domingo, 7 de octubre de 2012

Contabilidad y Sostenibilidad: ¿Amigos o enemigos? Primera Parte


 
La primera responsabilidad de la empresa es ser rentable para poder seguir operando.  Si no hay empresa no podemos hablar de la responsabilidad social de la empresa.  Pero ¿que quiere decir ser rentable?  Sin entrar a discutir si la empresa debe maximizar beneficios, lo que sí es indiscutible es que debe tener un nivel de beneficios que le permita la continuidad.  Y esa continuidad esta determinada por las legislaciones vigentes en los países, generalmente en los códigos de comercio y las leyes y regulaciones sobre quiebras[i] basadas en la valoración de activos y pasivos, ingresos y gastos, de acuerdo a principios contables. Y la valoración determina la sostenibilidad financiera, social y ambiental de la empresa.

Todas las regulaciones y legislaciones tienen un denominador común y es que la determinación de la situación financiera de la empresa en basa en la contabilidad de ingresos y gastos, de activos y pasivos, que a su vez se basa en “principios de contabilidad generalmente aceptados” (en la gran mayoría de los países son los determinados por el International  Accounting Standards Board, IASB, y en algunos otros, especialmente en Estados Unidos, por el Financial Accounting Standards Board, FSAB).  En muchos casos, sobre todo para instituciones financieras, son suplementados por regulaciones supranacionales, como la Comisión Europea y el Comité de Basilea, y nacionales como las superintendencias de instituciones financieras (valores, bancos, seguros, etc.).


 

Pero la clave de lo que nos ocupa es que es la contabilidad la que determina, legalmente, la continuidad de la empresa (de allí las trampas que algunas empresa quieren hacer en sus cuentas) y es el impacto contable lo que determina las acciones de la empresa.    La contabilidad, que ha evolucionado sobre mas de 500 años (desde que en 1494 Luca Pacioli escribió el primer libro sobre la “partida doble”, activos y pasivos, y su contabilidad), y tiene una serie de principios básicos que determinan la valoración de los activos y pasivos y por ende del capital contable de la empresa, cuyo valor es el residual de activos menos pasivos.  La legislación está basada en el valor en libros, contable, del capital de la empresa.  Si es negativo, si el valor de los pasivos es superior al de los activos, esta técnicamente en quiebra, independientemente del valor de sus acciones en el mercado.  Si es positivo puede seguir operando (en condiciones excepcionales se puede permitir la operación con capital negativo si hay perspectivas ciertas de recuperación)

Entonces la clave para la continuidad y las acciones de sus dirigentes pasa por la valoración de los pasivos y de los activos, de los ingresos y los gastos.  Sin entrar en detalles técnicos hay muchas maneras de valorarlos.  En general se usa el costo histórico al cual fueron adquiridos, que puede no tener relación alguna con la realidad actual.  En algunos casos se pueden/deben valorar al valor del mercado, si es que éste mercado existe y es confiable. Gran parte del problema contable de las instituciones financieras ha sido la valoración, a precios de mercado de sus activos (que han caído) y de sus pasivos (que suelen mantener su valor), lo que ha llevado a quiebras y a insuficiencias de capital (las instituciones financieras tiene requerimientos de los reguladores sobre el capital mínimo).

Y el cambio en el valor del capital de un año al otro es el resultado de las ganancias del período, el neto de los ingresos y los gastos, que también son valorados de acuerdo a esos criterios (con muchas complejidades adicionales que no son relevantes para esta discusión).

Lo que si es cierto es que los activos y pasivos, los ingresos y los gastos están valorados para determinar el valor para los accionistas, bajo el supuesto de que la empresa continuará (no se trata de valorarlos al valor que tendrían en caso de liquidación).  No tienen nada que ver con el costo o beneficio para la sociedad y no miden, salvo por coincidencia, el valor de la empresa para la sociedad.  Todo gira alrededor de la medición del valor del capital.  La contabilidad gira alrededor de los accionistas o dueños, son el objeto de la contabilidad.  De allí que, querámoslo o no, los SHAREholders son el objeto de la contabilidad y de las legislaciones, no los STAKEholders.  Se necesita otra metodología de valoración para atender los costos y beneficios para la sociedad.

Aunque ello no obliga a la empresa a maximizar el valor del capital es obvio que, por razones contables y por ende legales, esto no se puede menospreciar y es el objeto de la estrategia de continuidad.  Los máximos beneficios posibles para crear reservas ante la posibilidad de años difíciles, para poder repartir dividendos y para que aumente el valor de las acciones o el valor para los dueños.  Los inversionistas, salvo algunas excepciones (inversión socialmente responsable, dueños con otros objetivos), invierten en la empresa para poder obtener dividendos y tener ganancias de capital por apreciación del valor de sus acciones.

Pero puede haber una empresa que produce un beneficio neto a la sociedad, aun con capital contable negativo, pero que sin embargo la legislación vigente no la deja existir, porque, según las normas vigentes, no es la “sociedad” la que la financia, la financian los accionistas, los dueños, el sistema financiero y estos quiere ganancias en el sentido contable y generación neta de efectivo para cubrir gastos.  Los dividendos, los sueldos, los intereses y la amortización de la deuda se pagan en efectivo, o se pagan en especies convertibles en efectivo.  Es cierto que la sociedad contribuye a la supervivencia de la empresa, pero es la contabilidad la que lo determina.  Es la dura realidad.

Cuando yo era profesor en una escuela de negocios aportaba un beneficio a la sociedad (¡eso creo!), aunque mi remuneración financiera no lo reflejara, era muy baja. Pero yo obtenía remuneración no financiera elevada en la forma de satisfacción personal.  Pero una vez mi esposa trató de pagar en el supermercado con mi satisfacción personal y no se la aceptaron.  Solo efectivo o tarjeta de crédito.  Tuve que buscar un trabajo más cónsono con la realidad del (super)mercado.

Queremos que la empresa tome en cuenta su impacto sobre la sociedad y el medio ambiente, pero la tiranía de la contabilidad existe, no la podemos ignorar.  Tenemos un supuesto pernicioso pero es la realidad.  ¿Podemos cambiar esta realidad?  ¿Que podemos hacer?  La solución simple, pero casi imposible en la práctica, sería valorar los activos y pasivos, ingresos y gastos no al costo de adquisición o al valor de mercado, sino al costo y beneficio para la sociedad, al valor para la sociedad.   Utópico pero marca la dirección.

En la segunda parte de este artículo comentaremos algunas posibles soluciones a este problema.
 



[i] Y antes de entrar en la explicación pido al lector un poco de paciencia por la explicación previa (necesaria) sobre  contabilidad ya que no todos conocen el tema.
 

2 comentarios:

Leopoldo Rodríguez C dijo...

Este articulo del Dr Antonio Vives me parece excelente y digno de ser difundido al máximo.
Esperaré ancioso la publicación de su próximo articulo.
Saludos.
Prof. Leopoldo Rodríguez Crespo

Anónimo dijo...

Desde hace un tiempo estoy recibiendo con mucho interés sus comentarios. El viernes pasado tuve una reunión con un cliente y me acordaba de usted Antonio por este artículo. Felicitaciones y agradecido por compartir sus conocimeintos en este Blog. Leonardo Alvial, Mendoza, Argentina