sábado, 14 de septiembre de 2024

Los consumidores compran productos y servicios que saben que son responsables: ¿En serio?

 

Eso es lo que dicen los resultados de una amplia encuesta llevada a cabo a 3.258 personas de seis países de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú), con el objetivo de entender cómo las prácticas de RSE impactan las opiniones de los consumidores y sus decisiones de gasto, por la empresa de relaciones públicas  Sherlock Communications, con sede en Brasil (Reporte de Responsabilidad Social Corporativa en LATAM 2024).

La encuesta muestra que el 81% de los latinoamericanos coincide en que las prácticas de responsabilidad social y ambiental influyen directamente en sus opiniones sobre las empresas que operan en sus países; mientras; el 72% de las personas afirma que trata de comprar sólo productos o contratar servicios de empresas socialmente responsables.

En este artículo comentaremos estos resultados y los contrastaremos con otra encuesta, más rigurosa, llevada a cabo en Chile y con los resultados de otra, a nivel mundial, sobre la voluntad de los consumidores de pagar un sobreprecio por productos considerados social y/o ambientalmente responsables.

El objetivo del artículo es analizar la confiabilidad y responsabilidad de este tipo de encuestas, su superficial difusión en los medios y los daños que pueden causar al avance de la sostenibilidad empresarial.

I.                Consideración de la responsabilidad en las decisiones de adquisiciones de los consumidores.

1.      Resultados reportados de la encuesta.

Analicaremos brevemente los resultados que han sido reproducidos, urbe et orbi, en todos las países donde se llevó a cabo la encuesta, y en otros de América Latina, con titulares semejantes. Si fueran reportados sonoros serían con “bombos y platillos”.

Esta encuesta, como la gran mayoría de las encuestas a consumidores sobre sus adquisiciones sostenibles y el sobreprecio que estarían dispuestos a pagar, adolecen de muchos problemas comunes.

·     La pregunta estimula la respuesta positiva: ¿Compraría Ud. un producto que no sea contaminante? ¿Compraría Ud. un producto de una empresa social y ambientalmente responsable? No importa si sabe o no lo que quiere decir “social y ambientalmente responsable”, la respuesta tiene ser que positiva, por incluir la palabra “responsable”, y si no lo es, es porque el encuestado entiende la pregunta o quiere molestar.  

Y si como dice el resultado “el 72% de las personas afirma que trata de comprar sólo productos o contratar servicios de empresas socialmente responsables”, muchos no podrán cubrir sus necesidades. ¿Hay empresas responsables como para cubrir el consumo de productos y servicios de todas estas las personas? Obviamente no lo hacen.

·     ¿Como saben que la empresa es social y ambientalmente responsable? ¿Cómo se enteran sobre las empresas de los miles de productos o servicios que adquieren?

Y aun si la pregunta fuera más restrictiva, en vez de “compraría”, “compra”: ¿Compra Ud. productos y servicios de empresa responsables?, la respuesta también sería 100%, por la misma razón. Inferiríamos que todos compran productos responsables y que para aquel 72% es el total de sus adquisiciones.

·     Pero el impacto no está en compras ocasionales, si alguna vez compra algunos productos y servicios responsables, sino ¿qué porcentaje del monto de sus compras y servicios totales, en un mes o un año, son de empresas responsables?

Conclusión:  La única conclusión confiable de estos estudios es que “algunos consumidores intentan comprar algunos productos y servicios de empresas responsables”, lo cual no nos dice mucho sobre el comportamiento responsable del consumidor, ni el impacto que tiene sobre la responsabilidad empresarial. [i] [ii]

Y aun si hiciéramos la pregunta de “¿cuánto de sus adquisiciones anuales son de productos y servicios de empresas responsables”, la respuesta también sería inventada (no lo puede saber) y exagerada (para quedar bien).  Lo mismo sucede con el sobreprecio que está dispuesto a pagar por la responsabilidad (véase la parte III de esta nota).

Con esto no queremos decir que el consumidor es irresponsable, lo que queremos enfatizar es que los resultados de la encuesta se prestan a inferencias que son engañosas. No son más que una curiosidad…… y titulares de medios irresponsables.

Y, claro está, no preguntaron que papel juega el precio en la decisión de compra.

2.     Intención de compra versus realidad. Algo versus todo.

Y una cosa es “compraría”, hipotético, y otra cosa es “compró”. El lector puede apreciar la diferencia, si, por ejemplo, hacemos la pregunta antes de entrar al supermercado, ¿compraría? y al salir, ¿cuántos de esos productos en su carrito compró porque sabía que eran responsables?.

Pero, por ejemplo, aun si dicen que compraron 3 o 4 (a lo mejor compró fruta orgánica o huevos de gallinas en pastoreo) la inferencia de que: “todos los clientes compran productos responsables”.  Pero obviamente esto no quiere decir que la totalidad de las compras de algunas personas son responsables.

Más confiable sería, por ejemplo, la respuesta a la pregunta: ¿cuáles de esos productos que lleva en el carrito compró sabiendo que eran de empresas responsables, como lo supo, y qué aspectos de la responsabilidad influyeron en la selección?”.

Invito al lector a hacerse las preguntas, que vea todos los productos y servicios que ha adquirido y estime que porcentaje del monto ha sido en productos que sabe que son responsables. Y para ponerlo en términos más gráficos, que al llegar a su casa estime los productos y servicios que ha adquirido porque eran responsables (¿energía renovable?, ¿detergentes no contaminantes?, ¿muebles de bosques sostenibles? ¿envases reciclables? y un gran etc.). El caso de los servicios es mucho más difícil que el caso de productos de consumo masivo.

En comercialización hay una regla empírica, la del 30:3 de las compras responsables que postula:  ….que si el 30% dice que compraría el producto, solo el 3% lo hace.” (es de enfatizar que esta regla no es resultado de rigurosos análisis estadísticos sino resultado de observaciones casuales). Y aun si el 3% lo hace, ello no quiere decir que el consumo responsable abarca el 3% del total del consumo. El 3% hace algunas compras responsables.

Hay muy pocos estudios rigurosos sobre la diferencia entre intención de compra y adquisición. Uno de ellos, sobre la adquisición de prendas de vestir, lo analizábamos en el artículo Realidad y ficción en el consumo responsable. [iii] Ese estudio concluía que:

“Nuestro estudio empírico encontró una muy baja asociación entre las intenciones y el comportamiento.  Se podría alegar que en algunos contextos éticos como el de nuestro ejemplo sobre evitar la compra de ropa producida en “sweatshops”, los consumidores éticos tienen grandes deseos y por ende la motivación para actuar éticamente, sin embargo las condiciones del mercado los vencen con obstáculos reales como la falta de información, carencia de selección y poca moda en la restringida selección disponible de ropa producida claramente en condiciones éticas.”

En el caso de las intenciones se piensa en un hipotético y su respuesta está influenciada por deseos propios y expectativas de terceros. En la decisión de compra se toman en cuenta muchos otros factores, por ejemplo, su nivel de ingresos en ese momento, el valor total de su compra, el precio y disponibilidad de productos alternativos, la calidad relativa, etc. 

En el artículo ¿Por qué el consumidor “responsable” no compra de acuerdo con lo que dice que haría? analizamos los factores que influyen en la decisión de compra, por niveles de ingreso familiar, y formulábamos un “teorema”:

II.             Una visión gráfica para ilustrar la confiabilidad de la encuesta.

Los resultados de la encuesta tuvieren una muy amplia cobertura en los medios de América Latina, publicados como titulares en decenas de medios. Reproducimos solo dos junto a una foto de una multitud en el país. Invitamos al lector a hacerse su opinión sobre la confiabilidad de la aseveración del titular en función de esa multitud (aunque no sea representativa de la población en general).

1.      Argentina, Forbes Argentina

El 51% de los encuestados manifestó que valoran de forma positiva a las compañías que llevan a cabo acciones sociales y ambientales.  

El menor porcentaje de todos los países encuestados: ¿Realismo? ¿O la mufa?

2.     Colombia, Canal 1

El 76 % de los encuestados colombianos afirma que sólo compra productos o contrata servicios de empresas socialmente responsables. El 65 % de los colombianos participantes afirma haber evitado realizar una compra o contratar un servicio en el último año debido a la postura de una empresa con la que no estaba de acuerdo. El valor medio de las compras no realizadas se estima en 184 dólares, según los propios encuestados.


¡Encuestados muy responsables y rigurosos!: No solamente conocen la responsabilidad de los productos, sino que además saben cuánto dejaron de comprar por considerar los productos o empresas como no responsables.

III.           Chile: Una encuesta con rigor.

Casi el mismo tiempo se publicó una encuesta sobre el conocimiento de aspectos de sostenibilidad a 5 000 personas en Chile, realizada por la empresa de opinión IPSOS, reconocida mundialmente, con sede en París y con más de 100 oficinas en 90 países.

Los resultados de esta encuesta contrastan con la anterior y se asemejan mucho más a lo que parece ser la realidad ya que las preguntas son más concretas y se prestan mucho menos a respuestas forzadas, a exageraciones o a responder por responder. Algunos resultados:

·       50% no sabe o no identifica el conceto de sostenibilidad, el 25% tiene una noción parcial y el restante 25% dice conocerlo correctamente.

·       Solo un 3% declara conocer la sigla ASG, un 5% el greenwashing y un 7% los objetivos de desarrollo sostenible.

·       El 9% declara conocer la neutralidad en carbono y el 16% la economía circular. El concepto más conocido es el cambio climático, que el 44% declara conocer bastante.

Y es de notar que esto es en uno de los países de América Latina más avanzados en la difusión de las sostenibilidad empresarial entre la población.

Contrástense estos resultados con los de la encuesta citada arriba, para Chile: El 71% de los entrevistados en Chile afirman solo contratar servicios y comprar productos de empresas socialmente responsables.

IV.            ¿Y están dispuestos a pagar por la sostenibilidad?

En mayo del 2024, la consultora PwC publicó los resultados de un estudio sobre las percepciones de los consumidores,  PwC’s Voice of the Consumer Survey 2024, resultado de una encuseta sobre las opiniones de más de 20,000 consumidores en 31 países.  Cubre una gran variedad de temas, pero para nuestros propósitos una de las principales conclusiones es:

Más del 80% de los consumidores dicen que están dispuesto a pagar más por productos responsables, en términos de un sobreprecio. Están dispuestos a pagar un promedio del 9,7% más por los productos que cumplen ciertos criterios ambientales, incluyendo el aprovisionamiento local, producidos con matariles reciclados o amigables con el medio ambiente y producidos en una cadena de valor con bajas emisiones, entre otros.

Evalúan las prácticas de sostenibilidad ambiental a través de atributos como los métodos de producción y el reciclaje (40%), empaques ambientalmente responsables (38%) y que tengan un impacto positivo sobre la naturaleza y la conservación del agua (34%)

Y aún un estudio supuestamente más rigoroso cae en los mismos errores de hacer preguntas hipotéticas, y sobre todo algo tan complejo como el sobreprecio.  Pero por lo menos reconoce que las intenciones no siempre se trasladan en acciones:  

Sin embargo, esto puede no trasladarse en el pago del sobreprecio que estará influenciado por otros factores como la inflación, la situación económica, el costo de vida, entre otros.

V.              En resumen

Las acciones de los consumidores incorporando la responsabilidad de los productos y servicios y de las empresa que los producen son uno de los impulsores más efectivos de la sostenibilidad empresarial, por lo que existe un elevado interés de algunos medios en determinar la medida en la cual se usan en las decisiones de adquisiciones.  Pero este cocimiento no se puede determinar con el tipo de encuestas que generalmente se llevan a cabo entre los consumidores, son necesarios estudios más rigurosos, controlando diversas variables y en persona, para determinar estos efectos, y sobre todo como los buenos deseos se traducen en acciones.

En este tipo de encuestas existe una alta probabilidad de responder lo que parezca más deseable, la respuesta que pide la pregunta, y si no lo sabe, no reflejar ignorancia e “inventar” una respuesta.

Lamentablemente este amplio interés lleva a entidades irresponsables a llevar a cabo y publicitar encuestas que son engañosas, con el objeto de ganar publicidad.  Y los medios irresponsables las reproducen sin analizar la confiabilidad o veracidad de los resultados. No hace falta ser un experto para concluirlo. Bastaría que los autores de los titulares y los directores editoriales mirasen su propio comportamiento para darse cuenta de ello. Pero es más importante llamar la atención que informar y educar.

Esto es greenwashing a nivel de encuestas, de servicios de información.

Ello en vez de ser algo positivo, de promover la sostenibilidad empresarial, es negativo porque da la impresión equivocada de que el consumidor es más responsable, y nos damos por satisfechos.  Algunos lo son, en algunas adquisiciones, pero no el ámbito y profundidad que quieren inferir este tipo de encuestas.

De un titular como “72% de las personas afirma que trata de comprar productos o contratar servicios de empresas socialmente responsables.” se infiere que casi todos los consumidores utilizan criterios de responsabilidad para decidir sobre sus adquisiciones y que estas están muy extendidas, en tanto que la realidad es que algunos de estos realmente si lo hacen, pero en contados casos. Y aunque ese 72% lo haga, puede que sea sobre algunos productos, solo sobre, digamos, un 1-5% del total de sus adquisiciones.

No deja de maravillarme que estas encuestas revelan no solo que los consumidores utilizan información sobre la sostenibilidad empresarial en sus decisiones, sino que, el 70%, 80% de ellos se han tomado el tiempo para averiguar cuál es la responsabilidad social y ambiental de las empresa cuyos productos y servicios compran…….y saben dónde encontrar la información.

Con esto no queremos decir que el consumo responsable no es importante, lo es y mucho.  Si se lograra hacer parte de las decisiones cotidianas, las empresas reaccionarían a las demandas del mercado y tendrían que ser más responsables, aumentaría su impacto en la competitividad.  Lo que queremos decir es que ni la intención refleja la realidad, ni la realidad es tan optimista.  Lo que esto quiere decir es que falta mucho camino por recorrer para concientizar al público sobre el consumo responsable, lo cual requiere de mucha mayor disponibilidad de información sobre la responsabilidad de los productos y servicios y educación del consumidor.[iv]

Y todo esto sin considerar el greenwashing, a los que los consumidores, en este tipo de encuestas, son tan crédulos.

Yo no me las creo.

martes, 10 de septiembre de 2024

Mis catorce artículos sobre las regulaciones europeas sobre sostenibilidad empresarial

             

            1,    General

 Impacto del vendaval de regulaciones sobre la sostenibilidad empresarial: ¿Bueno, malo o todo lo contrario?

18 noviembre 2023

            2.    Diligencia debida

Dilución de la Directiva de Diligencia Debida sobre Sostenibilidad Empresarial, CSDDD

16 marzo 2024

 El rechazo de la Directiva de Diligencia Debida, CSDDD de la Unión Europea: Una opinión alternativa

28 de febrero 2024

           3.     Reporte

Más allá del CSO: Contralor de sostenibilidad empresarial

30 marzo 2024

¿Quién es responsable de asegurar el cumplimiento con los estándares de reportes de sostenibilidad?

12 marzo 2024

 ¿Cómo se verificará la información sobre sostenibilidad empresarial?

24 febrero 2024

¿Serán efectivas las amenazas de multas y prisión para sincerar el reporte de sostenibilidad?

17 febrero 2024

¿Es la información no financiera equiparable a la financiera? ¿Son los estados de información no financiera “estados”?

27 enero 2024

¿Se están diluyendo los estándares europeos de reportes de sostenibilidad?

18 diciembre 2023

¿Está la profesión del contador público preparada para la información de la sostenibilidad empresarial?

4 junio 2023

¿Cómo será el estándar de reportes de sostenibilidad en tres/siete años?: Mi pronóstico.

2 julio 2022

            4.    Taxonomías

Taxonomía estandarizada para reportes estandarizados de sostenibilidad: ¿Panacea o espejismo?

24 septiembre 2022

Crónica de una muerte anunciada: Taxonomía Social de la Comisión Europea

3 septiembre 2022

        5.    Financiamiento

¿Puede el nombre y objetivos de los fondos de inversiones sostenibles contribuir a mejorar la sostenibilidad y reducir el greenwashing?

23 junio 2024

 

 

domingo, 8 de septiembre de 2024

¿Qué aspectos de la sostenibilidad empresarial conducen (¿deberían conducir?) a rendimientos financieros?

                                                                       Mentiras, malditas mentiras y estadísticas

Título de un libro publicado en 1976


Este es uno de los aspectos de la sostenibilidad empresarial más discutidos. Es el núcleo del argumento empresarial, aquello de que la empresa debe ser responsable porque es rentable, constituye también el núcleo de la materialidad financiera, aquello de que los aspectos que la empresa debe gestionar son aquellos que tienen impacto real o potencial sobre su situación financiera, y que forman el núcleo de la primacía de los shareholders, aquello de que la empresa debe maximizar los beneficios a los accionistas y de preocuparse por los demás stakeholders en la medida que ello beneficia a los shareholders.

Y sobre esto hay mucha teoría, mucho buen deseo, abuso del “debería”, de que tales o cuales actividades “deberían” mejorar la situación financiera de la empresa, por ejemplo, aquello de que, si la empresa reduce sus emisiones, mejorarán sus beneficios, como sí no dependiese de que los afectados se enteren y actúen, como si fuera automático, como que “debería” ser así, porque sí.

El objeto de esta nota es contrastar dos estudios, uno conceptual sobre lo que “debería ser” y el otro uno estadístico sobre lo que (supuestamente) “es”, y mostrar las deficiencias de las inferencias basadas en este último.

I.                Debería ser.

En la primera parte del artículo Tres estudios para aprender más sobre sostenibilidad empresarial: Argumento empresarial, Cumplimiento con la información y Costo del financiamiento, del 3 de agosto, analizábamos un informe del World Business Council for Sustainable Development, WBCSD (institución gremial dedicada al avance de la sostenibilidad empresarial) y la consultora KPMG para guiar el desarrollo e implementación del argumento empresarial en las empresas Building the  business case for Sustainability: A practical guide for business connecting opportunities  and financial drivers (informe completoresumen ejecutivo y tablas de impacto).

Este informe es un tratado sobre el argumento empresarial, dirigido a los profesionales de la sostenibilidad, pero en particular a los dirigentes financieros. El informe se basa en una acepción de la sostenibilidad empresarial un poco sesgada, hacia tres aspectos que tienen mayor probabilidad de tener impacto financiero: (1) cambio climático, (2) biodiversidad y justicia y, (3) equidad para todos los stakeholders internos y externos. Ignora aspectos de gobernanza, lo que considero un error, ya que algunos aspectos de esto sí tienen posibilidades de destruir valor. En función de esta acepción, el informe es de interés para las grandes empresas, aunque la manera de pensar y analizar es aplicable a todo tipo de empresas….teniendo en cuenta sus capacidades y contexto.

Dentro de aquellos tres aspectos identifica dieciséis “temas” (p.e. emisiones y reducción de residuos) y 32 “oportunidades” (p.e. gestión sostenible de los recursos), lo que representa una categorización para que los profesionales utilicen las opciones efectivamente. En teoría. De nuevo, el usuario puede identificar los temas que le parezcan más materiales a su caso y usar la base metodológica que ofrece el informe.

La guía demuestra el argumento empresarial al relacionar las oportunidades con diez impulsores financieros (p.e. reducción de costos) y seis intangibles (p.e. mejora de la reputación). Y lo más útil es que incluye una serie de tablas de impacto donde se detallan estos nexos. Que en teoría deberían conducir a mejores rendimientos financieros.

Los aspectos recomendados, son el resultado de las opiniones de algunos expertos, lo que es semejante a los indicadores de los estándares del Sustainability Accounting Standards Board, SASB, ahora parte de los estándares internacionales de reporte de sostenibilidad del International Sustainability Standards Board, aunque estos tienen la ventaja de ser el resultado de múltiples consultas entre centenares de expertos, supuestamente validados, y por ende son de mayor cobertura.  Pero también son sobre el “debería ser”.

II.             Es (supuestamente).

En julio del 2024, la consultora KPMG publicó el estudio Is Sustainability Good for Financial Performance? (resumen aquí). Este estudio pretende ir más allá del “debería” y determinar cuales son las actividades de la empresa que en efecto tienen relación estadística con su situación financiera.

“Este estudio tiene como objetivo determinar el impacto potencial de 60 métricas de sostenibilidad en el margen de beneficio bruto (MBB) mediante la realización de un análisis econométrico de más de 2 500 empresas en 18 industrias y más de 60 países”. Los resultados:

·     21 indicadores de sostenibilidad parecen tener una relación significativa con el MBB.

·     Entre los indicadores ambientales, las menores emisiones equivalentes de dióxido de carbono (CO2) se asocian con un mayor MBB. Además, las iniciativas de reducción del impacto ambiental de la tierra y las iniciativas de reducción de desechos electrónicos tienen algunas de las mayores asociaciones.

·     Entre los indicadores sociales, algunos de los mayores impactos positivos se observan en las políticas de ética empresarial, las iniciativas de reducción del impacto del transporte del personal y los servicios de guardería para los empleados.

·     Entre los indicadores de gobernanza, las empresas que publican la asistencia de los miembros de la junta directiva, que tienen la política de una-acción-un-voto, que no tienen rotación gerencial y que tienen una mayor proporción de mujeres ejecutivas tienden a tener un MBB más alto.

Y concluye:

·     Si bien estos resultados no necesariamente capturan una relación causal, sirven como una guía útil para los líderes empresariales a medida que aplican rigor a su estrategia de sostenibilidad para hacer crecer su negocio.

Nada menos riguroso para una estrategia de sostenibilidad que tomar las relaciones entre una acción de la empresa y la reacción de la sociedad, determinadas en base estadística, que termina siendo un gran promedio, sobre 2 500 empresas en más de 60 países, no válidas para un gran número de ellas.

Y sin demostrar la causalidad, que uno causa lo otro, solo que hay una relación estadística. Este gran promedio es anatema a la especificidad requerida para determinar lo que es material para la empresa, para determinar su estrategia de sostenibilidad empresarial.

Para ilustrar esta falacia, consideremos un ejemplo de la simplicidad de las conclusiones.  ¿Conduce el número de mujeres en el consejo a una mejora en la rentabilidad de la empresa? ¿Deben todas las empresas nombrar más mujeres?  ¿Cuál es el mecanismo que convierte el número de mujeres en mayor rentabilidad?  Pura especulación. Puede ser, pero no es así de sencillo, ni es generalizable, depende de muchos otros factores y uno de ellos es la influencia que tengan en la toma de decisiones. El número de ellas puede ser condición no necesariamente necesaria, pero definitivamente no es suficiente. El número no basta. Una mujer líder en el consejo puede tener más influencia que cinco de “la cuota”. [i]

En este sentido, este estudio y sus resultados son un insulto a la determinación de la materialidad financiera. No recomendaremos que las empresas se concentren en estos 21 indicadores que dicen tener “una relación significativa con el margen bruto de ganancias”.

A lo sumo la conclusión de este estudio es de que hay algunas acciones que parecen ser más generalizables al total de las empresas, pero que no necesariamente lo son para nuestra empresa en particular.

Y aquí conviene recordar la cita a atribuida al escritor Mark Twain de que “todas las generalización son falsas…incluida esta”.

III.           ¿Debería ser o es?

Deberíamos preferir el “es” al “debería ser”, uno es factual y el otro presuntivo. Pero en este caso el primer informe es mucho más útil, a pesar de sus omisiones. El “debería ser” puede ser adaptado a la realidad de cada empresa, adaptado a su experiencia cotidiana, ampliado o limitado según sea necesario. Pero en caso del segundo informe, el “es” es una peligrosa generalización falsa.

No hay sustituto fácil a la determinación de los aspectos que son materiales para la empresa particular en el momento y contexto en que opera y debe analizar el funcionamiento de la cadena de transmisión de la “acción empresa-reacción sociedad-impacto financiero” No toda acción tiene reacción, no toda reacción tiene impacto.



domingo, 1 de septiembre de 2024

Financiamiento sostenible: con impacto y con insulto

Se puede engañar a algunas personas todo el tiempo, y a todas algunas veces,

pero no se puede engañar a todas las personas todo el tiempo.

-Abraham Lincoln 

El financiamiento sostenible no suele ser un tema de mucho interés de mis lectores, pero yo insisto en escribir sobre ello porque: (1) creo que todo profesional de la sostenibilidad empresarial debe tener conocimientos del tema y con explicaciones didácticas espero estimular su interés; (2) porque sostenibilidad sin recursos financieros no es sostenible; y, (3) porque el tema me apasiona (combina mis dos pericias, finanzas, por formación académica, y sostenibilidad, por pasión).

En este articulo analizo una reciente emisión de bonos verdes que es un modelo de como estimular la sostenibilidad y lo contrasto con otro que es un insulto al mercado de las finanzas sostenible.  El objeto no es entrar en detalles sobre las emisiones, sino mostrar los fundamentos de lo que puede ser efectivo y lo que es mera apariencia.

I.                Financiamiento es necesario para la sostenibilidad.

Hay que reconocer que es un tema complicado y especializado, pero ello no obsta para que esos profesionales no tengan una noción del papel que puede jugar en el logro de la sostenibilidad empresarial y ambiental. Y cubre dos grandes frentes relacionados con la sostenibilidad: la demanda de fondos para inversiones y gastos en promoverla, y la oferta de fondos por parte de inversionistas y otros aportantes de fondos como parte de sus deseas de contribuir a la sostenibilidad, la industria de la inversión socialmente responsable, ISR y de impacto.

En ambos frentes, demanda y oferta, es mucho más frecuente verlo en el contexto de la lucha contra al cambio climático, donde se utiliza, por ejemplo, para financiar actividades y proyectos para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, como es el caso que tratamos a continuación, tanto a nivel de gobiernos como de empresas.  Es el componente verde del financiamiento sostenible. En este contexto las sumas involucrados son de centenares o millares de millones de dólares o euros. Pero también es utilizado por empresas para inversiones y gastos de menor magnitud, tanto para temas ambientales como aspectos sociales y mixtos, sociales y ambientales, o de sostenibilidad.

Hasta hace algunos años, el sector estaba dominado por los bonos y préstamos verdes, sociales, sostenibles y los ligados a la sostenibilidad, emitidos por empresas, proyectos y gobiernos y adquiridos por inversionistas y financistas responsables. [i] Pero en años recientes se ha expandido a todo tipo de instrumentos de financiamiento. Solo los mencionaremos para ilustrar el espectro de cobertura.  Por ejemplo, el crédito a proveedores con condiciones financieras a la sostenibilidad [ii], bonos que emiten instituciones financieras para financiar préstamos ligados a la sostenibilidad [iii], garantías ligadas a la sostenibilidad, depósitos bancarios ligados a la sostenibilidad, líneas de crédito ligadas a la sostenibilidad, cartas de crédito ligadas a la condicionalidad, crédito a la exportación ligado a la sostenibilidad, [iv] titularización ligada a la sostenibilidad, factorización ligada a la sostenibilidad, etc. 

Poco a poco todo financiamiento está “ligado a la sostenibilidad”. Algunos son efectivos, otros se acercan el greenwashing.

Estos instrumentos podemos clasificarlos, de forma simplificada, en dos tipos: (1) aquellos cuyos recursos son dedicados a actividades y proyectos sostenibles y (2) aquellos de utilización libre, pero con alguna condición sobre el logro de indicadores de sostenibilidad. El impacto es muy diferente. [v]

II.             Financiamiento sostenible con impacto.

Algunos de estos instrumentos son de dudoso impacto, pero en agosto del 2024 se emitió un instrumento novedoso que tiene como objeto y estructura el logro de impacto. El bono fue emitido por el Banco Mundial para la captura de dióxido de carbono vía la reforestación. [vi] La emisión es financieramente complicada y no vale la pena entrar en detalles, el objetivo es solo mostrar sus especiales características que la hacen conducente al logro de impacto.

El Banco Mundial es el mayor banco de desarrollo del mundo (activos de US$ 360 000 millones y operaciones anuales por US$ 38 000 millones).  Los accionistas del banco son los gobiernos de 189 países y su mandato es contribuir, en todas sus operaciones, al desarrollo sostenible de los países en vías de desarrollo. Según la nota de prensa:

El bono ligado a resultados ofrece a los inversores un cupón que incluye un componente fijo garantizado y un componente variable vinculado a la generación de Unidades de Eliminación de Carbono (CRU) a partir de proyectos de reforestación en las regiones de la selva amazónica de Brasil.  Es el primer bono que vincula el rendimiento financiero a los inversores con la eliminación de carbono de la atmósfera, a diferencia de transacciones anteriores vinculadas a la venta de créditos de carbono procedentes de emisiones evitadas.

Esto es una gran diferencia en efectividad por cuando las emisiones evitadas son más fungibles, hipotéticas y sujetas a incertidumbre y manipulación que las eliminadas.

Los $225 millones se invertirán en los proyectos tradicionales de desarrollo económico del Banco Mundial, y el repago del principal está garantizado, pero los compradores aceptan una reducción en la tasa de interés cuyos recursos se destinan a la reforestación (estimados en $36 millones), pero esta a su vez genera CRUs que se pueden vender en los mercados a las empresas o proyectos que deben compensar por sus excesivas emisiones, lo que generará recursos para pagarles bonificaciones a los inversionistas. El rendimiento neto dependerá del éxito del proyecto, o sea del monto y valor de los CRUs generados, que puede ser superior al descuento de la tasa de interés.  Pero con esta transacción hay recursos para la reforestación del Amazonas, con la consecuente captura de gases de efecto invernadero y una contribución a la biodiversidad y a su desarrollo sostenible. Y tiene los incentivos para que se logren resultados: la generación de CRUs.

III.           Financiamiento sostenible con insulto.

Para ilustrar la efectividad de este financiamiento es muy instructivo compararla con el “bono ligado a la sostenibilidad” emitido por la mayor empresa de productos cárnicos del mundo, JBS, [vii] con sede en Brasil y que es una de las mayores contribuidoras a la deforestación en el país, a la contaminación del agua en EE. UU., a la corrupción de funcionarios públicos en Brasil, a la colusión de precios de sus productos y a la manipulación del valor de sus acciones en las bolsas de valores.  Un modelo de empresa irresponsable.

El bono fue emitido en el 2021 por US$1 000 millones para financiar sus actividades normales de producción de los productos cárnicos, que, en el caso del ganado en Brasil, conllevan deforestaciones (aunque la empresa lo subestime) y grandes contribuciones a las emisiones en la utilización de la tierra y en la crianza del ganado vacuno, que es uno de los sectores de mayor contribución a las emisiones. Los recursos no se destinan a actividades ligadas a la sostenibilidad, el nexo del bono con la sostenibilidad es que la empresa se compromete a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, lo que es algo que debería hacer por responsabilidad, no para que les den financiamiento. [viii]

Este caso lo hemos analizado en detalle en dos artículos ¿Hace falta ser una empresa responsable para emitir un bono ligado a la sostenibilidad? y ¿Hace falta ser una empresa responsable para emitir un bono ligado a la sostenibilidad?: ¿Somos tontos?

A lo mejor el lector se preguntará cómo es posible que los “inversionistas responsables” [ix]compren estos bonos: los estándares de emisión solo piden que el compromiso de sostenibilidad, en este caso de reducción de emisiones, sea razonable, asegurado por una segunda opinión independiente, lo que no es difícil de obtener. No estipulan el destino de los recursos que son de libre disponibilidad para la empresa, ni el nivel de sostenibilidad empresarial del emisor.  Y muchos “inversionistas responsables” (¡!) se conforman con que el bono tenga la etiqueta, no que contribuya a la sostenibilidad. Colusión implícita entre compradores y vendedores. [x] (el niño que llora y la mama que lo pellizca)

Este caso es el opuesto al del Banco Mundial, cuyos recursos sí se utilizan para el desarrollo sostenible, contribuyendo a la reforestación y a la biodiversidad, en tanto que el de JBS, utiliza los recursos del bono para aumentar su producción, con mayor deforestación y más emisiones por el ganado, a cambio del compromiso de una reducción de sus emisiones globales, que palidece, si lo logran, con el daño causado. Pero los bonos los compraron inversionistas “responsables”.

IV.            En resumen

Un excelente ejemplo de la utilización de la ingeniería financiera para contribuir a la sostenibilidad ambiental. Y un excelente ejemplo del abuso a que se presta el financiamiento sostenible cuando las reglas son permisivas y los participantes en el mercado son inescrupulosos.



[vii] Tuvo ingresos de US$80 000 millones en el 2023, tiene operaciones en 190 países y cuenta con 275 000 empleados.

[viii] El 21 de agosto del estado de Nueva York demandó a la empresa por afirmaciones engañosas sobre el cambio climático. N.Y. State Sues JBS, the Brazilian Beef Giant, Over Its Climate Claims

[ix] Para apreciar la diferencia entre inversionistas “responsables” e inversionistas responsables ver ¿Es lo mismo Inversión Socialmente Responsable, ISR que inversiones ASG?

[x] Y los fondos supuestamente responsables (ASG) siguen invirtiendo en los bonos de JBS. ESG funds pouring millions into meat company linked to Brazil deforestation