miércoles, 21 de octubre de 2009

Capital humano: ¿Está en el capital de la empresa?


Como se ha comentado ampliamente, las crisis separan el trigo de la paja y en ningún tema más claro que en la gestión de los recursos humanos. Durante la crisis muchas empresas han reducido su personal. A algunas no les quedaba más remedio, a lo mejor la crisis las agarró con exceso de personal ya sea en preparación para una expansión que no ocurrió, ya sea porque en la bonanza no le prestaban mucha atención al asunto. Pero otras empresas se aprovecharon de la coyuntura para hacer despidos. Tenían una excelente excusa, los gobiernos, los sindicatos y hasta la opinión pública lo iba a entender. Obviamente que es difícil determinar quien tenía razones legitimas para ajustarse el cinturón y quien aprovechó la situación. Debemos recordar que así como para el individuo la primera responsabilidad es mantener la vida, también lo es para la empresa. Pero hay maneras y maneras.

En cualquier caso, la situación nos trae a la mesa un aspecto relativamente descuidado de las prácticas responsables en la gestión de recursos humanos, y es el cuándo y cómo reducir la plantilla. Veamos varios casos de prácticas responsables e irresponsables.

Una empresa que no mencionaré, pero que lamentablemente es bastante típica, fue golpeada por la crisis y la primera acción para contrarrestar sus efectos fue reducir el personal. A los directivos les pareció lo más sencillo, sobre todo en una coyuntura económica en la que habría pocas protestas. Además su impacto sobre los beneficios es inmediato y en los casos en que los costos de la nómina son elevados, es notable. Reducir otros costos podría requerir más esfuerzos y más tiempo.

Esta empresa puede tener incentivos perversos. Las bonificaciones de algunos de sus directivos están ligados a la rentabilidad en el corto plazo, a lo sumo en el año fiscal. Si pueden tener una reducción de costos rápida, sus bonificaciones estarán protegidas. Lamentablemente el bienestar del resto del personal no suele estar incluido en el esquema de remuneración de los directivos. Si lo estuviera, hubieran tenido que hacer un balance entre ambos objetivos. En una situación de crisis lo que le pasa al resto del personal es para ellos menos relevante.

Si en vez de reducir costos, porque era lo más sencillo, los gerentes hubieran hecho un análisis estratégico de su situación a lo mejor podrían haber hecho ajustes a su modelo de negocio, buscado nuevos mercados, nuevos productos, aprovechando las destrezas del personal. Pero se pusieron como objetivo recuperar la rentabilidad a corto plazo porque sus bonos dependían de ello. “Y si las cosas mejoran, contrataremos gente”.

Si los incentivos hubieran sido los correctos y se hubieran planteado el objetivo de cómo recuperar la rentabilidad, minimizando el despido, la estrategia hubiera sido otra. O si sus incentivos hubieran estado ligados al largo plazo, se hubieran dado cuenta de que no solo estaban reduciendo costos, sino que estaban destruyendo parte del valor de la empresa.

El problema es que este “capital” humano, estos activos de la empresa, no están contabilizados entre los activos de la empresa. No están incluidos en el balance general, ni siquiera al costo histórico de adquisición (vale decir al costo de transacción de la contratación(, ni siquiera al costo incurrido en desarrollarlos, ni mucho menos al valor presente de los beneficios netos que le proporcionan a la empresa. Estas “inversiones” en personal se consideran gastos corrientes. Si se despiden a varios empleados, no se reconoce la pérdida del activo en el estado de ganancias y pérdidas, solo se reducen los costos de la nomina. No se reconoce la pérdida de capacidad de producción que ello conlleva. Si la empresa vende un terreno, un inmueble o un equipo del que puede prescindir, su ganancia o pérdida dependerá de la diferencia entre el valor en libros y el valor de mercado, que en una crisis puede llevar a tener que reconocer una pérdida. Pero el valor del personal no está en los libros contables y toda la pérdida de su capital intelectual, su experiencia, su contribución no se reconoce. Puede ser contablemente más rentable deshacerse de activos valiosos como el personal, que aumenta los beneficios en el corto plazo que deshacerse de activos ociosos que pueden llevar a reconocer una pérdida. ¡!Perverso!!

Si no se pone la conservación y mejoramiento del capital humano entre los objetivos de la empresa y en los incentivos a sus dirigentes se están gestionando mal los activos de la empresa. Hay que gestionar todos los activos no solamente los que están en los libros contables.

Por supuesto que las empresas intensivas en capital intelectual (¡y los equipos de futbol!) reconocen el valor del capital humano aunque no esté registrado en libros. Su valor de mercado puede ser mayormente este capital intelectual ya que el resto de sus activos puede valer poco. En el otro extremo están las empresas que utilizan grandes cantidades de mano de obra no calificada, en tiempos o lugares con exceso de mano de obra. Es cierto que en estos casos la empresa tiene poco invertido en el personal y es de relativamente fácil reemplazo y entrenamiento. Pero entre estos dos extremos están la gran mayoría de las empresas que tienen un activo valioso que puede no estar valorado correctamente.

Y en la crisis puede ser necesario reducir costos. Como decíamos al principio hay maneras y maneras. Algunas empresas optan por reducir costos, sin despidos, reduciendo el número de horas de trabajo, o los empleados aceptan una reducción temporal del sueldo a fin de no tener que despedir a nadie, algunos inclusive lo hacen por acuerdo propio en solidaridad con sus compañeros. También hay casos en que dejan de trabajar algunos días al mes, lo cual a algunas familias les puede terminar viniendo bien, aprovechando para hacer otras cosas, inclusive aumentar el valor de su capital humano capacitándose. En algunos casos, se les dan períodos sabáticos para estudiar o hacer otros trabajos, pagándoles sólo un porcentaje del sueldo. Inclusive hay casos de préstamos de personal a otras empresas. En algunos de estos casos, la empresa no solo reduce costos sino que facilita el aumento del valor del capital humano y su motivación y solidaridad hacia la empresa. En vez de agravar una situación negativa, se puede hacer neutral y a veces positiva.

Obviamente que todo esto está condicionado por el costo de despido. En algunos países el costo es elevado y en principio parece que se protegen los empleos, pero recordemos que ello puede llevar a menor productividad, contratos temporales, despido de jóvenes que no logran hacer carrera y aún a menos contrataciones. En otros países el costo es relativamente moderado y conlleva a despidos mas a la ligera, pero en contraprestación puede haber más empleo y más movilidad entre empleos. Sin entrar en la polémica del costo del despido, sí hay que destacar que esta política pública, que está fuera del control de la empresa, es una variable clave en la estrategia de responsabilidad ante la crisis.

Para terminar podemos recordar la cita de Kant que dice que la “moralidad es el respetar a las personas como fines y no como medios o cosas”, o la encíclica de Centesimis Annus de Juan Pablo II “Los beneficios son un elemento regulador de la vida de al empresa, pero no el único; junto con ellos hay que considerar otros factores humanos y morales que, a largo plazo, son por lo menos igualmente esenciales para la vida de la empresa”

En las estrategias de gestión del capital humano en tiempos de crisis algunos directivos no solamente son irresponsables, sino que ¡!son incompetentes!! Lo que casi siempre es lo mismo.


lunes, 12 de octubre de 2009

Premios Nobel en economía y la Responsabilidad Social de la Empresa


Hoy publico un blog más corto para resaltar la relación entre los premios Nobel en economía con la responsabilidad social de la empresa.

El lunes 12 de octubre se anunciaron los ganadores del Premio del Banco de Suecia en honor a Alfred Nobel (que no es un “Premio Nobel”, pero que tiene el mismo prestigio). El premio recayó en los profesores Oliver Williamson de la Universidad de California en Berkeley y en Elinor Ostrom (primera mujer en ganarlo) de la Universidad de Indiana. El denominador común es el tema de gobernanza, en el primer caso en empresas y en el segundo en el manejo de bienes comunes. A primera vista no parecen tener mucho que ver con la Responsabilidad Social de la Empresa, pero veremos que en efecto ambos están muy relacionados.

En el caso de Williamson, el comité cita su trabajo en gobierno corporativo y dice que “Las grandes empresas existen primordialmente porque son eficientes. Se establecen porque mejoran el bienestar de los dueños, trabajadores, suplidores y consumidores mejor que otros arreglos institucionales………..Cuando las empresas dejan de producir ganancias en eficiencia, su existencia se cuestiona……..Las grandes empresas pueden, por supuesto abusar de su poder. Pueden por ejemplo dedicarse a cabildeo político indeseable y mostrar comportamiento anticompetitivo”. O sea, que la razón de ser de la empresa incluye el ser responsables para mejorar el bienestar de las partes interesadas y no dedicarse a comportamientos que buscan beneficios para sí sin el correspondiente beneficio para la sociedad. Si la empresa deja de hacerlo, debe desaparecer (aunque en la práctica, si las partes interesadas no ejercen sus responsabilidades de penalizarla, puede pasar mucho tiempo).

En el caso de Ostrom, se reconocen sus investigaciones en el manejo de bienes comunes por parte de los usuarios, bienes como los recursos pesqueros, pastizales, bosques, lagos, aguas subterráneas, etc. La teoría económica tradicional mantiene que los individuos, en la búsqueda de su propio interés, tratarán de explotar estos bienes sin importarles las consecuencias para los demás mientras ellos se aprovechen primero, lo cual puede conllevar a que estos bienes comunes se agoten. Es el caso del “free rider” (el polizonte) que se aprovecha de los esfuerzos de los demás, participando en los beneficios sin participar en los costos. Sin embargo Ostrom estudiando muchos casos de cooperación exitosa, mostró las condiciones bajo las cuales se puede dar la cooperación, la acción colectiva, sin requerir de la intervención de entes reguladores para hacer un uso racional.

Se puede cooperar para que todos ganen, que es el principio fundamental de la responsabilidad social de la empresa y de los grupos que requieren competir.

Si con el Nobel de la Paz los comités decidieron estimular la búsqueda de la paz más que reconocer logros, con el de economía el mensaje es reconocer el esfuerzo común y la solidaridad y apartarse de la reciente crisis de egoísmo e irresponsabilidad. Con ambos el mensaje es claro: cooperemos. Ambos premios tienen en común la propuesta de “cooperar para competir”, el CUMPETERE en latín.que es el nombre de este blog.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Google, sexo y las emisiones de gases de efecto invernadero

No pensaba dedicar un artículo al tema del cambio climático, sobre el cual se escribe mucho, porque escribirlo contribuye al cambio climático. Pero en vista de la gran atención que se le está dando y de un par de artículos que acaban de publicarse se me hace irresistible. Pido disculpas de antemano por contribuir al calentamiento global. Haré compensaciones por mis emisiones.

Dice el titular de uno de ellos que “Si usa Google, Facebook, Messenger, iPhone o Blackberry usted emite CO2”. El artículo fue publicado en la revista Día Siete (les doy la dirección así no tienen que usar Google: http://www.diasiete.com/). Está basado en los resultados de investigaciones del físico de Harvard Alex Wissner-Gross publicados en enero de 2009. “Cada dos búsquedas en Google generan las mismas emisiones que el calentamiento del agua para un té”. En otro artículo el investigador aclara que “una búsqueda” se refiere al proceso total, hasta encontrar lo que uno busca. Obviamente que los servidores centrales de Google consumen energía y, como toda computación, el consumo es intenso. Lo mismo pasa con el uso de Facebook y Twitter, el iPhone y cualquier instrumento electrónico que usa servidores centrales. \

¿Alguna novedad? En cierta forma, SI. Es posible que hubiera mucha gente que pensara que la búsqueda en Google solo consumía la energía de su ordenador, que el internet se energiza con el aire. Con esta investigación se destaca que los programas que operan fuera del ordenador recurren a servidores centrales donde se hace el cómputo, que también consumen energía y mucha. Esto adquirirá aun mas importancia con el advenimiento del “cloud computing”, el uso de software fuera de su ordenador, almacenado en otros servidores.

Sin embargo, la revelación y sobre todo el titular alarmista (para excitarnos a leer el artículo) parecen inducirnos a dejar de hacer búsquedas. En algunos casos se está llegando a una paranoia con el asunto de las emisiones de gases de efecto invernadero. Es cierto que debemos hacer todos los esfuerzos posibles para evitarlos, pero hay maneras y maneras y hay unos comportamientos que son mucho mas efectivos que otros.

Espero que el autor no pretenda que regresemos a la época en que había que ir a la biblioteca para buscar la información. No creo que pretendan que ir a la biblioteca no produce emisiones o que imprimirlo todo en papel sea más ecológico, ni que enviar todo por correo normal es más eficiente. Supongo que tampoco pensaran que llamar por teléfono no contribuye a las emisiones.

¿Les fue posible al investigador hacer la investigación y al autor escribir el artículo sin usar Google? Yo no pude hacerlo, tuve que usar Google para encontrar la revista y para escribir este artículo. Las búsquedas, que estoy seguro que el investigador hizo, han contribuido a las emisiones pero también a crear conciencia sobre el tema. No han sido búsquedas inútiles.
Pero siendo uno de sus principales costos, no creo que esta publicidad “negativa” estimule a Google a reducir el consumo de energía, mas allá de los incentivos económicos que ya enfrenta, pero a lo mejor los incita a utilizar una mayor proporción de energía renovable, lo cual sería un éxito.

Y obviamente que podemos usar estos servicios de comunicación de una manera mucho más eficiente. Según un reciente estudio (no conozco su confiabilidad) de Pear Analytics, sobre el uso de Twitter en Estados Unidos, más del 40% es “cháchara inútil”, en tanto que solo el 8.7% contiene alguna “información de valor” y el 3.6% contiene noticias. Y en el caso de búsquedas en Google, todos sabemos cuáles son las búsquedas más populares.

En parte hay un problema de incentivos. Estos servicios de búsqueda no tienen un costo tangible para el usuario o con una relación directa a su uso. Imagínese que cambios haría en su comportamiento si Ud. tuviera que pagar el costo para la sociedad del calentamiento climático como consecuencia de las emisiones.

Pero pongámoslo en perspectiva. Cada kilometro del coche de consumo promedio es equivalente a unas 30 búsquedas completas, aunque Google alega que sería el equivalente a 1.000 búsquedas (es posible que Google se refiera a cada búsqueda individual, no al proceso de una búsqueda hasta que se encuentra lo que se busca, que es a lo que refería la investigación). Si el costo del carbono fuera de $30 la tonelada (precio reciente en el mercado de carbono, ¡demasiado barato como para estimular ahorros!), podríamos hacer 4.500 búsquedas por un dólar, que podría ser usado para compensar las emisiones. Más de un año de búsquedas para el usuario promedio. En promedio, todas las búsquedas que yo hago en un año equivalen a unos 150-180 kilómetros de mi coche, que es el equivalente a unos dos o tres días de uso del coche. Para compensar por las búsquedas que tuve que hacer para escribir este artículo decidí combinar mis viajes en coche para ir un sábado a la lavandería, supermercado y correo en solo viaje.

¿Sabia Ud. que China inaugura dos plantas eléctricas semanales, con el peor combustible, el carbón (1.75 veces peor que el gas natural y 1.25 veces peor que el diesel)?. Cierto es que son mucho más eficientes que las que están reemplazando, pero el crecimiento neto es de más de una nueva planta semanal, a una razón de 70GW anuales de capacidad, que es el 80% de la potencia neta instalada en España. Cada 15 meses China instala el equivalente a una España en capacidad de generación, pero con carbón.

¿Sabía Ud. que uno de los principales emisores es el ganado vacuno que emite uno de los peores gases de efecto invernadero, el metano, 21 veces más poderoso que el CO2 en su contribución al calentamiento global? Contribuyen más del 5% a las emisiones totales, más o menos lo mismo que la industria de la aviación y la tecnología de información combinadas. Aunque en esto también hay progreso ya que algunas empresas están convirtiendo el estiércol en energía. Comer menos carne no es mala idea.

Y ahora se ha difundido lo máximo en el tema de calentamiento global. Unos investigadores han publicado un estudio donde muestran que el control de la natalidad (ahora se llama “salud reproductiva”) es cinco veces más barato que las energías renovables y la eficiencia energética en la reducción de emisiones (para que no tengan que buscarlo, aquí les doy la dirección: www.optimumpopulation.org/reducingemissions.pdf . No creo que hayan tomado en cuenta los efectos fiscales de tener menos contribuyentes y menos contribuciones a la seguridad social para que paguen nuestras pensiones, Y los viejos que se las arreglen ahorrando para ir a un asilo, porque no habrá hijos para cuidarlos. ¡!Supongo que en cualquier momento se produce una investigación mostrándonos los ahorros en emisiones que conllevaría la eutanasia!! Y así hacer los correspondientes ahorros fiscales en la necesidad de cuidar los viejos.

También la abstinencia reduciría las emisiones…………………… ¡de carbono!.

Y en Brasil recomiendan hacer pipi en la ducha para ahorrar agua (¡no en la bañera!). Pero no dicen si hay que tener el agua corriendo cuando se hace pipi o cerrarla.

Con esto no quiero decir que hay que ignorar los ahorros en la utilización de la tecnología de la información y en otros consumos, sobre todo su uso superfluo. Lo que quiero decir es que hay que ponerlo en perspectiva y poner los esfuerzos donde es más efectivo, en la reducción del consumo de combustibles fósiles, en energías renovables y sobre todo en mejorar la eficiencia energética, que es lo más efectivo y más barato. Y por encima de todo, políticas conducentes, como lo sería que cada producto o servicio tuviera incluido el costo del daño del carbono emitido, como Suecia tiene en los combustibles y que parcialmente esta implementado Francia. Así tendríamos los incentivos correctos para la reducción de emisiones.

El calentamiento global es un serio problema y debemos hacer todos los esfuerzos posibles y poner el énfasis donde es más crítico, pero no podemos dejar de vivir. Con moderación, con conciencia, buscando oportunidades de contribuir, pero racionalmente.

jueves, 17 de septiembre de 2009

¿Alguien quiere ponerle un nuevo nombre a la RSE?

(Paciencia: este articulo es el doble de largo que los demas)

Proliferan los nombres que quieren competir con el de nuestra querida RSE, la “Responsabilidad Social de la Empresa”. Como el nombre es muy genérico son muchos los que se quejan de que no se sabe que representa y buscan ponerle otros nombres. ¡Como si no tuviéramos suficiente con las confusiones que tenemos con un solo nombre! Que tampoco se resuelve manteniendo el nombre pero dándole una definición o interpretación personal, como sucede muy a menudo. Hasta hay todo un movimiento liderado por la ISO para encontrar una definición “universal”. Decíamos en un artículo anterior que era inconveniente normar conceptos generales como la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, por muchos esfuerzos que hiciéramos en la definición. Y encima tenemos el problema de que no nos ponemos de acuerdo ni siquiera en el nombre. En este artículo pasare una rápida a revista a los nombres las recientes de la RSE, sin pretender ser totalmente inclusivo.

Y nos referiremos solamente a la responsabilidad de las empresas, con o sin fines de lucro, públicas o privadas, grandes o pequeñas, pero empresas. El tema de la responsabilidad de gobiernos, municipios, universidades, organizaciones de la sociedad civil, individuos, etc., da para muchos mas comentarios que haremos en otro artículo. Tampoco me voy a referir a la disputa entre “empresarial” y “corporativa” como segundo apellido de nuestra querida “Responsabilidad”.

Creo que buena parte de los problemas que genera el nombre viene del uso de la palabra “social” en RSE. Ya Milton Friedman en el famoso artículo del 13 de septiembre de 1970 en el New York Times (“La responsabilidad social de la empresa as aumentar las ganancias”), se quejaba de que la empresa no tenía la responsabilidad de resolver los problemas de la sociedad, como si eso fuera el significado de la “responsabilidad social”, sino que su responsabilidad era ganar mas (presumiblemente para crear mas empleos y producir mas bienes y servicios). Y después de tanta discusión todavía hay muchos que denigran la RSE con esa interpretación. No entienden, o no quieren entender, que en el mejor de los casos lo que RSE quiere decir es responsabilidad ANTE la sociedad, no POR la sociedad. Para intentar corregir esta interpretación, y hacerlo mas descriptivo, algunos le ponen otro apellido y la llaman “Responsabilidad Social y Ambiental”. Al añadir “ambiental” no parece que el tema es solo “social” y que abarca todas las responsabilidades. Algo parecido sucede con el nombre de Triple Balance, financiero, social y ambiental, que se refiere a lo que deberían ser objetivos semejantes para la empresa y reportar acciones y resultados sobre los tres aspectos. Se ocupa del qué y no tanto del cómo. El profesor Josep Lozano, de ESADE, en un artículo publicado en el 2006 (Papeles de Economía Española, No. 108) propuso ir “De la Responsabilidad Social de la Empresa (RSE) a la Empresa Responsable y Sostenible (ERS)”, para pasar de un concepto a una cualidad, para evitar la connotación errónea de “social” que mencionábamos arriba y añadir el tema ambiental (que no sería el uso más incluyente de la palabra sostenibilidad que comentamos mas abajo).

Otros prefieren el término “Ciudadanía Corporativa”, para tratar de englobar el concepto de que la empresa, como las personas, deben ser buenos ciudadanos. O sea respetar las leyes, preocuparse por el vecino, no contaminar, etc. Parece ser un término descriptivo, pero no resuelve el problema, es mas lo agrava, ya que se puede entender como mas restrictivo. El entorno de acción puede entenderse como sinónimo de civismo, cuidado de la comunidad, o aun mas ampliamente, referente a un país, del cual uno es “ciudadano” (del término “ciudad”). Aunque para contrarrestar esto también he leído el término “Ciudadanía Global”. Podríamos decir que Ciudadanía Corporativa o Global es una parte de las prácticas responsables de la empresa, de la RSE. Aunque debo notar que en su reciente libro “La empresa ciudadana como empresa responsable y sostenible” el Prof. Lozano argumenta que el máximo nivel de inclusión de la responsabilida lo representa el concepto de empresa ciudadana.

Hace algunos años David Grayson y Adrian Hodges acuñaron el término “Oportunidad Social Corporativa” (Corporate Social Opportunity) para destacar que la responsabilidad debía verse como una oportunidad. Por aquello de que ser responsable no es problema, es una oportunidad para mejorar la posición competitiva de la empresa. Uno de los términos mas reciente que he encontrado, que también hace juego de palabras, es el de James Austin y Ezequiel Refico, que en un documento de trabajo de Harvard acuñan el nombre “Emprendimiento Social Corporativo” (Corporate Social Entrepreneurship), tratando de capturar en el término que la implementación de la RSE debe incluir emprendimientos en alianzas con instituciones sociales para crear mayor valor económico y social. Proponen que ello incluye y expande la RSE.

Hace unos años se puso de moda lo de “Negocios en la base de la pirámide”, que nació mas como un concepto para despertar el interés de las empresas por el aparentemente gran mercado que se podía explotar en la base de la pirámide poblacional. Poco a poco se fue modificando para evitar la connotación de se trataba de aprovechar el mercado de los pobres y vulnerables, hacia la idea de proporcionar los productos y servicios que ese mercado demanda, viéndolo como un servicio a la sociedad, pero rentable. Más adelante se amplía el concepto para reflejar que la empresa no solo debe vender en ese mercado sino también comprar (bienes y mano de obra), y se desarrolla el concepto de “Negocios inclusivos”, negocios que la empresa relativamente mas dotada hace con empresas de menores posibilidades o con individuos en situación de desventaja. Este concepto podría considerarse como una parte muy específica de las acciones incluidas en la RSE, pero da lugar a lo que parece será una “nueva disciplina”.

No hace falta detenernos mucho en los términos “Filantropía corporativa” (que puede ser relaciones públicas o parte de la RSE según sea el objeto de la filantropía), “Filantropía estratégica”, acuñada por Michael Potter (que es la filantropía que está alineada con la estrategia de la empresa y por ende una parte de la RSE) y “Ética empresarial” (que es el fundamento de la RSE, pero no lo es todo, que es condición necesaria pero no suficiente). También se está intensificando el uso del término “Inversión social” que refleja las acciones o inversiones específicas de la empresa en el bien de la sociedad, lo que también es un subconjunto de la RSE. En muchos casos es una de las pocas acciones medibles en términos monetarios y muchas veces se limita a actividades educativas, culturales, deportivas, etc. Todos estos conceptos siguen siendo solo una parte de las prácticas responsables de la empresa y no un sustituto de la RSE, aunque para distinguirse del grupo algunos prefieran usar nombres diferentes.

Pero para algunos aun el término ampliado de “Responsabilidad Social y Ambiental de la Empresa” no es suficientemente descriptivo porque parece ignorar los temas que tanta relevancia han adquirido últimamente como lo es el buen “gobierno corporativo”. No hace falta comentar mucho este término porque creo que todos entienden que es una parte de la RSE, que suele considerar como partes interesadas solo a los accionistas y acreedores de la empresa. Este concepto a veces les dice poco a las pequeñas empresas o las empresas familiares, que no obstante pueden tener prácticas responsables en el sentido mas amplio de la palabra, RSE. No obstante, ante la actual crisis de responsabilidad, está cobrando fuerza, sobre todo entre los inversionistas responsables y los mercados de capitales en general, el termino “Responsabilidad Ambiental, Social y en Gobernanza”, MSG (en inglés, ESG (Environmental, Social, Governance, sin usar la palabra “responsabilidad” que esta sobreentendida). Es el concepto preferido en el entorno de las “inversiones socialmente responsables” (ISR).

Por otra parte, algunas empresas se cansan de usar el término RSE, o se quieren distinguir de las demás y adoptan un término que suena muy bien y es una sola palabra: “Sostenibilidad”. También puede ser que nos les guste la palabra “responsabilidad” por la connotación que tiene de obligatoriedad y de que PARTE de la RSE puede o debe ser voluntaria. El termino Sostenibilidad, que para algunos es sinónimo de medio ambiente, nace de las discusiones sobre la necesidad de preservar los recursos del planeta para futuras generaciones y por ende parece ser un concepto más general. No solo refleja preocupación por el entorno inmediato, como el término “ciudadanía”, o de RSE, por la sociedad, sino que el entorno es todo el planeta. Para los mas avanzados incluye no solo los temas que son de preocupación para una empresa sino para el conjunto de empresas y por ello refleja además acciones colectivas a nivel de agrupaciones de empresas. Muchas de las empresas con impacto global producen “informes de sostenibilidad” y no “informes de RSE”, sobre todo las que tienen impacto significativo sobre el medio ambiente en general y sobre el cambio climático en particular y en el respeto a los derechos humanos[i]. Para muchos es un concepto mas amplio que la RSE y no se limita a la empresa privada sino que puede aplicarse a otras instituciones como ONGs y las del sector público. No tiene la connotación de “empresas” o “corporaciones”. Tiene connotación de largo plazo.

También recientemente se han propuesto otros nombres como "Responsabilidad y Sostenibilidad de la Empresa" (manteniendo la abreviatura de RSE) y "RSE 2.0". En el primer caso se pretende evitar la discusión sobre la palabra “social” y poner responsabilidad y sostenibilidad juntos, aunque como vimos antes, tienen muchísimo en común y sería redundante usar ambos términos. No hay sostenibilidad sin responsabilidad. El segundo caso es un intento de modernizar el término tradicional para reflejar su evolución acelerada en los últimos años. Sin embargo, la RSE evoluciona continuamente, no en forma discreta, como si de nuevas versiones se tratase (Word 2000, versus Word 2007 o una nueva versión del mismo software). El término no es adecuado para describir el estado de la RSE ya que, como hemos comentado la RSE no es concepto monolítico, es cambiante, en un conjunto de prácticas cuya aplicación depende de la empresa y de su entorno. Como comentábamos en un artículo anterior, parafraseando a Ortega y Gasset: “La RSE es la RSE y su circunstancia”. (www.cumpetere.blogspot.com)

El Banco Mundial, para distinguirse de los demás, ha acuñado el término "Sostenibilidad Social y Ambiental", porque sus actividades suelen ser con proyectos y con entidades públicas y la palabra “responsabilidad” tiene connotación empresarial (lo que es debatible). A lo mejor alguien debería proponer "Responsabilidad Sostenible", si de variaciones y permutaciones de palabras se trata. Y no estaría nada mal, porque no queremos responsabilidad efímera, ¡la queremos sostenible!

Después de mucha innovación en nombres, tenemos dos términos a la cabeza de la popularidad, RSE y Sostenibilidad. Por ahora RSE está a la cabeza, pero se acerca la Sostenibilidad y mucho mas rezagados los demás términos, de uso en sectores determinados como la comunidad de inversionistas. Es posible que por el abuso al que está siendo sometido el nombre RSE se debilite y le haga perder ventaja (como decíamos también en un artículo anterior, están tratando de asfixiar a la RSE, pero no hay que preocuparse, le sucederá su hija mayor, la Sostenibilidad). Los demás, están para animar la carrera. Estén pendientes por si hay cambio en el liderato o si la RSE tiene mas hijos. Parece que cada día nace uno (¡la RSE es muy pródiga!).

Y si de animar se trata, yo voy a inscribir un nombre en la carrera, aunque por ahora sea solo parte del pelotón: “Prácticas Responsables de la Empresa”, que es descriptivo e inclusivo ya que abarca a todos los demás (pero no es sexy). ¡Sin abreviaturas!, para reducir la posibilidad de su uso fuera de contexto, y a lo mejor evitaríamos gran parte de la discusión semántica en la que nos hemos enzarzado en las últimas décadas. Que si tal y cual cosa no es “responsabilidad” de la empresa, que si hay que ir mas allá o más acá de la ley, que si es social y ambiental, que si esto o aquello. La discusión sería sobre las prácticas responsables que la empresa tiene o deja de tener. Específico, no en abstracto.


Post Data: El nombre de RSE está asegurado por algún tiempo al ser usado por una gran cantidad de instituciones e iniciativas. ¿Cómo se llamarían si la RSE cayera en desuso?: AliaRSE, CentraRSE, UniRSE, IndicaRSE, LeeRSE, ComunicaRSE, IntegraRSE, ConvertiRSE, FundaRSE, IdeaRSE, CompartiRSE, ConvocaRSE, InnovaRSE, CapacitaRSE, etc. El hecho de que otros que no están en uso tengan sus direcciones de internet están tomadas puede ser indicativo de que muchos esperan que la RSE siga con vida, por lo menos en español: ResponsabilizaRSE, SolidarizaRSE o ComprometeRSE. ¡Los demás nombres no se prestan para esto!


[i] Para el año 2008, de los 129 reportes de empresas españolas (país con el mayor número de reportes en español) registrados en el GRI, 54 incluían el término “Responsabilidad”, 51 el término “Sostenibilidad” y 20 tenían otros nombres, la mayoría de estos últimos como parte del Informe Anual.

domingo, 6 de septiembre de 2009

La RSE es la RSE y su circunstancia

Supongo que al apenas leer el titulo los lectores pensaron en la famosa expresión de Ortega y Gasset, usada por primera vez en sus Meditaciones del Quijote en 1914, Yo soy yo y mi circunstancia. Con esa frase Ortega y Gasset quería decir que el YO no puede existir en aislamiento, que no es abstracto, que está condicionado por las circunstancias en que le toca vivir, por el entorno que lo rodea.

Esta consideración es hoy muy oportuna y perfectamente aplicable a las discusiones que se tienen sobre la responsabilidad social de la empresa, tanto en el cambiante entorno económico y social en que le toca “vivir”, como en las estrategias en diferentes países, como sobre los esfuerzos que se hacen en uniformarla, en definirla, en normarla, en hacerla vivir en abstracto.

En los tiempos cambiantes las empresas han podido/tenido que darse cuenta de que lo que es una “responsabilidad” en tiempos de bonanza económica puede ser “voluntario” en tiempos de estrechez y lo que nunca se hubiera considerado en tiempos de bonanza se convierte en un imperativo en tiempos de estrechez. En tiempos de bonanza algunas empresas estaban dispuestas a incluir como una de sus “responsabilidades” la promoción de la cultura pero cuando arrecia la crisis se convierte en dispensable. En tiempos de bonanza jamás se pensó que era responsabilidad de la empresa dar descuentos en sus servicios a los desempleados, pero en la crisis se ha considerado una responsabilidad ante la sociedad (y ante los beneficios, ¡para no perderlos como clientes!).

Las multinacionales que operan en diferentes países saben que lo que se considera una responsabilidad empresarial varía de acuerdo a los valores culturales de la sociedad en que operan, del esquema institucional del país (sociedad civil, gobierno, etc.). de las necesidades de la población, de sus expectativas sobre el comportamiento de las empresas y de las percepciones que se tienen sobre la empresa en particular. Es reconocido, aunque no obvio para todos, que las prácticas responsables varían de país a país y aun en el tiempo, al variar las necesidades, expectativas, percepciones y el impacto de las instituciones. Y no estamos hablando solo de inversión social. La relevancia de temas como el empleo a personas en desventaja, el cambio climático y el buen gobierno corporativo, varía de país a país y algunas con el tiempo.

Muchos suponen que para promover prácticas responsables primero hay que acordar una definición de la RSE. Pareciera que solo tipificando las prácticas responsables se pueden entender. Todo lo contrario. El tratar de circunscribir algo tan amplio, variante y variable como es el comportamiento de las empresas puede ser contraproducente. Los tiempos recientes han demostrado que la creatividad empresarial es ilimitada y que puede usarse para bien o para mal.

Cierto es que hay algunos elementos básicos que deberían ser validos en todos los entornos, en todos los tiempos. Algunos dicen que el comportamiento ético, que el fundamento de la RSE, es una constante universal. Pero aun esto es cambiante y varía de país a país. Un reciente estudio mostró que por razones culturales al consumidor chino no le parece no ético el comprar CDs piratas. Inclusive, en la era del internet, son muchos los jóvenes que no entienden la necesidad de respetar los derechos de propiedad intelectual de la música y consideran que el “bajárselo de gratis” es un derecho. Algo parecido sucede con el nepotismo y los sobornos. Varían de país a país y con el tiempo.

Así como el YO, es el YO pero ese YO esté condicionado por sus circunstancias, las practicas responsables dependen de su entorno económico, político, social y aun de la historia, de los antecedentes, de los prejuicios, de las circunstancias.

¿Podemos tener una definición de la RSE? ¿Podemos tipificarla? No es imposible lograr una definición de lo que es la RSE, pero para cubra todas las circunstancias deberá ser tan general que deja de ser práctica. Ello ha llevado a muchas controversias sobre lo que es la RSE, ha creado confusión, nos separa mas que nos une y ha retrasado su adopción. La confusión creada también ha dado lugar a una gran proliferación de nombres para la RSE. Todos los días aparece un nuevo nombre para tratar de capturar su esencia (en un próximo artículo trataremos los nombres de la RSE).

La responsabilidad de una PyME no es la misma que la de una multinacional. La responsabilidad de una multinacional en España no es la misma que cuando opera en Colombia. La responsabilidad de las empresas que operan en un país con grandes necesidades insatisfechas, con débiles administraciones locales, no es la misma que las que operan en países con fuerte institucionalidad y amplios recursos. La responsabilidad de la empresa hoy no es la misma que la que era en el 2005 ni es la que será en el 2012.

¿Es posible que la empresa sea totalmente responsable en todos los ámbitos, en todos los tiempos? Ojalá. Pero no se pueden promover prácticas responsables de un modo absolutista. Será más efectivo para las partes interesadas entender y usar las circunstancias para hacer que la empresa adopte prácticas responsables cónsonas con su realidad.

En el mismo ensayo, Ortega y Gasset dice: “El hombre rinde al máximum de su capacidad cuando adquiere la plena conciencia de sus circunstancias”. ¿Aplicable a la RSE? Podríamos parafrasear: La RSE rinde al máximum de su capacidad cuando adquiere plena conciencia de sus circunstancias.Y es que la RSE no es solo la RSE. La RSE es la RSE y sus circunstancias.