La gran mayoría
de los que promueven la sostenibilidad en general y la adopción de prácticas
responsables en las empresas somos adultos.
La gran mayoría de los responsables del diseño de políticas, procedimientos,
incentivos regulaciones y la implantación
de medidas son también adultos.
Muchos de estos
adultos hemos crecido en un ambiente donde la sostenibilidad y la
responsabilidad empresarial no eran una prioridad. En consecuencia tenemos costumbres y serios prejuicios
sobre el cómo hacer las cosas. El caso más
paradigmático son los dirigentes empresariales, que habitan un entorno con
objetivos e incentivos que no lo priorizan, antes por el contrario, tienden a
priorizar la obtención de los mayores beneficios posibles, no tomando en cuenta
los costos que ello pueda tener sobre la sociedad y el medio ambiente, si esos
costos no les directamente imputados ya sea por regulación y sea por la sociedad
misma. Sus “externalidades” negativas
suelen ser ignoradas. El cómo se obtiene el beneficio y qué se
hace con los beneficios, que debería ser la principal preocupación de las
empresas, de su responsabilidad ante la sociedad, tiene menos prioridad que la cantidad
de los beneficios logrados.
Para tratar de
revertir comportamientos perversos hacia la sociedad y el medio ambiente se
recurre a regulaciones por parte de los gobiernos (regulación) y a las
actuaciones por parte de la sociedad civil, incluyendo consumidores, medios de
comunicación, financistas, ONGs, etc
(mercado de la responsabilidad). Superpuesto
a todo esto se encuentra la “educación”,
en el sentido más amplio de la palabra, de las partes involucradas, en particular
de los gobiernos, dirigentes y público en general. Mucha de esta “educación” es informal, indirecta, a veces inconsistente,
efectivizada a través de la diseminación de informacación sobre el estado del
planeta, las consecuencias del comportamiento de los individuos, gobiernos y
empresas, con la expectativa de que estas partes reaccionen y hagan algo para
contribuir. En algunos casos la educación es más formal,
a través de conferencias, cursos, programas educativos y publicaciones, sobre
todo en el caso de dirigentes empresariales, pero esta última llega a un grupo muy restringido de actores
en la responsabilidad.
Pero toda esta educación se ha concentrado en
aquellos adultos ya formados, que vienen con ideas preconcebidas, a los cuales
hay que transformar, cambiar el comportamiento. Esto, es
de todos conocidos, que es sumamente difícil y requiere de grandes esfuerzos. No cambiamos porque nos digan que tenemos que
cambiar. “El mayor tiempo que he perdido en mi vida es tratando de cambiarme”,
decía un filósofo de cuyo nombre no me acuerdo.
¿Pero sería más efectivo empezar más temprano? Si la sostenibilidad es un problema de largo plazo,
una carrera de fondo, ¿no sería deseable enfrentarla con un enfoque de largo
plazo? ¿No podríamos imitar el enfoque
de las religiones? ¿No deberíamos enfatizar la educación sobre sostenibilidad
cuando somos niños, cuando estamos en condiciones de aprender, cuando estamos
abiertos a nuevas ideas? De esa manera
abarcaríamos a un grupo mucho más numeroso, los que después serían dirigentes
empresariales, funcionarios públicos y líderes políticos, líderes sociales, y
todos ellos, consumidores.
¿Por qué no
enfatizamos la educación sobre sostenibilidad en la niñez y juventud, en la
escuela primaria y secundaria, mostrándoles a los niños y jóvenes los límites
del planeta, las consecuencias positivas y negativas del consumo, de sus
acciones sobre el resto de los seres humanos y el medio ambiente, de la
contribución positiva y negativa de las empresas? No se
trata de adoctrinar, pero sí de crear conciencia. A lo mejor cuando sean adultos estarán en
mejores condiciones de apreciar la problemática y tomar acciones.
Que es lo que se
está haciendo, por ejemplo, en una escuela para la élite de sociedad neoyorquina
(ver el artículo The
Transformative Potential of Sustainability Education). Pero ello no obsta para que no se pueda hacer
en todo tipo de escuelas………claro está que harán falta los recursos adecuados en
cantidad y calidad. No es trivial.
Pero antes
debemos resolver otro problema de los adultos. ¿Dónde están los maestros y profesores capaces de inculcar las ideas de
sostenibilidad, con una visión multidisciplinar. ¿Dónde están los dirigentes
educativos capaces de entender y priorizar esta problemática? ¿Dónde están los
líderes políticos que promueven las políticas públicas de sostenibilidad? En las escuelas de negocio, mayormente de
posgrado, para un grupo reducidísimo de actores, donde supuestamente estamos más
avanzados, no hemos logrado todavía, con contadísimas excepciones, integrar la
sostenibilidad y la responsabilidad ante la sociedad, más allá de algunos cursos
especializados, segmentados, desconectados (ver mis artículos Ética
y responsabilidad en las escuelas de negocios y Responsabilidad
en la enseñanza en las escuelas de negocios).
Sí, la generación de los “millenials” parece tener
más conciencia ambiental y social que las generaciones anteriores, y son
una buena esperanza, pero no podemos generalizar ni estar satisfechos. Una
cosa es decirlo y otra hacerlo.
Muchos expresan sus buenas voluntades, pero a la hora de la acción, como
todas las generaciones, no se corresponden (ver mi artículo …………..). ¿Generación
Y o Generación YO?: ¿Les interesa la Responsabilidad Social? y ¿Está
abandonando la nueva generación a la responsabilidad y la ética? Es una generación más consumista y mucho más
centrada en sí mismos y en las relaciones virtuales que las anteriores.
En España hay más
de 800.000 NINIs (jóvenes entre 18 y 24 años que NI estudian NI trabajan), que
son miembros de esa generación, alienados
de la sociedad, de los que no puede esperar mucha preocupación por la
sociedad y el medio ambiente.
El problema es de
gran envergadura y para enfrentarlo debemos tener una visión de largo plazo y
largo alcance. No podemos dejarlo al azar
como hasta ahora. Hay que hacer un esfuerzo sistemático para concientizar las nuevas generaciones y la educación
primaria/secundaria parece ser un buen sitio para empezar. ¿Se puede?
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