domingo, 28 de septiembre de 2014
¿Es la Responsabilidad social lo opuesto a la irresponsabilidad social?
En su post Antonio Argandoña (Por
qué la ética en la empresa es poco eficaz (y la RS también)) comentaba
sobre la efectividad de la ética en la empresa y decía:
“Por qué es poco eficaz nuestra predicación sobre la ética? Hay muchas
causas, claro. Pero aquí voy a fijarme en una, que, lamentablemente, tiene muy
escaso reconocimiento en nuestros días: la
falta del sentido de culpa y, consiguientemente, la falta de perdón, o mejor,
la falta de disposición a pedir perdón y a corregir nuestra mala conducta …..”
(énfasis en el
original)
Extendía esta idea a la Responsabilidad
Social diciendo:
He añadido en el título que esto vale
también para la Responsabilidad Social, esa forma “light” que para muchos
es la ética en la empresa. Porque el razonamiento es el mismo: si hasta hoy he
sido irresponsables (con mis proveedores, mis empleados, mis clientes, el medio
ambiente o la comunidad local), tendré que reconocer mi culpa, pedir perdón,
compensar (¡ay, cuánto duele esto!) y poner los medios para corregirlo.
Me pareció oportuno recoger esta frase para analizar un poco más las implicaciones sobre la RSE. Una lectura rápida de esta frase puede llevar a algunos lectores a
interpretar que la responsabilidad social de la empresa es necesaria para
corregir o revertir irresponsabilidades en las empresas, como si la responsabilidad
social de la empresa fuera el opuesto a la irresponsabilidad, de que es su
imagen, invertida, en el espejo. Como si la responsabilidad social es para exculpar pecados.
Estoy seguro que no esa no es la interpretación
que el Prof. Argandoña quiere que se le dé, pero como es posible que algunos lo
hagan he creído oportuno añadir algunos comentarios.
Solo comento esta frase ya que el artículo
me parece excelente y recomiendo su lectura.
Presenta un punto de vista sobre la ética empresarial muy poco comentado.
Da mucho para comentar su aseveración de que la RSE es una forma “light” de la ética
en la empresa. Creo que la RSE va mucho más allá de la ética pero eso en otro
artículo.
Para entender mejor la relación entre responsabilidad
e irresponsabilidad empresarial es conveniente expresar aquella como la “Responsabilidad
de la empresa ante la sociedad”, de allí que el foco se centra en la sociedad y
lo que la empresa debe y puede hacer para ella. No se puede analizar en el solo
en el contexto de “no hacer el mal”. Debemos
analizarlo en el contexto de la definición o “concepción moderna” de la
RSE.
En el artículo Como
interpretar LA definición de RSE analizábamos la definición de la Unión Europea del 2011 como la “Responsabilidad
de las empresas por sus impactos en la sociedad”, en forma pasiva, que
traducida a forma activa, “implementable”, se puede leer como “Gestión de
los impactos de la empresa ante la sociedad”, entendiendo que
la palabra “sociedad” también incluye el entorno en que ella existe: el
medio ambiente.
Del análisis de cada uno de los términos de
la definición concluíamos que la clave estaba en la identificación de los
impactos, que no debe reducirse a los que tradicionalmente tiene, malos o
buenos, sino además a los que quiere
tener, a la contribución que dentro de sus posibilidades y contexto quiere/puede
tener en el desarrollo de la sociedad, que va más allá de la ética empresarial. Algunas empresas pueden/quieren hacer poco,
otras quieren/pueden hacer muchos más. Concluíamos que:
En resumen, la empresa define quién es la sociedad para ella (que no
es toda), como la impacta y como quisiera impactarla (que no es de todo), en
consulta, si quiere (aunque debería) con esa sociedad, y como quiere y puede
gestionar estos impactos (en función de su capacidad).
La RSE es mucho más
que el opuesto de la irresponsabilidad. Es
el opuesto pero también se le añade lo que la empresa quiere/puede hacer más allá
de evitar o revertir irresponsabilidades.
Incluye además como quisiera impactar a la sociedad, el bien que quiere
hacer.
jueves, 25 de septiembre de 2014
Resultados de la encuesta sobre la publicación de un libro sobre RSE
Durante la semana del 15 de septiembre lleve
a cabo una encuesta con el objeto de recabar opiniones sobre la modalidad de
publicar un libro que estoy escribiendo sobre RSE. Fue respondido por 45
personas (¡!GRACIAS A TODOS!!). Si bien
me hubiera gustado tener más respuestas, es suficiente para mis
propósitos. No se trababa de hacer una
muestra grande para sacar inferencias estadísticas, se trataba solo de obtener
opiniones de interesados en RSE.
Había pedido que me dieran un par de minutos
de su tiempo y en efecto, tardaron entre uno y cuatro minutos en responderla,
con algunos en tiempo muy eficiente de 50 segundos.
Respuestas
En cuanto a uso de medios para el
mejoramiento profesional, solo el 35% indicó los libros, en tanto que el 48% indicó
la búsqueda en internet (números parecidos para cursos académicos y conferencias
y seminarios). Relativamente sorprendente
fue el uso de blogs para ese propósito (el mío persigue ese mejoramiento
profesional) que fue votado por el 41%. El medio menos votado fue el de las revistas
académicas (que no hay muchas y a veces más interesadas en la teoría que en la
práctica).
Sólo el 38% mencionó que compra libros en librerías,
el mayor número (57%) indicó que se los baja de internet gratis y el 34% que los compra por internet. Solo dos reconocieron que sacan fotocopias.
Las bibliotecas (¿qué son bibliotecas?) no parecen ser una fuente para
estudiar RSE.
19 de las 45 personas reconocen que no han
comprado un libro en los últimos tres años, en tanto que 13 dicen que han
comprado más de dos, 5 que han comprado dos y 8 que han comprado uno. Más de
la mitad ha comprado algún libro de RSE.
No hay que perder la esperanza.
Un poco menos de la mitad (21 de 45) han
pagado por bajarse libros electrónicos de internet. Casi todos los compraron en Amazon (supongo
que en versión Kindle), uno en ibooks y otro en Casa del Libro. No estoy seguro que todos hayan entendido que
la pregunta se refería solo a libros de RSE.
En cuanto a la compra de libros impresos, 8
de 45 admiten no comprar libros impresos. Casi la mitad dice haberlos comprado
en España (20 de 45) y los demás los compraron en los países con mayor tradición
de librerías (Argentina, 8, Colombia 7 y México 5). El resto lo compraron en
otros países.
En lo que refiere a la demanda sobre un libro
escrito con la idiosincrasia de empresa de relativamente menor tamaño, 29 dicen
que hay demanda, pero de ellos 9 dicen que no lo comprarán. El resto, 8, dicen que no hay demanda (8 respondieron
que no sabían). O sea, de los que
responden, solo el 54% cree que tal libro podría ser vendido.
Análisis
Los resultados, en
gran medida, reflejan la importancia decreciente de los libros impresos y la
creciente relevancia de los medios electrónicos. Sin
embargo, algunas editoriales todavía insisten en producirlos de forma impresa y
cada vez más acompañarlos de versión digital, sobre todo en los países de mayor
desarrollo relativo.
En relación a la competencia de libros versus
material disponible en internet, creo son dos productos diferentes,
posiblemente complementarios. Si bien es
cierto que en un libro se encuentra conocimiento integrado, posiblemente internamente
coherente y completo, hay que contraponerlo con la gran variedad de material que
se encuentra en internet, constantemente actualizado, a pesar de que esté
disperso y puedan tener grandes diferencias de opinión o de enfoque entre ellos.
Mi opinión
personal es que internet es mucho más efectivo para los expertos, que saben lo
que quieren y pueden discernir y analizar los contenidos, en tanto que los
libros son más adecuados para los interesados, no expertos, que quieren
aprender más.
:
Creo que un libro sobre RSE para empresas no
sofisticadas, con pocos recursos financieros y gerenciales, tiene razón de ser
aunque el mercado de libros pueda ser limitado. Lo estoy escribiendo y, si Dios
quiere, lo terminaré. Y si no se vende, habré
sacado tanto dinero de él como en mis cinco libros anteriores: cero. En última instancia me habré entretenido y
habré aprendido, que es lo que importa. Si se deja de aprender, se deja de vivir.
Y aunque no lo pueda actualizar constantemente
para competir con el material disponible en internet, lo escribiré apelando a
conceptos, ideas y técnicas universales, que sean robustas, que aguanten el
paso del tiempo. Y obviamente que deberá tener versión digital. Mi libro más reciente Mirada
Crítica a la Responsabilidad Social en
Iberoamérica, Volumen II no tuvo versión impresa (bájatelo, es gratis!).
¡Pendientes en el
2016! (Sí, 30 capítulos no se escriben
en pocos meses), si es que todavía existen libros en esa época.
domingo, 21 de septiembre de 2014
Responsabilidad Social, Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible: ¿Hasta dónde llega la responsabilidad de las empresas?
Bajo la rúbrica de
responsabilidad social de la empresa, sostenibilidad y desarrollo sostenible se
están progresivamente incluyendo todo tipo de tópicos como si fueran
responsabilidades empresariales.
Pareciera como si no hubiera límites a lo que la empresa debe hacer por
la sociedad y el entorno que la rodea. No, querido lector cansado de semántica,
no es un artículo sobre semántica, es un
artículo sobre el ámbito de las responsabilidades empresariales. ¿Hasta dónde
llegan?
(Caveat Emptor: este es otro de
mis extensos artículos)
Se comenzó con el concepto de “responsabilidad social de la empresa”,
pero a algunos les pareció confuso, de nombre muy largo, o no incluyente y
propusieron el concepto de sostenibilidad
empresarial[1],
idea que pretende expresar que la responsabilidad de la empresa está en
asegurar su continuidad sostenible desde el punto de vista social, ambiental y obviamente,
financiero. Y es casi natural extender la responsabilidad corporativa por la sostenibilidad del planeta (que
es donde se origina el concepto de sostenibilidad). Poco a
poco se pretende extender las responsabilidades de las empresas a actividades sobre las
cuales tiene poco o ningún control. La
sostenibilidad del planeta es responsabilidad colectiva de la humanidad, no
solo de las empresas, también de sus habitantes y los gobiernos. Y también, por extensión natural, se le
imputan a las empresas responsabilidades por el desarrollo sostenible de los países y de las personas.
RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LA EMPRESA
A efectos de comprender mejor la
discusión en este artículo conviene recordar las definiciones más comunes de
estos tres términos (¡sin querer entrar en polémicas!). La definición progresivamente más aceptada de
la responsabilidad social de la empresa es la de Comisión Europea que dice “Responsabilidad
de las empresas por sus impactos en la sociedad”. El suscrito, para ponerla en contexto de
implementación, de estrategia ha sugerido
“Gestión de los impactos de la
empresa ante la sociedad”, entendiendo
que la palabra “sociedad” también incluye el entorno que ella existe: el medio ambiente. Después de analizar en detalle que quieren
decir cada una de estas tres palabras claves (gestión, impactos y sociedad) se
concluye que “la empresa define quién es
la sociedad para ella (que no es toda), como la impacta y como quisiera
impactarla (que no es de todo), en consulta, si quiere (aunque debería) con esa
sociedad, y como quiere y puede gestionar estos impactos (en función de su
capacidad)” (¿Cómo interpretar LA definición de la RSE?)
Los problemas vienen al definir
los impactos y la sociedad. Para algunos
los impactos son muy amplios y se
extienden a impactos que están fuera del control de la empresa. Y la sociedad para algunos es sinónimo de planeta. Bajo estas interpretaciones no hay límites a
lo que es responsabilidad de la empresa, cayendo en terreno improductivo,
impráctico. Pero también ignoran lo más importante que son “los impactos que la
empresa quiere tener”, vale decir, el impacto positivo con el que quiere
contribuir al desarrollo de la sociedad.
No sólo “el impacto que tiene”.
SOSTENIBILIDAD EMPRESARIAL
A diferencia de la RSE y del
Desarrollo Sostenible (que comentamos más adelante) no existe una definición de
aceptación general sobre lo que constituye la Sostenibilidad Empresarial. En un concepto muy (ab)usado. En general se extiende el ya clásico concepto
de Desarrollo Sostenible propuesto en el marco de la Cumbre de la Tierra de
1992 por la Comisión Brutland sobre Medio Ambiente y Desarrollo: "El desarrollo que permite lograr las
necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras
generaciones de logar su propias necesidades”. Recientemente la Real Academia de la Lengua
Española, RSE ha incorporado la palabra “sostenible” al diccionario: “referido a un proceso, es aquel que puede
mantenerse por sí mismo, como lo hace, por ejemplo, un desarrollo económico sin
ayuda exterior ni merma de los recursos existentes”. [2]
Sobre estas definiciones en un
artículo publicado el 13 de abil del 2014 (Sostenibilidad, RSE y Sostenibilidad
Responsable)
comentábamos:
“Un proceso que puede mantenerse por sí mismo”, presumiblemente por un
período indefinido de tiempo o por lo menos en el largo plazo. Esta concepción tiene el origen y sesgo del
medio ambiente, aunque se ha extendido a los procesos de desarrollo de las
empresas. Pero es importante distinguir
entre un sistema global como lo es el medio ambiente o el planeta tierra y lo
que es la “sostenibilidad” de una empresa, un microcosmo en ese planeta
tierra. Lo que es un concepto válido
para el total del planeta tierra no aplica a cada una de las ínfimas partes.
Para el caso de una empresa en particular, es imposible aplicar este
concepto de sostenibilidad que se refiere a acción colectiva, de agregado, de
conjunto, del total.
Sobre la implementación en la
práctica de un concepto tan genérico añadíamos:
Sin embargo hay muchas maneras de lograrlo. Para la “sostenibilidad”, en el caso de la
empresa, no se estipula el cómo, que podría ser balanceando irresponsabilidades
con responsabilidades. Hace el supuesto
implícito de que la sostenibilidad, ese estado futuro, se logra a través de
actividades responsables. Pero es un
supuesto implícito. Nada en su
concepción lo asegura.
RSE VERSUS SOSTENBILIDAD
En este sentido se puede decir
que la sostenibilidad busca el balance
entre la utilización de recursos presentes y futuros, un balance
inter-temporal, buscando equidad inter-generacional. Aun dentro de la empresa se puede decir que
la sostenibilidad busca el balance entre la situación futura y la presente.
La responsabilidad social de la empresa busca el balance entre los
intereses de los diferentes stakeholders, aunque ello no obsta para que
ese balance se deba buscar y se busque tanto en el presente como en el
futuro.
En la sostenibilidad los stakeholders están implícitos. Si se hacen explícitos y se tratan de
balancear sus intereses en el presente y el futuro entonces no hay diferencia
entre sostenibilidad empresarial y responsabilidad social. En la RSE, para algunos, el tiempo es el
presente. Aunque en la concepción
moderna de la RSE el tiempo es el presente y el futuro, es el balance entre los
stakeholders ahora y en el futuro. No se trata de comprometer el futuro para
logar el balance en el presente como sí lo hacen algunas empresas.
Y algunos proponen el concepto
de “Empresa Sostenible” para describir
el estado al que deben aspirar las empresas a través de los procesos de responsabilidad social o de
implementación de la sostenibilidad de sus actividades.
(el tamaño de las palabras en el gráfico es
proporcional al número de veces que se usan en este artículo)
DESARROLLO SOSTENIBLE
Desarrollo Sostenible es un
concepto relacionado pero de un ámbito más amplio que se suele aplicar a
países. Su fundamento es el mismo que el
de “sostenibilidad” pero se refiere no
al fin, sino al proceso. La Declaración
final de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible
del 2012 (Rio más 20) extiende la definición de 1992:
Reconocemos que el alivio de la pobreza, el cambio de los esquemas de
producción y consumo insostenibles y la
protección y gestión de los recursos naturales, bases del desarrollo económico
y social, son los objetivos dominantes e ingredientes necesarios para el
desarrollo sostenible. También
reafirmamos la necesidad de lograr el desarrollo sostenible a través de la
promoción del crecimiento económico sostenido, equitativo e incluyente, de
crear mayores oportunidades para todos, reducir las desigualdades, elevar los
estándares básicos de vida, impulsar el desarrollo social equitativo e
incluyente y promover el desarrollo integral y sostenible de los recursos
naturales y los ecosistemas que apoyan, entre otros, el desarrollo económico,
social y humano, al tiempo que facilitar la conservación de los ecosistemas, su
regeneración y recuperación y su resiliencia ante los nuevos y emergentes
desafíos.
Según esta extensión de la definición el desarrollo sostenible incluye
no solamente “lograr las necesidades del
presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de logar su
propias necesidades” sino además lograr la reducción de la pobreza, la
inclusión social, la reducción de la desigualdad y elevar los estándares
básicos de vida.
Un emprendimiento tan amplio es
obviamente responsabilidad de todos, gobiernos, empresas y el resto de la
sociedad porque los afecta a todos y compete a todos. Se
considera primordial la acción de los gobiernos ya que controlan las políticas
nacionales, el poder y buena parte de los recursos financieros. Controlan las reglas de juego que son
indispensables para el desarrollo armónico de las actividades de los gobiernos,
empresas y sociedad. Si bien las
empresas, en algunos casos, son muy poderosas su capacidad para actuar sobre el
conjunto del desarrollo sostenible es limitada y muchas veces sus incentivos no
van en esa dirección.
De hecho tradicionalmente la
iniciativa del desarrollo sostenible ha
estado en los gobiernos y en las organizaciones internacionales dominadas por
los gobiernos. Sin embargo también es
claro que las empresas controlan una buena parte de los recursos necesarios, en
particular la creación de riqueza y de empleo.
Pero, ¿tienen una responsabilidad en “lograr
la reducción de la pobreza, la inclusión social, la reducción de la desigualdad
y elevar los estándares básicos de vida”? Sin duda tienen un papel que
jugar.
Los Objetivos de Desarrollo del
Milenio, ODM, desarrollados en el seno de la ONU en la Cumbre del Milenio del
año 2000, establecen objetivos para contribuir al desarrollo sostenible. En principio se concibieron como hoja de ruta
para las políticas y acciones de los gobiernos.
De hecho la posible participación de las empresas se incluyó
implícitamente en un último objetivo, relativamente vago, que pide “Fomentar una alianza mundial para el
desarrollo”. Esto fue interpretado por
el sector privado, sobre todo las grandes empresas, como un llamado a
intensificar sus actuaciones para contribuir al logro del resto de los
ODM. Estando estos mayormente fuera de
su control (reducción de pobreza, educación, mortalidad infantil, seguridad alimentaria, erradicación de enfermedades,
analfabetismo protección del medio ambiente, igualdad de género, etc.),
llevaron a muchas de estas empresas a buscar colaboraciones con organizaciones
de la sociedad civil y gobiernos para mejorar su contribución[3].
El
Pacto Mundial ha contribuido a elevar aún más las expectativas sobre la
contribución de las empresas al desarrollo sostenible. Sus diez
principios o áreas de acción de actuación (ya cubiertos por otras
convenciones o acuerdos internacionales) están específicamente dirigidos a las
empresas en cuatro grandes áreas: respeto a los derechos humanos, estándares
laborales, medio ambiente y anticorrupción.
Se espera que al suscribir los principios las empresas actúen a favor
del desarrollo sostenible.
Pero una cosa es la responsabilidad de la empresa y otra es su
potencial contribución a resolver problemas del entorno, incluyendo el planeta.
¿HASTA DÓNDE LLEGA LA RESPONSABILIDAD DE LA EMPRESA ANTE LA SOCIEDAD?
Si, la empresa debe ser socio en el desarrollo, tiene un papel fundamental en
la contribución al crecimiento económico sostenible sobre todo a través de la
creación de empleo digno, de la producción responsable de bienes y servicios
que la sociedad necesita y necesitará para su desarrollo integral (algunos
dirán que no importa si los necesita, se los haremos necesitar), del pago de
impuestos para que los gobiernos puedan llevar a cabo sus responsabilidades
(ojalá que también lo hagan responsablemente) en ese desarrollo y el uso
racional de los recursos naturales. Y en
la medida de sus posibilidades, como mencionábamos en la conceptualización de
la RSE, debe contribuir a mejorar la calidad de vida.
Pero ello no quiere decir que
todo sea su responsabilidad. La
confusión[4]
que se crea mezclando estos conceptos de responsabilidad, sostenibilidad
empresarial y desarrollo sostenible no es conducente a que las empresas ejerzan
sus responsabilidades.
¿Tiene esta confusión algo de malo? Si y mucho porque lo que comienza como algo deseable, se va convirtiendo en expectativa, lo que comienza como algo posible para una multinacional
se convierte en una exigencia para una PyME local.
Y cuando las expectativas no se cumplen se crea decepción y cae la
reputación del colectivo “empresa” y
“sector privado” ante la sociedad.
En una reciente encuesta llevada
a cabo para Accenture y el Pacto Mundial (The
Consumer Study:
From
Marketing to Mattering) el 85% de los encuestados creen que las
empresas son igualmente responsables que los gobiernos en el mejoramiento de la
calidad de vida (en América Latina el porcentaje es del 91%, la región con el más
alto)
Y en estas expectativas la
“empresa” aparece como un colectivo uniforme.
No todas las empresas son iguales, algunas pueden contribuir otras no. Pagan justos por pecadores.
Una cosa es que la empresa pueda y deba hacer algo al respecto
(dependiendo del contexto) y otra es que sea su responsabilidad. Pero esto no se puede exigir sin considerar
el contexto, el tamaño y poder de la empresa.
Y los fanáticos de la
“voluntariedad” no ven limites a lo que cabe dentro de los aspectos que la
empresa puede atacar, o dicho en su
lenguaje, que la empresa debe asumir
como su responsabilidad. Muy
diferente.
[1] Preferimos usar el
término “empresarial” al término “corporativo” por ser más preciso. En algunos países el término “corporativo” se
refiere solamente a las grandes empresas en tanto que en otros incluye además a
instituciones que no son empresas con fines de lucro. La responsabilidad social o sostenibilidad de
las instituciones sin fines de lucro es otra cosa al no presentarse los
conflictos entre creación de valor económico y valor social.
[2] Y por favor, no usemos la
palabra “sustentabilidad” que, según la RAE, quiere decir “Que se puede sustentar
o defender con razones”, que no es de lo que estamos hablando.
[3] Próximamente publicaré en el
blog una reseña del libro Creating Value
in Nonprofit-Business Collaborations por James E. Austin y M. May
Seitanidi. Por ahora se puede ser un adelanto en mi reseña en Amazon (Most of what you need to know about managing
business-nonprofit collaborations). Vota.
[4] Como muestra de la confusión
que crea el uso de “sostenibilidad empresarial” (sustainable business) todos
los 10 artículos/noticias del prestigioso Guardian Sustainable Business del 30 de julio eran sobre temas de medio
ambiente. Difícil de creer que el medio
ambiente es lo único relevante en la “sostenibilidad”.
domingo, 14 de septiembre de 2014
Cuotas para mujeres en Consejos y Alta Dirección: ¿Son efectivas?
En junio del 2014
se publicó un artículo académico en la serie de documentos de trabajo del
National Bureau of Economic Research, Breaking the Glass Ceiling? The Effect of Board Quotas on Female Labor Market Outcomes in Norway, por Marianne Bertrand, Sandra E. Black,
Sissel Jensen y Adriana Lleras-Muney (cuatro mujeres). En este trabajo se analiza el caso
paradigmático de las cuotas para mujeres en las empresas en Noruega.
El suscrito había publicado en diciembre del
2013 un artículo en que analizaba, con cierto detalle, la posible efectividad
de las cuotas en el Consejo ¿Son las cuotas para mujeres en Consejos y
Alta Dirección la solución? (15 de
diciembre 2013). [i]
El resultado más destacable del reciente
estudio es que aunque se han cumplido con la obligación de las cuotas de tener
no menos del 40% de representación femenina en los Consejos, los resultados a
nivel de altos ejecutivos dejan mucho que desear. Noruega tiene el 40.5% de miembros no
ejecutivos de los Consejos de las empresas que cotizan en bolsa, pero solo el
6.4% de los ejecutivos son mujeres y ninguna de las grandes empresas tiene
Presidente que sea mujer.
No obstante ha habido algunos resultados
positivos posiblemente sorprendentes.
Un resultado positivo de la reforma es que
las mujeres que fueron nombrados en los Consejos tenían mejores cualificaciones
que sus predecesoras y que la brecha salarial entre hombres y mujeres dentro de
los Consejos se estrechó. Se había
especulado (el suscrito entre ellos) que la obligación de nombrar mujeres haría
que se llenaran los cargos con mujeres menos calificadas, e incluso que se
mostrase favoritismo hacia algunas. El
resultado es laudable. Claro está que
como mencionábamos en aquel artículo es difícil extrapolar estos efectos a
otros países que no tienen la tradición, cultura e institucionalidad
empresarial y social que tiene Noruega.
Sin embargo, aun cuando se mejoró la participación
de las mujeres en el tope alto de la remuneración (5% más alto), no se encontró
evidencia de que ello haya permeado en el resto de la organización. La reforma tampoco tuvo impacto en las
mujeres, que igualmente calificadas, no formaron parte del grupo que se
incorporó a los Consejos.
Y lo que es más significativo, la reforma no afectó
la brecha salarial ni la representación en la gerencia alta de las empresas. El
efecto salarial y de representación parece que se limitó a los Consejos, donde
se impuso la cuota.
Y también es significativo que la reforma no
afectó las decisiones de carrera de las mujeres, por ejemplo no aumento la
participación de la mujer en programas de educación empresarial ni en una
convergencia salarial entre los sueldos de recientes graduados de estos
programas.
Y tampoco parece afectar mucho a las empresas
no sujetas a la regulación. Si bien las empresas cotizadas tienen 570 mujeres
en el Consejo de los 1.400 puestos (40.6%), en el resto de las empresas hay
unas 90.000 mujeres de un total de unos 500.000 directores (18%). Además solo hay 16 mujeres entre las 250
personas al máximo nivel ejecutivo (6%). [ii]
La conclusión del
estudio es de que “en el corto plazo, la reforma tuvo muy poco impacto
apreciable en las mujeres en las empresa más allá del efecto directo sobre las
mujeres que ejercieron como miembros de los Consejos.”
Estos resultados vienen a corroborar las
opiniones vertidas en mi artículo mencionado arriba sobre la efectividad de las
cuotas, aunque contradice mi opinión sobre la calificación de las que serían
nombradas para cumplir con la cuota.
Como comentaba en el artículo pareciera como que
si se imponen cuotas estas se cumplen, pero lo más importante que el progreso
de la mujer en la dirección de las empresas no surge en consecuencia. Decíamos:
Las cuotas hacen el supuesto implícito de que el problema es
discriminación, cuando buena parte el problema reside en la escasez de mujeres
preparadas, en su voluntad de hacer esas carreras y en obstáculos reales o
percibidos a su desarrollo. Las cuotas no resuelven estos problemas, solo
son un paliativo temporal, son una aspirina. Se necesita atacar la
enfermedad y la enfermedad es el ecosistema, el entorno……………….. Debe adoptarse una visión y soluciones integrales a la
problemática.
Allí abogábamos por considerar las cuotas
como medidas temporales mientras se hacían las
verdaderas reformas, que comprenden los cambios necesarios en el ecosistema de
apoyo al desarrollo de la mujer, donde se reducen o eliminan las
restricciones reales y percibidas y se incluyen acciones para facilitar su
desarrollo y participación.
Citábamos un reciente (Women Rising: The
Unseen Barriers, por Herminia Ibarra, Robin Ely y Deborah Kolben en el Harvard
Business Review, septiembre 2013). En este artículo las profesoras
argumentan que los esfuerzos de las empresas por lograr una mayor diversidad de
género en posiciones de liderazgo a través de la ampliación del pool de
candidat@s, del desarrollo de programas de entrenamiento y mentoría fracasan
porque las empresas no han atacado el problema de la incompatibilidad entre las
percepciones sobre las características de la mujer y las cualidades y
experiencias que suelen ser asociadas con los líderes. No es
suficiente con “identificar y desarrollar las destrezas y competencias, como
si operara en un vacío social. El entorno debe respaldar la motivación de
las mujeres para liderar y aumentar las posibilidades de que otros reconozcan y
estimulen sus esfuerzos, aunque cuando ella no se comporte o actúe como la
actual generación de ejecutivos senior”. No basta con
desarrollar su talento, el entorno es determinante.
Es posible que las cuotas hayan aumentado el
número de mujeres como consejeros no ejecutivos a expensas de los cargos ejecutivos
que podrían ocupar, lo que tendrían más impacto sobre las condiciones de la
participación de la mujer en las empresas. El efecto multiplicador sería mayor.
Y también, como comentaba en el artículo
citado,
“…si se mejorara el ecosistema
de desarrollo y promoción de la mujer profesional se podrían afectar a
centenares de miles de mujeres……. no solo a un pequeño grupo.”
Si, la escalera
que le dan al hombre para subir es más larga y eso es lo que hay que cambiar.
P.D. El mismo día que publico, el New York
Times publica uno muy interesante sobre la brecha de género Why the Economic Gender Gap Will Eventually Close
[i] Puedes ver los artículos que he
publicado en el blog en Mis artículos sobre el liderazgo de mujeres
en las empresas
[ii] Véase también el artículo
de Richard Milne en el Financial Times del 28 de agosto 2014 “Norway´s push for gender equality stops at
executive suite”
domingo, 7 de septiembre de 2014
Responsabilidad en la cadena de valor: ¿Se puede ser selectivo?
A principios de agosto el Consejero Legal de
la Junta de Relaciones Laborales del EEUU (National Labor Relations Board,
NLRB) falló a favor de los trabajadores que demandaron a McDonald’s por
violaciones en las condiciones laborales (sueldos, horas, sobretiempo, seguros,
etc.) en restaurantes operados bajo el sistema de franquicias. La
discusión en este artículo no es tanto sobre los detalles del caso en
particular como de las implicaciones que esto tiene para la responsabilidad
social de las empresas.
Responsabilidad
legal versus responsabilidad social
Al fallar a favor el NLRB reconoció que
McDonald´s, a pesar de que no es dueño
de esos restaurantes, son franquicias independientes, era también corresponsable
por las condiciones laborales. Esto
tiene muchas implicaciones sobre el modelo de negocios de todo tipo de franquicias,
no sólo McDonald´s, y sobre la extensión de la responsabilidad en la cadena de
valor de la empresa. Es de destacar que
este fallo es preliminar ya que será apelado a otras instancias, incluyendo a
la Junta en pleno, en tribunales y podría llegar hasta la Corte Suprema de
Justicia.
Este caso surge como parte de las protestas
generalizadas que están llevando a cabo empleados de restaurantes de comida
rápida, particularmente de McDonald’s sobre las condiciones laborales, en
especial por el pago, que es de unos US$9 la hora. Reclaman que se eleve a US$15 (un 67% de aumento). El 4 de septiembre se llevaron a cabo protestas
en unas 150 localidades de EEUU.
Las franquicias operan como empresas
legalmente independientes del franquiciador y por ello pueden establecer las
condiciones laborales que consideren adecuadas, dentro del entorno en que
operan (recodemos que las de comida rápida operan en muchos países diferentes),
siempre y cuando respeten las legislación laboral pertinente. En el contrato de la franquicia presumiblemente
estén estas disposiciones.
Este caso ilustra
hasta donde llega la responsabilidad LEGAL del concedente. Nosotros agregaríamos: hasta donde llega la
responsabilidad SOCIAL del concedente, que suelen ser diferentes.
McDonald´s alega que no tiene control legal
sobre las condiciones laborales en las miles de franquicias (casi 13.000 en
EEUU, el 90% de los restaurantes McDonald´s).
Ese es precisamente el fundamento del modelo de franquicia, la
delegación legal de responsabilidades, la capacidad de adaptación al mercado
local (en algunos países se sirve alcohol, en India no se sirve carne) y el
mejor control descentralizado de las operaciones por el dueño local. El ojo del amo engorda el ganado (la carne
puede ser mejor).
No obstante, para proteger el valor y
reputación de la marca, McDonald´s, como la mayoría de franquiciadores,
controla con gran detalle casi todos los aspectos de la operación (imagen,
cocción, ingredientes, promociones, horarios, uniformes, etc.). Pero
alega que no controla las condiciones laborales. El NLRB alega que sí es su responsabilidad
legal. McDonald´s tiene estricto control sobre aquello que interactúa con
el cliente. La violación de algunos de estos aspectos puede llevar a la perdida
de la franquicia, aunque es un evento raro y legalmente muy costoso.
Según McDonald´s las condiciones laborales
son la responsabilidad legal de cada franquicia. Alega que “solo proporcionan
un gran paraguas debajo del cual miles de pequeñas empresas encuentran la
sombra”. ¿Pero es McDonald´s consistente consigo mismo al desentenderse de
algunos aspectos de la operación y controlar en detalle otros? McDonald´s ejerce un estricto control sobre
sus proveedores en la cadena valor, pero parece ser selectivo en una parte de
la cadena de valor, la de las franquicias.
Analizado el problema
desde el punto de vista de su responsabilidad social la respuesta parece
obvia. No solamente es un problema moral
y ético, es un problema que afecta los beneficios de la empresa. Es posible que no afecte los ingresos que
recibe por la franquicia, pero si el público reacciona a la irresponsabilidad
ante el gran despliegue publicitario si puede afectar sus ingresos por comisión
en volumen de ventas. Los “beneficios”
de las malas condiciones laborales (menores sueldos y beneficios sociales) se
quedan en las franquicias, pero los
costos reputacionales los incurre McDonald´s. Para el público en general el franquiciado no
existe, lo que ve es McDonald´s y si sabe que existe no lo distingue. Claro está que ésta es también la estrategia
de la protesta de los trabajadores. Si
van contra cada franquicia individual la visibilidad es casi nula, si van
contra McDonald´s el impacto es mucho mayor y es más posible que logren resultados.
Y esto lo aprovechan los sindicatos que, no teniendo mucho seguimiento en esta industria
(gran numero son trabajadores a destajo), quieren aumentar su poder y están
agitando a los trabajadores a protestar.
De hecho se ha determinado que buena parte de los manifestantes no son
empleados de las franquicias.
Y recordemos que McDonald’s
se precia de ser socialmente responsable, ya sea por iniciativa propia o porque el
mercado y la misma sociedad civil los ha hecho serlo. El
mercado los ha hecho preocuparse de la obesidad y forzado a ofrecer
ensaladas y alimentos más saludables, a ser transparentes en cuanto al
contenido calórico de los alimentos. Ý añadiendo razones económicas se han
tenido que preocupar de la eco-eficiencia, en particular del consumo de agua y
energía y del reciclaje, los ha hecho preocuparse de la responsabilidad de sus
proveedores. Los ha hecho tener
instituciones filantrópicas como la casa Ronald McDonald para niños enfermos y
otros apoyos a la comunidad. Todo esto
de frente al público.
Pero ese público
no se ha preocupado por las condiciones laborales ya que no son conocidas. Hasta ahora.
¿Selectividad en
la cadena de valor?
Si la empresa se
preocupa de la responsabilidad de sus proveedores y las condiciones laborales
de los casi 1.500 restaurantes que posee y opera directamente en EEUU, ¿porque
no se puede extender a las franquicias? Posiblemente diga que usa el modelo de
franquicia para no tener que supervisar y controlar las condiciones laborales
de cada uno de ellos. Prefiere
preocuparse de las condiciones de la franquicia que son comunes a todas
(diseño, alimentos, imagen, procedimientos, materiales, etc.) y no de los
detalles de los varios centenares de miles de empleados en la franquicias.
Pero el fallo del
NLRB ha determinado que, a pesar de que no existe relación legal entre la casa
matriz y los empleados de las franquicias, McDonald´s es COEMPLEADOR.
Si este fallo se ratifica en los tribunales (posible pero no probable)
tendría serias implicaciones para las condiciones laborales. Independientemente del resultado final, el proceso
de discusión, apelaciones y decisiones va a cambiar las condiciones de trabajo
en las franquicias y en especial en las franquicias de alimentos.
El caso ya ha dado
lugar a una gran difusión de otros casos, especialmente en subcontratistas, como el
caso de limpieza de hoteles y oficinas, y otros que contratan el trabajo a “trabajadores
independientes” en vez de hacerlos empleados. Este asunto se ha dado en llamar
“robo de sueldo” por tener una
compensación total menor de lo que se debería[i].
Los casos más comunes incluyen fraude en el pago de sobretiempo, mantener a los
trabajadores en “stand-by” pero sin compensación, obligación de ir a trabajo
con pocas horas de aviso, reducción de horas de trabajo cuando baja la demanda,
entre otros. Todo eso los hace vulnerables y dificulta su planificación laboral,
estudiantil y familiar.[ii]
Un reciente y extenso artículo en el New York
Times (Working
anything but 9 to 5) denunciando los problemas que estas incertidumbres
en sus horas de trabajo causaba a los trabajadores estimuló a Starbucks a
cambiar las prácticas de programación del trabajo de sus 130.000 baristas
(Starbucks tiene muy pocas franquicias, la gran mayoría son tiendas propias, de
allí la diferencia en el tratamiento de los “empleados”).
Starbucks y muchas otras empresas usan la “roboprogramación”
(“robo” de robot, no de robo, pero que en este caso es casi lo mismo) para
programar el trabajo de sus trabajadores a tiempo parcial (léase “flexible”
para la empresa) a través de análisis de los metadatos sobre consumo y demanda,
por lugar y hora. Ello produce
beneficios a las empresas en forma de menores gastos laborales al adaptar la
mano de obra a la demanda, en algunos casos hora por hora, pero que puede
conducir a menores horas y más incertidumbre para los empleados más
vulnerables. Es un caso clásico de
conflicto entre la creación de valor para
la empresa versus creación de valor
para el empleado (aficionados a la Creación de Valor Compartido: aquí
tienen un buen caso para compartir valor).
Al ver las consecuencias para sus
trabajadores algunas empresas están atenuando los resultados de la “roboprogramación”,
suplementándolos con un posterior análisis de las necesidades y consecuencias
para los trabajadores y haciendo los ajustes pertinentes. Sacrifican un poco de
valor para la empresa para compartirlo con los trabajadores.
Y esto es en gran parte consecuencia del
modelo de franquicia que se usa en muchos casos. En este caso, McDonald´s controla el costo de
la mayoría de los insumos y los precios de los productos. Casi
el único costo que queda bajo el control del franquiciador son los costos
laborales, de allí que buscan su optimización.
Pero, independientemente
del resultado legal, parece obvio que McDonald´s y otros franquiciadores tienen
la responsabilidad social sobre estas condiciones laborales, especialmente
en una industria caracterizada por el trabajo temporal, inestable, con sueldos
mínimos, que emplea trabajadores no calificados, en muchos casos recientes
inmigrantes, vulnerables a los abusos de los empleadores.
Esta responsabilidad social está respaldada
por una lógica comercial de gestión de los clientes, de la productividad
laboral, de la reputación ……………… si es que los clientes y empleados reaccionan
a ello. Si son indiferentes, como
aparentemente habían sido hasta ahora, puede que prevalezca el criterio
legalista y los traten como si no fueran su problema.
Y hay una consideración adicional que hacer
sobre las condiciones laborales de las franquicias. Siendo empleados que tienen bajos ingresos
califican para obtener subsidios de salud y educación del gobierno, en algunos
casos hasta de alimentación y en otros de impuestos negativos. Pero, ¿quién paga todo esto? Para que no lo paguen las empresas, o al
final sus clientes en forma de mayores precios, las pobres condiciones laborales las terminan pagando los
contribuyentes en general a través de sus impuestos.
¿Y los informes de
sostenibilidad?
Este caso ilustra también las falencias de la
información sobre sostenibilidad de las empresas. En el informe de Sostenibilidad de
McDonald´s del 2012-2013 hacen la advertencia de que: “Los empleados de la empresa y los de
los restaurantes propiedad de la empresa
constituyen nuestro ámbito de control
(énfasis añadido). Por ello muchas de
las medidas comienzan en los restaurantes de la empresa, con la idea de
demostrar su éxito y expandir su medición a medida que las franquicias independientes
(énfasis añadido) deciden implementar incitativas de RSE y Sostenibilidad.”……….
“Esperamos que nuestras franquicias
compartan nuestros compromisos de cumplir con las leyes y tener prácticas
laborales apropiadas.” ¿Es suficiente con “esperamos”?
Quieren dejar
claro desde el comienzo que las prácticas de RSE y Sostenibilidad de las
franquicias están fuera de su control y que es por imitación de la empresa que
se espera que ellas asuman prácticas responsables.
Tienen una definición de cadena de valor que
sólo cubre los suministros. No obstante
los lineamientos G4 del GRI dicen que la cadena de valor incluye además “distribuidores,
franquiciados o concesionarios, subcontratistas…..” Pero el informe de McDonald´s solo se guía
por el GRI, no reporta de acuerdo al GRI.
En resumen
McDonald´s y
muchos otros se lavan las manos (¿práctica responsable?) sobre las prácticas
laborales de sus franquicias. Esperemos
que no sea por mucho tiempo más, aunque ganen el litigio en el terreno legal, y
que la mejora en las condiciones laborales se extienda a los trabajadores más
vulnerables.
[i] Un comentarista a un artículo
sobre el tema se queja de que se habla mucho del “robo” de sueldo A los empleados,
pero no se habla del “robo” de sueldo DE los empleados, que pierden el tiempo,
pero cobran el sueldo entero. Y ahora
que empezó el futbol, los lunes son poco productivos.
[ii] Y el tema no es trivial. Solo en California hay más 80.000 franquicias
que emplean cerca de un millón de personas y generan US$94.000 millones de
ingresos.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
¿Visión sesgada o visión realista sobre sostenibilidad?
The Economist publicó una columna sobre la
evolución reciente de la sostenibilidad empresarial (A New Green Wave, Schumpeter,
del 30 de agosto 2014, altamente recomendado si pueden leerlo en inglés), que
merece comentarse por su impacto y por las diferencias de opinión que ha
generado.
Esta columna continua con el interés de la
revista sobre el tema, comenzando en firme en el año 2005 con un informe
especial muy crítico y muy controversial sobre la RSE, “La buena empresa: una mirada escéptica a la responsabilidad social de
la empresa” acusándola, en el mejor de los casos, de ser instrumento de lavado
de cara y en el peor de que la empresa
no debería perder tiempo y dinero en ello.
En enero del 2008 publicó otro informe especial mucho más moderado,
reconociendo la contribución de la RSE con el título “Sencillamente buen negocio” (ambos informes fueron comentados en
mi artículo La
conversión de The Economist de enero del 2008). Ocasionalmente
se publican columnas o noticias sobre el tema, una de las más comentadas fue el
análisis crítico, en la misma columna de Schumpeter, del artículo de Porter y Kramer sobre la Creación de Valor
Compartido (con el que estuve totalmente de acuerdo y que comenté en The
Economist, Porter y Kramer y la RSE)
Leí rápidamente la columna y me pareció
razonablemente balanceada y no le presté más atención. Pero esta atención se despertó cuando leí un
tuit de Alberto Andreu diciendo que The Economist estaba en contra de la sostenibilidad y decidí
analizarlo con más cuidado. Este es el
tuit y un RT textuales:
“Again @TheEconomist is shooting against #sustainability
, corporate responsbility and #green. Why allways them?
http://ow.ly/AWQIy “
RT @aandreup:
I have a question: Why @TheEconomist and Schumpeter's blog are always against #sustainability?
http://ow.ly/AWQIy
O estamos leyendo artículos diferentes o
tenemos visiones diferentes de la sostenibilidad. A veces nuestros grandes deseos y la ilusión
de que la responsabilidad empresarial “debería
ser” no nos permite ver claramente la realidad de “lo que es” (Ver mi artículo
de diciembre de 2008, Responsabilidad
Empresarial: De la ilusión a la realidad).
Analicemos el artículo con algún detenimiento
(transparencia: no recibo nada de The Economist, al contrario ellos reciben el
dinero de mi subscripción). Lo ideal,
querido lector, es que leas la columna y te formes tu propia opinión sobre donde
está la sostenibilidad empresarial.
La columna empieza por enfatizar que buena
parte del problema se debe al (ab)uso
que se hace del término “sostenibilidad”, que cada quién usa como le conviene. Algunos para referirse a acciones puntuales
sobre medio ambiente, otros para referirse a grandes objetivos
planetarios. En eso creo que tenemos que
estar de acuerdo. En las próximas semanas
publicaré un contraste entre RSE, Sostenibilidad, Empresas Sostenibles y
Desarrollo Sostenible, pretendiendo aclarar estas confusiones, aunque estoy
seguro que con poco éxito. No creo que
sea posible resolver las confusiones, es algo con que lo que tendremos que
vivir por muchos años. Y sobre todo
cuando tantos insisten en usar el término sostenibilidad a nivel empresarial. El
columnista Shumpeter no está en contra
de la sostenibilidad, está en contra de la confusión. ¡El mismo artículo comete el error al poner
una ilustración puramente medio ambiental! (arriba)
Después hace una crítica sobre que buena parte
de las acciones y estrategias de sostenibilidad descansan fuertemente en la eco-eficiencia,
en la reducción del consumo de recursos (agua, energía, empaque, etc.) lo que
es en realidad una “estrategia de eficiencia” pero la venden como sostenibilidad. Es una estrategia de eficiencia pero también
de sostenibilidad. No está en contra de
la sostenibilidad, está en contra de que las empresas se limiten a hacer las
cosas que son más fáciles y más rentables.
No tiene nada de malo que lo hagan y lo llamen sostenibilidad, pero
que eso no sea el total de la sostenibilidad de la empresa. Parte del problema es muy viejo, la equiparación
de sostenibilidad a nivel empresarial solamente con asuntos de “medio ambiente”.
Y después pasa a
exaltar buenos ejemplos de sostenibilidad, cuando se incluyen temas sociales, de los
consumidores, de la cadena de valor, o sea, se toma una visión integral. Pone como ejemplo los esfuerzos de una
cervecera en desarrollar sus proveedores, su campaña contra el consumo
irresponsable, entre otros. Pone el
ejemplo del líder mundial en productos para el hogar en su campaña de mejorar la
salud de sus consumidores actuales y potenciales. Otro ejemplo interesante de implementación es
la empresa cuyo comité de sostenibilidad tiene presidencia rotativa entre todos
los directivos para se hagan corresponsables y “se mojen”.
Y concluye reconociendo que se necesita “una
nueva ola”. En la primera se
emprendieron actividades con la mira puesta en los beneficios netos que podrían
proporcionar. Algo perfectamente lógico
y lo que siempre hemos recomendado:
comenzar con lo más fácil, con lo que sea más útil para convencer al resto de
la organización y luego expandir a otros frentes. Esa nueva ola son las actividades que pueden
tener costos tangibles en el corto plazo pero cuyos beneficios pueden ocurrir
en el largo plazo y a veces no ser tangibles.
Hay que recordar que los consumidores y los
inversionistas a lo mejor no reaccionan y que todas las buenas acciones no son
recompensadas en forma de más mercados, mejores precios, mayor productividad,
menor costo del capital. Todo esto requiere
que los stakeholders se enteren y reaccionen
favorablemente.
La primera ola de sostenibilidad se recompensaba a sí misma. La nueva no lo hará. Es más parecido a invertir en una licencia
para operar en el futuro, cuando los consumidores, “cabildeistas” y reguladores
serán más exigentes sobre el comportamiento de las empresas. Esto no quiere decir que la nueva ola no
recompensará a los que la tomen. Pero
mejorará su posición competitiva en el largo plazo, más que los beneficios en
el corto plazo. A diferencia de los
beneficios superficiales de la primera ola, los de la sostenibilidad integral pueden
tardar varios años en llegar.
Para los que estamos
en el tema de sostenibilidad, nada de esto es nuevo. De hecho la crítica que yo tendría al
artículo es que añade poco al conocimiento del tema, más allá del interés y el
impacto que una columna del Economist
siempre tiene.
A lo mejor hay algunos que todavía creen que
el mercado de la responsabilidad funciona, que la reacción de los stakeholders debe ser siempre favorable
y en el corto plazo. No, una cosa es lo
que “lo que debería ser” y otra cosa “lo que “es”.
Articulo muy a
favor de la sostenibilidad empresarial………………. Y muy realista.
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