sábado, 14 de junio de 2025

¿Producen rendimientos extraordinarios los impactos de la sostenibilidad empresarial?


No, no se trata de la discusión tradicional de si las actividades relacionadas con la sostenibilidad empresarial son rentables en las bolsas (que es algo que se ha analizado hasta la saciedad con resultados poco confiables y no generalizables (ver Mis catorce artículos sobre la tensión entre responsabilidad y rentabilidad  [1] ).

En este caso no se trata de correlacionar actividades, el mero hecho de hacer algo o tener políticas, estrategias o procedimientos, con rendimientos bursátiles, se trata de evaluar si los impactos de esas actividades, no su existencia, tienen efectos sobre los rendimientos. Esto es el valor agregado del informe que analizamos.

La gestora de fondos Schroders y la escuela de negocios de la Oxford University (Said Business School) llevaron a cabo un estudio sobre centeneres de empresas, a lo largo de diez años, para determinar si el impacto de las actividades de sostenibilidad empresarial conducen a beneficios extraordinarios, y los resultados los reportan en el informe Impact as a source of alpha? The elephant in the room (resumen aquí).  Por sus características técnicas es necesario un preámbulo sobre la teoría de las inversiones bursátiles para los no expertos, antes de analizarlo.

I.                Preámbulo conceptual.

En la jerga de las inversiones bursátiles “alpha” se refiere a la diferencia entre el rendimiento que sería esperado en los valores, en mercados financieros eficientes, dado su riesgo financiero, y el logrado en la realidad. Se entiende por mercados financieros eficientes aquellos en que los precios de los valores reflejan toda la información disponible, donde “alpha” es siempre cero.  Eficiencia en este caso no se refiere a la eficiencia de procesamiento, administrativa.

Se ha demostrado que, en el largo plazo, los grandes mercados bursátiles, con amplia información sobre los valores, tienden a ser eficientes, precisamente por el hecho de que hay muchos participantes que incorporan la información que conocen y con sus transacciones eliminan la posibilidad de beneficios extraordinarios. Pero esta posibilidad estimula a los participantes a actuar con información no incorporada, para obtener beneficios extraordinarios, que es lo que precisamente hace a esos mercados eficientes.  Hay infinidad de factores (tipos/grupos de información) que se prueban cotidianamente en los mercados y uno de ellos es la sostenibilidad de la empresa.  En este estudio se postula que el impacto de las actividades de sostenibilidad empresarial puede ser uno de los factores que conducen a rendimientos extraordinarios.

Elephant in the room del título del informe es una expresión coloquial estadounidense que se refiere a algo obvio que no se reconoce. ¿Tenemos un elefante en la sala y no lo vemos?  ¿Es obvio que el impacto produce rentabilidades superiores y no lo sabemos?

II.             Resultados del estudio.

 

1.      ¿Qué entienden por “impacto”?

El término “impacto” en el contexto de la sostenibilidad empresarial es usado muy ligeramente. Su significado estricto, y el que debería usarse es el cambio logrado como consecuencia de las acciones de las empresas, pero en la gran mayoría de los casos se usa como sinónimo de “efecto”, de algo que ha sido afectado, pero sin considerar si ha logrado el cambio deseado, si lo ha sido de forma tangible, medible, que haya creado valor o haya evitado su destrucción. [2]

No es fácil medir el impacto en este contexto ya que ello suele conllevar estudios especiales que solo se pueden efectuar después de cierto tiempo. El impacto real no suele ser inmediato.  Por ello la inmensa mayoría de los estudios se limita a analizar el efecto de algunas actividades sobre el rendimiento, bajo el supuesto, no probado, de que ello ha logrado (¿logrará?) impacto.

El estudio pretende acercarse a la consideración de impacto como sinónimo de cambio logrado.  Como es muy difícil determinar los impactos, el estudio analiza la relación sostenibilidad-rentabilidad sobre 257 empresas cuyos ingresos son obtenidos en base a productos y servicios que tienen como objetivo el logro de impactos positivos. Forman parte del colectivo objeto de las “inversiones de impacto” [3].

La inversión de impacto y la inversión sostenible suelen confundirse, pero tienen propósitos diferentes. La inversión sostenible se centra en el funcionamiento de una empresa: su gobernanza, gestión de riesgos, prácticas de sostenibilidad y relaciones con los grupos de interés. La inversión de impacto, en cambio, se centra en lo que hace una empresa: generar resultados positivos, medibles, a través de sus productos y servicios principales.

Es un paso adelante, pero es todavía intermedio por cuanto no está garantizado que esas empresas han logrado el impacto que pretenden, pero por lo menos sus acciones están orientadas específicamente a ello, con actitudes más proactivas que las empresas responsable en general.

2.     Resultados.

El estudio considera una gran cantidad de relaciones estadísticas, pero nos limitaremos a reportar solo las referidas al efecto sobre la rentabilidad bursátil.  Para determinar la relación constituyen 10 carteras de 40 empresas cada una, utilizando las 257 empresas y al analizar la relación controlan por otros factores que la pueden influenciar, todo ello con el objetivo de aislar el efecto del impacto.  

Para determinar el rendimiento extraordinario, atribuible al efecto del impacto de las actividades empresariales, comparan los rendimientos de las carteras con un índice de empresas con características semejantes, pero sin el efecto impacto. No es que sea perfecta, pero esta metodología hace que las relaciones estadísticas encontradas sean más confiables, que la relación se deba mayormente a las características del impacto de las empresas.

Los resultados más destacables sobre la relación rentabilidad-impacto son;

  • Las carteras de impacto demostraron un desempeño absoluto y ajustado al riesgo mayor, una menor sensibilidad a cambios en el mercado bursátil y una mayor resiliencia ante las bajas en los mercados bursátiles.
  • Los resultados de la regresión confirman que las carteras de impacto generan un alfa estadísticamente significativo, con un excedente de rentabilidad mensual promedio de alrededor del 1 %.
  • La sensibilidad de los rendimientos de las empresas de impacto al riesgo del mercado es menor durante las recesiones en comparación con las expansiones, lo que sugiere que estas empresas captan mayores ganancias cundo los mercados van en alza mientras que experimentan caídas menores cuando van en baja.
  • El análisis confirma que las empresas de impacto son predominantemente empresas más pequeñas, lo que contribuye a sus características de rendimientos.
  • Estas empresas tienen una mayor proporción de activos tangibles, probablemente debido a la exposición sectorial (por ejemplo, energía renovable, infraestructura) y a la dinámica de crecimiento en sus inicios.
  • El volumen de los ingresos derivados de productos y servicios de impacto es un factor estadísticamente muy significativo de los rendimientos extraordinarios. 

III.           Comentarios sobre los resultados

Los resultados no son sorprendentes, en parte porque sería lo esperable, pero en parte porque ha sido promovido por partes interesadas en promover la inversión de impacto. Y es el caso típico de los informes que reportan resultados positivos, ya que si no lo fueran no los publicarían (exceptuados algunos estudios académicos).

Como en todos los estudios de correlación entere variables sobre múltiples empresas, los resultados deben interpretarse con cautela. Se basan en grandes promedios.  Ello no quiere decir que si se adquieren las acciones de una de esas empresas se obtendrán rendimientos extraordinarios, en todo caso ello solo es válido en el agregado, si se adquiere una cartera con todas las empresas de la muestra, aunque no se puede descartar que los resultados se den para carteras con un número menor de acciones.  Los resultados se encontraron positivos solo para 8 de las 10 carteras estudiadas.

Como bien dice la advertencia de algunos gestores de fondos de inversión “los rendimientos pasados no son garantía de rendimientos futuros”.

De cualquier manera, los resultados son alentadores para estimular el financiamiento de empresas que tienen productos y servicios con el objetivo de lograr impacto.  Gran número de estas empresas son de reciente creación, con expectativas de rápido crecimiento, que deben recurrir al financiamiento en los mercados primarios, lo que atrae a inversionistas realmente responsables, que influencian el comportamiento de las empresas. En este tipo de empresas, los accionistas suelen ser más proactivos en la gestión. Círculo virtuoso para la sostenibilidad empresarial.

IV.            En resumen

Parece ser una buena idea invertir en las empresas calificadas de impacto.  No solamente rinden más en bolsa, sino que además tiene menor sensibilidad a las turbulencias en los mercados bursátiles.

Si los mercados bursátiles son eficientes, en el sentido mencionado arriba, la información derivada del estudio será incorporada en los precios de las acciones. En el corto plazo harán subir los precios, produciendo los rendimientos extraordinarios, pero en el mediano plazo estos rendimientos deberían desaparecer.  Los valores se habrán vuelto caros.

Habrá que aprovechar de invertir antes de que el mercado se entere. Pero para capturar esos rendimientos habrá que adquirir una cartera diversificada con muchas de esas empresas.

[3] Para mayores detalles sobre esta estrategia de inversión ver el sitio de Global Impact Investing Network (GIIN). 


sábado, 7 de junio de 2025

¿Qué efecto tienen los valores del CEO sobre la sostenibilidad de su empresa?

 

Otro factor que se debe considerar en el establecimiento de la cultura empresarial para la sostenibilidad: Los valores del máximo dirigente ejecutivo. En un artículo anterior habíamos analizado el efecto de los valores de los empleados en general, [i] y en una serie de artículos, en qué consiste la cultura empresarial, como se desarrolla e implementa y cuál es la más conducente a la sostenibilidad [ii]. En este artículo cerramos el círculo considerando el efecto de los valores y comportamientos del máximo dirigente.

En abril del 2025 se publicaron los resultados de una extensa investigación sobre ello (CEO Values and Corporate ESG Performance (Xiang Li, Onur Kemal Tosun y Arman Eshraghi, Cardiff University). A través de análisis estadísticos el estudio analiza la relación entre un índice de valores y comportamientos del ejecutivo con un indicador sobre la sostenibilidad de su empresa.

La gran mayoría de los estudios estadísticos en los cuales se analizan grandes volúmenes de información suelen tener notables problemas de extrapolación de los resultados a casos particulares y este no es una excepción. Sin embargo, sus limitaciones no impiden una interpretación de los resultados que pueden ser útiles en la práctica. Después de analizar el estudio y sus lecciones, comentaremos brevemente los potenciales problemas y la confiabilidad de los resultados.

I.                El estudio.

Para analizar la relación entre valores/comportamientos, variable independiente, y sostenibilidad variable dependiente, crean un índice de aquellos y utiliza las calificaciones de sostenibilidad como medida de esta.  Condensa ambas variables en medidas agregadas de muchas características, un índice (llamado CVI, índice de valores del CEO) y una calificación externa. Para aislar el efecto de los valores/comportamientos sobre la sostenibilidad controlan por el efecto de otras variables que pueden influir en esta, tanto personales como de la empresa. En el primer caso son la edad, género, tiempo de ocupación del cargo, MBA y participación en su propiedad. En el segundo caso son el tamaño de la empresa, edad de los consejeros, edad de la empresa y varios indicadores sobre la situación financiera.

El índice CVI utiliza características en cinco categorías que postulan pueden estar relacionadas con la sostenibilidad: (1) estilo de vida; (2) herencia cultural; (3) experiencias vividas; (4) entorno familiar; y, (5) exposición la ambiente externo. Seleccionan once factores para representarlos y emplean 22 variables para cuantificar y evaluar esos once factores. Para no extender la discusión solo daremos algunos ejemplos que permiten apreciar el tipo de variables y la representatividad del análisis.

  • En estilo de vida incluyen preferencias dietéticas (¿vegetarianos más conscientes?) y uso de las redes sociales;
  • En la herencia cultural utilizan cinco de las características del país en que viven (los mismos que habíamos analizado en el artículo sobre el efecto de la cultura local en el comportamiento responsable). [iii]  Incluyen grado de individualismo, desigualdad social, masculinidad/feminidad, aversión la riesgo y visión de largo/corto plazo; y, 
  • En el entorno familiar incluyen medidas relacionadas con los hijos (hijas tienden a hacerlos más responsables), hermanos, y estado civil (¿casados más responsables?).

Aun cuando algunas variables puedan parecer inusuales, hay que destacar que han sido seleccionadas en base a otros estudios que muestran alguna relación con la responsabilidad individual. También se deben tener en cuenta las dificultades de encontrar información confiable para los centenares de CEO de empresas incluidas en el índice S&P 500, analizados sobre diez años.

Como medida de la sostenibilidad empresarial utilizan las calificaciones de Refinitiv Eikon de Thomson Reuters. Este es el nexo débil del estudio, considerar que una calificación de sostenibilidad puede capturar la sostenibilidad empresarial. Hemos comentado sus deficiencias en varios artículos [iv] y en este caso la deficiencia es aun mayor que el caso más común de utilizarlas en decisiones generales de inversión. En este caso se pretende que las diferencias de calificaciones entre empresas reflejen el efecto de los valores/ comportamiento del CEO, cuando la calificación es una medida muy cruda.

Esta calificación “define” la sostenibilidad en base diez indicadores. Ambiental: Emisiones, uso de recursos, innovación de productos ambientales; Social: Derechos humanos, normas laborales, diversidad e inclusión, impacto en la comunidad; Gobernanza: Gobierno corporativo, ética empresarial, gestión de riesgos, derechos de los accionistas. Las calificaciones de Refinitiv Eikon no son consideradas en los mercados financieros como las más confiables.

II.             Resultados.

El estudio analizó no solo la relación entre el índice de valores/comportamiento del CEO con las calificaciones de sostenibilidad, sino que además lo analizó por sub calificaciones A, S y G, la duración de la relación, la personalidad del CEO y el impacto sobre el greenwashing. Todos los resultados fueron positivos:

  • Los valores de los ejecutivos orientados hacia la sostenibilidad mejoran las calificaciones a nivel agregado y a nivel de sus componentes;
  • Tienen un efecto duradero;
  • La relación es más intensa para los dirigentes extrovertidos; y,
  • Los valores/comportamientos mitigan el impacto negativo que el greenwashing puede tener sobre sobre las calificaciones.

III.           Discusión.

Los resultados, en general parecen razonables, es lo que se podría esperar: que si los dirigentes tienen valores y comportamientos que son conducentes a la sostenibilidad empresarial esta mejore.  Pero a efectos de una implementación práctica, lo que faltaría conocer es el proceso mediante el cual esos valores y comportamientos se pueden plasmar en resultados y de esa manera poder refinar cuales de los son más efectivos.

Para ello es de destacar que el estudio se refiere a la relación (estadística) entre dos índices, uno de valores y comportamientos y el otro de una calificación de sostenibilidad, ambos un conjunto de agregados, que pueden enmascarar y compensar aspectos positivos y negativos entre sus componentes.

Si bien los autores se refieren al efecto sobre “ESG performance”, que interpretan como mejoras en la sostenibilidad, la realidad es solo han mostrado una relación, estadística, con las calificaciones de sostenibilidad, que como hemos indicado no suelen ser representativas.  Son un promedio ponderado de diez indicadores sobre aspectos actuales y pasados y sobre intenciones, que no reflejan la gestión de los impactos positivos y negativos que ha tenido, tiene y que quiere tener y como lograr una contribución a la mejora de la situación social y medioambiental de sus stakeholders.

Por el contenido del reporte se puede deducir que los autores son muy versados en temas de sociología y psicología personal y sobre análisis estadístico, pero muestran poco conocimiento de la gestión empresarial y en particular de la sostenibilidad.

Aun con las mencionadas cautelas el estudio tiene valor. Hay que reconocer que no es sencillo capturar de forma cuantitativa las dos variables críticas, valores y comportamiento y sostenibilidad empresarial. Posiblemente su mayor contribución sea el estimular el interés por la identificación de los valores, comportamiento y personalidad del máximo ejecutivo (y de los demás ejecutivos) que son conducentes a la sostenibilidad empresarial y el impacto que puedan tener sobre su logro.  

Es lo que se debería considerar en la selección de los dirigentes, aun cuando las contrataciones seas infrecuentes. Además, son un factor más a considerar en la conformación de una cultura empresarial conducente.

miércoles, 4 de junio de 2025

Es la hora de reforzar las funciones del Director de Sostenibilidad Empresarial, no de diluirlas


(Publicado en la revista The Officer el 1 de junio del 2025)

¿Especializar o diluir? ¿Fortalecer o debilitar? En estos tiempos de ataques, hay quienes quieren pescar en río revuelto para diluir y debilitar las funciones de la sostenibilidad empresarial (en un artículo anterior, Cien días de ansiedad: Trump y su ataque a la sostenibilidad, considerábamos estos ataques).

Algunos consultores, para avanzar intereses personales promueven la creación de la figura del Chief Corporate Officer, CCO (así en inglés, para que parezca más riguroso). Hay, incluso, quien ofrece programas de formación para ese perfil «que asume el reto de integrar todos los asuntos corporativos desde una perspectiva estratégica, conectando diferentes áreas» y absorbe las funciones de sostenibilidad empresarial. 

Pues el CCO ya existe en todas las empresas y se llama Chief Executive Officer, CEO, o consejero delegado. Precisamente la tendencia apunta a hacer al CEO responsable directo de la sostenibilidad empresarial, que es lo que piden las regulaciones de la Comisión Europea sobre la información sobre la sostenibilidad.

Sostenibilidad empresarial no es hacer «cositas buenas», es la gestión integral de las actividades de las empresas para su propio bien, el de la sociedad y el medio ambiente, que no es otra cosa que la buena gestión. 

Pero lo más crítico es que proponen la absorción de la función de sostenibilidad empresarial por la función de comunicación corporativa y gestión de la reputación, que no necesariamente tienen los mismos objetivos. Comunicar no es lo mismo que hacer y la comunicación engañosa, greenwashing, ha sido uno de los principales enemigos del avance de la sostenibilidad. 

La comunicación es la gestión de la percepción, que tiene como principal objetivo mejorar la reputación empresarial de la empresa. Esta gestión puede hacerse vía dos estrategias, una basada en la comunicación responsable de todo el comportamiento empresarial, la que es sostenible, y otra basada en el greenwashing y el aprovechamiento del efecto aureola (la empresa destaca una actividad responsable e, inconscientemente, el afectado lo extrapola como si todas sus actividades fueran responsables). Esta segunda estrategia es efímera.   

Los especialistas en comunicación corporativa y gestión de reputación suelen gestionar esta parte efímera. Los especialistas en sostenibilidad empresarial son responsables de que la empresa sea responsable (valga la cacofonía), que tome acciones, y suelen gestionar la percepción vía el reporte de hechos comprobables. 

La experiencia tradicional de la función de comunicación, reputación y relaciones institucionales se basa en transmitir una imagen de la empresa que muchas veces enmascara la realidad, enfatiza lo positivo y esconde los problemas.

Comunicación engañosa, greenwashing, y comunicación selectiva, greenhushing, es, lamentablemente, todavía parte de la función de la comunicación de muchas empresas. 

Es cierto que la función de comunicación ha ido evolucionando y no descansa solamente en la segunda estrategia, en gran parte por el avance de las regulaciones sobre comunicaciones en sostenibilidad y en parte ante las exigencias de los stakeholders, cada vez más interesados.

Desafortunadamente algunos, como los consumidores, todavía son incrédulos y no hacen los esfuerzos de informase para la toma de sus decisiones. Estos son los mas sensibles a las estrategias de comunicación selectiva. 

Esto ha sido una de las grandes preocupaciones de la Comisión Europea, por lo que ha emitido regulaciones sobre el reporte de la sostenibilidad empresarial y su comunicación, con el objeto de que presenten información que sea no solo comparable, sino además confiable y verificable.  

En particular ha emitido dos grupos de regulaciones que atacan directamente la problemática de las comunicaciones engañosas, uno para los productos de consumo (Directiva 2024/825 del 28 de febrero de 2024 sobre elempoderamientode los consumidores para la transición ecológica mediante una mejorprotección contra las prácticas deslealesy mediante una mejor información y otra para los productos financieros (Directiva sobre la regulación de las finanzas sostenibles, en proceso de revisión).  Estas regulaciones establecen la responsabilidad de la alta dirección y posibles penalizaciones por incumplimiento. 

Sería contrario a estas regulaciones enfatizar los aspectos de comunicar sobre los de hacer, que es lo que ocurría si se diluyera la función de la sostenibilidad empresarial dentro de funciones más generales, especialmente si son dominadas por las comunicaciones y la reputación. 

Ante la rápida evolución y la complejidad de la sostenibilidad empresarial, el encargado de gestionarla al interno de la empresa, llamémoslo Director de Sostenibilidad Empresarial, DirSE, ha tenido que ampliar su ámbito, desde su papel tradicional de promotor de acciones responsables dentro de la empresa a gestor estratégico dentro y fuera, a integrador del comportamiento en la cultura empresarial.

Para ello se está haciendo cada vez más necesario que su nivel organizacional sea lo más cercano posible al consejero delegado, aunque ello no sea posible en algunos casos, especialmente las empresas más complejas.  

Este sería el peor momento para enviar el mensaje a las partes interesadas en la sostenibilidad empresarial de que las funciones corresponden a generalistas de gestión empresarial, incluyendo a los de comunicación y reputación. 

No se puede absorber la función de hacer, de lograr cambio, de tener impacto, con la función de decirlo, que, como hemos mencionado, tiene objetivos diferentes y hasta contradictorios. La percepción, debe ser el resultado de las acciones y su comunicación responsable, no solo de la comunicación interesada. 


Para mayores detalles la relación entre comunicación, reputación y sostenibilidad ver Sostenibilidad empresarial y reputación: Lo sostenible y lo efímero, y sobre la ubicación institucional y funciones del DirSE, ver Y al Chief Sustainability Officer, ¿cómo lo llamamos? ¿dónde lo pondremos?: Trece consideraciones, y La aceleración de la evolución del Director de Sostenibilidad Empresarial, DirSE

 

sábado, 24 de mayo de 2025

Cuatro (buenas) noticias sobre inversiones en sostenibilidad en tiempos revueltos

 

A principios de mayo se anunciaron cuatro noticias, que bajo condiciones normales a lo mejor pasaban desapercibidas, pero en los actuales momentos de gran incertidumbre sobre el futuro de la sostenibilidad empresarial son alentadoras. En Europa se han diluido y pospuesto muchas de las regulaciones pertinentes y en EE. UU. se están, no solo eliminado regulaciones, sino además hostigando a empresas e instituciones que pretenden promover aspectos de la sostenibilidad. Ambos casos influencian las actividades en muchos otros países.

I.                Inversiones responsables.

Una de las mejores noticias para la sostenibilidad en lo que va de annus horibilis, son los resultados de una extensa encuesta, Sustainable Signals Individual Investors 2025, sobre las intenciones de inversión responsable, llevada a cabo por el banco de inversiones Morgan Stanley sobre casi 1 800 inversionistas de elevados niveles de ingresos en América del Norte, Europa y Asia-Pacífico.  Los resultados son muy alentadores, aunque hay recordar que en los casos de encuestas siempre hay que tener en cuenta la tendencia a sesgos hacia lo positivo.  Muchas veces se responde lo que parece ser lo mejor o lo que desearían hacer, no necesariamente lo que se hace o se ha hecho, lo que haría más confiable los resultados.

Resumimos algunos de los resultados más destacables (resultados en itálicas). Para no extender la discusión nos concentraremos en las diferencias de intenciones de inversión responsable entre las distintas generaciones, aunque la encuesta también cubre diferencias regionales (no son muy significativas) y por sectores de inversión (más interés por el cambio climático que por lo social). 

  • Lo que más nos llama la atención son los resultados por generación, donde los más jóvenes muestran mayor interés. El 72% de los de la generación Z (1997-2012) y el 69% de los millennials o Y (1981-1996) están muy interesados en la inversión responsable, en tanto que el 47% de los de la generación X (1985-1980) y solo el 23% de los baby boomers (1946-1964).

Postulamos dos posibles explicaciones: (1) los jóvenes están preocupados por el futuro en el que vivirán en tanto que a los mayores les queda poco tiempo, no es su problema; y (2) los mayores tienen un horizonte de planificación menor y por ello tienen mayor aversión al riesgo, riesgo que presumiblemente conllevan las inversiones responsables.




  • Consistente con esto, los jóvenes también dicen tener una intención mucho más firme de destinar una proporción cada vez mayor de sus carteras a inversiones responsables: el 80 % de la generación Z y los millennials declararon tener planes de aumentarlas, en comparación con el 56 % de la generación X y solo el 31 % de los baby boomers.

  • Los inversores más jóvenes fueron más propensos a señalar la falta de conocimiento o asesoramiento como un obstáculo para la inversión sostenible, por lo que eran mucho más propensos a decir que probablemente seleccionarían un asesor financiero o una plataforma de inversión en función de sus ofertas de inversión sostenible: el 96% de la generación Z y el 92% de los millennials, en comparación con el 76% de la generación Z y el 52% de los baby boomers.

Sus declarado intereses en la exposición de sus carteras a las inversiones responsables aunado a su declarada falta de conocimiento corrobora nuestra hipótesis mencionada arriba de que las respuestas pueden estar sesgadas a lo sería deseable responder y no necesariamente a lo que se hace.

·       Otro resultados interesantes se refieren a la rentabilidades relativas. El 24 % afirmó que planea aumentar las asignaciones porque confía más en que las opciones sostenibles ofrecen rentabilidades comparables o superiores. Además, una gran mayoría de inversores rechazó la idea de que hay que sacrificar rendimiento financiero para obtener sostenibilidad. El 85 % de los encuestados afirmó creer que es posible equilibrar las ganancias financieras con un enfoque en la sostenibilidad.

Esperemos que las nuevas generaciones plasmen sus buenas intenciones en realidades y promuevan la sostenibilidad empresarial y ambiental a través de sus inversiones.

2.         Inversiones en sostenibilidad.

Un fondo de inversiones creó un fondo dedicado a financiar proyectos de transición energética e infraestructura ambiental sostenible en Europa Occidental, por un monto de € 800 millones, pero terminó captando € 1 100 millones por exceso de demanda, incluyendo más de la mitad por parte de inversionistas institucionales.

Lo destacable del fondo es que fue calificado como del “artículo 9”, verde oscuro, de la Sustainable Finance Disclosure Regulation, SFDR, de la Comisión Europea, que es la calificación más exigente en los actuales momentos (aunque la regulación, y en particular la denominación y composición de fondos, están en proceso de revisión [i] ).

Para ponerlo en contexto hay que recordar que cuando las condiciones para la calificación se hicieron más estrictas, un gran número de fondos tuvieron que rebajar su categoría o inclusive dejar de adoptar una calificación de sostenibilidad y además se dejaron de crear o expandir otros fondos.  Esta reducción de los volúmenes se interpretó en algunos medios como una caída en el interés por la sostenibilidad, cuando en gran parte fue motivada por la sincerar los requerimientos, que antes era muy débiles.

Que se empiecen a crear fondos del articulo 9 en las actuales circunstancias es alentador.  También ayuda que se han expandido los rubros elegibles en la taxonomía verde para incluir inversiones en la transición energética, siempre y cuando tengan planes creíbles de avance hacia la sostenibilidad ambiental. 

3.         Regulación anti-greenwashing parece ser efectiva.

El mayor banco de Canadá, el Royal Bank of Canada, RBC, ha decidido suspender el establecimiento de metas de financiamiento sostenible, que se había establecido en el 2021 de colocar C$ 500 000 millones (unos US$ 350 000 millones). Las razones que aduce el banco para ello es que las nuevas regulaciones antigreenwashing en el país implican riesgos legales por incumplimiento, aun cuando las metas son voluntarias. Podría ser demando por greenwashing si se analizan las actividades que el Banco reporta como sostenibles, en función de las tipologías expresadas en las regulaciones sobre lo que es ambientalmente sostenible.  Se adopta la posición del greenhushing, no omitir información y seguir adelante, para evitar problemas legales.  Su argumento es que las regulaciones conspiran contra el financiamiento sostenible.

Esta posición de greenhushing es la que han adoptado muchas empresa e instituciones sobre las actividades en Diversidad, Equidad e Inclusión, DEI, en respuesta al hostigamiento de la administración Trump sobre el tema, para poder seguir llevando a cabo sus actividades, “debajo del radar”. [ii]

Pero son dos casos de greenhushing opuestos. En el caso del financiamiento de actividades en sostenibilidad del banco se trata de un greenhushing negativo, es para que no los acusen de no hacer un bien del que alardean, en tanto que el greenhushing sobre la DEI, es positivo, para poder seguir haciendo algo positivo, sin alardear, ante la oposición de algunos poderes.

4.         Bolsa de valores sostenibles.

La Comisión Valores y Mercados de EE. UU, aprobó la creación de una bolsa dedicada a la cotización de valores sostenibles, Green Impact Exchange, GIX. Se espera comenzar operaciones a principios del 2026, y para establecerse, comenzará cotizando valores que coticen también en otros mercados.

GIX ha establecido una serie de principios rectores que las empresas deben seguir para cotizar en la bolsa, entre los que se incluyen:

……el compromiso público con la sostenibilidad a largo plazo de la empresa y su junta directiva y mecanismos significativos para rendir cuentas, tener un plan a corto, mediano y largo plazo que lleve a operar el negocio de manera sostenible, alinear la estrategia comercial de la empresa con sus principios e implementar políticas y procesos diseñados para lograr los compromisos y objetivos de sostenibilidad, adoptar un marco de sostenibilidad comúnmente aceptado y comprometerse a informar públicamente de forma regular sobre las métricas de sostenibilidad, garantizar que los compromisos de sostenibilidad se reflejen en aspectos del negocio y las operaciones de la empresa e identificar, involucrar y comunicarse con las partes interesadas clave en los compromisos de sostenibilidad de la empresa.

Sus principios rectores son un libro de texto de lo que debe ser la gestión de la sostenibilidad empresarial.  Ojalá que haya suficientes empresas que deseen cotizar en este mercado y que haya demanda por parte de los inversionistas responsable sobre los valores.

Es de recordar que es un mercado secundario de transacciones, donde por cada comprador hay un vendedor, por lo que no se generan recursos frescos para inversiones en sostenibilidad empresarial. Ello solo ocurrirá en el caso de emisiones primarias, ya sea de acciones de este tipo de empresas, ya sea de instrumentos de deuda de empresas o proyectos dedicados a inversiones especificas (bonos verdes sociales y sostenibles). [iii]

De cualquier manera, la existencia del mercado y la difusión de información sobre la sostenibilidad de los valores que allí cotizan influirá indirectamente en la sostenibilidad empresarial en forma positiva, a través del estímulo a empresas para que adapten sus estrategias para cumplir con esos principios rectores y cotizar en el mercado, ya sea vía la imitación de otras empresas, ya sea vía emisiones primarias en valores sostenibles.

5.         En resumen

Es alentador ver que, en los actuales momentos de dilución y posposición de las regulaciones sobre sostenibilidad empresarial y ambiental, y diríamos hasta de confusión y duda, en Europa, y ante los ataques en EE. UU. a todo lo que parezca promover la responsabilidad social y medioambiental, hay iniciativas y acciones que la avanzan. Aunque hay que destacar que los cuatro ejemplos descritos no quieren decir que sean actuaciones generalizadas, son solamente muestras, pero son alentadoras. 

Hoy en día, ante la avalancha de malas noticias, del pesimismo, hay que destacar las pocas buenas.

sábado, 17 de mayo de 2025

Cien días de ansiedad: Trump y su ataque a la sostenibilidad

 

(Publicado en la revista The Officer el 17 de mayo de 2025)

Los primeros cien días de la administración del presidente Trump han sido en efecto unos cien días de ansiedad para la sostenibilidad empresarial y ambiental ante su ataque desmedido. Se han juntado el deseo de mostrar decisión con una repulsión a las mediadas tomadas por su predecesor, fuesen apropiadas o no, y sin considerar el impacto que tendrán sobre la sociedad y el medio ambiente y ni siquiera si son factibles de implementar dentro del esquema institucional y legal del país. Destrucción como objetivo. Y si el esquema institucional no lo facilita, se le debe atrofiar: reducción de fondos para la investigación, hostigamiento a las empresas, instituciones y gobiernos locales, eliminación de funciones gubernamentales y de regulaciones, amenazas a la prensa, a los jueces y a los congresistas que se opongan.

I.                Sostenibilidad: Medioambiente, diversidad, equidad e inclusión (DEI), gobernanza e inversiones responsables.

En medio ambiente la acción más notable ha sido el anuncio de la salida del Acuerdo de Paris sobre el cambio climático, que será efectivo un año después.  Es un acto mas simbólico que efectivo, ya que tiene poco efecto sobre el comportamiento de los demás países. Los países de la Unión Europea y China no cambiarán sus estrategias. Y aun en EE. UU. las empresas, y los estados no dominados por su partido, no parece que harán cambios significativos. A nivel nacional si bien se reducen las regulaciones sobre la extracción de petróleo, gas y carbón, tampoco parece que tendrán mucho efecto ya que deben actuar a través de los mercados donde no hay exceso de demanda. La acción sobre el cambio climático es pura ideología política.

En los temas de DEI, el impacto sobre sobre las empresas y las instituciones ha sido más tangible y en el corto plazo. Para su gobierno, la promoción de la DEI es contrario al nativismo, al nacionalismo étnico (como lo es la oposición a la inmigración). Es sinónimo de discriminación contra el hombre blanco, que para ellos va en contra de la meritocracia, al dar ventajas a las mujeres y a segmentos de la población desfavorecidos. Parten de una concepción equivocada de la meritocracia, que solo es una política legítima cuando ha habido y hay igualdad de oportunidades, de acceso a recursos, cuando se parte de cero, pero este no es el caso de la situación actual.

Ante el hostigamiento, muchas empresas e instituciones (¡universidades!) han desmantelado sus programas DEI, algunas les han cambiado el nombre y enfoque, y unas pocas ha desafiado al gobierno manteniendo sus programas, llegando inclusive a lograr el respaldo de las asambleas de accionistas..  Claro está que las reacciones son función del balance entre la exposición que tienen al poder del gobierno que los quiere eliminar y el de los consumidores y otros stakeholders que los quieren mantener. Gran número de empresas e instituciones han optado por el “greenhushing”, no hablar del asunto y seguir adelante en la medida lo posible.  Ideología política, pero visceral.

En términos de gobernanza el impacto está siendo más dramático, pero es a nivel político nacional, donde se pretende eliminar el balance de poderes entre el legislativo (que no actúa), el judicial que es atacado continuamente y desacatado, y el ejecutivo donde se quiere concentrar todo el poder. A nivel de las empresas el impacto en gobernanza reside en la actuación de los consejos, donde se prohíben las preferencias, por ejemplo, a la participación de las mujeres. Se está haciendo mucho más difícil presentar resoluciones en las asambleas de accionistas, sobre todo las referentes a sostenibilidad, y se debilitan los derechos de los accionistas minoritarios. También se están desregulando muchas actividades y debilitando las instituciones gubernamentales de protección del consumidor, de la sanidad y de la salud alimentaria.

Todo esto no ha tenido efecto, por ahora sobre el interés de los inversionistas en inversiones responsables, por lo menos en el corto plazo, en los mercados secundarios de valores y fondos. El mercado primario sí está sintiendo lo efectos de la posposición de proyectos y emisiones de valores, en gran parte por la incertidumbre regulatoria que afecta a EE. UU. Pero en Europa ambos mercados se pueden beneficiar al atraer recursos que buscan mayor certidumbre política y confianza en la sostenibilidad de las inversiones.

II.             Impacto en Europa

El impacto sobre la sostenibilidad en Europa ya se había sentido antes de su elección vía el informe Draghi, que usó como uno de sus principales argumentos para la promoción de la competitividad la necesidad de imitar la ligera carga regulatoria de EE. UU. y China. Uno de los argumentos fue que la regulación sobre sostenibilidad tenía un impacto negativo sobre la competitividad, que si bien tiene algo de razón es posiblemente uno de los aspectos de la actividad económica que afectan la competitividad con menor impacto, pero que ofrece mayores posibilidades de cosechar dividendos políticos fáciles. Esto condujo al famoso “Ómnibus” de la desregulación en responsabilidad empresarial, que incluye la posposición y reducción del ámbito de aplicación de las directivas sobre información sobre sostenibilidad, CSRD, de diligencia debida sobre las actividades de sostenibilidad, CSDDD, simplificación de la taxonomía verde, reducción de requisitos para la transición climática y para las inversiones tipificadas como sostenibles, entre otros.  Esto tendrá mas impacto sobre la forma que sobre el fondo de la sostenibilidad empresarial.

III.           Lección aprendida

Una lección aprendida de todo esto, que ya conocíamos pero que no se apreciaba lo suficiente: el estado tiene un gran poder económico que se puede usar para el bien y para el mal.  Ojalá imitáramos aquel poder, pero para el bien, para exigir a las instituciones, empresas y gobiernos a fomentar la sostenibilidad empresarial en particular y la ambiental en general, aunque en Europa tengamos los controles institucionales que Trump no tiene.

 

domingo, 11 de mayo de 2025

¿Reflejan las calificaciones de sostenibilidad la sostenibilidad empresarial?

 

Si se denominan calificaciones de sostenibilidad, deberían reflejar lo que dicen que califican. Pero la respuesta a la pregunta no es trivial, tanto por, (1) la complejidad de lo que se pretende calificar; por, (2) la gran diversidad de objetivos de los usuarios; y por, (3) la gran variedad de calificaciones para capturar el concepto. Para responder a la pregunta analizaremos brevemente cada uno de estos aspectos, pero antes describiremos lo que son las calificaciones y las calificadoras. 

¿Qué son las calificaciones de sostenibilidad empresarial? 

Las calificaciones de sostenibilidad son agregados, cuantitativos o cualitativos de algunas de las características de las actividades de las empresas que se asocian con su sostenibilidad social, medioambiental y de gobernanza (antes: responsabilidad social de la empresa). .............

Puedes ver el resto del artículo en mi columna en la revista The Officer, en 

https://toff.es/calificaciones 

domingo, 4 de mayo de 2025

Una Mirada Crítica a la Responsabilidad Social en Iberoamérica, Vol VIII


A finales del mes de mayo publicaré mi octavo volumen de la serie Una Mirada Crítica a la Responsabilidad Social en Iberoamérica. Te adelanto la portada y el índice del contenido en https://bit.ly/VolVIII