lunes, 29 de febrero de 2016

¿Se puede profesionalizar la función del directivo de RSE?


A medida que el conocimiento y la praxis de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad (para simplificar: RSE) se ha ido extendiendo también se ha extendido la necesidad de especializar a algunas personas dentro de las empresas en su gestión.  En algunos países donde se ha avanzado más, muchas de estas personas quieren ser reconocidas como profesionales y se han  iniciado esfuerzos, primero para promocionar el cargo y los conocimientos requeridos, y en segundo lugar para lograr el reconocimiento de la actividad como una profesión.  A nivel internacional en 2007 se fundó la  International Society of Sustainability Professionals, ISSP. En España en el 2013 se creó una Asociación de Directivos de Responsabilidad Social, DIRSE.  Una los llama Profesionales, la otra Directivos.

DIRSE, la Asociación, ha popularizado el nombre de DIRSE, “Directivo de RSE”, para referirse en forma genérica a las personas (no me refiero a ellas con el término “profesional” aunque DIRSE si lo hace) cuya actividad principal dentro de la empresa está relacionada con actividades destinadas a gestionar  la responsabilidad de la misma ante la sociedad.  En este artículo usaremos el término DIRSE para simplificar sin querer decir que sea un profesional de la RSE.

¿Puede el DIRSE ser una “profesión?

¿Por qué “profesión” entre comillas?  Antes de responder a la pregunta del título debemos analizar si quien quiera que dirija o coordine las actividades de responsabilidad de la empresa ante la sociedad es un “profesional” de la RSE en el sentido estricto de la palabra.  Si la respuesta es positiva, la próxima pregunta sería en que consiste esa “profesión”, que es lo que hace distintiva, como se tipifica, que/quién confiere el carácter de profesión. Y si es negativa también es pertinente discutir sus características especiales que pueden enriquecer el proceso para que sea eventualmente sea considerada una profesión

Según la RAE, profesional es quien ejerce una profesión que es un “empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución.”  Esta definición no nos ayuda mucho para nuestros propósitos.  Al pie de la letra es cualquier persona que cobra por hacer un trabajo, sea la persona cualificada o no.  En la práctica la acepción popular del profesional es una persona que es altamente cualificada, que ha recibido educación específica, entrenamiento en las destrezas necesarias que tiene experiencia en llevar a cabo esa actividad y que reconocida por la sociedad como tal. 

Tendremos entonces que preguntarnos si el DIRSE es una profesión comparable a la de otros profesionales con los que tiene que interactuar y cuyo “respeto profesional” se deba ganar para ser efectivo.  Para ilustrar la discusión es conveniente hacer una comparación con algunas profesiones tradicionalmente reconocidos como tales, por ejemplo los abogados, ingenieros, médicos, contadores/auditores, entre otras.  Todas estas profesiones, sin comillas, tienen en común que tienen programas de preparación académica establecida, reconocida y son  reconocidas o reconocibles para su ejercicio en múltiples países.  Además, en muchos países el profesional debe ser reconocido por alguna organización de la profesión o una institución gubernamental para poder ejercer como tal. Y en algunos países se requiere certificación de algún ente.  Estas condiciones son solo ilustrativas ya que hay muchas variantes donde, por ejemplo, una persona obtiene entrenamiento, es certificada y reconocida por su profesión como un profesional, pero que es a un nivel claramente inferior al de las profesiones mencionadas arriba, como por ejemplo un chef o un fotógrafo. Hay que reconocer de entrada que la calificación de “profesional” no puede ser definitiva ni que todos entiendan lo que ello quiere decir.

Esto nos lleva a la pregunta pertinente: ¿Queremos hablar del “profesional” de la RSE al mismo nivel que el abogado o ingeniero o al de chef o fotógrafo?

Esta pregunta se puede responder viendo el contexto en que opera ese “profesional”. Opera dentro de una empresa (aquí solo me refiero a la RSEmpresa y no a la RS sin apellido, donde la discusión tendría otras connotaciones) e interactúa con profesionales de las profesiones mencionadas arriba.  Con el criterio (algún lector lo disputará) de que debe comandar el respeto y a veces tener autoridad sobre estos profesionales, debería tener un nivel profesional semejante.  La función de DIRSE, por definición involucra a todas las personas de la empresa, sean profesionales o no, por lo que sus conocimientos y destrezas deben abarcar no solamente los aspectos técnicos sino además los de gestión empresarial.

Analicemos estos dos aspectos: técnico y de gestión, en orden inverso.  El DIRSE es claramente un miembro del equipo de gestión y podemos empezar preguntando si por ello lo podemos considerar un profesional.  Existe consenso en que la gerencia de empresas no es una profesión, es una actividad que ejercen profesionales de otras disciplinas. No existe una formación académica de gerente, existen formaciones académicas para facilitar la gestión de las actividades empresariales. Los MBA no crean profesionales y los cursos cortos mucho menos. No hay ni un currículum más o menos estandarizado de formación, ni definición de lo que constituye un profesional de la gestión, ni existen instituciones que los califiquen o certifiquen.  

Se han hecho algunas propuestas en este sentido, por ejemplo la de un juramento semejante al juramento hipocrático de la medicina por el cual esos “profesionales” de la gestión se comprometerían a ciertos estándares de comportamiento (ver mi artículo  No jurarás en vano). [1]  Pero ello no los haría profesionales ya que no hay requisito previo para poder optar a tomar el juramento, cualquiera lo puede hacer.  Podría convertirse en condición necesaria pero no suficiente.

Si es Directivo quiere decir que forma parte de la gestión y la gestión no es profesión.  Algunas profesiones se prestan más que otras para ejercer la función de DIRSE, sobre todo si se ponen en el contexto de los principales impactos, por ejemplo antropólogo, sociólogo, ingeniero ambientalista entre otras, pero ninguna profesión relacionada con las actividades de la empresa está excluida (abogados, economistas, ingenieros de todo tipo, etc.).  Pero el DIRSE es un directivo y como tal seguirá siendo de su profesión original pero con capacitación para gestionar.  De hecho debe ser el directivo que mayor conocimiento debe tener sobre todas las actividades de la empresa, más todavía que los altos cargos que se pueden dar el lujo de tener departamentos o gabinetes de asesores que los respalden.  El DIRSE no debe tener un gabinete ni un departamento, debe trabajar con todos los directivos de la empresa.

Ser profesional desde el punto de vista técnico es más sencillo ya que se trataría de que un profesional de las profesiones reconocidas como tales adquiera las destrezas y conocimientos complementarios para capacitarlo a gestionar la responsabilidad de la empresa ante la sociedad.  Basta un ejemplo sencillo, un ingeniero ambiental o un sociólogo estudian un MBA y ejercen como DIRSE.  Es un profesional pero no de la RSE.

Es oportuno considerar muy brevemente, y solo para los propósitos de este artículo, las cualificaciones para que un profesional ejerza como DIRSE (el análisis más completo lo haremos en un próximo artículo).

¿Cuáles son las cualificaciones del DIRSE?

Muchos de los lectores estarán al tanto de los grandes debates sobre la misma definición de responsabilidad ante la sociedad, o sostenibilidad o la miríada de otros nombres que se le dan. [2] Estamos muy lejos de lograr un acuerdo sobre algo tan fundamental y poco a poco va llegándose a un consenso de que no se puede lograr ese acuerdo sobre lo que es esa responsabilidad, o el nombre que le quiera dar, por el hecho de que es algo muy dinámico y que es función de lo que la empresa quiere asumir como responsabilidad dependiendo del contexto en que opera.  No solo es la implementación específica a cada caso, también lo son las áreas en que se decide actuar (en alguna se requiere especialización en impactos comunitarios, en otras en impactos ambientales, en otras en conflictos interinstitucionales, entre otros). 

Uno de los pioneros de la versión moderna de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, Archie Carroll definió  en 1994 el ámbito de actuación del “profesional” de la RSE como ‘‘….un campo ecléctico con bordes indefinidos, múltiples membresías, y diferentes perspectivas y entrenamiento; amplio más que enfocado, multidisciplinar; amplio alcance; trae un amplio rango de conocimiento; e interdisciplinario….. y el mapeo del campo es muy pobre.”

Sin embargo ello no obsta para que no se pueda establecer un núcleo de conocimientos y destrezas que son necesarias en todos los casos, sobre todo en temas de gestión que son tan críticos en un tema sobre el que no existe consenso y que por su naturaleza introduce objetivos que pueden ser conflictivos.  Es oportuno enfatizar, lo que también debe ser conocido por la mayoría de los lectores, que por definición la responsabilidad de la empresa cubre todos los ámbitos de la empresa, no es que el DIRSE deba ser experto en todas las áreas, pero para ser efectivo es indispensable que sea capaz de comunicarse (léase persuadir) con todos los directivos, hablar su “idioma”, debe ser políglota (finanzas con los financieros, regulaciones con los abogados, procesos con los de producción, ingresos con los de ventas, etc.).  Por otra parte, su función incluye proponer el cambio con reasignación, explícita o implícita, de poderes y de recursos financieros y humanos.  El cambio es la constante. Debe ser un profesional de la comunicación interpersonal, de la negociación y de la gestión del cambio.  Si  no es capaz de hacerlo entonces no es un DIRSE, es un experto o asistente responsable en algún tema específico.  Adicionalmente la dinámica de la empresa y del mercado y la evolución de lo que la empresa considera o debe considerar como su responsabilidad hace que  el “profesional” deba estar en constante evolución y adaptación.  Nunca se podrá preparar completamente para sus funciones por lo que su principal destreza debe ser el aprender a aprender ……  y, obviamente, de elevados principios .éticos y morales

Y en toda esta discusión estamos suponiendo, implícitamente, que la posición del DIRSE es necesaria, por ejemplo para una empresa que es de tamaño considerable y que se encuentra en una etapa preliminar donde todavía se quiere algo parecido a un DIRSE y que todavía no se internalizado en todos los ámbitos de actuación como para que todos los directivos y empleados sean los responsables de la responsabilidad, como debería ser.  Para las pequeñas empresas el DIRSE es un lujo que no se pueden dar y la función muy posiblemente recaiga en todos los directivos, con alguno de ellos como primo entre pares para temas de responsabilidad. Imitar a las grandes puede ser costoso y contraproducente.

La “profesión” del DIRSE no cuenta con estas garantías ni de formación ni de reconocimiento. Si bien es cierto que algunos centros académicos ofrecen maestrías u otras formaciones, no forman parte de una carrera profesional. Son “especializaciones”, como lo es el MBA. Pero en el caso de la RSE hay un agravante y es que algunos centros ofrecen cursos de semanas con los que otorgan un certificado de competencias que tiene la consecuencia de degradar los que podría ser una profesión.   Las destrezas del DIRSE están muy subestimadas.

No existe todavía un reconocimiento reconocido (valga la cacofonía) de lo que es ser un “profesional de la RSE.

¿Y si la “profesión” se tipifica y se certifica será profesión (sin comillas)?

Esto es que está haciendo la ISSP con su programa Sustainability Professional Certification. El programa comenzará a principios del 2016 con dos niveles, Asociado y Profesional.  Han desarrollado criterios de elegibilidad para poder optar la certificación, el examen correspondiente y los criterios para la evaluación. A finales del 2015 se había completado la fase de prueba y certificado 50 personas.  Estas cualificaciones han sido desarrolladas por un grupo de los miembros de la Asociación.

El ISSP empezó como una asociación de “profesionales” de la sostenibilidad para aunar intereses comunes y eventualmente decidieron crear un programa que determinara quienes poder ser miembros del “club exclusivo”.  Detrás de estas buenas intenciones surge la necesidad comercial de captar recursos.  Ni los que promueven la responsabilidad se libran de tener que logar la sostenibilidad financiera.  Y también ofrecen cursos de entrenamiento para prepararse para pasar el examen y obtener la certificación.  O sea, una relación incestuosa.[3]  ¿Bastará entonces con tomar esos cursos para convertirse en profesional de la RSE?  ¿Es esto favorable o contraproducente para el desarrollo de la profesión? ¿Es responsable? ¿Es una asociación de profesionales o una empresa comercial de formación profesional?

Aun cuando las cualificaciones que se obtuvieren fueran las adecuadas, la pregunta que surge entonces es quién certifica al o los certificadores.  ¿Quién determina cuales son cualificaciones adecuadas para una función tan diversa, amplia y dinámica? ¿Puede esta certificación conferir el carácter de profesión? ¿Será esta certificación reconocida por el mercado de la sostenibilidad?  ¿Se convertirá en un “estándar” de aceptación mundial? Si la respuesta a las dos últimas preguntas es positiva será un gran paso adelante, pero el lograr una certificación de “profesional” como esta no lo elevará a la categoría de profesión.  La certificación puede ser un buen comienzo pero por las razones mencionadas antes será muy difícil lograr la profesionalización de la “profesión” del DIRSE.

En resumen

Algunos pueden alegar que es un problema de tiempo, que en la medida que la sociedad intensifique sus demandas  por la responsabilidad empresarial y se internalice y extienda la función se irá profesionalizando.  Aun cuando la profesión de abogados, ingenieros, médicos, contadores esté tipificada y ampliamente reconocida, no existen desde el principio de los tiempos.  Se han ido creando y evolucionando de acuerdo a las necesidades de especialización.

A lo mejor podemos concluir que quien ejerce la función de DIRSE es un profesional que no es profesional de la gestión de la RSE.




[1] Rakesh Khurana y Nitin Noria "Should Managers Have a Green Hippocratic Oath?"

[2] Implícitamente el artículo considera la definición de la Unión Europea, con la adaptación para su implantación descrita en Cómo interpretar LA definición de la RSE

[3] Algo parecido a lo que hacía el GRI hasta hace muy poco tiempo: preparar lineamentos para reportes de sostenibilidad  y luego dar cursos de entrenamiento sobre los lineamientos y otorgar licencias a terceros.  Recientemente ha separado la producción de estándares del resto de las actividades comerciales.

martes, 23 de febrero de 2016

¿Falta algún Objetivo de Desarrollo Sostenible?



¡Como si no teníamos bastante con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, y sus 169 metas ahora viene el suscrito a decir que falta algo! Éramos muchos y parió la abuela.

Originalmente este artículo sobre el papel del sector privado en el logro los ODS se iba a cubrir en solo dos partes, pero después del análisis creo que falta un ODS y algunas metas. Después de quejarse (el suscrito y muchos otros) de que 17 objetivos y 169 metas eran muchos, preguntarse ahora si falta algo puede parecer contradictorio.  Pero sí, falta uno, el más importante.  Si se desea la participación activa del sector privado en sus logros es necesario un entorno legal e institucional que sea conducente a esa participación.

En dos artículos anteriores (Ia. Parte: ¿Pueden cumplir su objetivo? y IIa. Parte: ¿Qué pueden /deben hacer las empresas?) comentábamos la contribución que las empresas podrían hacer al logro de los ODS a través de acciones puntuales, ya sean a través del impacto de las actividades de su negocio tradicional o bien enfocando algunas actividades nuevas específicamente a potenciar el logro de alguno de ellos.  No obstante, estas contribuciones, si bien importantes, en el conjunto de sus posibilidades son marginales.  Las empresas pueden hacen una contribución más significativa al desarrollo sostenible a través de la creación de empleo, de la provisión de bienes y servicios que la sociedad necesita para su desarrollo, a través del pago de impuestos para que los gobiernos cumplan con sus responsabilidades en el desarrollo sostenible.  Haciendo más y mejor lo que saben hacer bien.  Para ello es necesario que las empresas encuentren un terreno fértil para su operación, un clima de negocios conducente a su creación, operación y crecimiento.

Si bien a diferencia de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODM, el sector privado tuvo alguna participación en el desarrollo de los ODS, estos siguen siendo orientados por y para los gobiernos, aunque no asignen responsabilidades específicas a ninguna de las partes  El sector privado tiene un papel muy secundario.  Se desaprovecha una oportunidad de ponerlo como actor clave.  A lo mejor sí lo será en la tercera ronda de Objetivos a aprobarse en el 2030 (no, no habremos resuelto el problema de la pobreza ni logrado el desarrollo sostenible para ese entonces).  Y no es que una Asamblea General de la ONU, que es la que aprueba los objetivos de desarrollo, pueda dictar lo que debe hacer el sector privado, pero los gobiernos miembros sí pueden facilitar su participación, más allá de pedirla

El objetivo global de los ODS es el desarrollo sostenible y en particular la reducción de la pobreza y de las desigualdades.  Son muchos los estudios que demuestran que la solución de estos problemas puede contribuir al crecimiento económico, a la convivencia social, a la equidad en el disfrute de los bienes comunes, etc.  Pero casi nunca se dice cómo se puede lograr.  

Después de la aprobación de los ODS las empresas y sus organizaciones ya han comenzado a prepararse y tomar algunas medidas.  Por ejemplo, el World Business Council for Sustainable Development, WBCSD, desarrolló instrumentos para guiar a las empresas en la evaluación de sus posibles contribuciones a los ODS, (SDG Compass; Guide for business action on the SDGs) y en la reunión del Foro Económico Mundial en Davos el 20 de enero del 2016 el WBCSD, con el apoyo de algunas multinacionales, se anunció la creación de la Global Commission on Business and Sustainable Development, GCBSD, con el objeto de  “… investigar como las empresas que aúnen esfuerzos para eliminar la pobreza extrema y proteger los recursos naturales puedan lograr significantes beneficios económicos en el largo plazo y contribuir a lograr los ODS para el 2030” (Davos es un terreno muy fértil para el anuncio de iniciativas, esperemos que ésta tenga algún éxito a través de sus “investigaciones”).  El CEO de Unilever, Paul Polman, uno de los reconocidos líderes en sostenibilidad dijo en el anuncio que  los “ODS no se pueden lograr sin la participación del sector privado.  Después de todo, contribuyen al 60% de los PIB, al 80% de los flujos de capitales y a la creación del 90% de los empleos en los países en vías de desarrollo”.

Los ODS contienen la expectativa implícita de que el sector privado va a contribuir, pero no hay detalles ni del cómo ni de lo que es necesario que hagan los gobiernos para que esa contribución sea efectiva en términos del clima de negocios.

Dos ejemplos de la necesidad de un clima de negocios conducente: Pobreza y empleo

1.      Un buen ejemplo del papel que el sector privado puede jugar, conjuntamente con el sector público, es el caso de la reducción de la pobreza.  Uno de los instrumentos que se han demostrado efectivos en los países en vías de desarrollo son los programas de transferencias condicionadas de efectivo a través de los cuales se les paga a las madres para que sus hijos asistan consistentemente a la escuela y a revisiones médicas.  Estos programas han sacado a millones de personas de los niveles de pobreza (medidos con la estrecha visión de ingresos diarios).  Ha sido el caso de programas como el de Oportunidades en México,  Bolsa Familia en Brasil y Familias en Acción en Colombia.  Tienen el doble impacto de mejorar los ingresos familiares y de producir una juventud mejor preparada para afrontar los retos sociales y económicos. 

Pero ¿qué pasa cuando los jóvenes crecen y dejar de calificar para los recursos del programa?  Se supone que deberían comenzar a trabajar.  Pero en muchos casos no encuentran empleo y pasan a engrosar las filas del desempleo juvenil.  Las transferencias condicionadas de efectivo necesitan de programas concurrentes de entrenamiento y preparación para el para el empleo y de oportunidades del empleo mismo.  Y es aquí donde el sector privado puede jugar un papel importante (ver el artículo Empleo y emprendimiento como responsabilidad social de las empresas).  El sector privado suele ser el más grande empleador y es el que mejor conoce sus propias necesidades en cuanto a calificaciones del personal.  Depender del empleo público tiene las consecuencias ampliamente conocidas de ineficiencia, déficit público para financiarlo, transferencia de recursos productivos a recursos no tan productivos, inflación para financiar el déficit, entre otras.  Adicionalmente el empleo en el sector público tiene un efecto multiplicador menor que el empleo en el sector privado

Los principales logros en la reducción de la pobreza a nivel agregado en el periodo de vigencia de los ODM (2000-2015) se debieron al crecimiento económico de China (1.350 millones de habitantes) e India (1.250 millones) más que a los ODM mismos.  Para ponerlo en contexto: son más que todo el continente de América (950 millones), la Unión Europea (500 millones), y toda el África Subsahariana (800 millones) juntos.  A veces se pierde vista lo que quieren decir China y la India. La reducción de la pobreza fue principalmente consecuencia del crecimiento del empleo en el sector privado en estos dos países

Es cierto que en otros países las transferencias del sector público contribuyeron a una mejora en las estadísticas sobre los niveles de pobreza, pero las preguntas que hay que hacerse en este caso son: ¿Basta la transferencia de dinero para resolver el problema de la pobreza, que es algo multidimensional, que no es solo un problema de ingresos diarios? ¿Son fiscalmente sostenibles en el largo plazo estas transferencias? ¿Qué hacen las familias cuando se gradúan de los programas para mantener el nivel de vida? ¿Y los pobres que no tienen niños?

2.      El sector privado juega un papel fundamental en la creación de empleo productivo, sostenible, en la generación de riqueza (y no nos referimos a la riqueza de sólo algunos a través de remuneraciones exorbitantes).  Pueden jugar un papel mucho más clave en el desarrollo económico y social que las acciones puntuales que se pretenden estimular en apoyo de los 17 ODS y sus 169 metas, analizadas en las dos primeras partes de este artículo.  Aun cuando queramos apelar al sentimiento de solidaridad y de responsabilidad ante la sociedad de las empresas, hay que recordar que las mueven motivos económicos, no solamente para sobrevivir y seguir siendo empresas sino para poder competir en mercados cada vez más competitivos.

Es el crecimiento económico de las empresas el que puede crear empleo, que es el principal antídoto contra la pobreza y fuente de dignidad para el ser humano.  Claro está que esto debe ir en paralelo con esfuerzos para que ese trabajo sea digno, tratando al empleado como persona, no como insumo en la producción, no como “mano de obra” o “recurso humano” al mismo nivel que los recursos financieros o la materia primaLos beneficios son un elemento regulador de la vida de la empresa, pero no el único; junto con ellos hay que considerar otros factores humanos y morales que, a largo plazo, son por lo menos igualmente esenciales para la vida de la empresa (Juan Pablo II en Centesimus Annus).

El objetivo 8: Empleo digno y crecimiento económico: Promover un crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, un empleo pleno y productivo, y un trabajo digno para todas las personas, pareciera que cubre estas necesidades, pero lo hace pidiendo que se cree más empleo a través del crecimiento económico, pero no se preocupa de cómo y quién va a crear ese empleo ni de cuáles son las condiciones necesarias para esa creación de ese empleo.

Algunos componentes del entorno o clima de negocios ya están considerados en otros ODS, por ejemplo en el número 9, Innovación e Infraestructuras, donde hay metas referidas a la provisión de “infraestructuras fiables, sostenibles, resilientes y de calidad”, supuestamente bajo la responsabilidad  de los gobiernos, y a la mejora del acceso de las PyMES al financiamiento, supuestamente a cargo del sector financiero público y privado.  Este acceso también es un ejemplo paradigmático de la problemática que enfrenta el sector privado.  El sector financiero quiere financiar a las empresas (si los gobiernos no acaparan el crédito disponible), es su negocio, pero para ello deben encontrar empresas que tengan proyectos de inversión que sean factibles, rentables, responsables, y para esto es clave el entorno de negocios en que operan las PyMEs. Si encuentran un entorno donde es complejo constituirse y expandirse, donde existen serios obstáculos burocráticos y no existe un ecosistema de apoyo para su desarrollo (incubadoras, servicios de asistencia, mercados financieros, políticas públicas, infraestructura, educación, etc.) será muy difícil que creen empleo, prosperen y contribuyan al desarrollo económico.  Los gobiernos tienen la responsabilidad de contribuir a desarrollar ese ecosistema. [1]

Los 17 ODS actuales tienen el denominador común de pedir al sector privado que haga cosas pero no se preocupan de lo que puedan necesitar para hacerlo. En principio pareciera que los ODS están dirigidos a los gobiernos pero estos no ofrecen colaboración para el desarrollo del sector empresarial.  Se espera que sea la iniciativa de las empresas la que contribuya al logro de los ODS.  Y muy posiblemente sea así pero vista la discusión anterior es necesario que los gobiernos faciliten la operatoria de las empresas para que estas puedan ir mas allá de acciones puntuales, separadas y contribuyan al crecimiento económico y el empleo.  Para el desarrollo sostenible no basta con la acción gubernamental ni basta que la participación del sector empresarial se reduzca a actividades de responsabilidad social.  Y la única vez donde se menciona la palabra “empresa” (aparte de dos menciones a PyMEs) en las 169 metas es en la meta 12.6 que dice: “Alentar a las empresas, en especial las grandes empresas y las empresas transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles e incorporen información sobre la sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes”.  ¿Es suficiente?  Obviamente que no.  Las empresas pueden y deben hacer mucho más.

Una propuesta:  El nuevo Objetivo 18

No hemos discutido en este artículo todos los aspectos de un clima de negocios conducente, con el objetivo de mantenerlo en una dimensión razonable, sin embargo la siguiente propuesta está basada en tal análisis y esperamos que se explique por si sola.[2] [3]

Objetivo 18: Promover el desarrollo de un clima de negocios conducente a la operación de las empresas para que puedan contribuir al logro de los 17 objetivos precedentes.

Meta 18.1: Reducir obstáculos a la creación, operación y disolución de empresas de acuerdo a la mejores prácticas internacionales, en los aspectos laborales, comercio doméstico e internacional, inversiones y respeto a los derechos de la propiedad privada y promover un ecosistema que apoye el desarrollo de las PyMEs.

Meta 18.2: Fortalecer las instituciones del sistema regulatorio de la actividad empresarial para que operen con mayor efectividad y eficiencia, en particular tomando en cuenta los costos y beneficios de las regulaciones.

Meta 18.3: Fortalecer el sistema jurídico y los sistemas de resolución de disputas para que las empresas tengan acceso a una justicia imparcial, eficiente en términos de costo y tiempos y efectiva en términos la resolución de los casos.

Meta 18.4: Preparar e implementar planes nacionales que garanticen la protección, respeto y remediación de los Derechos Humanos por parte de las empresas, en particular adecuando las legislaciones y regulaciones a las mejores prácticas internacionales.

Meta 18.5: Adecuar los códigos criminales para establecer penas personales a quienes cometan delitos como parte de sus actividades dentro de las empresas.

Meta 18.6: Coordinar los marcos legales entre los países para reducir la elusión fiscal, en particular la localización de ingresos y gastos, transacciones financieras entre empresas relacionadas y los precios de transferencia por bienes y servicios.

Nótese que no se pide el otorgamiento de incentivos especiales para las empresas, se trata en todos los casos de mejorar el clima de negocios para la empresa.  Nótese además las metas son balanceadas, piden un mejor clima de negocios pero también incluyen el fortalecimiento de los instrumentos de control y del sistema de administración de justicia.  Y el lector habrá notado que no hay metas referentes a la obligatoriedad de la RSE, más allá del fortalecimiento de los esquemas regulatorios y el respeto a los DDHH, porque la RSE no es ni voluntaria, ni obligatoria, ni es ir más allá o más acá de la ley, es un criterio para la gestión empresarial que depende del contexto de la empresa y de su entorno. Tampoco se menciona el tema de corrupción ya que está cubierto en la meta 16.5.

Lo crítico para la operatoria de las empresas es el tener las reglas de juego claras y estables y es lo que pide este Objetivo 18 y sus 6 metas.

¿Son este objetivo número 18 y sus 6 metas utópicos?  Son tan utópicos como los otros 17 y 169 respectivamente.

Y esto tendría el beneficio colateral de tener 18 ODS y 175 metas que son números más atractivos que 17 y 169.

Y ya hay un precedente del olvido del sector privado en el diseño de objetivos de desarrollo.  El Pacto Mundial descubrió después de algún tiempo que se le había olvidado el tema de corrupción en los 9 Principios originales y lo añadió como Principio número 10, lo que también los hizo un número redondo.




[1] Para una descripción del ecosistema para la operación de las empresas ver el artículo Empleo y emprendimiento como responsabilidad social de las empresas (pgs. 24-29).

[3]  Un buen esquema ora el diseño de políticas de inversión privada conducente al desarrollo sostenible se puede ver en Investment Policy Framework for Sustainable Development publicado en febrero del 2016 por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.

lunes, 22 de febrero de 2016

Un mal cliché sobre la RSé


Para referirse a la RSE se han popularizado recientemente frases relativamente simples y gráficas, clichés, [i] como por ejemplo  “No me digas qué haces con tus ingresos. Dime cómo los obtienes u otra frase semejante como “RSC no va de cuánto se dona, sino de cómo se ingresa.  Se quiere referir al hecho de que la forma cómo se obtienen los ingresos  es más importante que si se dedican a “hacer cosas”, en particular filantropía, a nombre de la RSE.  Pretende mostrar una visión holística de la empresa. 

Es una de esas citas que resultan atractivas y se repiten fácilmente, como lo pueden ser dichos populares como  “Dime con quién andas y te diré quién eres”.  Si bien la frase puede resultar atractiva es lamentablemente incompleta y engañosa.  Para la empresa “ingresos” son la primera cifra del estado de rendimientos (de ganancias y pérdidas) e incluye solamente una pequeña parte de todas actividades de la empresa y sus interacciones con la sociedad y el medio ambiente (diseño del producto, compras, producción, gestión, ventas, etc.),

Para subsanar esta deficiencia, algunos cambian la palabra “ingresos” por “beneficios”.  “No me digas qué haces con tus beneficios. Dime cómo los obtienes.”  Esta versión tiene la ventaja de que habla de la última cifra del estado de ganancias y pérdidas “beneficio neto” y como tal es el resultado de todas las actividades de las empresas, ingresos y costes de todo tipo.  Visto así el beneficio es el resultado de todas las actividades de la empresa y de esta manera la cita podría interpretarse como que pide que todo el proceso de generación de beneficios sea llevado a cabo responsablemente.

Pero también esta versión “mejorada” tiene serias deficiencias desde el punto de vista de la visión  avanzada de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad.  Ignoraría todas las actividades que no se reflejan en las ganancias de la empresa, en el período en el cual se habrían medido. Tiene el problema de que refleja cortoplacismo (pasado y presente) lo cual es un enemigo de la visión de largo plazo requerida por la RSE.  Y lo más importante, tiene la connotación, nefasta para el futuro de la RSE, de implícitamente referirse a lo cuantificable, cuando cada día hay más consenso de que en la RSE “no todo lo que cuenta se puede medir”.[ii]  Un ejemplo simple: los sueldos, salarios y beneficios del personal se ven reflejados en los beneficios netos y según la cita su gestión forma parte de la responsabilidad empresarial, pero la motivación y satisfacción del personal no están reflejadas en los beneficios. ¿No cuentan? ¿No son relevantes para su responsabilidad social? Otro ejemplo, la producción de la empresa es intensiva en el consumo energético que, dada la fuente de energía (diésel o carbón), es intensiva en emisiones de gases efecto invernadero y contaminación ambiental.  El costo de la energía está reflejado en los beneficios de la empresa. ¿Pero está el daño a la sociedad en términos de salud, impacto de desastres naturales, etc. reflejado en los beneficios?  ¿No es relevante para la responsabilidad de la empresa ante la sociedad?

Estas sobre simplificaciones, formularias, son atractivas, pero contraproducentes y reflejan una visión relativamente tradicional de la RSE

Muy posiblemente el lector dirá que ni se había cuenta de todo ello y que todo esta discusión es hilar demasiado fino.  Puede ser así, pero el problema de la RSE es este, que sobre simplificamos las cosas, que hay una confusión sobre cual es esa responsabilidad, dando lugar a críticas de parte de la sociedad de que “eso no es la verdadera responsabilidad de la empresa”.  Ello no es conducente a un entendimiento de esa responsabilidad.

Y, ¿cuál es la responsabilidad de la empresa ante la sociedad?: La gestión, asumiendo responsabilidad, por los impactos actuales, positivos y negativos sobre la sociedad y el medio ambiente, y por los que quiere tener. [iii]

¿Y si queremos decirlo en una frase igualmente sencilla?  Entonces podemos decir “No me digas que haces con tus recursos. Dime como los gestionas” (pero entiéndase que “recursos” se  refiere a los tangibles e intangibles).

Pero en la RSE es muy arriesgado simplificar.




[i] Según la RAE: “Lugar común, idea o expresión demasiado repetida o formularia.”

[ii] Ver mis artículos  ¿Cuánto vale tu madre?: Relevancia versus medición y  No todo lo que se puede contar cuenta, ni todo lo que cuenta se puede contar, que es también una frase populachera pero que refleja la realidad de la responsabilidad empresarial y que para que le presten más atención es atribuida a Einstein.

domingo, 14 de febrero de 2016

Fútbol, género y la responsabilidad ante la sociedad


¿Qué tiene que ver la responsabilidad ante la sociedad del futbol con la igualdad de género? Aun cuando haremos una breve introducción al futbol femenino, el objeto de este artículo es analizar la responsabilidad ante la sociedad de los equipos de futbol profesional de alto nivel en el respaldo al futbol femenino (una buena oportunidad de combinar mis dos pasiones: el futbol y la RSE).

El 11 de febrero el New York Times publicó un artículo muy inusual para ese periódico, sobre el futbol femenino, en particular sobre Italia, destacando que el único equipo de la Serie A que tiene equipo de fútbol femenino es la Fiorentina (In Italy a top club stands alone in supporting womens soccer) y lamentando el poco apoyo que ese fútbol tiene en el país.[i] [ii]

Su lectura me dio que pensar sobre porqué hay tan pocos equipos de futbol profesional del más alto nivel que tienen un equipo femenino.  Gran parte del argumento es de que ello no es rentable, que hay poco interés de parte del público en general sobre el futbol femenino.  Hay algunas notales excepciones, sobre todo en el Reino Unido donde grandes equipos como el Arsenal, Chelsea, Manchester City y Liverpool los tienen, y no se limita a los equipos de la Premier League, también lo tienen equipos de categorías inferiores (¿y el Manchester United? Bien, gracias).  En Francia, el Lyon femenino es más exitoso que el masculino y gana Champions tras Champions femenina.  En Alemania lo tienen el Bayern, Leverkusen, Hoffenheim y el Wolfsburg (lo que puede explicar el gran éxito que tienen en los mundiales femeninos).  En España también hay considerable apoyo, lo que se está traduciendo en un papel destacable de la selección a nivel internacional.  La Primera División tiene equipos como el Barcelona, el Athletic, el Atlético, Valencia, Rayo Vallecano,  Real Sociedad, Espanyol, entre otros.  ¿Y el Real Madrid? Bien, gracias.  Pero más allá de los ricos y poderosos, son muy pocos los que promueven el futbol femenino.  Y en EEUU el deporte más practicado por los niños y jóvenes no es el baseball ni el fútbol americano, ni el baloncesto, es el soccer, sobre todo entre la población femenina, lo que explica en también buena parte el éxito del país en los mundiales femeninos.

Pero ¿qué tiene que ver el futbol femenino sobre la responsabilidad ante la sociedad de los equipos de futbol masculino?  ¿Qué pueden/deben hacer estos equipos para promover la igualdad de género?  ¿Poner mujeres en los equipos de futbol masculino?  ¿Dar descuentos a las mujeres para que vayan al fútbol?  ¿Contratar más “secretarias”?   

Un buen ejemplo de la miopía sobre la “igualdad de género” en el futbol es el caso de EEUU donde un gran número de los programas de análisis y comentarios sobre futbol son liderados por mujeres para aparecer incluyentes.  Lamentablemente muchos comenten el gran error de “usar” a las mujeres, “exhibiéndolas” en vestidos ajustados, escotes reveladores, y físicamente atractivas a la audiencia mayormente masculina.  Pero nada tan procaz como el escote de la presentadora del Balón de Oro 2016 (los hombres no prestaban atención a los premiados y me imagino ya a algunos de mis lectores buscándolo en YouTube).  Responsabilidad ante la sociedad mal concebida y mal ejecutada.

Salvo en contadas excepciones el futbol femenino puede ser financieramente autosuficiente.  Pero ¿es esto un argumento válido para que los equipos de las máximas categorías no tengan equipos femeninos?  Esta pregunta suscita la comparación con la responsabilidad de las empresas ante la sociedad.  ¿Se debe asumir esa responsabilidad solo cuando es rentable?  Poco a poco la sociedad está llegando al consenso de que si bien la demostración de la rentabilidad de la responsabilidad es un buen argumento para convencer a los dirigentes escépticos de ser responsables, no es el único argumento ( ¿Responsable solo si es rentable? ).

Los equipos profesionales dependen del apoyo de la comunidad (nótese el sentimiento “nacionalista” que provoca la identificación con el equipo local), de hecho muchos de ellos adoptan el nombre de la localidad para lograr esa identificación y el apoyo de sus habitantes.  Sin la comunidad no son nada. Muchos quieren hacerse sinónimos o representativos de esa localidad. Y si los equipos dependen de esa localidad, ¿no deberían retribuirla con algo más que entretenimiento en cada partido (a excepción del equipo de mi pueblo que solo nos da penas)?  Una excelente manera de retribuir es con el apoyo al fútbol femenino.  Si el masculino es rentable y el femenino no lo es, miremos el agregado.  Y si no, que lo vean como filantropía estratégica. Y esto no es solo para equipos de élite.

Aparte del impacto que puede tener sobre la imagen (no uso el término “reputación”, lamentablemente en el entorno actual la reputación se gana a base de ganar partidos) del equipo masculino al tener uno femenino hay poderosas razones para suponer que ello es parte de la responsabilidad de esos equipos ante la sociedad. 

El futbol femenino rinde dividendos no financieros para la sociedad contribuyendo al desarrollo del carácter de las niñas y jóvenes que lo juegan, desarrollan el sentimiento de pertenencia, de autoestima (yes, we can!), de cohesión social dentro de la comunidad, de equipo, del sentimiento de igualdad que la sociedad necesita para su desarrollo.  Se desarrollan “role models”, personas a imitar,  que tan importantes son para el desarrollo de la juventud.

Desgraciadamente muchos equipos masculinos ven el apoyo de la localidad en función de la población masculina.  Pero la localidad está compuesta de hombre y mujeres y los hombres no existirían sin las mujeres ( y las mujeres tampoco sin hombres, trabajemos juntos).


[i] Me interesó mucho más por el hecho de ahora vivo en Florencia y a unos metros del estadio de la Fiorentina.

[ii]  El lector interesado puede ver mis comentarios en el artículo del NYTimes.

lunes, 8 de febrero de 2016

Estudios recomendados sobre RSE


Disculpas si todos son en inglés. Demuestra el retraso que tenemos en investigación y diseminación sobre RSE en español.

Sustainability Disclosure: Getting Ahead of the Curve, Deloitte: Análisis de la importancia de la información sobre sostenibilidad y de las tendencias recientes sobre su oferta y demanda.

A Practical Guide to Venture Philanthropy and Social Impact Investment, European Venture Philanthropy Association: Destilación de buenas prácticas para instituciones dedicadas a la filantropía emprendedora y la inversión de impacto, incluyendo medición de impacto, estrategias de salida, respaldo no financiero y aprendizaje de casos fallidos.

Putting a Price on Carbon: Reducing emissions, World Resources Institute: Exhaustivo análisis de la efectividad y necesidad de ponerle un precio al carbono (vía impuestos o vía comercio de permisos de emisiones) para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

SDG Industry Matrix: Financial Services, Global Compact: Análisis de las posibilidades de las instituciones financieras en contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, incluyendo decenas de ejemplos.

ESG and Corporate Financial Performance: Mapping the global landscape, Deutsche AWM: Análisis de los resultados de más de 2.000 estudios sobre la relación entre la responsabilidad empresarial y el rendimiento de las acciones de las empresas.

The Sustainability Yearbook 2016, RobecoSAM: Resultados de la evaluación de la sostenibilidad de mas de 2.000 empresas.  Aunque la hace la misma institución de evalúa las empresa para el Dow Jones Sustainability Index, es una evaluación menos rigurosa y que incluye mas empresas.

Creating Value: Integrated Reporting <IR> and Investor Benefits, International Integrated Reporting Council: Descripción de los beneficios de reportar de acurdo al esquema de Informes Integrados del IIRC para atraer inversionistas.  Un poco de propaganda del IIRC, autores del estudio.