Una de las
principales quejas, generalizada, sobre las empresas multinacionales (o
transnacionales) es que el sistema de gobernanza a nivel global es deficiente y
las empresas pueden cometer abusos o ser irresponsables al no existir un marco
regulatorio conmensurado con su alcance, a nivel de legislación internacional,
que lo controle. A nivel global las empresas tienen derechos pero no
obligaciones. Todas las empresas son creaciones de la ley, pero en el caso de
las multinacionales, tienen muchos padres legales (las leyes de cada país en el
cual están constituidas). La
personalidad jurídica de las empresas no existe a nivel global, solo se da a
nivel nacional, de cada país en que opera, lo que contribuye a fomentar la
brecha entre regulación y comportamiento.
Las
multinacionales ejercen su poder económico, pero su poder va más allá del
volumen de ventas o ingresos, como es muy común considerarlo en la literatura
sobre el tema. Desde el punto de vista de la gobernanza global su verdadero
poder está en el plano político, en la superioridad de sus recursos humanos y
su creatividad para oponerse, obviar y vencer a algunas regulaciones. En
general los reguladores no pueden competir con el talento y los recursos que
pueden destinar las multinacionales.
El objetivo de
este artículo es demostrar que la regulación global de las multinacionales deja
mucho que desear, por la falta de esquemas regulatorios de carácter global,
pero que no por ello son impunes. Para
ello haremos un análisis de la amplitud del ecosistema de gobernanza (formal e
informal), destacando sus múltiples actores y actividades, destacando algunas
de sus fortalezas y debilidades y la necesidad de considerarlo de manera
integral para poder apreciar su potencial impacto sobre el comportamiento empresarial
y, de ser posible, mejorarlo.
Continuar leyendo aquí No.28 del Dossier de Economistas sin Fronteras, Invierno 2018,
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