lunes, 9 de marzo de 2020

Variedad de puntos de vista sobre la RSE o porque nunca la lograremos



I.                Volando alto y bajo

Si observamos lo que sucede alrededor de la RSE desde un punto de vista imparcial, elevándonos a cientos de metros de la tierra, viendo todas las partes, empresas, consumidores, gobiernos, organizaciones de la sociedad civil, consultores, centros de enseñanza, etc. posiblemente veríamos que cada uno va por su cuenta, un enjambre de posiciones diferentes  Si la miramos desde la tierra, la perspectiva se reduce mucho y posiblemente vemos esfuerzos de múltiples partes donde cada una de ellas esta tan absorto en lo que hace que parece homogéneo, compacto, coherente.. 

La adopción casi universal de este punto de vista terrestre nos ha impedido ver que ello es un obstáculo en sí mismo para la RSE, pro encima de las dificultades, obstáculos, omisiones, prejuicios, etc. ya inherentes en el tema.   

Si la miramos desde muy arriba, con una visión global, podremos apreciar la existencia de no menos de tres grandes puntos de vista, tres maneras de ver lo que pasa con la RSE, tres grandes mundos, lo que puede explicar que nunca nos pondremos de acuerdo y el tema de la RSE se mantendrá en discusión constante, con desacuerdos.

II.             Tres visiones de la RSE

El primer punto de vista sobre la RSE es el de los productores de responsabilidad, las empresas. Aquí no me refiero a su opinión de lo bien que lo hacen, sino de cómo ven o perciben a la RSE.  Para muchas empresas son una serie de actuaciones en respuesta o en anticipación sobre lo que creen quieren sus stakeholders y dirigentes.  Para la gran mayoría es un conjunto de actividades especificas a su empresa y su entorno que tienen el denominador común de no hacer daño y tratar de hacer el bien. No es que esta manera de ver la RSE sea equivocada, es que es incompleta por cuanto, para muchas empresas es improvisada, reactiva, incoherente.  No hay un consenso entre las empresas en lo que se refiere a cuál debe su responsabilidad en el contexto en que opera, hay muchas opiniones.

El segundo punto de vista es el de los promotores de la responsabilidad, incluidos nosotros los “expertos”, y los que la promueven dentro de la empresa, los académicos que investigan, escriben y enseñan, la industria de la promoción, que va desde instituciones como las Naciones Unidas y sus objetivos de Desarrollo Sostenible y las empresas de comunicación y consultoría, con sus intereses en que se produzcan mayor numero y más extensos informes de sostenibilidad, pasando por las instituciones que promueven lineamientos o reglas para el reporte de información, entre otros.  Cada uno persigue sus intereses, personales, reputacionales, pero sobre todo los monetarios, al tiempo que se critica a las empresas por priorizarlos. Y en todo ello hay gran diversidad de opiniones y versiones, por ejemplo, sobre como informar (múltiples esquemas competitivos de reporte), enfoques parciales competitivos (valor compartido, economía circular, capitalismo de los stakeholders, entre muchas otras).  Hay una carrera en proponer diferentes nombres o concepciones a ver si salimos ganadores y la nuestra obtiene aceptación. [1]

El tercer punto de vista es el de los consumidores de responsabilidad, el resto de la sociedad, los que la usamos para tomar decisiones de compra (consumidores), de empleo (trabajadores actuales y potenciales), de promoción y regulación de la actividad comercial (gobiernos), monitoreo y denuncia (ONG), difusión (los medios que difunden verdades y mentiras), los consultores, para ganarse la vida y el suscrito, para poder escribir los artículos de este blog, entre muchas otras partes.  Lo que este grupo tiene en común es la diversidad de intereses y opiniones, y en algunos casos la indiferencia o incompetencia, ya que tienen muchas otras prioridades y preocupaciones para sobrevivir en la vida cotidiana como para preocuparse de ello,  y la ignorancia de lo que hacen las empresas (en el mejor de los casos se enteran de lo que les dicen, lo que les conviene), no saben lo que deben exigir como responsabilidad empresarial.  Y aun sabiéndolo son muy pocos los que actúan y logran algún impacto.  Es un punto de vista que debería tener un frente común, pero que es muy desarticulado como para lograr cambios en el camino a seguir, sobre el cual ni siquiera hay consenso.

Esta tipología no es hermética ni es completa, es solo una caracterización del problema de la atomización de la percepción de la responsabilidad empresarial y de cómo implementarla.  Hay superposición entre los tres puntos de vista: como empleado tengo una visión de mi empresa y a lo mejor de nuestros competidores, pero también soy consumidor y puedo tener ideas sobre lo que deberían hacer otras empresas y puedo ser consumidor y experto con diferentes puntos de vista según el papel que desempeñe en ese momento.

Vistos desde arriba, estos puntos de vista parecen un movimiento browniano (para los que no son muy de la física, digamos que parecen “correr como pollos sin cabeza” o parecen un enjambre de abejas).  Desde la tierra, con menos perspectiva, pueden parecer grupos (puntos de vista) homogéneos, hasta que nos adentramos en ellos.




Pero lo importante de todo esto es que no solo no hay consenso intragrupo, es que no lo hay entre grupos. Dentro de cada uno de los grupos, cada subgrupo (decenas o miles de ellos) no tienen una idea generalizable de lo que debería ser la responsabilidad de la empresa, aunque pueda haber algunos puntos de encuentro. Y al contrastar esta diversidad de visiones dentro de un grupo, con las de los otros grupos nos damos cuenta de que tampoco hay consenso, aunque, de nuevo, puede haber elementos comunes.

Para ilustrarlo consideremos dos excepciones, el cambio climático y reciclaje.  En estos casos es muy posible que haya armonización entre los diferentes puntos de vista, y ello ilustra, por contraste, lo lejos que estamos de la visión holística en el resto de los temas.

III.           ¿Reconciliables?

Parte del problema es que en la práctica los puntos de vista son relativamente impermeables entre sí, hay muy pocas interacciones, cada uno vive en su mundo, en su torre de marfil, y en muchos casos hasta parece que hablan idiomas diferentes.  Mejoraría la implantación de la RSE si se intensificaran estas interacciones.  Si los presidentes de empresa trabajaran algún tiempo en una ONG de reducción de la pobreza; si el director de una ONG estuviera a cargo, por un tiempo, de la comercialización de un producto con fines de lucro; si hubiera más sociólogos y antropólogos dentro de las empresas y más MBA en las ONG; si las escuelas de negocios mirasen a la sociedad como el objeto de la actuación empresarial y no solo a los dueños; si los ingenieros entendieran que no todo tiene solución cuantitativa; si los economistas priorizaran en el análisis de las decisiones no solo la eficiencia económica sino además la justicia social, considerando todos los costos y todos los beneficios, medibles o no; si si los dirigentes entendieran que no todo lo que cuenta se puede contar, ni todo lo que se puede contar cuenta; si los abogados de la empresa consideraran los beneficios de las actuaciones responsables y no solo los potenciales riesgos legales; si los profesores de economía y finanzas hicieran voluntariado en ONG; si la remuneración de los consultores estuviese ligada a la efectividad de sus recomendaciones; si la remuneración de los dirigentes estuviera ligado al impacto en la sociedad de sus decisiones y no solo a los beneficios monetarios; si, si, si ………El lector puede añadir sus ideas de interacción, para vencer los silos.

¿Podremos avanzar en la RSE para el beneficio de todas las partes, si cada uno se mira al ombligo, si cada uno promueve sus intereses individuales?

¿Son estas diferencias irreconciliables?

Querido lector, ¿cree Ud. que ante escenario vamos a alguna parte? 



[1] Los casos más dramáticos son la promoción del concepto de Creación de Valor Compartido y la estrategia de la Economía Circular promovidos vigorosamente como alternativas a la RSE, aun cuando son conceptos muy inferiores. Ver ¿Qué comparte Nestlé: el valor creado o el valor destruido? Y  La economía circular: ¿Innovación o reciclaje? respectivamente, y una comparación en ¿En que se parecen la Economía Circular y la Creación de Valor Compartido?

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