En el artículo anterior sobre el Capitalismo con Conciencia, Valor Compartido y RSE comentábamos estos conceptos de responsabilidad empresarial. En esa y otras discusiones sobre los diferentes conceptos e ideas siempre llegamos a la misma conclusión: El problema no es la definición del problema, ni siquiera la definición del concepto. El problema es la implementación y esta implementación se hace a través de personas naturales, actuando por cuenta propia o a través de personas jurídicas (agrupación de personas naturales con un fin específico). ¡Personas!
En mi Capítulo 2, El papel de la empresa en la sociedad, en el libro Responsabilidad Social de la Empresas en América Latina: Manual de Gestión, comentaba:
Aún hoy en día hay alguna discusión sobre si las empresas como tales tienen responsabilidades, con el argumento de que solo las personas individuales pueden tenerlas. Un comentarista de mediados del siglo XIX decía que “las empresas no tienen cuerpos que puedan ser castigados ni almas que puedan ser condenadas y por ello hacen lo que les da la gana”[i]. Es cierto que las personas, dentro de las empresas, actúan a nombre de las empresas y no a título individual y son ellas las que deben ejecutar la responsabilidad social y ambiental. Pero estas ejecutarán lo que colectivamente se haya decidido, vía las decisiones, los procedimientos y políticas internas a la empresa, que han sido elaboradas por individuos. Si bien la responsabilidad de la empresa de ser responsable recae en los individuos que la conforman, el colectivo es responsable de su implementación y por ello podemos hablar de “responsabilidad de la empresa”.
Claro está que, como en toda organización o burocracia, es posible esconderse detrás del colectivo para evitar tomar responsabilidad individual. También es posible que el colectivo tome decisiones que estén en contra de la ética o sentido de responsabilidad de algunos individuos[ii]. De cualquier manera, es claro que la responsabilidad social de la empresa depende de la responsabilidad y ética de los individuos que la conforman, con mayor o menor posibilidad de influencia. Aunque es posible que esa responsabilidad no sea la suma de las responsabilidades individuales.
También en otro artículo anterior ¿Son los accionistas responsables por el comportamiento de la empresa? comentaba que, legalmente, los accionistas no tenían responsabilidad por la actividades de la empresa. Como era de esperar, recibí comentarios sobre que la discusión era excesivamente legalista o de que no importan las figuras jurídicas. Lamentablemente en este caso, las leyes sí importan, y los accionistas no son legalmente responsables. Ello no obsta para que la sociedad les impute la responsabilidad, que actúen como que sí la tienen. Algunos dirían que tienen la responsabilidad moral, sobre todo si ejercen el control de empresa.
Al margen de los argumentos legales lo que si queda claro es que la responsabilidad empresarial está fundamentada en la responsabilidad individual. Como dirían los economistas, la responsabilidad individual es condición necesaria aunque no suficiente para la responsabilidad empresarial.
Muchas veces se le atribuye al “capitalismo” el que la empresa no sea el colectivo de las responsabilidades individuales, que estas no sean condición necesaria y suficiente y para la responsabilidad empresarial. Que es el capitalismo el que impide que la condición sea suficiente.
A lo mejor no es un problema del capitalismo, que todos quieren arreglar. A lo mejor el problema es otro. ¿Está roto el capitalismo o están rotas las personas? Como muy elocuentemente cita el Papa Benedicto XVI en su encíclica Caritas in Veritate:
No se debe olvidar que el mercado no existe en su estado puro, se adapta a las configuraciones culturales que lo concretan y condicionan. En efecto, la economía y las finanzas, al ser instrumentos, pueden ser mal utilizados cuando quien los gestiona tiene sólo referencias egoístas. De esta forma, se puede llegar a transformar medios de por sí buenos en perniciosos. Lo que produce estas consecuencias es la razón oscurecida del hombre, no el medio en cuanto tal. Por eso, no se deben hacer reproches al medio o instrumento sino al hombre, a su conciencia moral y a su responsabilidad personal y social (énfasis añadido).
La clave está en que las responsabilidades individuales se transfieran íntegramente a la responsabilidad colectiva de la empresa. La clave está en encontrar el esquema que permita esta conversión de responsabilidad individual a colectiva sin adulteración (un esquema de incentivos positivos y negativos, de procesos internos, de educación, de ejemplo).
Porque sin responsabilidad individual no hay mucho más que hablar.
¡Hemos encontrado al enemigo y somos nosotros!
[i] Edward Thurlow, citado por Micklethwait y Wooldridge (The Company: A Short History of a Revolutionary Idea 2003)
[ii] Una interesante viñeta periodística pone a un jefe hablando con el subordinado y le dice: “Juan, vas a tener que tomar una decisión. Tú y tu conciencia no caben en esta empresa.”
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