a esa información. [9]

 Tarea #4 para el DirSE: Liderar la preparación y confiabilidad de la información sobre sostenibilidad, asegurando la relevancia y pertinencia para la información financiera.

 VI.            Educación como puente.

Y el puente: la educación.  Como vimos en la tabla de arriba, buena parte de los contrastes (idioma, cultura, expresión, estilo, etc.) entre las profesiones se debe a diferencias en la educación que suelen recibir. Y aquí es muy peligroso generalizar, ya que hay de todo. Pero la tendencia es que los DirFIN tengan una formación más cuantitativa, con preferencia por la precisión, y menos tolerancia por la ambigüedad que los DirSE, que suelen ser formados en las ciencias sociales (menos en economía), mucho más basadas en el comportamiento humano y de la naturaleza, menos dogmáticos, más difusos, más abiertos a la conciliación.

Para su participación en la gestión empresarial, los DirFIN suelen haber estudiado en las escuelas de negocios, que desde hace muchas décadas inculcan que el propósito de la empresa es la maximización de los beneficios financieros, tangibles y medibles (“lo que no se puede medir no se puede gestionar[10]).  Por la discusión precedente se puede ver que esto abre una gran brecha con los DirSE que suelen abogar por una visión más amplia del papel de la empresa en la sociedad.

Y en esto las escuelas de negocios tienen una gran responsabilidad [11]. Si bien en los años recientes muchas de ellas han expandido su visión del papel de la empresas, el propósito financiero todavía prevalece como núcleo de las asignaturas claves, y la ampliación es relativamente secundaria. Las finanzas siguen siendo las tradicionales, no finanzas responsables, la contabilidad sigue siendo la tradicional, no la contabilidad de la sostenibilidad, la mercadotecnia sigue siendo la extracción de beneficios del consumidor, no la mercadotecnia responsable. Pero hay cursos electivos sobre algunos aspectos de la sostenibilidad (aunque se comienzan a ofrecer maestrías más integrales).

Así como la sostenibilidad empresarial no está todavía integrada en las empresas, tampoco está la sostenibilidad integrada en la educación en estas escuelas. Esta educación sigue siendo una ensalada, donde los componentes están juntos, pero separados, y no una torta donde están juntos e íntimamente integrados (¡utópico!). [12]

Tarea #5 para el DirSE: Aprender sobre lo que mueve a los profesionales de contabilidad y finanzas y promover actividades internas de divulgación e interacción sobre la compatibilización de los objetivos.

VII.         ¿Y para las empresa que no tienen obligación de reportar?

Las obligaciones de reportar sobre la materialidad financiera y la doble materialidad ofrecen poderosos estímulos, de hecho, obligaciones para la integración de las funciones de sostenibilidad y financiera. Pero, las empresas que no tienen obligación de hacerlo pueden utilizar los elementos de la discusión precedente para reducir el antagonismo que algunos sectores, en particular la función financiera, tienen con las actividades de sostenibilidad y eventualmente contribuir a potenciarlas. Adicionalmente, la integración debe ser de interés para que los financistas de estas empresas puedan evaluar los el impacto y riesgos financieros de la sostenibilidad.[13]

VIII.      En resumen.

La evolución reciente de la sostenibilidad empresarial y sobre todo la demanda de información confiable y la entrada en vigor de estándares de reporte está haciendo no solo necesaria, sino indispensable la integración de las funciones de finanzas y sostenibilidad dentro de la empresa. 

Hemos propuesto cinco áreas de acción para facilitar el proceso, sabiendo que es una tarea que requiere de arduos esfuerzos y de tiempo. Para lograrlo hay que vencer las diferencias de idiomas, expresiones, estilo, de cultura, etc. entre ambas funciones Y si bien sería deseable que ambas partes hicieran los esfuerzos, por la tradición histórica de la prominencia de la función de finanzas y la relativa novedad de la sostenibilidad, corresponde a los recién llegados, los DirSE, tomar la iniciativa y las acciones para lograrlo.  Los DirFIN suelen tener una actitud pasiva ante estas necesidades.

 

 

TAREAS PARA EL DirSE

1

Acercarse a las características del DirFIN para poder entenderse es punto menos que imposible, pero el DirSE sí debe hacer esfuerzos para comunicarse en el idioma y modalidad de expresión del DirFIN.  Debe entender lo que “los mueve”. Este ha tenido la prominencia y hará pocos esfuerzos para la integración.

2

Seleccionar los aspectos sobre los que se pueden demostrar beneficios, tangibles e intangibles y “tangibilizar” estos como mejor pueda.

3

Asegurar la relevancia de la información, que se produce y gestiona sobre sostenibilidad, para el DirFIN.  Debe gestionarla con dos puntos de vista: sostenibilidad financiera y sostenibilidad social y ambiental.

4

Liderar la preparación y confiabilidad de la información sobre sostenibilidad, asegurando la relevancia y pertinencia para la información financiera.

5

Aprender sobre lo que mueve a los profesionales de contabilidad y finanzas y promover actividades internas de divulgación sobre la compatibilización de los objetivos.

 

Y hay que destacar que lo que hemos comentado son generalidades, cada empresa es un caso particular y como se logrará la integración depende de sus circunstancias y su contexto.  Solo hemos ofrecido una guía, no es pertinente aportar “recetas”, solo una posible dirección.

La sostenibilidad y las finanzas están pasando a ser inseparables.  



[1] Gracias a Juan Manuel Cajiga de Empresability por estimularme a escribirlo.

[2] En el artículo nos referimos genéricamente a “beneficios”, por lo mismo aplica a costos y riesgos.

[4] El suscrito fue DirFIN y luego DirSE, profesor de finanzas corporativas y luego de sostenibilidad empresarial.

[5] Si tuviéramos una encuesta de percepciones por tipo de encuestado, DirSe y DirFIN tendríamos una información de contraste más refinada todavía.

[6] La consultora finlandesa Upright ha desarrollado una herramienta para cuantificar el impacto monetario, en los estados financieros, de la sostenibilidad empresarial Financial effects of companies' sustainability risks and opportunities. Recomendamos al lector interesado de hacerse su opinión propia. Suponemos que hace muchos supuestos y aproximaciones, pero posiblemente el fundamento de la herramienta sea valioso para las empresas que quieran usarlo. Habíamos analizado su modelo para el caso de las calificaciones de sostenibilidad en Por fin una herramienta integral para calificar la sostenibilidad empresarial de empresas y fondos de inversión

[9] En el artículo ¿Está la profesión del contador público preparada para la información de la sostenibilidad empresarial  incluí una tabla con 20 diferencias entre la información financiera y la de sostenibilidad que da más luces sobre las diferencia de enfoque entre ambas funciones.

[10] Para una análisis de lo pernicioso de sta cita para las sostenibilidad empresarial, ver ¿Cuánto vale tu madre?: Relevancia versus medición.

[11] Este tema lo he tratado en más detalle en Ética y responsabilidad en las escuelas de negocios (julio 2011) y Responsabilidad en la enseñanza en las escuelas de negocios (marzo 2009). Y aunque son antiguos, la realidad no ha cambiado mucho.

[13] La propuesta de estándar de reporte, EFRAG Voluntary Sustainability Reporting Standards for non listed SMEs (VSME), producida por las misma institución que los ESRS, no requiere la determinación formal de la doble materialidad, pero si recomienda reportar los aspectos pue puedan tener un impacto sobre la situación financiera.