lunes, 18 de abril de 2022

ADENDUM La “S” de la ASG: ¿Qué es? …. aparte de ser la cenicienta del grupo


Después de haber publicado mi artículo La “S” de la ASG: ¿Qué es? …. aparte de ser la cenicienta del grupo encontré un artículo Putting the ‘S’ in ESG: Measuring Human Rights Performance for Investors, del 2017, que agrega una valiosa perspectiva as nuestro análisis. Altamente recomendado para los interesados en la “S”. [1]

El estudio analizó 12 esquemas de indicadores ASG y encontró 1 753 relacionados con la “S” (¡no es de sorprender si estamos confundidos!). Pero lo más significativo es que solo el 8% de estos indicadores se refieren a los efectos de las prácticas empresariales y el 92% pretenden medir los esfuerzos y actividades, como lo son la existencia de políticas o compromisos, la ejecución de auditorías, evaluaciones de riesgo, entrenamiento, membresía y colaboración en organizaciones e iniciativas o las consultas con stakeholders. 

En términos de la terminología de evaluación de impacto, podríamos decir que el 92% miden insumos y a lo mejor productos, pero no resultados y mucho menos impacto, que es lo que importa.


Y esto es uno de los mayores problemas de las calificaciones de sostenibilidad: usan indicadores de insumos pasados y a lo mejor productos actuales, para evaluar lo que deben ser resultados y, mucho mejor, impacto futuro sobre la sociedad y el medio ambiente. Un breve ejemplo para ilustrar las diferencias: el dinero invertido en la diseminación del código de ética es un insumo, el número de horas-persona impartidas es un producto, la satisfacción de los participantes es in resultados, pero son los cambios de actitud observados como consecuencia de todo este proceso lo que tiene impacto, que es lo relevante, pero que no se suele reportar.

Y en esto no es que creamos que sea fácil o siempre factible reportar estos últimos dos elementos, resultados e impacto, que se dan en el mediano y largo plazo, después de la evaluación, pero sí queremos puntualizar que, además de las inconsistencias entre calificaciones y de su posible incongruencia con los aspectos materiales de cada empresa,[2]  su uso como medidas de sostenibilidad deja mucho que desear.  Las calificaciones deben interpretarse con mucha cautela. [3]

Estamos muy lejos de poder evaluar el impacto de las actividades de responsabilidad en el logro de sostenibilidad empresarial. [4]

 


[1] También recomiendo el artículo Time to rethink the ‘S’ in ESG, del 2020, que pasa revista a las dificultades de la conceptualización de la “S”, de su evolución post-covid y de su creciente atención por parte de las empresas.

[2] Ver ¿Cuál es el banco más sostenible del mundo?

[4] Si algún lector ve cacofonía en esta aseveración, recomiendo leer De la Responsabilidad Social, a la Sostenibilidad, a la ASG: Lo bueno, lo malo y lo feo

 

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