sábado, 15 de abril de 2023

Consumo responsable. Segunda parte: Greenwashing y su posible regulación.


 

Puedes engañar a todo el mundo algunas veces. Puedes engañar a algunos todas las veces.

Pero no puedes engañar a todo el mundo todas las veces.

Abraham Lincoln

 

En la primera parte de este artículo, ¿Incorporan los consumidores la responsabilidad empresarial en sus decisiones de compra? consideramos en que medida los consumidores incorporan la responsabilidad empresarial en sus decisiones de compra, para lo cual analizamos los resultados dudosos de recientes encuestas y los pusimos en el contexto de la realidad del mercado. En esta segunda parte consideramos los resultados de un estudio sobre la práctica del greenwashing para influenciar a los consumidores, analizamos los resultados de una encuesta entre dirigentes empresariales, con resultados muy interesantes, sobre sus razones y responsabilidades por el greenwashing y pasamos revista a las propuestas de Comisión Europea para combatirlo.

Con esto completamos el circuito de las cuatro partes involucradas. En la primera parte analizamos los consumidores y en esta segunda parte consideramos una organización de control de la sociedad civil, las opiniones de los mismos dirigentes empresariales y los esfuerzos de reguladores.

I.                ¿Y es confiable la información que reciben los consumidores?

Los principales obstáculos para la incorporación de la responsabilidad de las empresas y de sus productos y servicios en las decisiones de compra son: (1) la voluntad de los consumidores de hacerlo y, (2) en el caso que quererlo hacer, la disponibilidad de información sobre esa responsabilidad. El primero a su vez tiene dos aspectos, la diseminación por parte de las empresas y, aun cuando esté disponible, la voluntad de los consumidores de buscarla. Y el segundo lo podemos subdividir en dos obstáculos: la dificultad de obtenerla y su confiabilidad.

  • Voluntad de los consumidores:
    • De informarse;
    • De actuar en consecuencia.

  • Información sobre la responsabilidad empresarial:
    • Disponibilidad;
    • Confiabilidad.

Por estas razones no es de extrañar que esa incorporación deje mucho que desear.  Si se quiere intensificar se deben hacer esfuerzos para vencer esos obstáculos, vía la diseminación de la información sobre responsabilidad y su confiabilidad, y la concientización de los consumidores para que se informen y actúen. 

En esta sección solo consideraremos la (des)confiabilidad de la información, vía el greenwashing.

La ONG Changing Markets Foundation llevo a cabo un estudio, Feeding us Greenwash (Alimentándonos con greenwashing) sobre la prevalencia del greenwashing ambiental en la industria alimenticia, que al constituir compras generalizadas por todos los consumidores es ilustrativo del potencial impacto sobre el consumo. [1]

La portada es muy mordaz ya que la industria de la ganadería, carne y leche, es una de las principales emisoras de gases de efecto invernadero, con el 15% de las emisiones totales, seis veces más que la industria de la aviación.

Este estudio calificó el greenwashing como “desenfrenado” (rampant), ya sea en afirmaciones que son falsas, o en afirmaciones que son genéricas y vagas (“amigable con el medio ambiente”, por ejemplo). En el primer caso es poco probable que el consumidor las pueda verificar, en gran parte porque no tiene acceso a más información que la que la empresa proporciona, y en el caso de existir en otras fuentes, son pocos los consumidores que invierten el tiempo y esfuerzo requerido para encontrarla y son menos los que la incorporan en sus decisiones. Y en segundo caso de afirmaciones genéricas y vagas, porque muchos consumidores no analizan lo que quieren decir para el producto o servicio en cuestión y se dejan llevar por primeras impresiones.

Un gran número de los casos analizados en el estudio se refieren a la (baja)intensidad de sus emisiones y a las promesas del logro de neutralidad en carbono. En el primer caso se suelen hacer afirmaciones muy parciales para inducir a pensar que las reducciones de emisiones son generalizadas. En el segundo caso suelen ser promesas a futuro, al 2040 o al 2050, con planes muy vagos y solo conocidos parcialmente por quienes estudian estas promesas en mayor profundidad como la misma ONG que produjo el informe o empresas de consultoría especializada (como comentamos más adelante). 

Conociendo esto, algunos reguladores (la Comisión de Valores y Mercados de EE. UU., SEC, y la ISSB, productora de los estándares internacionales de reporte sobre sostenibilidad empresarial), han propuesto exigir que los planes incluyan estrategias detalladas y metas intermedias para poder verificar su logro.

Algunos ejemplos ilustrativos del greenwashing según el estudio:

  • JBS, la mayor comercializadora de productos cárnicos y una de las empresas que más contribuye a las emisiones, ha sido denunciada por la falsedad de sus afirmaciones sobre la neutralidad de emisiones (esta empresa es un caso patético sobre irresponsabilidades que hemos analizado en carios artículos [2]).
  • Nestlé es denunciada por sus afirmaciones sobre sus emisiones en Nespresso (también habíamos analizado el caso en varios artículos [3]). 
  • Saputo Arla utiliza una forma más sutil de greenwashing al incluir en sus empaques ilustraciones con vacas pastoreando. 
  • Una empresa afirma que el producto es amigable al medio ambiente porque ha reducido el empaque. No hay información sobre la responsabilidad ambiental de todo el proceso de producción y comercialización.
  • Y muchas empresas que utilizan expresiones como “amigable con el planeta”, “amigable con el océano”, “de futuro sostenible” y climate controlled”. ¿Qué quieren decir estas afirmaciones?

Y para destacar el greenwashing en las afirmaciones sobre neutralidad en emisiones baste con citar los resultados del estudio de la firma de consultoría Accenture (Accelerating Global Companies toward Net Zero by 2050), que analizó los compromisos públicos de las 2 000 empresas cotizadas más grandes del mundo y encontró que más del 34% los habían hecho, pero que el 93% no los alcanzarían a menos que redoblasen su ritmo de reducción de emisiones para el 2030. 

El estudio de Changing Markets no cubre las afirmaciones sobre el origen orgánico de los productos, a pesar de ser un tema ambiental, que es de preocupación de los consumidores, y que es de uso prevalente en la industria alimenticia y una de las mayores fuentes de greenwashing, aun incluyendo aquellos productos que obtienen una etiqueta de certificación. La denominación de orgánico y el uso de estas etiquetas es una de las preocupaciones de la Comisión Europea incluida en la propuesta de regulaciones que comentamos más adelante.

El estudio tampoco lo cubre, pero para ilustrar otra forma de greenwashing ambiental, podemos citar el caso de una empresa de extracción y refinación de petróleo que usa la palabra ECO en su nombre, con un logo con una iguana de colores. Es una forma más refinada de greenwashing.  De esta manera no hace falta hacer afirmación alguna que pueda ser disputada ya que se supone que el nombre y el logo inducen a una impresión favorable sobre su responsabilidad ambiental, por lo que escaparía la regulación de la Comisión.  Algo semejante ocurre con las ilustraciones alegóricas en los empaques.

II.             Las empresas saben que hacen greenwashing

Se publicó una amplia encuesta entre dirigentes empresariales sobre el alcance y obstáculos para la implementación de la sostenibilidad empresarial. Pero en esta nota solo comentamos lo referente a las razones del greenwashing en las empresas. Dado que refleja las opiniones de las mismas empresas, cuando lo común son encuestas con opiniones de consumidores y de organizaciones de la sociedad civil, y que los hallazgos son relativamente novedosos merece la pena comentar, aunque sea de forma breve.

La encuesta, Google Cloud Sustainability Survey 2023 (ver la Infográfica resumen), fue realizada por Harris Poll para Google Cloud a casi 1 500 ejecutivos del más alto nivel en 17 países incluyendo Brasil, México y España. Debemos destacar que los resultados se deben interpretar teniendo en cuenta que los encuestados son de grandes empresas y que 15 de los 17 son países desarrollados.

Las principales razones por las cuales los dirigentes sienten presión para exagerar sus esfuerzos:

  • Aumentar los ingresos o los beneficios.
  • Atraer clientes y consumidores.
  • Atraer talento de alto nivel.
  • Mejorar la reputación.
  • Carencia de modalidades para medir y verificar el progreso

Las cuatro primeras son las mismas que comúnmente se alegan para justificar los esfuerzos en sostenibilidad empresarial (la encuesta no revela el orden de importancia).  ¡Razones que su usan para avanzar Y falsear la sostenibilidad empresarial!

Las dos últimas reflejan una paradoja: esperar mejorar la reputación, haciendo algo no reputado, y decir que se logra cuando no se sabe si se logra.

Los resultados más destacables de la encuesta:

  • Cuatro de cada cinco dirigentes creen que las empresas son incapaces de medir efectivamente sus esfuerzos en sostenibilidad, enfrentan dificultades en comunicar verazmente sus logros y por ello los exageran. 
  • Casi tres de cada cuatro dirigentes creen que la mayoría de las empresas en su sector industrial serían encontradas culpables de greenwashing si fueran investigadas a fondo.
  • En cuanto a sus empresas, casi el 60% reconoció exageraciones o imprecisiones en el reporte de sus esfuerzos en sostenibilidad.
  • Y no es que se tomen a la ligera. Abrumadoramente creen que el greenwashing debería tener graves consecuencias (83%) y que la sostenibilidad debería ser más que un truco de relaciones públicas (88%). ¿Por qué hay tantas empresas dispuestas a tomar el riesgo del greenwashing si entienden sus consecuencias?
  • Hasta que más empresas implementen las herramientas para empoderar a sus dirigentes a medir, reportar y hacer seguimiento preciso a su rendimiento, la comunicación veraz sufrirá. La gran brecha entre el número de empresas que comunican públicamente y las que miden el logro de objetivos de sostenibilidad en conducente al greenwashing.

Y en todo hay también otra paradoja:  muchos dirigentes son sinceros al responder a la encuesta reconociendo su irresponsabilidad, al participar en el greenwashing. Y creen estar justificados en hacer greenwashing. Muchos consumidores responden a las encuestas con lo que creen que los encuestadores quieren que respondan, que son consumidores responsables, cuando no lo son, ya sea por ignorancia, desidia o por necesidad económica.

 

 

III.           ¿Y se puede/debe regular?

La Comisión Europea ha preparado una propuesta, Proposal for a Directive of the European Parliament and of the Council on substantiation and communication of explicit environmental claims (Green Claims Directive) (disponible solo en inglés) para su aprobación por el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea para combatir el greenwashing en la comercialización de productos. Se puede ver un resumen en la nota de prensa, Consumer protection: enabling sustainable choices and ending greenwashing y una excelente reseña en el artículo del periódico El País Bruselas lanza la batalla contra el ecoblanqueo de las empresas y refuerza la reparación de productos.

La propuesta cubre solamente greenwashing en la parte green, ambiental (en este caso si lo podemos traducir como ecopostureo, como recomienda la RAE [4]). Lamentablemente, una vez más, la Comisión Europea (y Changing Markets) ignora los temas sociales, como si el greenwashing fuera solo en temas ambientales. [5]

La propuesta de la Comisión es la reacción a los resultados de un estudio del 2020 que encontró que el 53.3% de las afirmaciones ambientales en la Unión Europea eras vagas, engañosas o sin fundamento y que el 49% no se pueden confirmar.

El objetivo de la propuesta es el de “proporcionar información a los consumidores que sea confiable, comparable y verificable, para competir en igualdad de condiciones con las empresas irresponsables se aprovechen de las deficiencias informativas”.

La propuesta usa como motivación argumentos y ejemplos de abusos similares a los anotados en la sección procedente por lo que nos los repetiremos. Comentamos solo uno por su intensidad de blanqueo y ser muy ilustrativo: “Camiseta hecha con botellas de plástico recicladas”. ¿Se puede hacer una prenda como esa de plástico reciclado? ¿Cuánto plástico contiene?  Si se lee con cuidado la etiqueta, se ve que solo contiene el 1%, pero la afirmación es tan genérica que induce a pensar que si no es en su totalidad, lo es en gran parte. Greenwashing en estado puro.

La propuesta contempla normas mínimas que debe cumplir la diseminación de las afirmaciones ambientales, en dos aspectos:

·       Comprobación

o   Las afirmaciones deberán estar fundadas en evidencia científica ampliamente reconocida, identificando los impactos medioambientales relevantes. [6]

o   Se requerirá verificación independiente de las afirmaciones.

o   Comparación justa: Si un producto es comparado con otro, debe basarse en información y datos equivalentes.

·       Comunicación

o   Prohibición de etiquetas que usen puntuación agregada, para evitar la compensación de buenos y malos impactos medioambientales del producto.

o   Control de la proliferación de sistemas de etiquetado de responsabilidad medioambiental (actualmente existen 230 etiquetas diferentes).  Estas etiquetas deberán ser transparentes, verificadas por terceros y revisadas regularmente.

o   Las etiquetas aprobadas y que se aprueben a nivel europeo estarán exentas.

Los Estados miembros deberán efectuar comprobaciones regulares de las afirmaciones y, en caso de constatar irregularidades, tomar las medidas punitivas y correctivas que se consideren necesarias.

La implementación de esta propuesta requerirá de tiempo y experiencia, pero es de suponer que imprimirá cautela en las afirmaciones de impacto medioambiental de los productos y, en el corto plazo, tendrá un efecto disuasorio. Será más difícil esconderse detrás de etiquetados que se compran en el mercado.

La efectividad en el largo plazo dependerá en buena medida de las reacciones de los consumidores, de las denuncias de ONG, como la citada, y de las acciones correctivas y punitivas que tomen los reguladores nacionales.

Y no hay que descontar la creatividad de las empresas y de sus consultores para la innovación …… en greenwashing. Tienen poderosos incentivos para hacerlo.

IV.           En resumen

Mientras haya empresas, o unidades en empresas, que se tengan que preocupar por lograr objetivos de ingresos o ventas de productos y servicios existirá el greenwashing. Y los dirigentes empresariales están conscientes de ello, pero siguen la corriente. Lo que la sociedad puede intentar es que cada vez tenga menos impacto.

Para ello las regulaciones, como las propuestas por la Comisión Europea son condición necesaria, pero no suficiente. Los consumidores son claves, pero, por ahora, muchos suelen ser indiferentes, ya sea por falta de información, por falta de voluntad de actuar o por estar más interesados ellos mismos en otros objetivos, como pueden ser las consideraciones de precio y calidad o la misma rutina.  En ello ayudarán las acciones de denuncia y diseminación de organizaciones de la sociedad civil. 

Pero al final del día, son las mismas empresas las que deben, por voluntad propia y no solo por las penalizaciones de los reguladores o de la sociedad, las que deben reducir el greenwashing y priorizar una de sus responsabilidades sociales más crítica: la ética y transparencia en las comunicaciones. 



[1] La Fundación mantiene un sitio con más de un centenar de ejemplos de greenwashing en las industrias de alimentos, moda y plásticos, en www.greenwashing.com 

[4] Ver la nota al pie #2 de la primera parte.

[6] Como pudimos apreciar en la sección precedente algunas empresas alegan impactos positivos genéricos (“crema solar amigable con el océano”) o de poca a ninguna relevancia para el consumo del producto.


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