domingo, 19 de diciembre de 2021

De la Responsabilidad Social, a la Sostenibilidad, a la ASG: Lo bueno, lo malo y lo feo.


A medida que avanza el interés de la sociedad por el papel y la responsabilidad de las empresas, se están usando estos tres términos sin prestare mucha atención a sus diferentes connotaciones, en muchos casos como si fueran equivalentes y en otros para denigrar al concepto tradicional de la responsabilidad social de la empresa, RSE. 

¿Pero qué importancia tiene esto si nos entendemos? El problema radica en cada uno que usa uno de estos términos tiene una visión implícita de lo que quiere decir, que no necesariamente coincide con la del que los escucha o lee. Agranda la confusión sobre la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, conspira contra su avance y da municiones a los enemigos. Cada uno por sus ideas.

Y estos tres términos son los más populares, pero hay decenas más de términos que se usan para expresar estas ideas, cada uno inventado para tratar de ganar notoriedad (véase mi lista de más de 30 nombres y el análisis del efecto pernicioso de esta proliferación de términos sobre la adopción de prácticas responsables en el artículo Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis).

Concentrémonos en estos tres términos y su evolución para poder apreciar el impacto sobre el desarrollo de la responsabilidad empresarial. Concluiremos con una discusión sobre la relevancia e impacto de esta tendencia, de una visión integral a una atomizada.

I.                Tres conceptos con efectos diferentes

Comencemos por definir sus diferencias para luego comentar sobre su uso. Ya en el artículo No, no es semántica, es en serio, publicado hace más de diez años presentábamos una diferenciación del significado de los tres términos:

RSE son acciones llevadas a cabo por las empresas para asumir su responsabilidad ante la sociedad, Sostenibilidad es el resultado global de las acciones a nivel de empresa o planeta y ASG son los criterios que se usan los inversionistas para evaluar estas acciones. 

Concepto

Efecto

Responsabilidad social de la empresa

Acciones que llevan a resultados

Sostenibilidad

Resultados de las acciones

ASG

Criterios para evaluar las acciones


 II.             Responsabilidad Social de la Empresa

El término que ahora es considerado como el tradicional es el de Responsabilidad Social de la Empresa, RSE (o RSC), que es tan usado que ha cansado a muchos y ha llevado a decenas de propuestas para cambiarlo.  El principal problema que enfrenta es el abuso al que ha sido sometido y la confusión, o falta de entendimiento, de lo que en realidad representa: la responsabilidad de la empresa ante la sociedad como consecuencia de ser parte de ella y de usar sus recursos, materiales, humanos, financieros y naturales, para llevar a cabo sus actividades y obtener la aprobación para operar por parte de esa sociedad, incluidos los reguladores de la actividad empresarial.

Este concepto ha sido abusado, desde los que lo confunden con la filantropía, a los que la confinan a la acción social o al voluntariado, al apoyo a fundaciones y ONG, o al hacer “cositas” para quedar bien.  Y la palabra “social” en su nombre no ha ayudado, llevando a la connotación de que es un tema de servicios sociales, cuando en realidad se refiere a “sociedad”, en el sentido más amplio. Los críticos más severos suelen ser los más ignorantes de lo que representa esa responsabilidad

Sin entrar en muchos detalles recordemos que la concepción integral de esa responsabilidad es la asunción y gestión de los impactos que la empresa tiene en la sociedad (y el medio ambiente) y los que quiere tener (ver ¿Cómo interpretar LA definición de la RSE?).  Los impactos negativos, pasados, presentes y futuros son indiscutibles, hay que gestionarlos. En los países con instituciones avanzadas son parte de la regulación. Los positivos, presentes y futuros, y los que quiere tener, dependen de la voluntad y de su capacidad gerencial y financiera de acometerlos.

Y la gestión de la responsabilidad no es algo que se limita a “actividades”, como muchos creen, incluye además la cultura organizacional, la gestión interna, sus políticas y su implementación, el carácter de sus dirigentes y empleados, entre otros (ver Reduccionismo en la RSE: El total debe ser mayor que la suma de las partes). Si bien se refleja en actividades, la responsabilidad empresarial es el carácter de la empresa.

La responsabilidad de la empresa ante la sociedad así entendida cubre todo el espectro de la actuación empresarial, desde la acción social, la gestión de capital humano, a los impactos sociales y ambientales en el entorno en que opera, incluyendo dentro de la misma empresa. No hay concepto más incluyente.

El hecho de que sea abusado para aparecer sin serlo (greenwashing), el hacer filantropía o voluntariado para enmascarar el comportamiento irresponsable, el limitarlo a acción social, el usar el efecto aureola para crear imagen y mejorar la reputación (ver ¿Se puede manipular la reputación?: El efecto aureola) no es culpa del concepto, es culpa de la implementación y abuso por parte de algunas empresas. “No hay que tirar el bebé con el agua del baño”.

Una cosa es el concepto y otra es su implementación, mala, deficiente o mal intencionada.

III.           Sostenibilidad Empresarial

Desde la Cumbre para la Tierra celebrada en Rio de Janeiro en el 1992 cuando se definió la sostenibilidad en el sentido ambiental (satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias), se ha querido aplicar esa misma idea a la empresa, entendiéndola como su comportamiento para asegurar su continuidad a largo plazo.  Se ha importado la concepción ambiental al entorno empresarial. Si en aquel se refiere a la utilización de los recursos naturales de forma responsable para asegurar la calidad de vida de futuras generaciones, en este se refiere a la utilización responsable de los recursos humanos, financieros, materiales y ambientales para asegurar la continuidad de la empresa como institución viable, lo que incluye la aceptación y apoyo por parte de la sociedad de sus actuaciones.

Algunos creen que este concepto es superior al tradicional de la responsabilidad social de la empresa, cuando, como mostramos en el cuadro precedente, es el resultado de la responsabilidad de la empresa, o sea el resultado de la gestión de aquellos recursos. Hay que reconocer que tiene una ventaja semántica: es una sola palabra en vez de tres.  Pero tiene la gran desventaja de que es usada muy frecuentemente en el sentido ambiental, y sobre todo ahora con el énfasis en temas de cambio climático, con lo cual se crea una confusión adicional.  Sostenibilidad no es una alternativa a la responsabilidad, es el resultado de la responsabilidad.  Y en todo caso, la deberíamos llamar “sostenibilidad empresarial”.

Responsabilidad y sostenibilidad empresariales tienen tanto en común que no vale la pena la diferenciación. Ambos tienen una visión holística de la empresa, de sus impactos y de sus stakeholders. De allí que no los contrastaremos, si bien estrictamente hablando, se refieren a cosas distintas (actividades versus resultados), en la práctica es lo mismo. El contrate a continuación será entre responsabilidad/sostenibilidad empresarial y ASG.

IV.           ASG: Ambiente, Social y Gobernanza

Ante las resistencias internas y presiones externas en algunas empresas a asumir la responsabilidad por los impactos que tiene y sobre todo por los que quiere tener, se ha recurrido, para promoverla, al argumento empresarial, o sea que la responsabilidad también beneficios financieros. Con esto se pretende convencer a los escépticos, sobre todo a los dirigentes financieros, de que sus beneficios compensan los costos financieros tangibles. Se ha apelado a todo tipo de argumentos imaginables, algunos con mayor anclaje en la realidad que otros.  

Y para ello se ha tenido que elevar la responsabilidad ante la sociedad a un asunto financiero. Para muchos no basta el argumento moral, de justicia social, de solidaridad, de compartir con la sociedad lo que ella le aporta a la empresa, que en algunos casos no paga por su verdadero valor. Y lo mismo ha ocurrido para convencer a los que gestionan recursos financieros (industria de la inversión responsable e inversión de impacto) para que los dirijan a empresas responsables.

Pero ¿cómo se determina el potencial impacto financiero de la responsabilidad?  Hay centenares de estudios que tratan de correlacionar los rendimientos en bolsa con medidas de responsabilidad, con resultados mixtos.  Pero para analizar el concepto ASG es importante distinguir entre el potencial impacto de la responsabilidad en bolsa a nivel general y el impacto en las finanzas de una empresa en particular (ver Confusiones y malentendidos en la rentabilidad de la responsabilidad).

La clave está en como determinar cuál es el potencial impacto de la responsabilidad sobre la rentabilidad.  A nivel de una empresa en particular es relativamente más acotado, lo gestiona la empresa, aunque depende de la reacción de los stakeholders a sus iniciativas (ver ¿Cuál es el argumento empresarial de la RSE?). Pero la industria de la inversión responsable necesita de criterios simples, de aplicación generalizada, que han sido desarrollados bajo el nombre genérico de ASG, Ambiental, Social y de Gobernanza.  

Con ello ha surgido una gran industria de información ASG que la recopila, agrega y disemina y produce calificaciones y clasificaciones basadas en los criterios ASG.  Cada institución de ese mercado, cada analista, ha desarrollado sus propios criterios y sus modelos de agregación, con las importancias relativas que se da a cada uno de esos miles de criterios, y con ello crean su propia concepción de ASG.  Solamente una de las calificadoras, MSCI, ha desarrollado más de 1500 índices ESG. El sitio Reporting Exchange del World Business Council for Sustainable Development, lista más de 1400 indicadores, más de 2000 requerimientos de reporte y más de 650 instituciones de calificación, clasificación e índices de sostenibilidad, cada uno con su modelo de lo que quiere decir ASG.

Ante este caos de indicadores para definir los criterios, en EE. UU. se creó la Sustainability Standards Accounting Board (nótese que usa el nombre “sustainability”), produciendo indicadores para 30 aspectos agrupados en cinco tópicos (1 en A, 2 en S y 2 en G) para 77 subsectores industriales, aspectos que son considerados materiales, pero en el sentido de “materialidad de vuelta”, o sea, del impacto de los mercados sobre la situación financiera de la empresa.  No les preocupa el impacto de las actividades de la empresa sobre la sociedad. Esto es en contraste con los estándares de preparación de reportes del GRI que se preocupan por la “materialidad de ida”, impacto sobre la sociedad (hasta la versión 2021 de sus estándares, el GRI consideraba la doble materialidad porque su objeto es la sociedad, pero ahora solo considera la de ida, con el cambio presumiblemente para diferenciarse de la SASB).

Las propuestas de la Comisión Europea, a oficializarse próximamente, consideran la doble materialidad. Y las que eventualmente produzca el recientemente constituido International Sustainability Standards Boards, ISSB, liderado por las instituciones responsables por los estándares de contabilidad financiera y apoyados por instituciones de los mercados de valores, se basaran en la materialidad de vuelta: impacto financiero. La discusión está servida.

El uso de estos criterios ha llevado a fondos de inversión, emisiones de capital, deuda y otros instrumentos financieros a usar la “calificación ASG”, con el entendido de que al dársele ese nombre se entiende que el instrumento, fondo o empresa, son “ambientalmente, socialmente y en gobernanza responsables”. Se pasa de criterios a calificación, sin rigor alguno. Esto ha llevado no solo a confusiones sobre lo que puede considerarse ASG, sino además a grandes abusos de la denominación.

Y es oportuno enfatizar que a pesar de que está usando el término ASG como caracterización, no constituye una guía para la acción por parte de la empresa como si lo es la asunción de su responsabilidad ante la sociedad, es una ligereza del lenguaje pero que afecta las actividades responsables de la empresa.

Entonces, ¿qué es ASG?  ¡Cualquier cosa! (ver la sección III de ¿Cuántos esquemas/estándares de información sobre sostenibilidad se necesitan? Primera parte: ¿Cuántos hay?). Hay fondos que por el mero hecho de invertir en empresas que tienen cierto porcentaje de mujeres en el Consejo, se llaman fondos ASG. Todos los demás aspectos de la A, S y G y los correspondientes a una interpretación holística de la responsabilidad son ignorados (ver ¿Tienen tus inversiones ASG “grado de sostenibilidad”?).

Siendo criterios de evaluación o caracterización, cada uno desarrolla los suyos, sin que haya consenso alguno y mucho menos estándares.  De hecho, hay un intenso movimiento en parte liderado por los reguladores de los mercados financieros para poner algo de orden.  La Comisión Europea es líder en este sentido y ha puesto en vigor la Taxonomía de actividades sostenibles, donde se describen las actividades que pueden considerarse verdes, que por ahora son su prioridad (las sociales se están desarrollando y las de gobernanza presumiblemente se harán el futuro). Adicionalmente han publicado la Sustainable Finance Reporting Directive, SFRD, donde se detallan los requisitos (destino, políticas, diligencia debida, información, etc.) para las instituciones e instrumentos financieros quieran tener la denominación de verde claro o verde oscuro (artículos 8 y 9), ni siquiera ASG.  Para los bonos verdes, sociales, sostenibles y ligados a la sostenibilidad existen principios que deben cumplir (que la Comisión Europea está haciendo más estrictos) (ver Mis veinte artículos sobre financiamiento sostenible)

Lo más parecido a un listado de indicadores estándar son los de SASB, pero aun en este caso solo es una sugerencia de números a reportar en aspectos ASG, pero no lo que es o no satisfactorio, y mucho menos en su integración en un todo.

Y como un hecho paradigmático de la desvirtualización de la RSE y de la preferencia por siglas que luego expanden su interpretación más allá de su verdadero sentido y lo desvirtúan, se está substituyendo la S de ASG por DEI, Diversidad, Equidad, Inclusión, remplazándola, muy mal, haciéndola más restrictiva, como si solo fueran esos tres aspectos los relevantes a la responsabilidad hacia el capital humano. Adolece de los mismos problemas que la concepción ASG. Si algo bueno está teniendo la pandemia (¡basta!) es que ha colocado al capital humano como el núcleo de la actividad empresarial y de la imperiosidad de su gestión responsable.

V.              Lo bueno, lo malo y lo feo de la tendencia

El lector puede haberse dado cuenta de que la tendencia en el “mercado de la responsabilidad” es desde la empresa, su papel y responsabilidad ante la sociedad, hacia el impacto financiero de sus actividades en busca de su sostenibilidad.  De una visión holística de la empresa como fuente empleo, de producción de bienes y servicios, de cohesión social, de miembro de la comunidad, a una fuente de recursos financieros.  De un aliado a un extractor de beneficios.

 

 

Responsabilidad/Sostenibilidad

ASG

Principales actores

Dirigentes, empresas

Analistas/Inversionistas

Principales afectados

Sociedad y el medio ambiente

Mercados financieros

Visión de la empresa

Holística (empleo, productos, etc..)

Generadora de rendimientos

Reguladores

Sector público en general

Comisiones de valores

Concepto

Acciones, actividades

Criterios de análisis

Materialidad

Ida y vuelta (doble)

De vuelta, estados financieros

Estándares de reporte

GRI y Comisión Europea

SASB y futuro ISSB


 Pero como hay agotamiento sobre el uso del término Responsabilidad Social de la Empresa y a todos les gustan las cosas muevas se está popularizando el termino ASG como substituto. ¿Se puede usar ASG como como sinónimo de RSE o de sostenibilidad empresarial? ¡Enfáticamente no!  Aquellos son meramente caracterizaciones, expresadas en indicadores sobre el potencial impacto financiero, sin juicio de valor sobre su idoneidad, con una visión reducida del papel de la empresa en la sociedad (véase la tabla precedente).

1.      Lo bueno

El movimiento ASG ha despertado el interés de un sector de la sociedad, de inversionistas y gestores de inversiones, de analistas y de preparadores de información y hasta de productores de estándares de reporte y regualdores.  Han estimulado el interés, la diseminación y la evaluación de las practicas responsables de la empresa.  Han ampliado el “mercado de la responsabilidad”. Y ello es bueno. No hay nada de malo en usar criterios de ASG para evaluar el posible impacto financiero de la responsabilidad empresarial, todos debemos tener interés en atraer capitales hacia la empresa. Mientras entendamos que esto no es todo.

2.     Lo malo

Nuestras objeciones al uso de criterios ASG en la gestión de la responsabilidad empresarial se basa en dos consecuencias: (1) Conspira contra la visión holística de la responsabilidad empresarial y distorsiona la estrategia y actividades responsables; y, (2) Induce a omisiones. Y aquí no nos estamos refiriendo al uso de ASG para denominar instrumentos e instituciones del mercado financieros, que podrá ser adecuado, pero que actualmente tiene serios problemas, mayormente en relación con el greenwashing (ver Mis veinte artículos sobre financiamiento sostenible).

a.     Visión estrecha

¿Qué implicaciones tienen estas tendencias para la responsabilidad empresarial?  Que lo que importa es el impacto financiero, no el impacto del ejercicio de sus responsabilidades sobre la sociedad, no el papel de las empresas en la mejora de la calidad de vida, sino el impacto sobre su situación financiera, por la reacción de algún subgrupo de stakeholders, mayormente los inversionistas.

Pero cuando estas caracterizaciones forman parte de la gestión de la empresa, esta deja de ser una gestión para la responsabilidad y pasa a ser gestión para la rentabilidad. Se induce a la empresa a la gestión para mejorar los indicadores y no para necesariamente para mejorar la responsabilidad, aunque tengan partes en común (véase Greenwashing a la grande I: Recompra de acciones ligadas a la sostenibilidad, donde mostramos el caso de una empresa que tiene el ranking en sostenibilidad como uno de los criterios de remuneración de sus dirigentes, que gestionan la responsabilidad para subir en el ranking). Se introducen incentivos perversos, y el dinero es un incentivo poderoso.

Para mejorar su rendimiento en algún indicador, que les conviene para mejorar un ranking, pueden decidir hacer cosas que son más dañinas, como, por ejemplo, para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero reportadas pueden utilizar materiales menos reciclables o amigables al medio ambiente o pueden adquirirlos de países en vías de desarrollo donde tales emisiones no son limitantes, o no se reportan. ASG no es holístico, no sabe hacer trade offs.

Inclusive, esta tendencia hacia la ASG ha llevado a creer que la industria de los fondos de inversión responsable aporta recursos financieros para la responsabilidad empresarial, cuando, salvo contadas excepciones (inversión de impacto entre algunas), lo que se sucede es una transferencia de recursos entre los vendedores y los compradores de los fondos, sin que las empresas reciban recursos (ver el contraste entre el mercado financiero primario y el secundario en los artículos ¿Tiene el financiamiento sostenible impacto sobre la sostenibilidad? Primera parte: Inversiones financieras y Segunda parte: Inversiones reales).

Para poder usar los criterios ASG en la selección de inversiones hay una gran presión en los mercados financieros para su uniformización, con el objeto de que sean comparables de empresa a empresa. Esto tiene dos consecuencias, una es que se tiende a homogeneizar los aspectos materiales para las empresas cuando deberían ser específicos para cada una, en el contexto y tiempos en que opera.  Y la otra es que la tendencia a la comparabilidad reduce la relevancia, ya que induce a generalizaciones. ¿A todos nos debe importar lo mismo?

b.     Omisiones

Adicionalmente y los más importante son sus errores de omisión.  En primer lugar, se desentiende de lo negativo, son criterios que pretenden ser agnósticos.  Empresas como Philip Morris o Coca Cola pueden aparecer bien en algunos aspectos ASG, pero que no incluyen sus contribuciones negativas a la salud. Lo mismo para empresas de casas de apuestas que no reportan las negativas, como, por ejemplo, la degradación de las comunidades donde se ubican y el impacto sobre la cohesión familiar. Tanto es así que la Comisión Europea en sus regulaciones sobre los instrumentos e instituciones ASG se ha visto en la necesidad de establecer reglas específicas para el reporte de ciertas actividades bajo los conceptos de Do No Significant Harm, DNSH (no hagan daño significativo) y Minumum Safeguards (mínimas seguridades)

En segundo lugar, omite aspectos que son claves en la responsabilidad empresarial como la elusión y evasión fiscal (ver Eludir y evadir impuestos: ¿Hasta dónde llega la irresponsabilidad empresarial?), la corrupción, la acción política de la empresa (contradicción entre el cabildeo y las acciones [1]), la responsabilidad del producto sobre su ciclo de vida y a lo largo de la cadena de valor (la única preocupación de la ASG sobre la cadena de valor son las emisiones de Alcance 3), la justicia social,  la comunidad, el ambiente laboral, la cultura organizacional, los stakeholders a los que quiere impactar pero que no impactan a la empresa, entre otros.

La implementación, que no el concepto, de la RSE no está exenta de problemas, pero por lo menos tiene (debería tener) una visión integral de la actuación empresarial y no fragmentada en tres silos y decenas de indicadores.

¿Y dónde está el hacer el bien en la caracterización ASG? ¿Y alguien ha oído hablar del Propósito de la empresa, otro tema de moda, en el contexto de la ASG?

Y omite a las PyME, ¿tiene sentido usar el concepto ASG cuando nos referimos a una PyME o una empresa familiar de capital cerrado que no cotizan en bolsa (en la Unión Europea más del 99.8% de las empresas)? ¿Lo usaríamos para referirnos a su responsabilidad o sostenibilidad empresarial? (ver ¿Y la RSE en el otro 99% de las empresas?). Es cierto que aquel 0.2% tiene un impacto económico y social desproporcionado, pero las PyME existen y necesitan más apoyo para asumir su responsabilidad que aquel 0.2%.

3.     Lo feo

Lo feo es la superioridad, arrogancia y desdén con la cual se expresan los proponentes de usar ASG como sinónimo de responsabilidad empresarial (no me refiero a su uso como categorización en los mercados financieros).  Son los nuevoricos de la responsabilidad empresarial. Los que abogamos por la visión holística somos anticuados, no entendemos la evolución de papel de la empresa en la sociedad. Pero, son superiores aquellos que hacen lo mejor por la sociedad, no los que se expresan con términos de moda. 

Con ASG sucede algo parecido a lo que sucedió con la llamada Creación de Valor Compartido, concepto inferior de responsabilidad, que estuvo de moda por una década.  Adolece de muchos de los mismos problemas: Visión reducida, omisión de aspectos claves, concentración en partes del impacto empresarial (lo que creaba valor simultáneo a la empresa y algunos stakeholders) y todo para parecer novedoso y diferente (ver RSE y creación de valor compartido: Mis trece artículos).

VI.           ¿RSE o ASG?

¿Qué les debe importar a los responsables de la responsabilidad al interior de las empresas?  ¿la concepción holística del papel ante la sociedad o la reacción de las bolsas de valores? ¿Se debe determinar la estrategia empresarial en función de la materialidad de vuelta o la de ida y vuelta?  La tendencia de las recientes décadas de la primacía de los accionistas debe superarse.

Y hay quién dirá que ASG es solo otro nombre para la responsabilidad. A lo mejor para algunos, pero la connotación que tiene es de que esa responsabilidad debe estar guiada por el impacto en la rentabilidad y …… a corto plazo, porque hay que reflejarlo en los estados financieros.

¿Qué estamos hilando muy fino?  Puede ser, pero tener las cosas claras ayuda mucho a su efectiva y eficiente implementación (véase el mayor enemigo de la RSE: la confusión sobre qué es, enemigo no. 1 en Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis).

La responsabilidad empresarial no necesita de nuevos nombres, necesita de una implementación integral, honesta y efectiva.

¿Tendencia positiva o perversa?

 

[1] Exxon Mobil defendió públicamente un impuesto a las emisiones de carbono, con lo que quedó bien con algún público, a sabiendas de que no se iba a aprobar, para lo cual hace cabildeo. Y Coca Cola defiende el reciclaje de agua y de plástico, pero hace cabildeo en contra de regulaciones para combatir la obesidad.  El GRI, el de materialidad de ida, tiene un estándar sobre la consistencia entre cabildeo y acciones, el GRI 415: Política Pública 


1 comentario:

Unknown dijo...

¿Excelente artículo en un blog en el que todos son buenos! En este caso, apoyo absolutamente todo lo que señala y cómo el paulatino cambio de denominación desde RSE a ASG está degradando el concepto primigenio. La labor pedagógica del autor es realmente encomiable.

José Ángel Moreno