Pareciera que la discusión sobre el papel de la responsabilidad individual en la responsabilidad social de la empresa se esta poniendo de moda. En los últimos días se han publicado tres blog sobre el tema y todos en blogs catalanes: Antonio Argandoña con No bastan las buenas personas, Josep Lozano (con Angel Castiñeira) con Dar voz a los valores y Josep-Maria Canyelles con La RSE necesita la responsabilidad social de los individuos,. Para no ser menos, el mallorquín que suscribe añade su granito de arena mediterránea a esta discusión.
Argandoña argumenta que la ética individual de los directivos y empleados no es suficiente para asegurar que la empresa lo será. Nos recuerda, muy acertadamente, que el individuo dentro de la empresa se desenvuelve en “en estructuras que ocultan la realidad ética de los problemas, que condicionan sus motivaciones o sus incentivos (exigiendo heroísmo para resolver de manera correcta problemas que deberían ser corrientes) o, en definitiva, que hacen difícil la adopción de decisiones moralmente correctas. Por tanto, bueno es que haya personas éticas tomando decisiones, pero debemos cuidar también de cómo las estructuras, organizaciones y sistemas de incentivos lo hacen posible (o no)…………… Y otro argumento más: las personas pasan. Y después de un directivo ético puede venir otro no tan ético que, si no se encuentra suficientemente “conducido” por las estructuras e incentivos, acabará destruyendo la labor de su antecesor.”
A esto Lozano ofrece sugerencias para que la ética individual pueda ser más efectiva dentro de este contexto de estructuras, incentivos y motivaciones. De sus comentarios al libro Giving Voice to Values (Mary C. Gentile, Yale University Press, 2012) reconoce las dificultades que apunta Argandoña y extrae una serie de lecciones muy interesantes para tratar de que la ética individual pueda ser mas efectiva dentro de la organización. “….saber desplegar una especie de inteligencia contextual basada en estrategias bien planificadas y estructuradas: la capacidad de negociación, la orquestación de conversaciones ad hoc, el planteamiento de preguntas adecuadas, la identificación y creación de redes de aliados, el control de la reacción emocional ante situaciones incómodas, la ejemplaridad, la detección de los factores inhibidores y la invención de formas para neutralizarlos, la distinción entre lo que son órdenes, preferencias y simples opiniones de los jefes, etc.”. Ojalá hubiera aplicado estas estrategias en mis intentos por promover el comportamiento ético dentro de la organización en la que trabajé, en vez de tratar de imponerlo. Aunque como muy bien me dijo Josep, es mucho más fácil en la teoría que en la práctica.
Canyelles también reconoce que la empresa tiene su propia cultura, pero su foco de preocupación es una visión mas amplia de la responsabilidad individual que la que queremos comentar en este artículo, que es el papel de ésta dentro de la responsabilidad social de la empresa. Aboga por la RSI (también aboga por la RSO, RSE, RSM, RSA, RSU, entre otras, para una explicación ver su blog Responsabilidad Global) , como la responsabilidad del individuo como stakeholder de la empresa y de la sociedad, la responsabilidad del individuo en contribuir a la responsabilidad de todos, la empresa, los gobiernos, otras organizaciones: “ No me sirve hablar aisladamente de compra responsable sin gestionarlo conjuntamente con la manera como me relaciono con las organizaciones de las que formo parte. La empresa lo puede tratar de manera diferente, como trabajador, cliente o inversor, pero el individuo dispone de todo un montón de resortes que debe conocer y activar para ser un agente de cambio, un vector de desarrollo de la RSE”. En este sentido es el concepto por el que abogaba en mi artículo ¡Hemos encontrado al enemigo (de la RSE) y somos nosotros! del 4 de diciembre del 2012. También fue el tema de la III Conferencia Interamericana de Responsabilidad Social de la empresa, que me tocó organizar en Santiago de Chile en el 2005 ¿Quién es responsable de la responsabilidad?
¿Y mis ideas sobre esto? Repito lo que expresaba en el Capítulo 2 de mi libro (coeditado con Estrella Peinado) publicado a mediados del 2011 (Responsabilidad Social de la empresa en América Latina; Manual de Gestión): “Aún hoy en día hay alguna discusión sobre si las empresas como tales tienen responsabilidades, con el argumento de que solo las personas individuales pueden tenerlas. Un comentarista de mediados del siglo XIX decía que “las empresas no tienen cuerpos que puedan ser castigados ni almas que puedan ser condenadas y por ello hacen lo que les da la gana”[i]. Es cierto que las personas, dentro de las empresas, actúan a nombre de las empresas y no a título individual y son ellas las que deben ejecutar la responsabilidad social y ambiental. Pero estas ejecutarán lo que colectivamente se haya decidido, vía las decisiones, los procedimientos y políticas internas a la empresa, que han sido elaboradas por individuos. Si bien la responsabilidad de la empresa de ser responsable recae en los individuos que la conforman, el colectivo es responsable de su implementación y por ello podemos hablar de “responsabilidad de la empresa”.
Claro está que, como en toda organización o burocracia, es posible esconderse detrás del colectivo para evitar tomar responsabilidad individual. También es posible que el colectivo tome decisiones que estén en contra de la ética o sentido de responsabilidad de algunos individuos. De cualquier manera, es claro que la responsabilidad social de la empresa depende de la responsabilidad y ética de los individuos que la conforman, con mayor o menor posibilidad de influencia. Aunque es posible que esa responsabilidad no sea la suma de las responsabilidades individuales.”
Recodemos que las empresas tienen personalidad jurídica propia, separada de la de sus empleados y por leyes (Código de Comercio, Leyes del Mercado de Capitales, etc.) tienen una serie de deberes y derechos como persona, pero sin las características de una persona natural. En un extremo del reconocimiento de esto, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos recientemente reconoció en las empresas el derecho de opinión, de influenciar la política con los recursos de los dueños y accionistas, separados de estos. Aunque si comenten delitos (véase el vertido de BP en el Golfo de México) no la puedan llevar a la cárcel, la empresa responde colectivamente, y solo pueden enjuiciarse a los individuos que sean negligentemente responsables de no seguir los dictados de la empresa para beneficio propio.
La responsabilidad social de la empresa está determinada por sus esquemas de incentivos, procedimientos y en general de su cultura. Es cierto que son los individuos los que hacen todo esto, pero la empresa también tiene historia, una cultura arraigada, y no es fácil hacer estos cambios. Muchas veces los incentivos están orientados hacia la obtención de beneficios, que pueden entrar en contradicción con la ética individual. Y no todos los que estén en desacuerdo pueden optar por dejar la institución. La cultura empresarial es determinante. Los individuos también tienen necesidades que satisfacer y así como las empresas tienen como primera responsabilidad la sobrevivencia, los individuos también. De allí que los consejos del libro de Mary Gentile de luchar desde dentro sean muy apropiados, aunque no sean fáciles de implementar ante las presiones cotidianas de la supervivencia en el empleo. Desde dentro los empleados y directivos y desde fuera los demás stakeholders (lamentablemente muchos son ignorantes de la problemática o tienen otras preocupaciones mas importantes). Pero es lo que hay.
La responsabilidad individual es condición necesaria pero no suficiente para la responsabilidad empresarial.
1 comentario:
Realmente debemos adecuar las politicas de la empresa para que las personas no traten de cambiar el sentido de la responsabilidad social.
Los comics están muy chistosos.
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