miércoles, 29 de octubre de 2025

Realineación de prioridades: Bill Gates, cambio climático y desarrollo social

 

El 27 de octubre Bill Gates (no hace falta decir quién es) publicó una carta abierta en su blog, Three tough truths about climate: What I want everyone at COP30 to know (A new way to look at the problem), [i] que en pocas horas ha dado mucho que hablar por, aparentemente, desenfatizar la urgencia del combate del cambio climático. En este breve articulo la ponemos en el contexto más amplio del desarrollo sostenible.  No analizaremos los detalles limitándonos al aspecto estratégico del mensaje. Pero recomendamos al lector leer la carta, es sumamente rica en información.

La carta pretende poner la problemática actual bajo un paraguas mayor: el bienestar de la humanidad, para lo cual la lucha contra el cambio climático es solo uno de dos aspectos claves, siendo el otro los aspectos sociales como salud, educación y acceso a la actividad económica entre otros.  Por ahora se está poniendo demasiada atención al primero en detrimento del segundo. Ello no debe interpretarse como una dicotomía, sino que se debe luchar en ambos frentes, muy interdependientes, y el segundo ha sido relativamente descuidado. 

La carta me recordó la encíclica Laudato si: Sobre el cuidado de la casa común”  del papa Francisco, que también fue publicada días antes de otra reunión del COP, la COP21 que se celebró hace diez años en París (cuando se logró el Acuerdo de París). Ambas pretenden poner la problemática climática en el contexto de la resiliencia social y el crecimiento inclusivo. Decíamos en nuestro análisis: [ii]

No se trata de una encíclica sobre el medio ambiente, sino que se sitúa en un contexto más amplio, la casa común, de allí que también considera la problemática social de esta casa y sus relaciones con la del medio ambiente, en especial el impacto que ambas problemáticas tienen sobre las poblaciones más vulnerables.

Ambas comunicaciones tienen mucho en común.

I.                ¿Cuáles son las tres duras verdades?

  • El cambio climático es un problema serio, pero no será el fin de la humanidad.
  • La temperatura no es la mejor manera de medir el progreso en el cambio climático.
  • La salud y la prosperidad son la mejor defensa contra el cambio climático.

II.             Contexto

 En principio estas tres “verdades” no parecer representar un cambio radical en la manera actual de pensar y actuar de la sociedad y sus instituciones, sin embargo, sí piden un cambio de énfasis y de rumbo para una mejor efectividad de los esfuerzos para el desarrollo humano.

 Es muy cierto que en las décadas recientes y sobre todo desde el Acuerdo de Paris, el cambio climático ha acaparado gran parte de la atención y ha sido una de las principales preocupaciones de gobiernos, empresas e instituciones. Se han invertido innumerables esfuerzos humanos, físicos y financieros en entenderlo, proponer acciones y en algunos casos actuar para combatirlo.  Aun a pesar de esto los progresos han sido relativamente pobres.

 No es que la carta pida una menor atención al problema, pide un balance de prioridades y de acciones. Pero implícitamente contiene el supuesto de que las poblaciones más afectadas tienen la capacidad de mitigar y adaptarse a los efectos.  Será mucho más difícil lograr el desarrollo humano en poblaciones seriamente afectadas por los impactos del cambio climático vía los desastres naturales y sus consecuencias sobre la actividad económica y el desarrollo social.

Es cierto que como dice la carta, no será el fin de la humanidad, pero sí afectará seriamente a muchos de sus componentes, flora, fauna, y la calidad de vida, si no se hacen los esfuerzos para mitigar y adaptarse a los impactos. Recordemos en el combate de los impactos del cambio climático hay que considerar tres aspectos: reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, mitigación y adaptación

El énfasis ha estado en el primero, gran responsabilidad de los países desarrollados, pero los efectos son más sentidos en los países en vías de desarrollo y las poblaciones vulnerables, que no posen la capacidad de mitigar y adaptarse. Son estos dos aspectos que podrán evitar si no “el fin de la humanidad” por lo menos aminorar el “deterioro de la humanidad”.  Las contribuciones financieras acordadas por los países causantes de los impactos para apoyar a los afectados en mitigación y adaptación no se han materializado.

Ante las limitadas capacidades de las partes, esto ha llevado a una competencia de recursos, y sobre todo de atención, con el desarrollo humano. Y este es el mensaje más claro de la carta.  El cambio climático es un gran problema, afecta de manera más irremediable a los países en vías de desarrollo, pero los recursos dedicados a su atención no resolverán el problema subyacente del subdesarrollo.  Se requiere atención concentrada además sobre el progreso económico y social de estas partes afectadas, en particular en salud educación y sobre todo en las oportunidades de participar en el actividad económica. [iii] [iv]

 Pero no es como dice la tercera “verdad” de que “La salud y la prosperidad son la mejor defensa contra el cambio climático”. No, no son defensa, no pueden hacer mucho para controlar el cambio climático, que atenta contra la salud y la prosperidad. Ambas son condiciones indispensables para el progreso de la humanidad.

 Y también es muy cierto que se ha puesto un énfasis, que podríamos calificar de desmesurado, en la concentración del problema en un número, el aumento de la temperatura promedio global, que es un indicador muy pobre de la problemática a resolver.  Esto refleja el sesgo de los humanos en darle prioridad a lo cuantificable, como si su mensurabilidad fuera sinónimo de importancia, de impacto. Es más fácil reportar la temperatura, las partes por millón de CO2 en la atmósfera, el volumen de emisiones (aunque de estimación sujeta a mucha incertidumbre), consideradas mediciones objetivas, que medir el progreso en el desarrollo humano, que es mas complejo, relativo y subjetivo. [v] Pero como bien dice la carta: 

“Las inversiones en bienestar humano ofrecen beneficios más rápidos y amplios que los objetivos abstractos de temperatura”….. “el desarrollo sostenible comienza por garantizar que las personas puedan vivir vidas más saludables y seguras en un clima cambiante”. (énfasis añadido).

 Si bien no hace referencias a la política en su país sobre cambio climático (atacar los esfuerzos por controlarlo) y ayuda al desarrollo (eliminación), está subyacente en la carta y en la dedicación de su filantropía a ambos aspectos.  Este segundo aspecto es objeto de menor atención.  La eliminación de la USAID, la institución del gobierno que proporcionaba ayudas vitales al desarrollo social ha tenido un gran impacto sobre la salud y educación en países en vías de desarrollo. Su llamada de atención puede reflejar este vacío.

Por otra parte, el gobierno de EE. UU. se opone al énfasis que le han estado dando las instituciones financieras multilaterales al cambio climático. Por ejemplo, se han opuesto a las políticas y prácticas del Banco Mundial en este sentido y están abogando por el retorno a sus raíces, la reducción de la pobreza.  Pero no es tanto porque les preocupe la pobreza (eliminaron su propia agencia, la USAID), sino que hay que hacer lo que sea para hacer desaparecer la problemática del cambio climático de la agenda.

Pero no creemos que la propuesta de la carta de una realineación de prioridades sea el resultado de presiones o temores a represalias del gobierno, como sí es lo es para un gran número de empresa e instituciones. Es poco posible, ya que sus negocios (léase filantropía) no dependen ello.

 III.           En resumen

La carta es muy oportuna y necesaria para llamar la atención sobre la necesidad de priorizar las acciones tendentes al desarrollo social, sin abandonar los esfuerzos para combatir el cambio climático. Es de recordar que “no todo lo que se puede contar cuenta ni todo lo que cuenta se puede contar” (atribuido a Einstein). Las emisiones y la temperatura se pueden “contar”, pero los problemas sociales son mucho más complejos, pero también deben “contar”.

Esperemos (con muy poca esperanza) que en la reunión del COP30 en Belem, Brasil, en noviembre, no lo tomen como un llamado a rebajar la prioridad del combate al cambio climático, pero sí un llamado a intensificar las acciones en mitigación y adaptación y ponerlas en el contexto del desarrollo humano integral.   

A pesar de sus potenciales impactos positivos en la consideración de los aspectos sociales, la carta conlleva el riesgo de darle municiones a los enemigos de los esfuerzos por reducir los impactos del cambio climático, apoyándose en las aseveraciones de una persona muy respetada. [vi] Muy probablemente serán tergiversadas. Se pueden prever titulares como “Bill Gates dice que el cambio climático no es un problema”.

Lo que es laudable y ojalá tuviera impacto es llamar la atención sobre la necesidad de ahondar los esfuerzos por el desarrollo social, sin reducir aquellos para combatir el cambio climático, sobre todo los encaminados a la mitigación y adaptación a los impactos. Son interdependientes y son indispensables para el desarrollo de la humanidad, y sobre todo en los países en vías de desarrollo y poblaciones vulnerables.



[i] ¿Será por ironía que usa las palabras “tough truths” (duras verdades), para contrastar la carta con el famoso documental, ganador de un Oscar, de Al Gore (ex vicepresidente de EE. UU. y activista climático), The Inconvenient Truth (la verdad inconveniente)? Para Gore era un asunto de combatir ignorancia/indiferencia.  Para Gates es un asunto de balancear las prioridades.

[iii] Esto lo habíamos ya comentado en otros artículos en el contexto, más reducido, microeconómico, de la competencia entre lo ambiental y lo social a nivel de la sostenibilidad empresarial. En el artículo Los trece enemigos de la RSE(C): Los primeros seis (abril 2021) describíamos como uno de los enemigos de esa sostenibilidad era este énfasis en el cambio climático, que tenían en la mayoría de las empresas un impacto mucho menor en el desarrollo sostenible que sus actuaciones en los aspectos sociales.  Esto lo reafirmábamos en el artículo Es hora de luchar por equiparar los temas sociales con los ambientales (abril 2023)

[iv] Esta participación en la actividad económica no es parte de la carta, pero es esencial como lo había demostrado la Encíclica Fratellii tutti, del papa Francisco, que habíamos analizado en el artículo Economía, el mercado y la empresa en la encíclica Fratelli tutti (octubre 2020).

[v] Es precisamente esta diferencia en mensurabilidad la que en parte explica el énfasis relativo. En el articulo citado en la nota anterior decíamos “Además de la visibilidad a nivel empresarial, económico y político de los temas ambientales, sus indicadores se basan en gran medida en temas físicos, más amenos a la medición cuantitativa, en tanto que los aspectos sociales son más emotivos, relativamente más difusos y sujetos a opinión. Y los decisores suelen tener preferencia por lo medible y subestimar lo difuso.”

[vi] Algo parecido a lo que ha sucedido con el informe Draghi (otro famoso) The Future of European Competitiveness, que ha sido utilizado para revertir grandes progresos en la sostenibilidad empresarial y ambiental.  Ver mi análisis en Regulaciones sobre sostenibilidad: Después del vendaval viene la dilución.


domingo, 12 de octubre de 2025

Usos y abusos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible


Los 17 ODS y sus 169 metas cubren todo el espectro posible de actuación de las empresas, gobiernos, instituciones y personas, de allí que las oportunidades de estas partes, sobre todo las primeras, de contribuir a su logro para el 2030, son ilimitadas.

Desde su promulgación ha existido gran preocupación sobre la dificultad de su logro y se han intensificado las presiones sobre todas las partes, en particular sobre las empresas y las instituciones financieras para que contribuyan. Ello ha llevado a usos y abusos de los ODS que son poco comentados. La gran mayoría de los escritos son promocionales, halagüeños, aspiracionales, enmascarando la realidad de las contribuciones.

Para las empresas el principal valor de los ODS son las grandes líneas estratégicas que pueden guiar sus estrategias y actividades en pos del logro de su sostenibilidad empresarial. Ello ha llevado a que muchas empresas se hayan tomado en serio la adaptación de estas estrategias y actividades para contribuir en la medida de lo posible a ese logro. No obstante, en el entorno empresarial las presiones han sido muy fuertes lo que ha resultado más en reportar que en hacer, en imputar lo que ya se hace de como contribución. Una competencia para ver quién da más y ganarse el aprecio de sus partes interesadas. Algunas son legítimas otras no tanto. Constituyen un instrumento ideal para el greenwashing.

Lo más común en las empresas es hacer un inventario de sus actividades tradicionales y contrastarlas con las 169 metas para extraer elementos comunes y así reportar contribuciones. No se trata de poder encontrar un nexo entre actividades y metas, se trata de lograr impacto, cambios en el desarrollo como consecuencia de la actividad.

Donar la comida excedente de la cafetería no es una contribución a la reducción de la pobreza. Los volúmenes de servicios de telefonía no son una contribución, son la razón de ser de la empresa, sí lo son aquellos que ha encarado específicamente para atender a poblaciones no atendidas. La presencia de mujeres al consejo no es una contribución a la reducción de la discriminación, su impacto en la toma de decisiones sí lo es.

El desarrollo sostenible, objeto de los ODS, requiere que las actividades sean significativas, incrementales, con impacto, medible o no, sostenibles y sostenidas en el tiempo, no ocasionales, y con contribución al desarrollo de los países menos desarrollados, donde tienen mayor valor relativo que en los desarrollados. Estos son los criterios para evaluar la legitimidad de las contribuciones.

No nos podemos dejar engañar por el espejismo del volumen de actividades que se atribuyen contribución, el papel aguanta todo, lo único que cuenta son los cambios tangibles que estas actividades logran en el terreno.

El lector interesado en más detalles puede consultar Mis veintidós artículos sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la RSE.


 Artículo publicado en el periódico La República, Colombia, en octubre 2025 

https://lnkd.in/ecKXQSjs


domingo, 5 de octubre de 2025

Inversiones responsables, segunda parte: ¿Tienen impacto sobre la sostenibilidad empresarial?

 Reproducido en la revista The Officer en octubre del 2025 en https://bit.ly/3WuIq9T  


En el artículo anterior analizábamos si las inversiones denominadas como responsables eran merecedoras de ese apelativo y concluíamos que la gran mayoría no lo eran. En este analizaremos si esos montos de inversiones, aun las legítimamente calificadas, logran mejoras en la sostenibilidad de las empresas y proyectos objeto de sus inversiones.

Para facilitar la discusión, la dividiremos en dos partes, los mercados primarios donde se emiten los valores y los mercados secundarios donde se transan después de emitidos.

Mercados primarios de valores sostenibles.

Estos son los mercados dende se emiten por primera vez los valores para captar recursos del público o de instituciones para financiar empresas o proyectos que hayan sido calificados como responsables.  Son muy pocas las empresas calificadas como tales que hacen aumentos de capital y emiten acciones en los mercados de inversiones socialmente responsable, ISR. Lo más común es que emitan en mercados tradicionales y posteriormente pasen a ser transadas en los mercados ISR. Los mayores volúmenes en el mercado primario de valores responsables son las emisiones de bonos verdes, sociales y sostenibles [i] para el financiamiento de empresas y proyectos, cuyos recursos tienen destinos muy específicos y que son reguladas por principios de emisión y control, ya sea de instituciones privadas, como la International Capital Markets Association, ICMA, o multilaterales como la Comisión Europea (solo los tiene para los verdes) o gobiernos como China.

La característica común y destacable de estos valores es que los mercados aportan recursos frescos a las empresas o proyectos para llevar a cabo inversiones en actividades tipificadas como sostenibles (por ejemplo, la Taxonomía Verde de la Unión Europea) y que deben divulgar información previa y a posteriori, y sometida a verificación, del uso sostenible de los recursos. En este caso sí se puede hablar de que los recursos aportados en estos mercados pueden tener un impacto tangible sobre la sostenibilidad empresarial en particular y la ambiental en general. Ello no obsta para solo sea una parte de los recursos los que sean efectivamente utilizados en estas actividades, o que las actividades terminen teniendo impactos dudosos. Pero la intención y el proceso así lo pide. Son recursos adicionales dedicados a la sostenibilidad.

Y aquí es necesario hacer una aclaración.  Se ha popularizado la modalidad de emisión de “bonos ligados a la sostenibilidad”, por lo cual las empresas se comprometen al logro de alguna meta relacionada con la sostenibilidad, pero los recursos obtenidos son de libre disposición de la empresa, sin obligación de invertirlos en actividades sostenibles. El potencial impacto sería vía el logro de las metas que han condicionado la emisión, pero, en general, suelen ser metas que la empresa pretendía lograr de todas maneras. No tienen obligación de invertir los recursos obtenidos en ello. En muy pocos casos se puede decir que los recursos han tenido impacto.[ii]

Mercados secundarios de valores sostenibles.

En los mercados secundarios ISR se transan valores emitidos en el pasado que tengan características de sostenibilidad, que son aquellos que fueron emitidos ya con esa calificación en los mercados primarios comentados arriba, y los valores que la adquieren estando ya comercializados en los mercados tradicionales. El segundo caso son la inmensa mayoría de los valores a los que alguien ha calificado con alguna característica de sostenibilidad y que son adquiridos por fondos ISR, que analizábamos en el artículo anterior (donde enfatizábamos las dudosas tipificaciones de muchos de estos valores y fondos).

Pero lo más importante es  ¿qué impacto tienen estos mercados secundarios en la sostenibilidad?

a.     Impacto directo.

No tienen impacto directo adicional alguno ya que los montos totales de inversiones en estos mercados (digamos los € 240 000 millones que reporta Spainsif) son en su mayoría resultado de calificación de los valores y su inclusión en los mercados secundarios de ISR. Solo en algunos casos son valores que tuvieron emisión primaria con recursos para la sostenibilidad, y si así fue, ese potencial impacto corresponde al mercado primario, no al secundario donde se transan. Y los montos transados tampoco tienen impacto alguno ya que se trata de transacciones entre un comprador y un vendedor, sin que la empresa reciba parte alguna de esos montos transados para hacer inversiones.

b.     Impacto indirecto.[iii]

No obstante, es posible que tengan un impacto indirecto en la sostenibilidad. Es el caso de inversionistas responsables activistas que adquieren esos valores con el objeto de influenciar las decisiones de los dirigentes hacia la sostenibilidad, ya sea vía resoluciones en las asambleas generales de accionistas o con involucramiento directo con la dirigencia. También es posible el impacto indirecto vía la reputación de la empresa, ya que la dirigencia que quiera mantener sus valores comercializados en los mercados ISR, y mantener el favor de sus stakeholders  suele llevar a cabo actividades para mejorar su sostenibilidad empresarial.

c.     Impacto falacia.[iv]

Hay quienes creen que la desinversión en valores de empresas que tienen practicas irresponsables las harán mejorar su comportamiento. Esto es una falacia ya que los valores de los que venden serán comprados por otros, que, muy posiblemente, les importa mucho menos la responsabilidad de la empresa.  El único impacto de la desinversión es que los que venden se sentirán un poco mejor (el “warm glow” del artículo anterior), aunque a veces es obligación de la política de inversión del fondo. Podría ser más responsable tratar de involucrarse mientras se es propietario de los valores.

En resumen

Los montos reportados sobre las inversiones responsables y las volúmenes transados en los mercados ISR, dan una impresión exagerada y equivocada de su contribución a la sostenibilidad empresarial y ambiental. No, esos montos no han contribuido a la sostenibilidad. Los mercados secundarios tienen muy poco impacto y en todo caso es indirecto.  Son solamente los valores emitidos en los mercados primarios, bien regulados, aquellos cuyos recursos deben invertirse en actividades sostenibles los que sí tienen un potencial de impactarla.