sábado, 2 de octubre de 2010

Un llamado a la responsabilidad empresarial: Aumenten la pesca

Los esquemas tradicionales de reducción de la pobreza se basan en darles pescado, y a veces enseñarles a pescar. Pero esto no es suficiente. Las empresas, a través de su responsabilidad ante la sociedad, pueden y deben hacer algo mas: Aumentar la pesca.


Los ODMs, el Pacto Mundial y sus omisiones


Mucho se ha hablado recientemente de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, con motivo de la reciente Cumbre en Nueva York, donde se analizaron los logros, las carencias y, para no quedar mal, se hicieron múltiples compromisos (algún día debería crearse una institución supranacional que tenga poder para asegurar su cumplimento, por lo menos así estos compromisos serán más serios y sinceros). No vamos a entrar en los detalles de los resultados de la Cumbre ya que el lector los puede leer en la gran cobertura mediática que ha generado.


Los ODM son objetivos cuyo cumplimiento corresponde mayormente al sector público. Incluyen metas agregadas, a ser logradas antes del 2015, para erradicar la pobreza, mortalidad infantil, discriminación, salud materna, protección del medio ambiente, reducción de algunas enfermedades. Tiene un objetivo, en apariencia agregado a última hora, como quien dice “otros asuntos”, que aboga por “una asociación mundial para el desarrollo” que tiene una meta, la 8A que puede interpretarse como un llamado indirecto a la inclusión social (Desarrollar aún más un sistema comercial y financiero abierto, basado en normas, previsible y no discriminatorio…). Salvo este último objetivo, los demás corresponden mayormente a los gobiernos, aunque algunas grandes empresas efectúan acciones tendentes al logro de los demás objetivos. A lo mejor se logran algunas de las metas (globales) de reducción de pobreza, aunque no a nivel de países, gracias a los grandes progresos en China y la India, que tienen (o tenían) una gran proporción de los pobres del mundo y que han logrado grandes progresos.


El Pacto Global supuestamente pretende llenar la brecha dejada abierta por los ODM, al dirigirse específicamente a las empresas. Compromete a las empresas firmantes a ciertas normas de conducta en las áreas de derechos humanos, trabajo forzoso e infantil, medio ambiente y corrupción Pero no se preocupa sobre el papel de las empresas en la reducción de la pobreza. Se queda en “no hacer el mal”, sin preocuparse de proponer “hacer el bien”. Son declaraciones de buenas intenciones, sin seguimiento de su cumplimiento y sin consecuencias por incumplimiento (con tal de reportar lo que se hace o no se hace, una vez cada tres años, se puede seguir siendo miembro de esa comunidad). Hay muy poca superposición entre los ODM y el Pacto Global, pero sí una inmensa brecha.


En algunos países de América Latina se han implantado programas de Transferencias Condicionadas de Efectivo (Bolsa Familia en Brasil, Oportunidades en México, por ejemplo), que proporcionan subsidios a las familias pobres a cambio de que los niños vayan al colegio y accedan a medicina preventiva, son un paliativo, que reduce los números de personas que están por debajo de ciertos niveles de ingreso económico, pero no reducen la pobreza, en la definición más amplia que hemos dado arriba. Estos son programas de alivio de la pobreza, no de reducción de la pobreza. ¿Qué pasa cuando los niños crecen y terminan el colegio? ¿Encuentran trabajo? ¿Tienen oportunidad de participar en la actividad económica?


La ayuda para el desarrollo también juega un papel fundamental, pero de la pobreza se sale con el empleo, con la utilización de la capacidad productiva del individuo, no con asistencialismo. Obviamente con salud y educación como condiciones previas.


Pero los ODMs y el Pacto Global se quedan muy cortos, ignoran al individuo y su capacidad de emprendimiento, están basados en el supuesto de que hay que “darle pescado”, en vez de “enseñarle a pescar” y lo que es más importante, “que haya pesca”. ¿Qué pasa cuando muchos han aprendido a pescar si no hay pesca?


La empresa y su potencial para la reducción de la pobreza


El potencial de la empresa para contribuir a la reducción de la pobreza, para el empoderamiento del individuo, para que haya pesca, está prácticamente ignorado en los ODM y en el Pacto Global.


¿Han sacado la China y la India a millones de personas de la pobreza gracias a la ayuda para el desarrollo o gracias a las donaciones? NO. Los pobres han salido de la pobreza gracias a la utilización de su capacidad productiva, gracias a los emprendimientos, gracias a la iniciativa privada. Qué ironía que el país comunista ha usado instrumentos supuestamente capitalistas y no socialistas para reducir la pobreza.


Aun cuando la reducción de la pobreza no es, en principio, responsabilidad de la empresa, puede hacer importante contribuciones a ello, que en el largo plazo la benefician, a través del círculo virtuoso del desarrollo. De allí que, en algunos casos, esto puede ser parte de su responsabilidad social.


Para esto hay que corregir el error prevaleciente de que la pobreza se mide solamente como el poder adquisitivo. Es un concepto mucho más amplio. Como decía la Carta Pastoral de 1986 de los obispos de Estados Unidos en el párrafo 188: “El principio de participación nos lleva a la convicción de que las soluciones más apropiadas y fundamentales a la pobreza serán aquellas que permiten a las personas tomar control de sus propias vidas. Porque la pobreza no es sencillamente falta de recursos financieros. Involucra un tipo de privación más fundamental, una negación a la participación plena en la vida económica, social y política de la sociedad…..”. Esta es la definición de pobreza que trece años más tarde popularizó el premio Nobel Amartya Sen en su libro Development as Freedom, 1999. Atendiendo a estos criterios, se acaba de lanzar un indicar de pobreza más amplio, basado en el acceso a servicios básicos, incluyendo salud y educación. Oxford Poverty and Human Development Initiative (http://www.ophi.org.uk/).


¿Cómo hacemos? Ya lo decía Juan Pablo II en su encíclica Centesimus Annus de 1991: (58) …….En efecto, no se trata de dar lo superfluo, sino de ayudar a pueblos enteros, que están excluidos o marginados, a que entren en el círculo de desarrollo económico y humano. Esto será posible no solo utilizando lo superfluo que nuestro mundo produce en abundancia, sino cambiando sobre todo ….los modelos de producción y consumo……


Es aquí conde la empresa puede jugar un papel importante. Esto es un llamado a los negocios inclusivos, que once años más tarde popularizaría Prahalad en su libro “Fortuna en la base de la pirámide”, aunque originalmente llamaba a la explotación de un mercado no atendido a través de productos y servicios, concepto que posteriormente fue ampliado al de inclusión económica.


Los ODM y el Pacto Global a la hora de resolver el problema de la pobreza están desbalanceados, no se aguantan, ni siquiera con las transferencias condicionadas de efectivo. Necesitan la tercera pata, la participación en la actividad económica, que puede ser proporcionada por los negocios inclusivos (que en cierta forma están insinuados en el objetivo 8 de los ODM que aboga por asociaciones publico privadas para promover el desarrollo económico y social, pero que están mayormente dirigidas a la colaboración empresa-gobierno y que no se han efectivizado).


Es a través del trabajo, del empleo, del empoderamiento constituido por la participación en la actividad económica, la inclusión en el círculo de intercambio, que el hombre logra su dignidad, como se logra la reducción de la pobreza en el sentido más amplio. Aquí sí que las empresas son actores claves, donde hace falta su liderazgo, con el apoyo de gobiernos y de la sociedad civil. Los negocios inclusivos, o en el sentido más amplio, las actividades que contribuyan a una reducción de la inequidad, donde las empresas no ven a los pobres como mercado, sino como proveedores de bienes y servicios, como socios, son uno de muchos instrumentos con los que se pueden incorporar a poblaciones de menores ingresos en la actividad económica.


Las prácticas responsables de las empresas en apoyo comunitario, empleo, sueldos justos, propiedad compartida, adquisiciones y, en general, en negocios inclusivos, constituyen la tercera pata el programa para reducir la pobreza. Es donde se les enseña a pescar y se aumenta la pesca.

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