I.
Introducción
En este artículo,
dividido en tres partes debido a su extensión analizaremos el espectro del activismo de los líderes empresariales. Analizaremos los antecedentes, el entorno en
que se desenvuelve ese activismo y las razones para hacerlo, los detalles del
qué, cómo, dónde y cuándo se puede/debe desarrollarse ese activismo y finalmente
discutiremos las implicaciones para España y los países de América Latina (para
ahorrar espacio llamaremos al conjunto de estos países como EAL) y los
resultados de una breve encuesta efectuada entre interesados en el tema sobre
la situación en esos países. El objetivo
de este artículo es despertar el interés entre los CEO de estos países sobre su
posible contribución a la sociedad vía su participación en temas cruciales para
su desarrollo.
El activismo de los máximos dirigentes
empresariales (Presidentes en América Latina, Consejeros Delegados en España,
que para simplificar llamaremos CEO) en temas sociales y ambientales es un tema
relativamente novedoso, que
ha adquirido mayor interés por parte de los CEO y los medios en los últimos
5-10 años como consecuencia de la preocupación de los gobiernos y de la
sociedad en aspectos como el cambio climático y la desigualdad social, entre
otros. Además de ser una preocupación,
en muchos casos a título personal, es una extensión natural de la asunción por
parte de las empresas de su responsabilidad ante la sociedad y del papel crítico
que los líderes empresariales juegan en ello, por lo que la temática abarca
todos los asuntos que afectan directa o indirectamente a la empresa en
particular, a las empresas en general y a la sociedad donde operan.
Con la ubicuidad
de la información, con algunos casos notorios de irresponsabilidad empresarial y
con el surgimiento de nuevas generaciones que han crecido en un entorno de
mayor concientización social y ambiental,
las expectativas de la sociedad sobre el papel de las empresas y de sus líderes
están cambiando. Y con las presiones
de los stakeholders y la concientización
de los dirigentes también las empresas son cada día más conscientes de que su
papel va más de producir productos, dar empleo, pagar impuestos, etc. Todo esto está llevando además a que los
líderes empresariales, más allá de las acciones a nivel de empresa, intervengan
en el debate público sobre aspectos de preocupación para la sociedad.
Se ha agudizado
el interés por muchos temas, diferentes en diferentes países pero muchos son
comunes, con mayor o menor impacto en las diferentes empresas y la sociedad: desigualdad por género (brecha salarial,
avance) inmigración, discriminación, cambio climático, contaminación, agua, educación,
desigualdad social (pobreza, aporofobia), abusos (sexuales, trabajo infantil,
trabajo esclavo), desempleo juvenil, precariedad laboral, violencia doméstica, callejera
y policial, acoso, corrupción, racismo, xenofobia, y adicionalmente, pero
mayormente de preocupación en EE.UU. la disponibilidad de armas de asesinato
masivo y la orientación sexual (homosexualidad, transexualidad). Como puede verse, la lista de temas que
potencialmente ameritan la atención de los CEO es extensa.
Pareciera a primera vista que en estos temas debería
haber consenso en la sociedad, gobiernos y empresas, pero por la polarización
que se ha desarrollado en el entorno es mucho más difícil lograrlo. No todos están de acuerdo con la igualdad
racial, con la aceptación de los inmigrantes (sobre todo de otras culturas), no
todos están de acuerdo con la igualdad salarial, no todos aceptan las
diferentes orientaciones sexuales, no todos aceptan el mismo grado de
protección al medio ambiente, no todos comparten la preocupación con la
pobreza, etc. Estas diferencias suelen
están alineadas con las orientaciones políticas de liberales versus
conservadores, izquierda versus derecha, como comentamos más adelante.
En este artículo analizaremos el activismo de los
CEO en estos temas y a su participación en actividades relacionadas con
políticas públicas nacionales y supranacionales pertinentes y en su gobernanza
internacional. No nos referiremos al activismo a través del cabildeo
(lobby) para favorecer los intereses de su empresa no porque no sea crítico
para la sociedad, lo es y mucho, pero nos distraería la atención. No comentaremos sus intervenciones en
política partidista, pero si haremos un breve análisis de cómo ello afecta sus actuaciones
ya que no se pueden divorciar del entorno en que se desenvuelven. En general comentaremos el activismo del CEO
como empleado de la empresa y sólo de pasada al caso de los CEO que son dueños
o grandes accionistas de la empresa, los cuales enfrentan otro tipo de retos y
riesgos.
En esta década se ha producido una tendencia hacia
el populismo, nacionalismo, localismo, “parroquialismo” y hasta el tribalismo (grupos con algunas características
comunes) en muchos países de Europa y EE.UU., en buena parte por el desengaño ante
los esperados beneficios del crecimiento económico y la globalización que no se
han producido y que no han beneficiado a grandes sectores de la población. Se ha producido simultáneamente una
desconfianza en las instituciones tradicionales, incluyendo empresas y gobiernos,
que alimenta estas tendencias hacia esos
-ismos. Se ha agudizado otro -ismo, el
egoísmo, y se ha puesto de moda la pregunta “como me afecta a mí (o a mi grupo)
esto”.
Estos fenómenos
han exacerbado las diferencias en la sociedad con una creciente polarización y
una tendencia a solo querer escuchar las
opiniones de personas y medios que coinciden con la nuestra, agudizando las
diferencias en las opiniones y dificultando el consenso. Estas tendencias son menos pronunciadas en la
mayoría de los países de América Latina, en parte porque ya han superado en
buena medida las tendencias populistas y solo permanecen polarizaciones en
algunos aspectos de interés doméstico muy puntuales.
Este entorno polarizado hace que las opiniones de
los CEO en algunos de estos temas sean más controversiales de lo que habrían
sido en el pasado y conlleven más riesgos, sobre todo porque se suelen salir del
ámbito tradicional de la actuación empresarial. Es solo
en años recientes en que el CEO opina abiertamente sobre estos temas, muchos de
ellos controversiales, de forma abierta, y exponiendo su nombre al escrutinio
público. Claro está que su nombre estará
asociado al de la empresa, se le conoce por ello, pero se expone a título
personal porque la atribución de la opinión no es a la empresa, sino a la
persona que la emite. Puede ser que sea
la posición oficial de la empresa, pero no se expresa como tal.
Tradicionalmente los directivos lo han hecho, pero
solo en temas de muy bajo riesgo o en el contexto de sus contribuciones a su solución, como por ejemplo en
caso de desigualdades sociales al momento de hacer contribuciones filantrópicas,
ya sea a nombre de la empresa o a título personal, algunos a través de
fundaciones empresariales, modelo más común en España y algunos países de
América Latina, otros directamente o a través de fundaciones personales, modelo
más común en el mundo anglosajón.
Este activismo se
ha desarrollado mucho más en EE.UU. que en EAL, aunque no por ello se puede
ignorar en estos países. Es de esperar,
y en buena medida desear, que se difunda en cuanto pueda hacer una contribución
positiva al desarrollo de la sociedad. Por ello creemos que es importante que
en esos países se conozcan las consideraciones necesarias para actuar que
analizamos en este artículo.
¿Porque no está difundido en estos países? ¿por indiferencia ante los temas? ¿por la creencia
de que ese activismo no es efectivo? ¿por aversión al riesgo (no es problema
mío)? ¿por falta de liderazgo empresarial? Sobre esto no tenemos evidencia empírica, solamente
observación casual y la opinión de algunos expertos en RSE que respondieron a una
encuesta, lo que comentaremos en la tercera parte.
II. ¿Puede
el activismo sustraerse de la ideología político-partidista?
En principio la preocupación por los aspectos
sociales y ambientales que afectan a las empresas, y a través de ellas a la
sociedad, no deberían estar asociadas con ninguna ideología política, deberían
ser políticamente neutrales. Todos, empresas, gobiernos,
partidos, resto de la sociedad, deberían están interesados en mejorar la
condición de la sociedad, pero sobre el cómo hacerlo hay opiniones muy
diversas. Algunas ideologías políticas suelen
tener mayor preocupación por unos aspectos que por otros y a veces en
direcciones diferentes.
En general los aspectos asociados con la igualdad
social, con la no discriminación, con el respeto a las personas, con la
protección del medio ambiente, con la educación y salud para todos, entre
otros, suelen ser más afines a las ideologías a la izquierda del centro. La derecha del centro tiende a ser más
favorable al individualismo, a una menor participación del gobierno en resolver
los problemas sociales, suelen ser más tolerantes al racismo y algunos hasta promueven
la xenofobia, son menos proclives a resolver los problemas de desigualdad
social, muchos no quieren reconocer que el cambio climático puede ser causado
por las personas y empresas, prefieren priorizar los beneficios financieros
sobre los de la sociedad, entre otros aspectos.
Claro está que
hay diferencias entre los países y las diferencias ideológicas pueden ser más
pronunciadas en países como EE.UU. que en Europa y en América Latina, donde las
posiciones han sido menos radicales, aunque con el auge del nacionalismo, populismo
y otros -ismos se están radicalizando en algunos temas. Estas observaciones no deben interpretarse como juicios de valor sobre las virtudes
relativas de las ideologías políticas, solo pretenden ilustrar las relaciones
entre los temas sociales y ambientales y estas ideologías.
Estas
consideraciones afectan la política pública y por ende el quehacer de las
empresas y pueden forzar a los dirigentes a tomar una posición. En principio estos pueden ser indiferentes, pero
si bien es creciente, no es todavía una expectativa generalizada de la sociedad
el que se pronuncien, pero lo que sí es cierto es que no pueden tomar
posiciones neutras. La neutralidad sobre
estos aspectos sociales y medio ambientales, en el entorno político partidista
en que se desenvuelven las empresas, no existe.
Se puede ser indiferente, pero no neutro.
Ello complica el activismo de los dirigentes. Hay que tener cuidado de que las opiniones
no se vean en un contexto político-partidista, de lo contrario se puede
perder credibilidad además de afectar a la empresa con un segmento (político)
del mercado. En particular, los
empleados y los clientes (y otros stakeholders)
no son grupos ideológicamente homogéneos y suelen tener todo tipo de
posiciones, la gran mayoría arraigadas y habrá que considerar que las
opiniones pueden dividirlos y habrá que tomar en cuenta el impacto que aquellas
opiniones, expresadas públicamente, puedan tener sobre quienes tienen mayor
posibilidad de afectar, con sus decisiones, la situación de la empresa.
No es que hay que opinar sobre temas políticos,
pero para bien o para mal muchos de los temas de responsabilidad (lo que tiene una connotación universal)
de las empresas (lo que muchas veces tiene connotación de derechas) ante la
sociedad (que suele tener connotación de izquierdas, la palabra socialismo es
derivada de sociedad) tienen elementos políticos. Los derechos humanos, políticas de empleo y
despido, sueldos justos, medio ambiente, en particular el cambio climático y
muchos de los otros temas son más afines la izquierda política que a la derecha,
por lo que es importante mantener la discusión en el contexto de la empresa,
evitando la apariencia de intervención en temas políticos que conllevan riesgos
para la empresa.
III.
¿Deben los líderes empresariales ser
activistas?
Esto es una
decisión estrictamente personal, que depende, como todo, de las circunstancias
en que se desenvuelve el CEO y su empresa.
No hay generalizaciones posibles,
solo podemos ofrecer algunas consideraciones a tener en cuenta para esta
decisión. Mas adelante analizaremos
en más detalle el qué, cómo, cuándo, dónde y las condiciones que se deben tener
en cuenta en caso de que quiera ser activista.
De la discusión
precedente se puede deducir que en algunos casos es deseable que lo sean y que,
cada vez más, segmentos de la sociedad lo esperan. Como comentábamos, la sociedad, en especial en EAL no está
todavía tan avanzada en exigirlo y los CEO pueden ignorar muchos de estos temas,
en el corto plazo, sin consecuencias, pero ello no quiere decir que deban
permanecer indiferentes. El silencio, cuando hay aspectos fundamentales
en la discusión pública es ensordecedor, es una forma de opinión que puede ser
contraproducente, claro está que ello depende de las expectativas de la sociedad
en que opera.
Hay países donde algunos líderes empresariales son
modelos, son admirados por sus capacidades, liderazgo, emprendimiento, etc.,
pero hay otros países donde los CEO no son tan admirados, muchas veces son percibidos como que quieren
explotar a la sociedad y capturar al gobierno para sus intereses. Claro está que no se puede generalizar, hay
de todo en todas partes, pero en algunos entornos estos CEO pueden pasar desapercibidos,
de hecho, son poco conocidos por las masas pero en otros no. En general, con excepciones,
los CEO en EE.UU. suelen ser más artífices de su éxito, más admirados por lo
que han logrado, en tanto que en EAL suelen ser más el resultado de relaciones
familiares y admirados porque se han hecho ricos y poderosos. Las
expectativas de su involucramiento en la problemática social y su impacto son
diferentes en ambas regiones.
En cualquier caso, se pueden/deben involucrar por su
convicción, por sus valores personales, por sus creencias, por sus experiencias
y no necesitar presiones de nadie. Pueden usar su credibilidad, reputación,
poder de persuasión y el poder económico (algunos financian campañas de concientización, a
título personal, sobre algunos temas: medio ambiente, violencia doméstica son
buenos ejemplos) para promover la corrección de los problemas. Es su responsabilidad usar sus talentos y sus condiciones
para contribuir al mejoramiento de la sociedad.
A mayor poder, a mayor capacidad,
mayores responsabilidades.
Y si la empresa es o pretende ser reconocida como
líder en sostenibilidad, las opciones se reducen y el CEO deberá reforzar el
compromiso de la empresa con la sociedad, siendo activista, tanto por el impacto interno que pueda
tener como por el externo, por lo menos en los temas que afectan directamente a
la empresa. Aun cuando el activismo sea
a título personal, no se puede ignorar la estrecha asociación que existe entre
el CEO y la empresa que dirige, de hecho, para acentuar su efectividad querrá
aparecer como líder de la empresa, sobre todo si la empresa es ampliamente
conocida por el público y deberá considerar el efecto que tiene o quiere tener.
Jeffrey Immelt, el
ex CEO de GE, dijo “Somos también guardianes
de nuestras empresas, somos representantes de las personas que trabajan con nosotros
y, creo que somos cobardes si no
tomamos, ocasionalmente, posiciones sobre aquellos temas que son verdaderamente
consistentes con muestra misión y con los valores de nuestra gente”
Pero el
multimillonario gestor de inversiones y gran filántropo, Warren Buffett, en la
reunión anual de sus fondos en mayo del 2018, defendiendo sus inversiones en
empresas de armas, dijo: “No creo en imponer mis opiniones políticas en
las actividades de nuestros negocios”.
Si bien en EE.UU. la posesión personal
de armamento se ha tornado en una ideología política, ello afecta directamente
a la sociedad en la cual supuestamente opera. ¡Se esconde detrás de la calificación
“política” y no social!
En la segunda
parte analizaremos los detalles de la implementación del activismo, el qué, cuándo,
cómo. dónde y bajo qué condiciones se debe desarrollar.
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