Con motivo de la promoción de las inversiones en Fondos de Inversión Responsable que se está llevando a cabo en España[1], es oportuno recordar las motivaciones por las cuales los inversionistas deberían estar interesados en estas inversiones. Josep Lozano nos lo recuerda en un artículo en su blog y en Diario Responsable que:
La ISR ha buscado legitimarse insistiendo en su rentabilidad….. Había que insistir en que eran fondos homologables desde el punto de vista de los resultados que ofrecían. Pero esto ha sido un triunfo comercial y una derrota conceptual, para decirlo rápido y a lo bruto. Porque ha comportado jugar el partido de la legitimidad en campo contrario. Ha continuado centrando el debate en la pregunta sobre quién es más rentable, como si el único criterio de que hubiera que tener cuenta para valorar una empresa (e invertir) fuera la rentabilidad.
En este artículo complemento, con algunos argumentos técnicos, lo que Lozano presenta tan elocuentemente. Yo comentaba en mi blog del 23 de abril de 2008, en la primera parte de un artículo sobre la responsabilidad y la rentabilidad (www.cumpetere.blogspot.com/2008/05/responsable-solo-si-es-rentable-segunda.html ) que se habían efectuado una gran cantidad de estudios estadísticos sobre la relación entre la rentabilidad y las prácticas responsables y que se habían encontrado resultados concluyentes en ambos sentidos (que son más rentables y que no lo son) y muchos resultados fueron no concluyentes en ninguna de las dos direcciones. Estos estudios estadísticos adolecen de grandes fallas, entre las principales son las de la determinación de la causalidad (se es rentable si se es responsable o se es responsable porque se es rentable), la de la definición de responsabilidad (cada estudio toma una práctica o un indicador imperfecto) y la de concentrarse en zonas geográficas y/o sectores.
El argumento que suele darse es que la empresa responsable corre menores riesgos, puede tener mejor productividad, puede capturar otros mercados, vender a mejores precios, en suma que DEBERIA tener una mejor rentabilidad y por ende subir su precio en las bolsas. Es posible que esto sea cierto en una empresa en particular, o con una práctica participar, como lo mostrábamos en la segunda parte del artículo (14 de mayo 2008). Pero todo esto hace una serie de supuestos implícitos que se ignoran. Para que el DEBERIA se convierta en ES, hace falta que el “mecanismo de trasmisión” de la responsabilidad en rentabilidad funcione (Capítulo 10 de mi libro, con Estrella Peinado-Vara y otros, La RSE en América Latina: Manual de Gestión, www.cumpetere.com ). Se requiere que el público inversor:
· Se entere de esas prácticas responsables
· Crea que estas prácticas son beneficiosas para la empresa
· Inviertan y aumenten la demanda sobre las acciones de esas empresas
Esto no es automático. Lo que los promotores promueven y a lo mejor creen (¿invierten ellos en estas acciones?) no es necesariamente lo que el público cree o sobre lo que actúa. A la hora de invertir su dinero pueden privar otros criterios.
Pero es que tampoco lo venden bien. Aunque la responsabilidad no se refleje en la rentabilidad a corto o mediano plazo, hay que recordar que los inversionistas interesados en estas acciones suelen ser inversionistas institucionales más que individuales, que consideran explícitamente el riesgo de la inversión. Ellos entienden de riesgo, y aun cuando el rendimiento fuera el mismo, estas acciones, por su menor riesgo pueden reducir de riesgo total de la cartera, contribuyendo a un mejor “rendimiento ajustado al riesgo”, que debe ser el criterio de inversión de estos fondos. Las adiciones a una cartera deben considerarse en función de la contribución que hacen al balance riesgo-rendimiento de la cartera, no solo al rendimiento. Acciones con el mismo rendimiento que otras, pero con menor riesgo diversificable son preferibles. En términos técnicos, estas inversiones mueven la cartera del fondo hacia la “frontera eficiente de riesgo-rendimiento”.
Estas acciones de empresas responsables no deben venderse con el argumento de que ofrecen mayores rendimientos, lo que es muy difícil de demostrar, sino que ofrecen en una menor contribución al riesgo de la cartera, incluso pueden llegar a reducirlo.
Y es que la superioridad de los rendimientos no puede demostrarse confiable y consistentemente. Como un ejemplo de la comparación de rendimiento, podemos ver el caso del Fondo del Vicio (invierte en empresas de armamento, apuestas, tabaco y licores) y el Fondo Ave María (que invierte en empresas gestionadas de acuerdo a los valores católicos, que suponemos son más responsables que los del vicio). Entre marzo del 2009 y mayo 2011 el Fondo Ave María ha aumentado de valor 2,5 veces, en tanto que el Fondo del Vicio sólo ha subido 1,8 veces. Un rendimiento del 56% superior.
Estos rendimientos dependen de muchos otros factores, entre otros de ciclo económico. Pero aun tomando en cuenta las variables pertinentes, no ha sido posible concluir, en los estudios estadísticos, que la responsabilidad conduce a mayor rentabilidad en bolsa. Ojala así fuera ………… y siempre.
Como ilustración de estas tensiones, les refiero el siguiente caso. Cuando yo era Vicepresidente del Comité de Inversiones del fondo de pensiones del BID (desde 1990 al 2007) con una cartera de unos US$US$ 2.500 millones en el año 2004, propuse que el fondo usara criterios de responsabilidad en la selección de alguna parte de sus inversiones. Mi argumento era que una institución que promovía el desarrollo debería invertir TODOS sus recursos en actividades responsables, aun cuando fueran menos rentables, lo que en esos momentos no era el caso. Usé la comparación de la rentabilidad de los fondos responsables con los del mercado como un todo, resultados que, coyunturalmente, estaban a mi favor (por ejemplo, el Vice Fund había rendido 21% sobre los tres años precedentes, en tanto que el Pax Fund, que usaba criterios de responsabilidad, había rendido 30%). También usé el argumento de que las políticas del fondo no requerían maximización de beneficios, sino “asegurar la capacidad actual y futura de cubrir sus obligaciones”. Adicionalmente, también de acuerdo a las políticas, cualquier déficit al momento de pagar las pensiones, estaba garantizado por el BID. Para mí, la decisión de la inversión responsable de los recursos de fondo de pensiones era mas que obvia.
El argumento de la oposición, que resultó ser la gran mayoría (cinco contra dos), fue que el Fondo debería maximizar los beneficios. Tenían temor de que los acusaran de no hacerlo. Lo demás era irrelevante.
Sin embargo, todo esto no quiere decir que prácticas específicas no lleven a mayor rentabilidad en una empresa en particular, como discutíamos en la segunda parte, lo que está ampliamente documentado como el argumento empresarial (o el Business case). Y aquí también recordemos que hay muchos que creen que hay que ser responsable por que sí, sin tener que demostrar que rinde beneficios. Si los argumentos morales y éticos funcionan, adelante, pero si hay que buscar otros aliados ante los escépticos o no creyentes, el argumento empresarial suele ser bueno.
Y estoy totalmente de acuerdo con Lozano cuando dice que “….a veces he echado de menos que desde la ISR se dijera algo así como: y si no somos los más rentables, ¿qué pasa? Hay más razones que justifican nuestra existencia que sólo la rentabilidad”. Y añado: Y si no las hay, estamos jodidos.
Pero como nos interesa que se expanda la ISR ya que eventualmente, cuando el “mecanismo de transmisión” funcione, estimule prácticas responsables en las empresas, mi recomendación es que hay que “aceitarlo” a través de que:
· Se incluyan obligaciones de reportar cuales son las políticas de inversión responsable en los inversionistas institucionales (fondos de inversión, fondos mutuales, etc.). Siempre tienen la posibilidad de decir que no las tienen.
· Los Principios de Inversión Responsable, PRI del Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente (PNUMA) exijan la utilización y no solo la consideración de criterios de responsabilidad a sus signatarios (ver Capítulo II.5 ¿En que se parecen algunas noticias de RSE a la realidad? en mi reciente libro Mirada Crítica a la RSE en Iberoamérica, http://www.cumpetere.com/ ). Siempre tienen la libertad de no ser signatarios.
· Se incluya la obligación de reportar las estrategias de responsabilidad de las empresas cotizadas en bolsa. Siempre tienen la posibilidad de decir que no hacen nada.
Claro está que cuando todas las empresas sean responsables, estas estrategias ya no será factor de diferenciación, ni darán ventaja competitiva. Ojalá viviera para ver ese día.
[1] Un libro que publicará la Fundación Carolina a finales de año tendrá un capítulo mío: ¿Es posible la Inversión Socialmente Responsable en América Latina?