sábado, 11 de mayo de 2024

Mejorar la sostenibilidad empresarial: ¡Seamos realistas!

 

Lo mejor es enemigo de lo bueno.

Quien mucho abarca poco aprieta.

No por mucho madrugar amanece más temprano.

El mundo no se hizo en un día.

Un bebe no puede nacer de nueve mujeres encintas por un mes.

Refranes populares

A pesar de la tradicional sabiduría popular (aunque la última no es tan popular), desde hace siglos, seguimos cometiendo los mismos errores de sobrestimar la velocidad, trayecto e intensidad que son factibles para lograr el cambio en las prácticas y en las actitudes de las personas y de las instituciones.

En este artículo analizamos las consecuencias de los esfuerzos de los promotores, en particular los reguladores, de la sostenibilidad empresarial, en lograr cambios en el comportamiento empresarial lo más rápido posible, y de paso ofrecemos algunas sugerencias para logarlos. Lo ilustraremos con dos ejemplos, el caso de la Directiva de diligencia debida para la sostenibilidad empresarial, CSDDD, y las propuestas de “nuevas economías”.

La clave está en el balance entre lo deseable y lo factible. [1]

I.                El objetivo no puede ignorar el trayecto.

Esto debería ser obvio, pero es un sesgo muy común. La ambición por lograr el objetivo suele nublar la vista y en muchas actividades cotidianas se parte de objetivo a alcanzar, y se ignora o subestiman las dificultades en el trayecto que se debe recorrer.

Y esto es muy común en el caso de la sostenibilidad empresarial, donde se quieren intensificar y acelerar los avances, aprovechado el impulso que se ha logrado recientemente, y llegar lo más rápido posible a la posición deseada, antes de que despierten los opositores y se nos dificulte el trayecto. Pero el exceso de velocidad puede terminar en un accidente, hay que ir a la velocidad consonante con el trayecto a recorrer, con las condiciones de la carretera.

Los promotores del cambio, en particular los consultores que asesoran a las empresas, promueven el ideal, muchas veces sin considerar el punto de partida, la situación actual de la empresa y sus recursos, los obstáculos que hay que vencer en el trayecto y la velocidad posible. La obsesión con el logro del ideal nubla la visión de lo que es factible.  Estos son consultores que tienen miedo a que los culpen de falta de ambición, de errores de omisión y prefieren ser optimistas y proponer que se haga de todo y rápido, ya que el fracaso, cuando lo hay, se suele atribuir a la implementación defectuosa por parte de las mismas empresas y no al diseño de los consultores. [2]

Algo similar ocurre con los reguladores, en especial los europeos, que tienen prisa por lograr una reforma en la sostenibilidad empresarial.  Se han fijado una estrategia integral y ambiciosa y se han desarrollado los muchos aspectos que son necesarios considerar. Se ha producido un vendaval de regulaciones: estrategias, taxonomías, estándares y marcos para el reporte de la información, regulaciones para evitar el greenwashing, principios para la emisión de bonos verdes, regulación de los fondos y calificadores de inversiones sostenibles y protección del consumidor, entre muchos otros, con obsesión por lograr el ideal lo antes posible.

Pero también es este caso se subestima el punto de partida, la situación actual de las empresas, y el desarrollo de los mercados (financieros y de bienes y servicios) donde se deben implementar los cambios, se subestiman los obstáculos que se deben vencer en el trayecto y se sobrestima la velocidad posible para llegar a la meta. Y en este casos, el colectivo empresarial (financiero y no financiero), objeto del cambio que se quiere lograr, no solo lo resiste por naturaleza, sino además por los impactos financieros y los riesgos adicionales reales o percibidos (legales, reputacionales, etc.) que los cambios introducen, ya que muchos tienen limitaciones financieras, gerenciales y técnicas para hacerlo. Y si no las tienen, las aducirán igual. Prefieren el cambio por su cuenta y a su ritmo, que el impuesto desde afuera.

Ambos colectivos, los que empujan y los empujados no suelen tener congruencia de objetivos. Los unos pecan de exceso de ambición y los otros de conservadurismo. Suele haber confrontación en vez de colaboración. Lo que se necesita es cooperar para competir, un “cumpetere” (¡a lo mjeor no es realista!) .[3]

Y no es que no se debe tener ambición, sino que esta debe ser adecuada al contexto en que se opera

II.             Contexto, contexto.

Los árboles les impiden ver el bosque. Están tan concertados y abrumados por la tarea a mano que no levantan la vista para ver el bosque. Se conoce tanto el problema a resolver y se ansía tanto su resolución que se cae en el enfoque del problema, pero el problema, y en sostenibilidad el cambio a lograr afecta a tantos intereses y es tan complejo, que se debe adoptar un enfoque contextual. El cambio no ocurre dentro de las oficinas de los reguladores, ocurre afuera, en la realidad cotidiana de los millones de empresas y otras instituciones afectadas, directa o indirectamente. Hay que analizar con cuidado y establecer la estrategia de cambio considerando: (1) punto de partida, (2) trayecto, (3) obstáculos a vencer, (4) recursos necesarios, (5) velocidad y (6) punto de llegada (profundidad del cambio). Que no es nada del otro mundo, es lo que hacemos (¡debemos hacer!) cotidianamente cuando programamos un viaje.

Se debe ampliar la mira no solo para ver adonde se que quiere llegar, que es lo que suele hacerse, sino además el cómo y el cuándo, y sobre todo la factibilidad de alcanzar el objetivo, el punto de llegada. Por ejemplo, podemos tener como objetivo lograr que todas las empresas con cadenas de suministro en países en vías de desarrollo, contribuyan a mejorar las condiciones laborales y ambientales de la producción y se responsabilicen por las fallas (como lo pedía la CSDDD que comentamos más adelante). Pero ello, dado el contexto en que operan las empresas, puede que no sea factible y habrá que rebajar las ambiciones para hacerlas más realistas, aunque sin perder de vista el objetivo de la mejora, pero dentro de las limitaciones del contexto. A lo mejor hay que cambiar un elevado impacto potencial e incierto por un menor impacto, pero factible y tangible y/o la velocidad del cambio y/o el plazo para el logro.

Una sabiduría que no es popular, pero debería serlo:


Otra parte del contexto es que todo cambio genera ganadores y perdedores, o sea que, el innovador, o el que quiere el cambio, se crea enemigos, concretos, que saben, exactamente, lo que pierden, y a lo mejor se ganan algunos amigos, potenciales, que no saben, exactamente, lo que pueden ganar.  Muchos enemigos identificados con perjuicios reales, pocos con amigos inciertos con beneficios potenciales. Esta consideración puede dar lugar a que la estrategia deba incluir como aumentar el número y apoyo de los amigos y minimizar el impacto de los enemigos, o por lo menos negociar la oposición.

A veces se tendrá que recurrir a atenuantes, mitigar algunos impactos, ofrecer algunos incentivos y sobre todo una comunicación efectiva para intentar lograr la colaboración y sobre lo que pretende lograr y porqué es necesario hacerlo, explicitación de los beneficios esperados y de ser posible los que le pueden revertir a los que ahora se oponen.

No comprarías un apartamento analizando con cuidado su costo, configuración, facilidades, calidad de la construcción, sin analizar además a los vecinos del edificio y el vecindario, sin considerar lo que pasa de día y de noche en el entorno, sin conocer la calidad y distancia a las escuelas, sin ver cómo sería el tráfico para ir de tu casa al trabajo (si todavía trabajas fuera de casa), etc. No basta con analizar el apartamento (meta, punto de llegada), se debe analizar además el contexto del cambio.

III.           Reguladores deben hacer un análisis de materialidad.

De la misma manera que los reguladores de sostenibilidad empresarial piden a las empresas hacer un análisis de doble materialidad para gestionar “sus estrategias e impactos de sus actividades”, ellos mismos deberían hacerlo sobre el impacto de sus regulaciones.  Determinar cuáles son los principales stakeholders afectados o que quieren afectar, como son afectados, que reacción pueden tener, cuál es su poder de reacción, cuál es su impacto sobre las regulaciones, a efectos de gestionar “sus estrategias e impactos de la regulación”. El análisis conllevaría la consideración de los aspectos que hemos mencionado anteriormente: punto de partida, trayecto, obstáculos a vencer, recursos necesarios, velocidad y punto de llegada (profundidad del cambio).

IV.            Punto de llegada: ¿Aprobación o impacto?

El objetivo de las regulaciones debe ser el lograr el cambio para mejor.  Pero al igual que las empresas, muchas veces se confunde aprobación con impacto.  En el caso de las empresas, estas se conforman con el logro, por ejemplo, de un porcentaje de mujeres en el consejo, en vez de buscar que tengan impacto en las decisiones que se toman en ese consejo. Presencia no asegura impacto.  Lo mismo sucede con el caso de las regulaciones, y se conforman, o por lo menos enfatizan, la aprobación de la regulación, cuando el impacto estará en su implementación efectiva y eficiente. 

Todos contentos en la foto de la aprobación del CSDDD, pero ¿qué cambio ocurrió como consecuencia de ello en la sostenibilidad empresarial, en la mejora de las condiciones laborales y ambientales en la cadena de valor?  Todavía ninguno. Es cierto que es un gran paso adelante, la aprobación es condición necesaria por no suficiente. La regulación debe estar diseñada, no solo tomando en cuenta los aspectos mencionados arriba, sino además contener los mecanismos que aseguren una implementación efectiva y exitosa. Ese debe ser el logro deseado. [4]

V.              Efectos perversos: Anti-ASG, Greenwashing, greenhushing y targetwashing.

Y todo este afán despierta el interés y estimula a los enemigos a actuar, lo que explica en parte el movimiento anti-ASG, sobre todo en EE.UU. [5]  Cuando los afectados se han dado cuenta del empuje de los promotores, la visibilidad que han creado sobre estos aspectos, y el explícito apoyo de partes interesadas, los enemigos, latentes, ven que la cosa va en serio y que hay que reaccionar. Esto ha sido muy visible en el empuje contra los combustibles fósiles, a favor de las energías renovables, y contra la discriminación laboral a favor del laissez faire. Para algunos, el empuje ha sido muy amplio y rápido, impetuoso e impaciente, ignorando la reacción de los que tienen algo que perder. La búsqueda de una transición más ordenada posiblemente hubiera atenuado estas reacciones en contra y hubiera alcanzado el objetivo, aunque más tarde de lo deseado.

Este empuje impaciente también ha generado otros efectos perversos. Bajo la presión de algunos stakeholders, en particular los reguladores, las empresas que no están preparada para la transición hacia los modelos deseados de sostenibilidad, o que perciben elevados costos, al no poder lograr una transición más ordenada recurren a estrategias de mitigación del impacto de las regulaciones.  

Ante la presión por “ser”, se ha recurrido al “parecer”. Se ha intensificado el greenwashing, la práctica de dar la falsa impresión sobre los impactos y beneficios ambientales y sociales de un producto o servicio, que pueda confundir a los consumidores. Ante los crecientes y más rigurosos requerimientos de reporte de la información sobre sostenibilidad, las empresas han intensificado el greenhushing, la práctica de informar lo menos posible, cumpliendo al pie de la letra y evitando la diseminación de información que puede generar riesgos o acusaciones de greenwashing. [6] Las presiones para que se fijen objetivos, por ejemplo, el de la neutralidad en las emisiones, ha llevado a las empresas a una nueva práctica, el targetwashing, por la cual las metas sobre sostenibilidad que se fijan las empresas son menos ambiciosas, de fácil logro. Y hasta pueden estimular el comportamiento no ético y llevar a algunas empresas a hacer trampas (recuerde el caso del Dieselgate de VW, que, ante los requerimientos de reducción de emisiones en los vehículos, tergiversaron las pruebas para parecer que cumplían los objetivos [7] ).

VI.            Y un par de ejemplos

La reciente aprobación del Directiva de Diligencia Debida sobre Sostenibilidad Corporativa, CSDDD, [8] es un muy buen ejemplo de esto. Los reguladores, guiados por sus asesores, querían lograr grandes progresos en el mediano plazo, desestimando, por ejemplo, los costos de la implementación para las empresas. Por los cambios que se tuvieron que hacer a la propuesta para lograr su aprobación se desprende que los reguladores priorizaron el punto de llegada, no considerando debidamente el contexto, las dificultades del trayecto y la velocidad del cambio deseado.

Las principales modificaciones que se hicieron ilustran estas ideas (para mayores detalles ver la referencia #6):

·       Implementación escalonada por tamaño de empresa, con lo que se retrasa significativamente el impacto en el terreno.

·       Aspectos por cubrir: reducción de la obligación de reporte sobre transición climática, eliminación de nexos financieros entre sostenibilidad y remuneración, eliminación del compromiso de establecer reglas para la diligencia debida de las instituciones financieras, eliminación de las responsabilidades por la eliminación y reciclaje de sus productos en la cadena de valor y exclusión de cobertura de las relaciones comerciales indirectas.

·       Ámbito de aplicación y empresas cubiertas: aplica a empresas con más de 1000 empleados e ingresos netos de más de euros 450 millones, elimina la aplicación a empresas basada a la posibilidad de enfrentar conflictos en derechos humanos y el medio ambiente (con esto se reduce la aplicación a un tercio de las empresas originalmente incluidas) y se excluyen empresas con actividades de alto riesgo que estén por debajo de los límites de tamaño.

·       Penalizaciones: eliminación de la posibilidad de que algunas instituciones demanden por daños civiles a las empresas que no cumplan con las disposiciones.

Otro ejemplo, pero mucho más dramático son las propuestas de “nuevas economías” y “nuevos capitalismos”.  Una de ellas, La economía del bien común, que tuvo sus minutos de gloria alrededor del 2018, tenía objetivos muy laudables pero un trayecto de imposible factibilidad, ni siquiera en el largo plazo. [9] Proponía 20 postulados, entre los cuales se encontraban, por ejemplo, (1) El marco legal económico cambia de fines de lucro y competencia a cooperación y contribución al bien común; (2) El éxito económico no es medido por el beneficio financiero sino con el balance del bien común; (3)Las empresas del bien común disfrutarán de ventajas fiscales (4) Se limitan los montos máximos de las herencias;(5) En grandes empresas los derechos de decisión y propiedad pasan parcial y progresivamente a los empleados y ciudadanos; (6) Se crea el banco democrático, donde sus servicios consisten en depósitos de ahorro garantizados, cuentas corrientes gratuitas, créditos de interés reducido y créditos de riesgo con plusvalía social y ecológica; y, (7) El crecimiento económico como fin es substituido por la reducción de la huella ecológica. No hace falta analizar cada uno de estos postulados en ningún detalle para darse cuenta de que más que utópicos, son imposibles de implementar en la vida real. Ignoran todos los aspectos mencionados arriba para el cambio efectivo. A lo mejor si se creaba el mundo desde cero, comenzando por el nuevo ser humano.

VII.         En resumen

¿Seré criticado por falta de ambición en la promoción de la sostenibilidad empresarial? Sí, hay que ser ambicioso, no dejarse vencer por obstáculos, pero para vencer al enemigo hay que conocerlo en detalle, sus recursos, capacidades, objetivos, estrategias, etc.  y prepararse con los recursos necesarios para enfrentarlo. La ingenuidad no gana batallas.

Para lograr las metas hay que considerar el punto de partida, trayecto, obstáculos a vencer, recursos necesarios, velocidad y punto de llegada (profundidad del cambio), que deber el logro del cambio deseado.

Y claro está que, si el proceso será sujeto de negociación, hay que ser más ambicioso de lo que se desea logar, para tener margen en la negociación. Pero no siempre se llega a negociar.

Y hay que actuar dentro del realismo, no el mágico, el de veras.



[1] Había ya considerado esta disyuntiva en uno de mis primeros artículos en el blog, en diciembre del 2008, Responsabilidad Empresarial: De la ilusión a la realidad

[3] La creatividad y la cooperación son signos del auténtico concepto de competencia en la empresa: un “cumpetere”, o sea, la búsqueda conjunta de las soluciones más apropiadas para responder de la mejor manera posible a las necesidades que emergen.”
Párrafo 343 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

[6] En el estudio CEO Outlook Pulse Survey, de EY, 2024, donde se consultaron a 1 200 CEO en 21 países y 5 sectores industriales, el 73% respondió que las empresas recurrían al greenhushing ante el temor de ser acusados de greenwashing.

sábado, 4 de mayo de 2024

Estado global de la sostenibilidad empresarial y su financiamiento: Dos informes recomendados


La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE (“un club de 38 países mayormente desarrollados”, como lo define el periódico The Economist), publicó dos informes en marzo del 2024, donde recopilan las experiencias de múltiples países en sostenibilidad empresarial en general y en el financiamiento sostenible en particular. El primero es el Global Corporate Sustainability Report 2024 y el segundo es un capítulo del informe Global Debt Report 2024: Bond Markets in a High-Debt Environment (ambos están disponibles para consulta online gratuita, pero con costo para su descarga).

Estos informes continúan los recientes esfuerzos de la OCDE de influenciar las políticas de los países y las actuaciones de las empresas en aspectos de sostenibilidad empresarial a través de la diseminación del conocimiento y del cabildeo. En este articulo destacamos las lecciones que consideramos más pertinentes de estos informes para los profesionales del tema.

I.                Global Corporate Sustainability Report 2024

Es el primer reporte que publica la OCDE con un diagnóstico y recomendaciones de política y práctica para el fomento de la sostenibilidad empresarial. [i] Aunque anteriormente publicó, en octubre 2023, el documento OECD Guidelines for Multinational Enterprises on Responsible Business Conduct, (no ha sido publicado en español) que es una revisión de la versión del 2011 (Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales), añadiéndole al título “on responsable business conduct”, incluyendo la actualización de aspectos sobre “conducta responsable” que eran ignorados en la versión anterior. Es complementario del documento tradicional sobre los principios de gobernanza para empresas multinacionales, que ahora se denomina G20/OECD Principles of Corporate Governance (2023). En el documento de Principios también se actualizaron estos aspectos, añadiéndole un nuevo capítulo, Sustainability and Resiliency, aunque no está integrado con el resto del documento, que solo tiene algunas menciones a ese comportamiento. [ii]

Este nuevo documento sobre el estado de la sostenibilidad corporativa tiene el objetivo de “….provocar el dialogo entre los participantes en el mercado de la sostenibilidad empresarial, busca estimular la acción hacia el logro de un esquema de su gobernanza más sostenible y resiliente……para lo cual el informe ha buscado combinar el análisis incisivo con consejos prácticos para servir como espejo de las prácticas actuales y una guía para los esfuerzos futuros…….El informe ofrece un amplio repaso de esas prácticas, ahondando en los matices del reporte de información sobre sostenibilidad, las dinámicas del involucramiento de los inversionistas, las cambiantes responsabilidades de los consejos, la consideración los intereses en los stakeholders y el financiamiento sostenible.

En este sentido, este documento da respaldo y complementa los documentos mencionados de Líneas Directrices y el de Principios:  práctica, líneas directrices y principios.

Está basado en un análisis de información pública sobre 14 400 empresas que cotizan en 83 bolsas de valores, con una capitalización US$ 90 billones a finales del 2022, que son de las que se dispone de información sobre su sostenibilidad, de las 43 970 a nivel mundial, que tiene en su base de datos, con una capitalización de US$ 98 billones,  

El enfoque del documento es relativamente sesgado en cuanto a los temas que considera, con mucho énfasis en cambio climático, el reporte de las emisiones y el interés de los inversionistas en estos temas, en tanto que la consideración de los aspectos sociales es deficiente. Adicionalmente al considerar los aspectos materiales solo menciona los financieros e ignora los de impacto. Pero contiene algunos datos que deben ser de interés. En una sección cubre los recientes desarrollos regulatorios sobre los reportes, pero siendo un tema tan conocido no lo comentaremos.

1.      Reporte de información

a.     Reportes 

·       De las casi 44 000 empresas cotizadas en bolsas en los 83 países, solo 9 600, con una capitalización de US$85 billones, produjeron informes de sostenibilidad.

Y es que cuando se observan las cifras a nivel mundial se ve más claramente que, aun entre las empresas que cotizan en bolsas, solo las grandes y en los mercados más desarrollados reportan sobre la sostenibilidad.  Véase la diferencia en los porcentajes cuando son por número de empresas versus por volumen de capitalización en el siguiente gráfico.



Es de esperar que con las recientes aprobaciones de los estándares internacionales de preparación del ISSB y los europeos de EFRAG y la Directiva sobre el reporte de información de sostenibilidad, CSRD, de la Unión Europea, aumente significativamente el número de empresas que publiquen esos reportes. En la Unión Europea la CSRD los hace obligatorios para grandes empresas. En el resto de los países dependerá de las regulaciones que adopten, aunque es de esperar que, ante la adopción progresiva de los estándares de reportes de la ISSB por esos países, se vayan incluyendo en las regulaciones como obligatorios.

b.     Aseguramiento

·       A nivel agregado, dos tercios de las empresas, por volumen de capitalización, reportan asegurar la información por una entidad externa. De las que reportan el nombre, el 85% utilizaron los servicios de una firma de auditoría, en tanto que el resto usó otro tipo de firmas. Las proporciones de las empresas que utilizan el aseguramiento, varia de país a país y por ejemplo solo el 17% de las empresas en Japón lo hacen, en contraste con el 70% de las de Europa. De las casi 3 000 empresas que reportan aseguramiento, el 56% reporta aseguramiento limitado, total o parcial sobre algunos aspectos, en tanto que solo el 14% reporta aseguramiento razonable. [iii]

De esto se deduce que el aseguramiento es algo todavía incipiente y que se concentra en las empresa de mayor tamaño y en el aseguramiento limitado. Es de esperar que la aprobación de los estándares internacionales de preparación de la información y las directivas de la Unión Europea, la mayor información disponible, y presumiblemente más confiable, conducirá a mayores demandas por el aseguramiento, por lo menos por el limitado, hasta que se vaya adquiriendo experiencia y se desarrolle la práctica, como estima la Comisión Europea, antes de exigir el  aseguramiento razonable como obligatorio (en Europa y EE.UU. este se reporta en alrededor del 12% de las empresas por volumen de capitalización y en América Latina, menos del 5%).

2.     Consejos directivos

a.     Comités de sostenibilidad

·       Más de la mitad de las empresas por volumen de capitalización dicen tener comités para gestionar y supervisar los riesgos y oportunidades derivadas de la sostenibilidad. En EE.UU. es del 75% y en Europa más del 50%.  En América Latina lo reportan el 35% por volumen de capitalización, pero menos del 5% por número de empresas.

En principio se puede suponer que la existencia de un comité de sostenibilidad es indicación del interés y/o preocupación del consejo sobre esos temas.  Claro esté que los números no son indicativos de su efectividad.

b.     Remuneraciones ligadas a la sostenibilidad

·       Cerca del 85% de las empresas por volumen de capitalización tienen políticas de remuneración de los ejecutivos ligadas al rendimiento en aspectos de la sostenibilidad, y cerca del 60% incluyen remuneraciones variables. El 80% de las empresas, por capitalización, en Europa dicen tenerlo, el 60% en EE.UU. y el 30% en América Latina, pero menos del 5% por número de empresas.

Este es otro tema que supuestamente refleja el interés de las empresas en promover la sostenibilidad, pero como en el caso anterior no es indicativo de su efectividad.  En la gran mayoría de las empresa se trata de ligarlo a un numero limitado de indicadores, como participación de la mujer, emisiones de gases de efecto invernadero, consumo de insumos, etc. pero suelen ser un porcentaje muy pequeño de las remuneraciones y a veces son de relativamente fácil logro, o tener poco impacto como para motivar acción y cambios de actitud. Tanto las estadísticas a nivel mundial, como las metodologías, indicadores, su potencial efectividad y recomendaciones para mejorarla lo hemos analizado en una serie de cuatro artículos. [iv]

3.     Intereses en los stakeholders

·       El 81%de las empresas por capitalización dicen tener políticas de involucramiento de los stakeholders en consultar sobre sus impactos. En EE.UU. llega al 93%, en Europa al 85% en tanto que en América Latina es del 36%, pero solo 10% por número.  

·       Algunas empresas cuentan con políticas de participación de los empleados en ciertas decisiones o de tener representación en el Consejo. A nivel global el 14% dice tener representación laboral en el consejo, el 38% en Europa y el 11% en América Latina, pero solo el 0.8% en número.

Es gratificante observar que muchas empresas tienen políticas de involucramiento, pero como en todos estos aspectos, lo importante, que no reflejan los números, es su efectividad.  Esto tampoco es explicitado en los informes de sostenibilidad salvo en casos excepcionales. Y es de notar dos extremos, en EE. UU. no se usa la participación laboral en empresas cotizadas, salvo alguna excepción, lo que deprime los números, en tanto que en Alemania es obligatorio por ley, lo que mejora el porcentaje reportado para Europa.

4.     Financiamiento sostenible

El informe contiene una sección sobre las emisiones de bonos para el financiamiento de actividades de inversiones relacionadas con la sostenibilidad empresarial, pero tiene una cobertura resumida, en tanto que es el tema del capítulo del segundo informe por lo que lo comentamos en más detalle a continuación.

II.             Sustainable Bonds: State of the Market and Policy Implications

El informe Global Debt Report 2024: Bond Markets in a High-Debt Environment, que cubre la problemática del endeudamiento a nivel mundial vía los mercados de bonos, incluye un capitulo dedicado a los bonos verdes, sociales, sostenibles y ligados a la sostenibilidad (BVSS y BLS),[v] analizando la situación del mercado, de los bonos de instituciones privadas, financieras y no financieras, del sector público y de las instituciones multilaterales, para sacar algunas lecciones que pueden ser utilizadas en la promoción de su desarrollo.

Es el más completo compendio de la situación del mercado, que cubre no solo los volúmenes de emisiones, sino además muchas de sus características y efectos. Es imposible hacerle justicia en una reseña como esta, pero creemos oportuno destacar los aspectos que cubre para los lectores interesados en profundizar en ellos.

·       El volumen de bonos sostenibles en circulación a fines del 2023 era de US$2,3 billones y US$2,0 billones en los sector corporativos y oficiales respectivamente. La emisiones en el quinquenio 2019-2023 fue de seis y siete veces mayor que en el 2014-2018, en el sector corporativo y oficial respectivamente.  

El crecimiento ha sido explosivo entre estos periodos de diez años (aunque las emisiones se han ralentizado en años recientes) lo que augura buenas expectativas para el financiamiento de actividades y proyectos sostenibles. Sin embargo, es de notar que estas cifras agregadas no necesariamente reflejan recursos disponibles para la inversión ne actividades y proyectos sostenibles ya que no todo lo que las estadísticas las califican como tales no lo son en efecto.  Las estadísticas reflejan intenciones enunciadas durante las emisiones y, para tener una mejor visión del potencial impacto, habría que descontar los montos que no se terminan destinando a ello, que no todas los recursos se utilizan para inversiones incrementales, nuevas, hay greenwashing, y el verdadero impacto que tienen sobre la sostenibilidad. Una de las mayores “ilusiones” en el financiamiento sostenible es creer que los montos reflejan mejoras en la sostenibilidad. En estos números hay sobreestimación e inflación de efecto y de impacto. [vi]

·       Los bonos verdes representaron en 74% de las emisiones corporativas y los BLS representaron el 10%. Las emisiones de Bonos Sociales corporativas de instituciones no financieras fueron un 12% del total de emisiones de bonos de ese sector, en tanto que las del sector financiero representaron el 8% de las totales en ese sector.

Los bonos verdes constituyen el grueso de las emisiones de bonos sostenibles, lo que refleja la prioridad, sobre todo en Europa, y la relativa facilidad de atribución a los aspectos ambientales, en detrimento de los aspectos sociales. A primera vista pueden parecer porcentajes muy modestos del total de emisiones de bonos, pero hay que recordar que el los bonos tradicionales financian todo tipo de actividades.  Lo importante es que los volúmenes y las proporciones aumenten y que se utilicen efectivamente para mejorar la sostenibilidad.

·       El sector oficial también ha emitido cantidades sustanciales de bonos sostenibles (US$ 394 000 millones), casi todos en BVSS, que representan solamente el 0,4% del total de las emisiones de bonos.

Los BVSS no forman parte significativa del endeudamiento público lo que se hace en los mercados tradicionales. Sin embargo, algunos gobiernos locales y nacionales emiten BVSS para financiar algunas actividades del presupuesto, que en general no constituyen inversiones incrementales, son atribuciones a estas categorías de gastos o inversiones que antes se financiaban con el presupuesto tradicional, pero que ahora que reclasifican para propósitos políticos. [vii]

·       Los principios rectores para estas emisiones, desarrollados por la International Capital Markets Association (ICMA), fueron usados en el 93% de los casos. Los emisores dijeron utilizar taxonomías de clasificación para la selección de actividades elegibles: el 66% la del Climate Bonds Initiative (universales), el 14% los de la Unión Europea (en Europa), y el 12% la de los reguladores del gobierno de República Popular China (en China).

Con la aprobación del reglamento sobre bonos verdes de la Unión Europea estas proporciones deberían cambiar significativamente.  Afortunadamente, sus principios son más rigurosos en las actividades elegibles y en la transparencia y monitoreo que los principios existentes hasta ahora, lo que podría reducir la inflación mencionada arriba. Lamentablemente, la Unión Europea, que también cuenta con la Taxonomía verde para respaldar estas emisiones, no cuenta con ni con principios ni con una taxonomía semejante para las activades e inversiones sociales, lo que contribuye aún más al sesgo a favor de las emisiones de bonos verdes que comentábamos arriba. Para estas se deben continuar usando los principios de la ICMA.

·       No existe una relación estadísticamente significativa de que los emisores corporativos y oficiales se benefician de menores tasas de interés por las emisiones de bonos sostenibles, basada en la comparación con una muestra limitada de bonos semejantes.

La existencia de este greenium, un descuento por  usar los recursos en actividades o inversiones sostenibles ha sido objeto de múltiples estudios estadísticos y los resultados, en general, coindicen con los reportados arriba.  Este greenium era notable en algunos casos hace ya algunos años, pero a medida que los mercados de las finanzas sostenibles maduran, el descuento ha tendido a desaparecer. Pero hay que recordar que los estudios son estadísticos y los resultados aplican en el agregado, en “promedio”, lo que no obsta para que una emisión particular pueda lograr un descuento. Lo que es cierto es que la existencia de este descuento ha dejado de ser una consideración para la emisión de bonos sostenibles.

·       La proporción de bonos sostenibles que obtienen la verificación de segundas partes independientes de que sus condiciones están en concordancia con algunos principios de emisión, ha aumentado de en menos de las mitad en el 2019 a las tres cuartas partes en el 2023.

Y estas proporciones no pueden sino seguir aumentando.  Sin embargo, ello no quiere decir que ofrezca garantías de que los recursos de los bonos se utilizarán totalmente en actividades sostenibles, ya que algunos principios permiten algunas excepciones y las opiniones son emitidas sobre los esquemas de emisión, ex ante, intenciones. Y si bien se verifican ex post no hay penalizaciones porque no se hayan logrado los objetivos pre-establecidos. Adicionalmente en muchos caso los objetivos comprometidos son relativamente débiles, a veces indirectos y no necesariamente se refieren al logro de un impacto real. [viii]

El reglamento para la emisión de bonos verdes de la Unión Europea fortalece el rigor en las actividades eligibles, los objetivos a lograr y la revisión de los informes de ejecución, en comparación con los principios existentes. Incluye además la necesidad de registro y autorización de los verificadores en la Asociación de Mercados de Capitales Europeos. ESMA.

·       Dos tercios de los prospectos de emisión mencionan el refinanciamiento de actividades en marcha como elegibles y ninguno de los prospectos analizados dice que no utilizarán los recursos para refinanciar. Adicionalmente ningún prospecto incluye penalizaciones contractuales en caso de que el emisor no use los recursos para financiar o refinanciar proyectos elegibles.

Esto es una de las razones por las que mencionábamos que no todos los recursos eran incrementales, que iban a financiar nuevas actividades o inversiones. Algunos recursos se utilizan para refinanciar inversiones ya realizadas. El refinanciamiento involucra el pago de deudas adquiridas para aquellas inversiones o para gastos recurrentes, con los recursos de la nueva emisión. En algunos caso son una operación netamente financiera y no financian inversiones nuevas sostenibles.

Es de destacar, no obstante, que algunos emisores revelan los montos que se esperan utilizar para refinanciamiento, los proyectos elegibles y el período retroactivo que cubren.[ix]

·       No se encontró evidencia de que las emisiones de bonos verdes por parte del sector oficial ha respaldado el desarrollo del mercado corporativo. Aun así, los emisores oficiales pueden tener otras razones para emitir bonos sostenibles, incluyendo la diversificación de su base de inversionistas.

Se había llegado a pensar que las emisiones oficiales, que son en grandes volúmenes, podrían elevar el interés por los bonos sostenibles del sector privado y desarrollar los mercados secundarios, sin embargo, son dos mercados con inversionistas que tienen objetivos relativamente diferentes.

En efecto, los emisores oficiales pueden tener otros objetivos, más allá de contribuir al desarrollo de los mercados financieros o de contribuir a la sostenibilidad, por ejemplo, objetivos políticos. [x]

III.           En resumen

Sí bien estos dos informes se concentran en estadísticas, estas contienen información que permite apreciar el grado de implementación de las practicas sostenibles alrededor del mundo y el grado de desarrollo de los mercados de las finanzas sostenibles, con una amplia cobertura, que no se encentra en otras publicaciones. La ECDE tiene la gran ventaja de, además de ser un centro de conocimiento, tiene entre sus objetivos desarrollar recomendaciones de política para contribuir al desarrollo económico de todos los países, y en el último decenio ha tomado la contribución de las prácticas responsables en las empresas como una de sus prioridades (el primer documento contiene un capítulo dedicado a las recomendaciones de política, que surgen de sus análisis de los datos).



[i] Es de celebrar que la OCDE ha optado por el nombre de Sostenibilidad Empresarial, cuando había insistido hasta ahora en diferenciarse del resto del mundo y llamarlo Conducta Empresarial Responsable (Responsible Business Conduct).

[ii] Para un análisis de las actualizaciones de ambos documentos, ver mi artículo Gobernanza responsable: Nuevas Guías y Principios de la OCDE

[v] El lector interesado en profundizar más sobre estos bonos puede ver alguno de Mis quince artículos sobre bonos verdes, sociales o sostenibles y ligados a la sostenibilidad.

[vi] Sobre la sobrestimación posible ver Bonos verdes, sociales y sostenibles. 2a. Parte: ¿Añaden valor? Sobre la diferencia entre efecto e impacto ver En sostenibilidad empresarial, ¿Tiene impacto el impacto?

[viii] Ver la sección I.c. en el artículo de la nota precedente.

[ix] Ver el caso de Ford en Emisiones de bonos sostenibles por Ford: Lo bueno, lo malo y lo feo

[x] Ver, por ejemplo, los casos de la Comunidad de Madrid, del Instituto de Crédito Oficial, ICO, de España y del gobierno de Francia en los artículos Bonos verdes, sociales y sostenibles. 2a. Parte: ¿Añaden valor? y Bonos verdes, sociales y sostenibles. 3a. Parte: ¿Legitimidad o Greenwashing?.