Con motivo de las reuniones anuales del Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se organizó un seminario sobre
Ética y Finanzas en Washington el 12 de octubre donde un panel presento sus
visiones sobre los aspectos éticos y regulatorios del sistema financiero. La mayoría de los ponentes presentaron una
visión tradicional de las causas de la reciente crisis financiera, atribuyéndola
a la regulación y supervisión deficiente, incentivos perversos y a la avaricia
de algunos de sus integrantes. Algunos presentaron una visión del papel de
la ética personal.
El video del panel puede
verse en The Future of Finance - Session 1: Ethics and
Finance. Como el video es en inglés y dura casi dos horas en este artículo les
hago el trabajo de análisis de lo más destacable desde el punto de vista de la
responsabilidad social de las instituciones financieras. Presento mi interpretación, con mis comentarios,
de lo que dijeron y no pretende ser una transcripción fiel.
Varios de los panelistas, procedentes del
mercado financiero mantuvieron una posición relativamente técnica sobre el
diagnóstico de la crisis financiera y las posibles medidas a ser tomadas.
El caso más paradigmático de la visión
tradicional fue el de la Directora General del FMI (bajo investigación en su
país por conducta dolosa) que definió la problemática como una falta de
comprensión de los riesgos de sus acciones para el sistema y la sociedad, tanto
por parte de los reguladores y supervisores como por parte de las instituciones
financieras. Como solución a la
problemática recomendó las tradicionales medidas técnicas de fortalecer las regulaciones y los
reguladores, con independencia y recursos para llevar a cabo sus funciones, armonizar
las regulaciones a nivel global, dar entrenamiento, alinear la compensación de
los ejecutivos y operadores con los de la institución y el sistema, apoyo desde
el tope de las organizaciones, echar a los que se portan mal a pesar de que
generen mucho dinero. Al final, después
de haber escuchado las posiciones que comento a continuación mencionó la
importancia de escuchar la voz interior
que nos pide hacer el bien (“escuchar la voz de Gepetto, en Pinocho”)
Fue una posición mayormente tradicional,
técnica- mecanicista que hasta ahora ha
paliado el problema pero no lo ha resulto.
La misma receta de hace decenas
de años, que no evitó la crisis. Esto son condiciones necesarias pero no
suficientes. Todo el sistema opera a
través del comportamiento humano, con una falta de valores fundamentales, que
es lo que enfatizaron dos ponentes, Mark
Carney, Gobernador del Banco de Inglaterra (el Banco Central), y
especialmente el Reverendo Justin Welby, Arzobispo de Canterbury, el “Papa” de
la Iglesia Anglicana.
Menos mal que tuvieron la visión de invitar al
Reverendo Justin Welby, que había sido tesorero de una multinacional petrolera,
donde pudo apreciar desde dentro la operación del sistema financiero. En esas actividades sintió la llamada de Dios
para dedicar su vida al servicio de la iglesia anglicana. Fue miembro de la Banking Standards Commission del Parlamento del Reino Unido,
encargada de proponer reformas al sistema financiero de ese país, de allí que
tiene una perspectiva muy valiosa para apreciar la problemática de la ética en
el sistema financiero.
Analogó el diagnostico técnico, tradicional,
de las fallas del sistema como el que se puede hacer del hundimiento del
Titanic: “Se hundió porque le entró mucha agua”. Aquel y este diagnósticos son la
manifestación del problema. El problema
es el comportamiento irresponsable de algunos de los actores, con un
comportamiento temerario, de avaricia para maximizar los beneficios personales
en el corto plazo, sin considerar el impacto de sus acciones sobre el sistema y
la sociedad y muchas veces ni siquiera dentro de la misma institución, mirándose
el ombligo, indiferentes al mundo exterior.
Las instituciones financieras buscaban a los que tomaban más riesgos,
sin tener los controles internos o externos adecuados, con el objetivo de
obtener mayores beneficios en el corto plazo.
Cada uno por su cuenta.
Hace falta el
comportamiento ético, de la persona virtuosa, que hace el bien. no porque el no
hacerlo puede tener consecuencias, o porque hay que obedecer las reglas (que se
demostraron deficientes) o porque lo van a agarrar. Es ir mas allá de ser una persona decente a
ser una persona ética. Tener un impacto beneficioso en el mundo en que vives. Se requiere una transformación personal.
Recuperar la confianza requiere de ambición,
pero no de ambición personal sino ambición para tener impacto positivo en lo
que cada uno sabe hacer mejor, dejar una marca que contribuya al progreso de la
humanidad. Se necesita tener
impacto. “Jesucristo tenía doce
apóstoles, uno lo traicionó y los otros once lo abandonaron, pero en el largo
plazo tuvo impacto”. Su mensaje era sobre el bien de la humanidad.
Para esta trasformación
propone que los ejecutivos se tomen tiempo para meditar, para reflexionar sobre
el impacto que tienen y pueden tener, que incluyan la espiritualidad en sus
vidas (no necesariamente
alguna religión en particular). Se deben preparar líderes para el futuro. Recordó los principios Dominicos de balancear
la oración, el trabajo y el estudio, los Ignacianos de un autoexamen riguroso y
doloroso para desarrollar los valores y los Franciscanos de encontrarse y
servir a los pobres. Puede parecer
utópico pero señala la dirección para incorporar valores éticos.
El Presidente del Banco de Inglaterra, el
canadiense Mark Carney, presentó la visión más balanceada, reconociendo las
fallas regulatorias, la existencia de incentivos perversos que operan dentro de
las instituciones financieras, de maximizar beneficios tomando riesgos sin los
correspondientes controles y sin considerar el impacto sobre el sistema y la
sociedad. Pero también reconoció que
buena parte de los problemas se deben a la falta de valores de muchos
individuos, completamente divorciados del propósito de la intermediación financiera. Para muchos
es un juego donde se trata de ganar el máximo, de ganar más que el otro, sin
importar el impacto en la economía real, a lo mejor cumplir con las reglas pero
no con el espíritu. Es una cultura competitiva donde el fin justifica los
medios. Hace falta el sentido de vocación, de ser parte del sistema y de una
sociedad, que son custodios de dinero ajeno.
Una observación muy pertinente fue la que se
deben establecer responsabilidades a nivel individual, de cada persona, y el
que no las pueda absorber que se vaya.
No se debe descansar sobre la responsabilidad colectiva, de la
institución. Las responsabilidades deben
ser a título personal con castigos, de cárcel si es necesario, para los que
cometan irregularidades. No es
suficiente con ponerles multas a las instituciones. Esta era la propuesta en dos de mis artículos
(¿Es
multar a los bancos la solución? del 27 de abril 2014 y ¡Basta
de ponerles multas a los bancos! del 20 de enero del 2013)
Mi resumen
La regulación y supervisión efectivas y los incentivos adecuados (en el sentido más
amplio de la palabra, positivos y negativos, monetarios y no monetarios) ayudan, pero
la creatividad humana, sobre todo cuando hay mucho dinero de por medio, es
ilimitada y la recuperación está demostrando que no se puede regular todo,
no se pueden controlar todos los comportamiento de los individuos. Se ha demostrado años tras año que el sistema financiero teniendo mayores
recursos, mayor creatividad y mejores incentivos que el regulador al que siempre
le irá por delante.
La sobrerregulación también se podría llevar por delante la
innovación y la prestación de servicios básicos para la sociedad, podría frenar
la economía, como lo está haciendo la falta de crédito a las empresas de menor
tamaño. No podemos todos hacer de policías
para controlar el comportamiento irresponsable. Esta regulación, supervisión e
incentivos deben suplementarse con la
transformación personal, con la inclusión de valores, como dijo el Rev. Welby con un comportamiento
ético que hace el bien no porque el no hacerlo puede tener consecuencias, o porque
hay que obedecer las reglas o porque lo van a agarrar. Los
dirigentes de las instituciones financieras deben asumir las responsabilidades
a título personal y los reguladores y la sociedad deben exigírselo.
La trasformación personal puede parecer utópico
en el corto plazo, pero hay que intentarlo, poco a poco, para el largo plazo,
comenzando por el comportamiento de nuestros gobernantes, que deben dar el
ejemplo como representantes de la sociedad.
Fue, es y será una
crisis de ética,
manifestada en el sistema financiero, que por su alcance nos afecta a todos.
Composición del panel
Moderador: Sean Hagan, General Counsel and Director of the
IMF Legal Department
Mark Carney, Governor, Bank of England
Philipp Hildebrand, Vice-Chair, BlackRock, Inc.
Christine Lagarde, Managing Director, IMF
Kok-Song Ng, GIC Chair of Global Investments
The Most Reverend Justin Welby, Archbishop of Canterbury
Mark Carney, Governor, Bank of England
Philipp Hildebrand, Vice-Chair, BlackRock, Inc.
Christine Lagarde, Managing Director, IMF
Kok-Song Ng, GIC Chair of Global Investments
The Most Reverend Justin Welby, Archbishop of Canterbury