Toda acción genera una reacción de igual intensidad, pero en sentido opuesto
Tercera ley de Newton
¿Es posible que la determinación de la materialidad financiera sea perniciosa para la sostenibilidad empresarial? Tiene su valor claro está, pero el balance para la sostenibilidad empresarial es negativo.
I. Materialidad de acción y de reacción
Recordemos que la materialidad financiera, la que analiza los impactos de las reacciones de los stakeholders sobre la situación financiera de las empresa es la base de los reportes sobre la sostenibilidad de los estándares internacionales del IFRS, en tanto que la doble materialidad, la financiera y la impacto, la que analiza además los impactos de las actividades de las empresas sobre la sociedad y el medio ambiente, son la base de los estándares de reporte EFRS de la Unión Europea. Los primeros están dirigidos a informar las decisiones de los que financian la empresa, en tanto que los segundos tienen como objetivo estos y el resto de los afectados por sus actividades.
El impacto sobre la situación financiera de las empresas depende de las reacciones de los stakeholders. Si estos son indiferentes o no reaccionan (¿se enteran?) a algunas actividades no hay impacto sobre la situación financiera aun cuando las empresas pueden querer determinar y reportar sobre las potenciales reacciones, se materialicen o no. Pero lo cierto es que sus acciones, en la práctica, serán determinadas por las reacciones reales. Una cosa es el reporte de la materialidad financiera para cumplir con las disposiciones de los estándares y otra es integrarla en sus acciones.
¿Puede existir la materialidad financiera separada de la de impacto? ¿Tiene sentido pretender determinar el impacto financiero sin considerar el impacto sobre los stakeholders? ¿Opera en un vacío? La materialidad financiera es coja.
Parafraseando la tercera ley de Newton, como primera ley de la sostenibilidad empresarial: “Son las reacciones de los stakeholders a las acciones de las empresas las que pueden generar impacto financiero”. Aunque la reacción no sea de igual intensidad, como en la física. La acción (impacto) precede a la reacción (financiera).
Ergo, lo primero que hay que hacer es apreciar la materialidad de impacto, la financiera no existe sin aquella.
Con esto no pretendemos menospreciar la materialidad financiera, que es clave para las decisiones de los aportantes de fondos, y sin aportes de fondos no hay empresa (son una excepción las empresas que se pueden autofinanciar).
II. Efectos perniciosos
La obsesión de querer hacer la información sobre sostenibilidad equivalente a la financiera, objetivo de los estándares del IFRS, es perniciosa y está llevando a desestimar la sostenibilidad empresarial. [1]
2. Restricción de contribución a la sociedad
En segundo lugar, estimula la restricción de la consideración de las actividades de sostenibilidad a las que tienen impacto financiero, en la mitigación de impactos negativos, en detrimento de otro de los objetivos de esa sostenibilidad que es el potenciar los positivos, de hacer el bien, del argumento moral, de que las empresas tienen responsabilidad ante la sociedad porque es ella la que les proporciona los insumos para operar y les genera los ingresos.
La reacción de los stakeholders suele ser más pronunciada a los impactos negativos que a los positivos de allí que si la empresa se guía por la materialidad financiera no los estimula.
3. Degradación de la sostenibilidad
En tercer lugar, el énfasis en la materialidad financiera tiende a degradar la sostenibilidad empresarial a un conjunto de actividades, agrupadas en una A, una S y una G, en detrimento de su gestión integral, con todas sus sinergias. La sostenibilidad empresarial es mucho más que la suma de actividades, es mucho más que un conjunto de indicadores [2]. Con ello se contribuye al rechazo de la sostenibilidad en algunos sectores de la sociedad, sobre todo cuando se usa el acrónimo ASG, que para estos es un “surtido de actividades”, muchas de las cuales se pueden consideran “innecesarias”, que distraen la atención de la empresa de su objetivo de maximizar los beneficios financieros. [3]
III. En resumen
En resumen, la materialidad financiera es de utilidad para las decisiones de los aportantes de fondos, que son claves para la sostenibilidad financiera de la empresa, pero tiene efectos perversos sobre la implantación de la sostenibilidad empresarial al promover la idea de que “responsable solo si es rentable”,[4] la reducción de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad a un “conjunto de actividades”, y centrar la atención en los impactos negativos desestimulando la consideración de los impactos positivos que la empresa quiera tener, tengan o no impacto financiero en el corto plazo.
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