La crisis financiera en la que estamos inmersos, que ha impactado o impactará a todos, ha dado lugar a acusaciones de irresponsabilidad a diestra y siniestra. Sin entrar en muchos detalles de cómo se originó y propagó, creo que un buen resumen de la situación es que es el resultado de que un grupo de individuos trataban de maximizar sus beneficios personales, dentro de un sistema con incentivos perversos (recompensa por tomar grandes riesgos con pocas consecuencias por resultados negativos). La búsqueda de cada vez mayores bonos si me sale bien y de buenos pagos por despido si me sale mal estimularon a un buen grupo de individuos a ser creativos en el empaque y disección de riesgos en los productos financieros, llegando al extremo de el producto final era irreconocible y muy difícil de evaluar. Para colmo los que se suponen expertos, las empresas evaluadoras de riesgo, al evaluar los productos estructurados le habían perdido la pista los activos de respaldo y se evaluaron como de bajo riesgo a productos tóxicos. Temporalmente se olvidaron de que mayor rendimiento suele haber mayor riesgo.
Es posible concluir que estos individuos e instituciones, en su gran mayoría, actuaron dentro de la ley y las regulaciones vigentes. Las actuaciones fueron legales, y muy posiblemente éticas. El apostar a la baja de las acciones o productos (short selling, vendiendo lo que no poseo para comprarlo a la hora de tener que entregarlo) era legal. Lo que no es legal, en algunos países, pero no en todos, es aprovecharse de información privilegiada, pero esto no parece haber contribuido al problema. Pero ¿eran estas transacciones responsables? ¡Era irresponsable vender productos financieros a un cliente que no entiende o no sable lo que compra! ¿Es ilegal?
Se dice que ser responsable es ir mas allá de la ley, que no debieron ceñirse a la letra de la ley, que debieron haber visto que sus acciones podrían tener consecuencias negativas. Todos los “expertos” en responsabilidad empresarial lo repiten, que ser responsable es ir mas allá de la ley, de forma voluntaria. Pero ¿hay comprensión de lo que quiere esto decir? ¿Es un decir para que no nos regulen o tiene razón de ser?
La crisis del sistema financiero nos proporciona un clarísimo ejemplo.
Las leyes y regulaciones, sobretodo en Estados Unidos, pecaron de estar en el lado liviano, para fomentar la creatividad y la innovación y no restringir las actuaciones de los mercados. Ya Adam Smith decía aquello de la mano invisible por la cual el panadero y el carnicero, al perseguir sus mejores intereses, promoverían la producción e intermediación de productos y servicios que la población requiere. El interés propio podría ser un poderoso aliciente para mejorar la eficiencia y funcionamiento de los mercados.
Pero los intermediarios financieros no son ni panaderos ni carniceros. Son mucho más creativos, manejan recursos que no son suyos, tienen mucha mayor capacidad para causar daños y ante la gran interconexión de los mercados, de expandir sus efectos sobre todo el mundo, haciendo pagar a justos por pecadores, incluyendo empleados de las mismas instituciones financieras que tenían poco que ver con ello. Hemos descubierto que la intermediación financiera tiene muchas externalidades, y muchas son externalidades negativas. Ha resultado que son tan globales pero peores que las de las emisiones de gases de efecto invernadero (por cierto que si hubiéramos invertido en reducción de cambio climático lo que hemos perdido en la crisis, lo habríamos resuelto!).
Obviamente que el alegato era que la regulación de todas las actividades del sistema financiero podría estrangular al sistema, creando costos elevados de transacción e impidiendo atender algunos mercados. Había que dejar que el mercado funcionase, libre de intromisiones. Buena parte de razón tienen, pero parten de un supuesto equivocado y es que el mercado podía atender al bien común, como el carnicero o el panadero. Ahora, después de haber perdido una gran cantidad de recursos y allanado el camino para una contracción económica, nos veremos en la necesidad de incrementar las regulaciones de todas maneras. Es obvio que el perseguir los intereses personales, dentro del sistema financiero, puede no conducir al bien común.
Si bien buena parte del problema ha sido causada por irresponsabilidad individual, buena parte ha sido la irresponsabilidad a nivel institucional y a nivel de gobierno. ¿Dónde estaban los controles internos para evitar la sobreexposición, diversificar y compensar riesgos? ¿Dónde estaban los consejeros? ¿Dónde estaban los reguladores para tomar medidas preventivas? En Estados Unidos la regulación bancaria se divide entre el Federal Reserve, el Departamento del Tesoro y los 50 estados, cada uno regulando una parte y NADIE regulando las actividades de instituciones como los bancos de inversión, por aquello de que no captan depósitos del público, como si solo manejaran su propio dinero!! ¿No es sospechoso ver que cuando a una institución (banco comercial) no le está permitido hacer algo, se inventa una institución (banca de inversión u otro vehículo) o una localidad (paraísos fiscales) donde la ley no lo prohíbe? (Menos mal que el Banco de España lo vió claro y reguló que las operaciones especiales fueran parte del balance general de los bancos con el correspondiente requerimiento de capitalización).
Es de esperar que esta lección nos sirva para entender mejor aquello de que ser responsable es ir mas allá de la ley. ¿De forma voluntaria¿ Si, pero si las leyes son deficientes y no existen los controles o el entorno apropiado para pedir cuentas por irresponsabilidad, la ley y regulaciones tendrán que ampliarse. Lamentablemente ahora lo haremos, pero después de un inmenso costo presente y futuro.
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