domingo, 13 de mayo de 2018

Activismo de líderes empresariales. Primera Parte: ¿Deben opinar?




I.                Introducción

En este artículo, dividido en tres partes debido a su extensión analizaremos el espectro del activismo de los líderes empresariales.  Analizaremos los antecedentes, el entorno en que se desenvuelve ese activismo y las razones para hacerlo, los detalles del qué, cómo, dónde y cuándo se puede/debe desarrollarse ese activismo y finalmente discutiremos las implicaciones para España y los países de América Latina (para ahorrar espacio llamaremos al conjunto de estos países como EAL) y los resultados de una breve encuesta efectuada entre interesados en el tema sobre la situación en esos países. El objetivo de este artículo es despertar el interés entre los CEO de estos países sobre su posible contribución a la sociedad vía su participación en temas cruciales para su desarrollo.

El activismo de los máximos dirigentes empresariales (Presidentes en América Latina, Consejeros Delegados en España, que para simplificar llamaremos CEO) en temas sociales y ambientales es un tema relativamente novedoso, que ha adquirido mayor interés por parte de los CEO y los medios en los últimos 5-10 años como consecuencia de la preocupación de los gobiernos y de la sociedad en aspectos como el cambio climático y la desigualdad social, entre otros.  Además de ser una preocupación, en muchos casos a título personal, es una extensión natural de la asunción por parte de las empresas de su responsabilidad ante la sociedad y del papel crítico que los líderes empresariales juegan en ello, por lo que la temática abarca todos los asuntos que afectan directa o indirectamente a la empresa en particular, a las empresas en general y a la sociedad donde operan.

Con la ubicuidad de la información, con algunos casos notorios de irresponsabilidad empresarial y con el surgimiento de nuevas generaciones que han crecido en un entorno de mayor concientización social y ambiental, las expectativas de la sociedad sobre el papel de las empresas y de sus líderes están cambiando.  Y con las presiones de los stakeholders y la concientización de los dirigentes también las empresas son cada día más conscientes de que su papel va más de producir productos, dar empleo, pagar impuestos, etc.  Todo esto está llevando además a que los líderes empresariales, más allá de las acciones a nivel de empresa, intervengan en el debate público sobre aspectos de preocupación para la sociedad.

Se ha agudizado el interés por muchos temas, diferentes en diferentes países pero muchos son comunes, con mayor o menor impacto en las diferentes empresas y la sociedad: desigualdad por género (brecha salarial, avance) inmigración, discriminación, cambio climático, contaminación, agua, educación, desigualdad social (pobreza, aporofobia), abusos (sexuales, trabajo infantil, trabajo esclavo), desempleo juvenil, precariedad laboral, violencia doméstica, callejera y policial, acoso, corrupción, racismo, xenofobia, y adicionalmente, pero mayormente de preocupación en EE.UU. la disponibilidad de armas de asesinato masivo y la orientación sexual (homosexualidad, transexualidad).  Como puede verse, la lista de temas que potencialmente ameritan la atención de los CEO es extensa.

Pareciera a primera vista que en estos temas debería haber consenso en la sociedad, gobiernos y empresas, pero por la polarización que se ha desarrollado en el entorno es mucho más difícil lograrlo. No todos están de acuerdo con la igualdad racial, con la aceptación de los inmigrantes (sobre todo de otras culturas), no todos están de acuerdo con la igualdad salarial, no todos aceptan las diferentes orientaciones sexuales, no todos aceptan el mismo grado de protección al medio ambiente, no todos comparten la preocupación con la pobreza, etc.  Estas diferencias suelen están alineadas con las orientaciones políticas de liberales versus conservadores, izquierda versus derecha, como comentamos más adelante.

En este artículo analizaremos el activismo de los CEO en estos temas y a su participación en actividades relacionadas con políticas públicas nacionales y supranacionales pertinentes y en su gobernanza internacional.  No nos referiremos al activismo a través del cabildeo (lobby) para favorecer los intereses de su empresa no porque no sea crítico para la sociedad, lo es y mucho, pero nos distraería la atención.  No comentaremos sus intervenciones en política partidista, pero si haremos un breve análisis de cómo ello afecta sus actuaciones ya que no se pueden divorciar del entorno en que se desenvuelven.  En general comentaremos el activismo del CEO como empleado de la empresa y sólo de pasada al caso de los CEO que son dueños o grandes accionistas de la empresa, los cuales enfrentan otro tipo de retos y riesgos.

En esta década se ha producido una tendencia hacia el populismo, nacionalismo, localismo,  parroquialismo” y hasta el tribalismo (grupos con algunas características comunes) en muchos países de Europa y EE.UU., en buena parte por el desengaño ante los esperados beneficios del crecimiento económico y la globalización que no se han producido y que no han beneficiado a grandes sectores de la población.  Se ha producido simultáneamente una desconfianza en las instituciones tradicionales, incluyendo empresas y gobiernos, que alimenta estas tendencias hacia esos -ismos.  Se ha agudizado otro -ismo, el egoísmo, y se ha puesto de moda la pregunta “como me afecta a mí (o a mi grupo) esto”. 

Estos fenómenos han exacerbado las diferencias en la sociedad con una creciente polarización y una tendencia a solo querer escuchar las opiniones de personas y medios que coinciden con la nuestra, agudizando las diferencias en las opiniones y dificultando el consenso.  Estas tendencias son menos pronunciadas en la mayoría de los países de América Latina, en parte porque ya han superado en buena medida las tendencias populistas y solo permanecen polarizaciones en algunos aspectos de interés doméstico muy puntuales. 

Este entorno polarizado hace que las opiniones de los CEO en algunos de estos temas sean más controversiales de lo que habrían sido en el pasado y conlleven más riesgos, sobre todo porque se suelen salir del ámbito tradicional de la actuación empresarial.  Es solo en años recientes en que el CEO opina abiertamente sobre estos temas, muchos de ellos controversiales, de forma abierta, y exponiendo su nombre al escrutinio público.  Claro está que su nombre estará asociado al de la empresa, se le conoce por ello, pero se expone a título personal porque la atribución de la opinión no es a la empresa, sino a la persona que la emite.  Puede ser que sea la posición oficial de la empresa, pero no se expresa como tal.

Tradicionalmente los directivos lo han hecho, pero solo en temas de muy bajo riesgo o en el contexto de sus contribuciones a su solución, como por ejemplo en caso de desigualdades sociales al momento de hacer contribuciones filantrópicas, ya sea a nombre de la empresa o a título personal, algunos a través de fundaciones empresariales, modelo más común en España y algunos países de América Latina, otros directamente o a través de fundaciones personales, modelo más común en el mundo anglosajón.

Este activismo se ha desarrollado mucho más en EE.UU. que en EAL, aunque no por ello se puede ignorar en estos países.  Es de esperar, y en buena medida desear, que se difunda en cuanto pueda hacer una contribución positiva al desarrollo de la sociedad. Por ello creemos que es importante que en esos países se conozcan las consideraciones necesarias para actuar que analizamos en este artículo.

¿Porque no está difundido en estos países?  ¿por indiferencia ante los temas? ¿por la creencia de que ese activismo no es efectivo? ¿por aversión al riesgo (no es problema mío)? ¿por falta de liderazgo empresarial?  Sobre esto no tenemos evidencia empírica, solamente observación casual y la opinión de algunos expertos en RSE que respondieron a una encuesta, lo que comentaremos en la tercera parte.

II.        ¿Puede el activismo sustraerse de la ideología político-partidista?

En principio la preocupación por los aspectos sociales y ambientales que afectan a las empresas, y a través de ellas a la sociedad, no deberían estar asociadas con ninguna ideología política, deberían ser políticamente neutrales.  Todos, empresas, gobiernos, partidos, resto de la sociedad, deberían están interesados en mejorar la condición de la sociedad, pero sobre el cómo hacerlo hay opiniones muy diversas.  Algunas ideologías políticas suelen tener mayor preocupación por unos aspectos que por otros y a veces en direcciones diferentes. 

En general los aspectos asociados con la igualdad social, con la no discriminación, con el respeto a las personas, con la protección del medio ambiente, con la educación y salud para todos, entre otros, suelen ser más afines a las ideologías a la izquierda del centro.  La derecha del centro tiende a ser más favorable al individualismo, a una menor participación del gobierno en resolver los problemas sociales, suelen ser más tolerantes al racismo y algunos hasta promueven la xenofobia, son menos proclives a resolver los problemas de desigualdad social, muchos no quieren reconocer que el cambio climático puede ser causado por las personas y empresas, prefieren priorizar los beneficios financieros sobre los de la sociedad, entre otros aspectos. 

Claro está que hay diferencias entre los países y las diferencias ideológicas pueden ser más pronunciadas en países como EE.UU. que en Europa y en América Latina, donde las posiciones han sido menos radicales, aunque con el auge del nacionalismo, populismo y otros -ismos se están radicalizando en algunos temas.  Estas observaciones no deben interpretarse como juicios de valor sobre las virtudes relativas de las ideologías políticas, solo pretenden ilustrar las relaciones entre los temas sociales y ambientales y estas ideologías.

Estas consideraciones afectan la política pública y por ende el quehacer de las empresas y pueden forzar a los dirigentes a tomar una posición.  En principio estos pueden ser indiferentes, pero si bien es creciente, no es todavía una expectativa generalizada de la sociedad el que se pronuncien, pero lo que sí es cierto es que no pueden tomar posiciones neutras. La neutralidad sobre estos aspectos sociales y medio ambientales, en el entorno político partidista en que se desenvuelven las empresas, no existe.  Se puede ser indiferente, pero no neutro.

Ello complica el activismo de los dirigentes.  Hay que tener cuidado de que las opiniones no se vean en un contexto político-partidista, de lo contrario se puede perder credibilidad además de afectar a la empresa con un segmento (político) del mercado. En particular, los empleados y los clientes (y otros stakeholders) no son grupos ideológicamente homogéneos y suelen tener todo tipo de posiciones, la gran mayoría arraigadas y habrá que considerar que las opiniones pueden dividirlos y habrá que tomar en cuenta el impacto que aquellas opiniones, expresadas públicamente, puedan tener sobre quienes tienen mayor posibilidad de afectar, con sus decisiones, la situación de la empresa. 

No es que hay que opinar sobre temas políticos, pero para bien o para mal muchos de los temas de responsabilidad (lo que tiene una connotación universal) de las empresas (lo que muchas veces tiene connotación de derechas) ante la sociedad (que suele tener connotación de izquierdas, la palabra socialismo es derivada de sociedad) tienen elementos políticos.  Los derechos humanos, políticas de empleo y despido, sueldos justos, medio ambiente, en particular el cambio climático y muchos de los otros temas son más afines la izquierda política que a la derecha, por lo que es importante mantener la discusión en el contexto de la empresa, evitando la apariencia de intervención en temas políticos que conllevan riesgos para la empresa.

III.           ¿Deben los líderes empresariales ser activistas?

Esto es una decisión estrictamente personal, que depende, como todo, de las circunstancias en que se desenvuelve el CEO y su empresa.  No hay generalizaciones posibles, solo podemos ofrecer algunas consideraciones a tener en cuenta para esta decisión.  Mas adelante analizaremos en más detalle el qué, cómo, cuándo, dónde y las condiciones que se deben tener en cuenta en caso de que quiera ser activista.

De la discusión precedente se puede deducir que en algunos casos es deseable que lo sean y que, cada vez más, segmentos de la sociedad lo esperan. Como comentábamos, la sociedad, en especial en EAL no está todavía tan avanzada en exigirlo y los CEO pueden ignorar muchos de estos temas, en el corto plazo, sin consecuencias, pero ello no quiere decir que deban permanecer indiferentes.  El silencio, cuando hay aspectos fundamentales en la discusión pública es ensordecedor, es una forma de opinión que puede ser contraproducente, claro está que ello depende de las expectativas de la sociedad en que opera. 

Hay países donde algunos líderes empresariales son modelos, son admirados por sus capacidades, liderazgo, emprendimiento, etc., pero hay otros países donde los CEO no son tan admirados, muchas veces son percibidos como que quieren explotar a la sociedad y capturar al gobierno para sus intereses.  Claro está que no se puede generalizar, hay de todo en todas partes, pero en algunos entornos estos CEO pueden pasar desapercibidos, de hecho, son poco conocidos por las masas pero en otros no. En general, con excepciones, los CEO en EE.UU. suelen ser más artífices de su éxito, más admirados por lo que han logrado, en tanto que en EAL suelen ser más el resultado de relaciones familiares y admirados porque se han hecho ricos y poderosos.  Las expectativas de su involucramiento en la problemática social y su impacto son diferentes en ambas regiones.

En cualquier caso, se pueden/deben involucrar por su convicción, por sus valores personales, por sus creencias, por sus experiencias y no necesitar presiones de nadie. Pueden usar su credibilidad, reputación, poder de persuasión y el poder económico (algunos financian campañas de concientización, a título personal, sobre algunos temas: medio ambiente, violencia doméstica son buenos ejemplos) para promover la corrección de los problemas.  Es su responsabilidad usar sus talentos y sus condiciones para contribuir al mejoramiento de la sociedad.  A mayor poder, a mayor capacidad, mayores responsabilidades.

Y si la empresa es o pretende ser reconocida como líder en sostenibilidad, las opciones se reducen y el CEO deberá reforzar el compromiso de la empresa con la sociedad, siendo activista, tanto por el impacto interno que pueda tener como por el externo, por lo menos en los temas que afectan directamente a la empresa.  Aun cuando el activismo sea a título personal, no se puede ignorar la estrecha asociación que existe entre el CEO y la empresa que dirige, de hecho, para acentuar su efectividad querrá aparecer como líder de la empresa, sobre todo si la empresa es ampliamente conocida por el público y deberá considerar el efecto que tiene o quiere tener.  

Jeffrey Immelt, el ex CEO de GE, dijo “Somos también guardianes de nuestras empresas, somos representantes de las personas que trabajan con nosotros y, creo que somos cobardes si no tomamos, ocasionalmente, posiciones sobre aquellos temas que son verdaderamente consistentes con muestra misión y con los valores de nuestra gente

Pero el multimillonario gestor de inversiones y gran filántropo, Warren Buffett, en la reunión anual de sus fondos en mayo del 2018, defendiendo sus inversiones en empresas de armas, dijo: “No creo en imponer mis opiniones políticas en las actividades de nuestros negocios”.  Si bien en EE.UU. la posesión personal de armamento se ha tornado en una ideología política, ello afecta directamente a la sociedad en la cual supuestamente opera. ¡Se esconde detrás de la calificación “política” y no social!

En la segunda parte analizaremos los detalles de la implementación del activismo, el qué, cuándo, cómo. dónde y bajo qué condiciones se debe desarrollar.


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