domingo, 15 de marzo de 2015

¿7 millones de personas en España conocen lo que es la RSE?


Se publicó en marzo del 2015 un estudio de Forética (Ciudadanos conscientes, empresas sostenibles) sobre el estado de la RSE en España que dio lugar a muchos titulares de optimismo sobre, entre otras cosas, el elevado conocimiento de la RSE por parte de los españoles y lo extendido que parece ser el consumo responsable.   Estos resultados reportados me sorprendieron por lo altamente positivos y me pareció necesario hacer un análisis más a fondo de las cifras.  En cierta medida no fue una sorpresa tan grande ya que era consistente con muchas encuestas sobre RSE, sobre todo las que se hacen al público en general, y que tienen muchos sesgos.  Y creo que esta encuesta adolece de alguno de los mismos sesgos[1].


Comentarios sobre las encuestas en general y esta en particular

Cuando estudié estadística en la Universidad, además de los aspectos técnicos nos enseñaron a ser escépticos, a mirar que hay detrás de los números, sobre todo en encuestas, a analizar si los resultados de las muestras eran extrapolables a toda la población, cómo la formulación de las preguntas y selección de los encuestados podría sesgar la respuesta, entre otros potenciales problemas.  También, y algo que es importante en este caso, que las inferencias que se hacer de los resultados surjan de las preguntas tal y como fueron formuladas.  El lenguaje de la inferencia debe ser igual al de la pregunta. 

Más allá de si la encuesta es técnicamente correcta en el seguimiento de las metodologías estadísticas aceptadas uno se tiene siempre que preguntar si los resultados conforman con la realidad según la percibimos y si son extrapolables a toda la población.  Aunque los resultados sean lo que nos gustaría ver a todos los que trabajamos en ello tenemos que preguntarnos si concuerdan con lo que se observa en el día a día en la población española. Tenemos errores de percepción y para esto están las encuestas de opinión, pero hay que preguntarse si son lógicos los resultados obtenidos, si conforman con la realidad tal y como la percibimos.  Obviamente que la gran mayoría de las encuestas se hacen tratando evitar todos estos problemas, pero el control total no es posible.

Y hay que enfatizar que con esto no quiero decir que se haga de forma deliberada, hacerlo sería “hacerse trampas en solitario”.  No, es algo que es inadvertido y a veces fuera del control de los responsables.  Estrictamente hablando los resultados de las encuestas solo son representativos de los encuestados, en el momento en que lo fueron.  Es posible hacer extrapolaciones al resto de la población siempre y cuando los encuestados sean muy semejantes a la población en general y sus respuestas sean honestas.

Antes de hacer el análisis de algunos de los resultados del estudio de Forética conviene recordar de forma muy simplificada y esquemática como se suelen desarrollan las encuestas.  El siguiente gráfico ilustra el proceso.  Como creo que es auto explicativo no me detendré a detallarlo, pero si será necesario referirme a las etapas en el análisis que sigue.



Etapas simplificadas de una encuesta de opinión

Es estudio es muy completo y trata muchos temas, incluso algunos periféricos al objeto del estudio y deja de cubrir temas que están en su título como es el estado de la sostenibilidad en las empresas españolas.  El número de reportes, calificaciones GRI, adhesiones al Paco Mundial, certificaciones SGE21 de 100 empresas, etc. no reflejan la responsabilidad de las empresa por sus impactos en la sociedad y el medio ambiente, no reflejan la sostenibilidad de las empresa.   En este análisis del estudio solo nos referiremos a las partes que tratan del conocimiento de la RSE y el consumo responsable en España

En el análisis de los resultados me referiré mayormente a las etapas del diseño de las preguntas y a la interpretación de los resultados.  Brevemente comentaré el proceso de selección de personas y las entrevistas. No me referiré al diseño de la muestra ni a los cálculos para resumir los resultados, que debo suponer son impecables.

Posibles problemas con la selección de los entrevistados: Una vez que se determina como quiere que sea la representatividad de la muestra hay que seleccionar a las personas específicas para ser entrevistadas (en este caso por teléfono) y hay que escogerlas para que representen, según la ficha técnica, las proporciones que se encuentran en España en cuanto a sexo, edad, ocupación, estudios, nivel socio cultural, Comunidad Autónoma y tamaño de hábitat. Con tantas variables no es nada fácil obtener los teléfonos de 1.037 personas que estén disponibles a atender la entrevista y que sean representativos de todas esas proporciones (y que sean honestos en sus respuestas).  ¿Se usan los que ya tienen en el listín telefónico de otras encuestas?

Según mi experiencia las entrevistas se tercerizan a empresas especializadas que suelen usar personal de bajo costo (¿ha sido Ud. encuestado alguna vez en un aeropuerto?) y pocas veces conocedores del tema de la encuesta si esta es de carácter técnico (no es lo mismo preguntar por su color favorito que si compra responsablemente).   Este personal debe llenar la cuota de entrevistas.  ¿Y si no responden? ¿y si no entienden la pregunta?  ¿Alguien les explica que quiere decir la pregunta? ¿Lo hacen uniformemente todos los encuestadores?  Y después se meten las respuestas codificadas a un computador que saca matrices de resultados.  Con esto no quiero decir que sea el caso de esta encuesta, solo quiero destacar lo difícil que hacer encuestas cuyos resultados reflejen la realidad.

Análisis de los resultados

No hay espacio para analizar todo el estudio, solo comentaré algunas de las aseveraciones que más me han causado sorpresa.  En las citas de los resultados uso el texto de las preguntas porque es de allí de donde se pueden sacar las inferencias.

·       El 53.8% ha “oído la expresión responsabilidad social de la empresa…”
·       El 40% de los ciudadanos “saben lo que es o intuyen lo que significa Responsabilidad Social de la Empresa”

Resultado muy sorprendente.  Más de 12 millones de españoles entre 17 y 70 años sabe o intuye lo que significa la RSE y muchos más han oído hablar de ella.  Este un tipo de resultado sesgado hacia lo positivo típico, de las encuestas que preguntan si sabe de algo. Para no parecer ignorante la respuesta suele ser positiva.  Pero imagínese el lector en la calle de una gran metrópolis (no le digo de un pueblo porque es todavía más inverosímil) y piense si 4 de cada diez “saben o intuyen” el término RSE.  Imagínese Ud. en el Bernabeu o el Camp Nou (tengo que ser imparcial) mire a su alrededor y piense si el 40% “saben o intuyen” el término RSE.  ¿Cuántos lo saben en su familia aun sabiendo que Ud. trabaja en el tema?

Y hay que tener mucho cuidado en extrapolar los resultados de una pregunta “han oído hablar” a decir que “saben lo que es la RSE” como aparece en algunos medios. Aunque según el estudio el 20% dice que sí sabe lo que significa (¡7 millones de españoles saben lo que significa la RSE!), pero en el 2006 lo sabía el 26% (¿estamos desaprendiendo o es que el resultado depende de la muestra?). Número muy sorprendente.

·       El 94.4% de los ciudadanos cree que para las empresas un comportamiento responsable ante la sociedad y el medio ambiente es prioritario o importante”.

Resultado totalmente esperado y de muy poco significado, es una pregunta que contiene su respuesta.  Si la pregunta usa el término “comportamiento responsable” por parte de las empresas, ¿Qué respuesta espera?

·       El 49,9% declara haber comprado productos/servicios por saber que la empresa tiene un comportamiento responsable con la sociedad y el medio ambiente.
·       44,6% ha dejado de comprar porque cree que realiza prácticas poco éticas o irresponsables

Dos problemas con estos resultados: la formulación de la pregunta y por ende las respuestas y las implicaciones sobre el consumo responsable.

Nótese que las preguntas son “haber comprado” o “dejado de comprar”.  La respuesta es positiva para el que, de decenas de miles de adquisiciones, lo ha hecho UNA vez y también es válida para el que lo hace siempre.  Pero la implicación no puede ser que ese porcentaje compra responsablemente.  La pregunta relevante sería “de su consumo total, ¿qué porcentaje de su gasto dedica a productos/servicios que Ud. sabe que han sido producidos por empresas responsables?”  O lo que es más preciso: de forma responsable (no toda la producción de una empresa es responsable).   Y aun así la respuesta sería exagerada.  Mi sospecha es que la realidad es menos del 1% del consumo total de las personas.  La respuesta a la pregunta tal y como está formulada tiene pocas implicaciones para el consumo responsable.  Aparte del sesgo natural que induce la pregunta.  ¿Nos atrevemos a decir que no nos importa el comportamiento responsable en nuestro consumo?  Tenemos otro problema de formulación de la pregunta.[2]

¿Creemos que el  “44,6% de la población ha dejado de comprar alguna vez productos/servicios de una empresa por no considerarla responsable?  (44,6% de la población son casi 20 millones).  Eso quiere decir que saben que ha sido producido irresponsablemente y han tomado conscientemente la decisión.   La verdad es que para la inmensa mayoría de los productos yo no lo sé.  No tengo información aun cuando es mi ocupación.  Imagínese Ud. en un supermercado, y para dar el beneficio de la duda, digamos que es uno de clase media/media alta, de gente educada, de una gran metrópolis.  Mire a su alrededor.  ¿Cree Ud. que compran los productos por  “saber que la empresa tiene un comportamiento responsable con la sociedad y el medio ambiente”?

Pero basado en estas respuestas ¿podemos decir que en España hay 12 millones de consumidores responsables?  Y aquí hay un problema con el lenguaje por querer simplificar y resumir esos resultados en “consumidor responsable”.

Que quiere decir “consumidor responsable”.  La encuesta no tiene definición pero lo usa para definir el comportamiento del consumidor que ha respondido positivamente a las preguntas mencionadas.  ¿Es eso un consumidor responsable?  Cada uno tendrá su definición pero la mía seria: un consumidor que efectúa la mayoría de sus adquisiciones de bienes y servicios en función de la responsabilidad social y ambiental de la empresa que los produce, en la medida que adquiere la información necesaria.

Pero de allí se extrapola a decir que en España hay 12 millones de consumidores responsables.

Y después, todavía hay que preguntarse ¿Cómo se entera?  La encuesta ofrece los siguientes resultados:

·       El 42,7% “cree que es fácil o muy fácil encontrar información” sobre RSE
·       El 43,6 “se entera de la RSE leyendo la etiqueta del envase.”
·       El 31,1% “conocen el concepto de RSE, tienen una actitud favorable y practican el consumo responsable”.

La principal queja de los que dedican a promover la RSE es la falta de información sobre las prácticas responsables de las empresas, que los informes de sostenibilidad no son confiables, que la propaganda manipula la información, que las empresas hacen lavado de cara (greenwashing), que nos venden filantropía por responsabilidad (usan y abusan del efecto aureola [3]).  Pero en este caso el 43% de los encuestados cree que es fácil o muy fácil encontrar la información.  ¿Dónde la encuentran?  Claro está que si respondí que yo compraba o dejaba de comprar (no quiero quedar mal) porque lo sabía tengo que decir que es fácil encontrar la información (no me puedo contradecir).

El 43,6% se entera leyendo la etiqueta. ¿La etiqueta contiene información sobre la RSE de la empresa?  Sí, algunos productos tienen certificaciones, pero son la minoría.  Y a lo mejor confunden “orgánico” con responsabilidad social y ambiental.  O compran en lugares en los que yo no compro.  Lector, ¿se entera Ud. leyendo la etiqueta?  ¿Qué porcentaje del tiempo encuentra la información en la etiqueta?

·       ¿Qué aspectos son para Ud. más importantes a la hora de valorar positivamente a una empresa para que podamos estar hablando de una buena empresa.

¿Qué entendemos por “buena empresa”?  Supongo que cada encuestado tendrá una visión diferente.  Según el Gráfico 18 los consumidores le dan más importancia al comportamiento ético de la empresa que al precio o que a la seguridad y responsabilidad de los productos. Y la seguridad y responsabilidad del producto está clasificada como atributo del mercado en vez que de responsabilidad. Sin comentarios.

 ¿Y porque es toda esta discusión importante? 

Porque si creemos que todo va bien caemos en la complacencia.  Si más del 90% de los españoles conocen la RSE y hay 12 millones de consumidores responsables, no debemos preocuparnos.  La labor es de capitalizar en estas buenas cifras.  Pero si por el contrario más del 90% no lo sabe y solo tenemos algunos millares de consumidores que se pueden llamar responsables (mi opinión no documentada), nuestra tarea es otra.

Para mejorar hay que partir del “es” no del “debería ser”.

Mi conclusión de este análisis: La mayoría de los 1037 encuestados no fueron sinceros en sus respuestas. ¿Pero son representativos de la población?  A lo mejor si.

Y por último querido lector
                                                                      
  • ·   Es posible que mi análisis esté equivocado, no tengo toda la información necesaria. Me limito a contrastar mis percepciones con los resultados de la encuesta.
  • Debes ser escéptico también con lo que digo en este artículo.  Fórmate tu propia opinión, en base a tus experiencias y tus conocimientos.


Obviamente que mis análisis puede contener malas interpretaciones ya que yo no hice la encuesta.  Los autores se han ofrecido a aclarar mis comentarios. Estén pendientes.  Haré los esfuerzos para que publique en los mismos medios que este artículo.





[1] El lector interesado puede ver el resumen descriptivo del estudio en la nota de prensa de Forética 12 millones de consumidores en España sensibles a la sostenibilidad.  Otro resumen fue publicado por ethic.es con el título ¿Hay en España 12 millones de consumidores responsables?.  Diario Responsable tituló su nota Informe Forética 2015: el 76% de los ciudadanos cree que la RSE debería ser un imperativo moral.

[2] Para una discusión más extensa puede verse mi artículo  La Pregunta equivocada: ¿Compraría Ud…..?

domingo, 8 de marzo de 2015

Cómo crear valor en colaboraciones entre empresas e instituciones sin fines de lucro


Reseña del libro Creating Value in Nonprofit-Business Collaborations: 
New Thinking and Practice
James E. Austin y M. May Seitanidi, Jossey-Bass, 2014, 297 pgs.

Introducción[1]

Las colaboraciones entre empresas e instituciones sin fines de lucro se han ido convirtiendo en un instrumento esencial para potenciar los esfuerzos de ambas dirigidos a la solución de problemas sociales y ambientales. El gran avance en los últimos años en la implementación de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad y el crecimiento del número de organizaciones del tercer sector preocupadas por estos temas han estimulado a ambas partes a mejorar su efectividad, combinando las ventajas comparativas. Combinando, entre otras, el accesos a recursos, capacidades de gestión y visión de largo plazo de las empresas con el conocimiento de la problemática y la confianza y el acceso directo a los afectados por parte aquellas organizaciones. Como bien señalan los autores “las colaboraciones han pasado de ser algo que es bonito tener a ser un componente indispensable de la estrategia y operaciones”.






Adicionalmente los Objetivos de Desarrollo del Milenio, ODM, desarrollados en el seno de la ONU en la Cumbre del Milenio del año 2000, han contribuido a estimular estas colaboraciones.  El objetivo número 8 que pide “Fomentar una alianza mundial para el desarrollo” fue interpretado por el sector privado, sobre todo las grandes empresas como un llamado a intensificar sus actuaciones para contribuir al logro del resto de los ODM.  Estando estos mayormente fuera de su acción directa (reducción de pobreza, educación, mortalidad infantil, protección del medio ambiente, igualdad de género, etc.), llevaron a muchas de estas empresas a buscar colaboraciones con organizaciones de la sociedad civil, conduciendo a su intensificación y extensión.

Premisa del libro

El tema de las colaboraciones ha sido objeto de creciente interés en las últimas décadas.  El libro se concentra en las colaboraciones donde tienen un papel preponderante las empresas, situando buena parte de sus actuaciones en el contexto de su responsabilidad social, RSE.  El objetivo del libro es el de presentar un marco donde no solo se puedan analizar las colaboraciones existentes con el objeto de mejorar su efectividad, sino que además se sienten las bases para identificar, analizar, diseñar y ejecutar nuevas colaboraciones. Este marco es de aplicación relativamente universal.

El libro surge de un análisis exhaustivo de la literatura, mayormente académica, del Siglo XXI, donde los autores pudieron apreciar los grandes avances pero también las brechas en el tratamiento del tema.  El valor agregado del libro no está solo en haber hecho la destilación del conocimiento existente y ahorrarles esfuerzos a los participantes en las colaboraciones sino más bien en poner las colaboraciones en el contexto de la creación de valor para todas las partes involucradas.  La “creación de valor” como elemento de análisis de la actuación de las organizaciones, aun de las sin fines de lucro, se ha puesto muy de moda en los últimos años, en parte por el reconocimiento de la escasez de recursos que fuerza pensar siempre en la efectividad de las actuaciones y en parte porque es un factor cada vez más necesario para justificar la inversión o gasto de recursos financieros.

Para los interesados en la práctica de las colaboraciones, a diferencia de los interesados en la teoría, el principal valor agregado del libro está en su concentración en la creación de valor.  El libro presenta las colaboraciones como una inversión, de allí que los beneficios obtenidos por las partes sea clave.   El libro no solamente indica en detalle cómo se puede crear valor para las ONG y Empresas socios sino también cómo identificar y medir el valor social, ambiental y económico para los beneficiarios externos y la sociedad en general.  Incluso, se revela que el valor cosechado por los socios en la alianza derive de la creación del valor para la sociedad.

Creación de valor a través de colaboraciones

El marco conceptual y analítico propuesto para identificar, analizar, diseñar, ejecutar, evaluar y modificar las colaboraciones está compuesto por cinco componentes, cada uno de los cuales es analizado en detalle en sendos capítulos:

  • ·  La identificación de los fuentes y formas de valor a ser creados
  • ·  La características del esquema mental de las partes involucradas necesarias para la colaboración
  • ·   Las diferentes fases por las cuales puede pasar la colaboración
  • ·   Los procesos necesarios para lograr la creación de valor
  • ·   La evaluación del valor creado en la colaboración




Al considerar la colaboración como una inversión de recursos definen el valor en función del exceso de beneficios sobre costos que se generan para “las organizaciones, los individuos y la sociedad”, no solamente para las partes involucradas en la colaboración.  En este sentido tiene una visión integral como la que propone la versión moderna de responsabilidad de la empresa y de la responsabilidad de las ONGs ante la sociedad.  Más que una visión puramente instrumentalista, es una visión que coloca a estas colaboraciones en el contexto de la visión moderna de la RSE.

Como aprovechar este libro

Si el libro tiene un defecto (o una virtud, dependiendo del punto de vista) es que requiere un gran esfuerzo de parte del lector para poder capturar toda su riqueza, no es un libro que se puede leer a la ligera, es un libro para estudiar y pensar en las implicaciones de los que se leen cuando se trabaja en el tema.  No es para aficionados ni turistas. No es de esos libros que repiten por enésima vez las mismas liviandades sobre las claves para la gestión de empresas.  No eso uno de esos libros que explota una moda.  Es un tratado sobre como acometer colaboraciones.

Siendo que se trata de colaboraciones que pueden involucrar grandes cantidades de recursos, que requieren gran intensidad de involucramiento y que se diseñan para largos períodos de tiempo es de esperar que su identificación, conceptualización, diseño, ejecución y evaluación sean complejos y el libro está justificado en ser exhaustivo.

El libro, como indica su subtitulo “Nuevo pensamiento y práctica”, pretende ser de utilidad para dirigentes y profesionales en la gestión de colaboraciones y para académicos, y hasta para estudiantes. Para los profesionales debe ser de utilidad en la preparación de potenciales colaboraciones en el futuro cercano, pero el uso más efectivo es para estos profesionales cuando ya están en la fase de preparación y de ejecución de las alianzas.  Pueden afinarlas, pueden mejorarlas, pueden corregir errores, pueden tratar de sacarles aún más valor.  Por la naturaleza del libro que requiere intensidad de atención el mayor beneficio se obtendría por aquellos que ya están concentrados en la problemática, que pueden apreciar los detalles del análisis propuesto y la visión integral necesaria.  Además de la cobertura ya mencionada, incluye más de 100 ejemplos cubren un gran espectro de países, EEUU, Europa, Asia, América Latina, Oceanía y el Medio Oriente y 17 que son de multi-país.  La gran mayoría son de colaboraciones entre grandes instituciones.

Es un libro que debería ser de referencia para los profesionales de la RSE, en función de la ampliación que la sociedad está forzando de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad, particularmente en las grandes empresa, y que para cumplir con esas responsabilidades o expectativas de la sociedad necesitan colaborar con instituciones especializadas en atacar temas sociales y ambientales. Las empresas tienen responsabilidad pero muchas veces no tienen la ventaja comparativa para acometer los que espera de ellas.

Caveat emptor

Como es pensamiento nuevo y avanzando mucha de la terminología usada es especializada y no es parte del lenguaje cotidiano, lo que requiere de mayor concentración y esfuerzo.  Para analizar las fases de la colaboración incluye 22 impulsores con nombres diferentes y 18 procesos y subprocesos.  La variedad de denominaciones puede confundir.  En el caso de valores hay Impulsores de Valores, Tipos de Valores y Fuentes de Valores En el análisis del valor a crear hay cuatro fuentes de valor, cada una de las cuales puede crear cuatro tipos de valor dentro de las tres categorías de valor ambiental, y económico.  Potencialmente 48 valores, que afortunadamente no todos son descritos, pero de advierte que “…mientras más específica se sea, más robusto será el análisis de la creación de valor…”  Por el lado positivo estas diferentes categorías permiten y facilitan análisis más sistemático, detallado y completo que cualquiera metodología previa.  Es un avance analítico que supera el problema de subvalorar colaboraciones por no examinar todas las dimensiones de valor.

Los autores evitan la tentación de decir que se tiene que cumplir con todo.  No proponen, afortunadamente, una calificación de la calidad o efectividad de la colaboración como hacen algunos instrumentos de autoevaluación de las prácticas de RSE en las empresas, que inducen a pensar que todo es importante e igualmente relevante.  Presentan un análisis exhaustivo para que cada quien  formule su propio juicio en cada caso. No es reducible a un análisis mecanicista. En la práctica quizás no sea posible hacer una implementación detallada e integral, ni siquiera para las grandes empresas y las grandes ONGs internacionales, pero constituye una referencia muy completa.

El título del libro de “Creación de Valor” crea la expectativa de ello estará ampliamente cubierto.  Si bien el criterio permea a lo largo del libro, se queda corto en los temas de medición del valor creado.  Pareciera como si fuera suficiente la identificación.  Si bien es cierto que mucho del valor creado es intangible o de difícil medición y el libro discute algunas técnicas y complicaciones en su medición, se hubiera enriquecido aún más si incluyera una discusión sobre los correspondientes sistemas de información necesarios y sobre cómo organizarse para estimar los valores ex ante y evaluarlos ex post.  A fin de cuentas se propone que la colaboración sea tratada como si fuera una inversión.  Si solo se pueden demostrar valores intangibles, la colaboración puede sufrir a la hora de repartirse los escasos recursos presupuestarios entre las diferentes solicitudes.  

En particular echo de menos la cobertura de las condiciones necesarias en el entorno para que el valor se obtenga. Algunos de los valores creados son intrínsecos a la colaboración pero muchos dependen del entorno en que desenvuelve y es la reacción de los stakeholders la que crea o destruye el valor.  Quizás se hace el supuesto implícito de que la reacción de los stakeholder existe y será positiva hacia las partes involucradas en la colaboración.  Pero en muchos casos, especialmente en países en vías de desarrollo, estos no reaccionan, ya sea porque son indiferentes o porque no se enteran.

Concluyen, apropiadamente, citando el lema de Nike: “Just do it”.  O sea, hagámoslo, adelante, no le busquemos las cinco patas al gato, esto es muy complicado y si pensamos mucho en la complicaciones nos congelamos y no hacemos nada.  Si bien esto es cierto los profesionales que gestionan las colaboraciones deben estar conscientes de los múltiples obstáculos que tendrán que vencer, de los riesgos que hay que mitigar y de la labor de convencimiento para atraer los recursos necesarios.   Just do it, pero atención al valor creado y con perseverancia, que es una de las condiciones más necesarias para el éxito de la colaboración.

Si el lector está o piensa estar involucrado en la gestión de colaboraciones entre empresas y organizaciones sin fines de lucro, en especial para implementar sus programas de responsabilidad anta la sociedad este el libro definitivo.  No hay que buscar mucho más.

Esperemos que lo traduzcan al español para que sus ideas se apliquen can más ampliamente.





[1] Esta reseña es una versión reducida, adaptada al formato del blog, de la que se publicó en el número 28, Cuatrimestre III 2014 de la Revista Española del Tercer Sector, del Centro de Estudios Sociales Luis Vives.

domingo, 1 de marzo de 2015

RSC en el nuevo Código de Buen Gobierno: Lo bueno, lo malo y lo feo


El 24 de febrero de 2015 entró en vigencia el nuevo Código del Buen Gobierno donde se incluye explícitamente la consideración, por parte de los Consejos, de las responsabilidades de las empresas que cotizan en bolsa ante la sociedad.  En este artículo analizamos las cosas buenas, malas y feas del Código pero solamente en lo que se refiere explícitamente a la RSC en general, que es incluida por primera vez en un Código en España.  Hay cosas buenas, malas y feas.

Este es el segundo artículo de la serie a ser publicado en AgoraRSC sobre el nuevo código.  El primero ha sido el de Helena Ancos ¿Gobierno Corporativo o RSC? ¿Quién gana? del 1 de marzo.  En las próximas semanas ofreceremos más entregas sobre aspectos particulares, en coautoría o individuales. 

En realidad todo el Código es sobre RSC ya que el Gobierno Corporativo es la parte de la RSC que prioriza las relaciones con uno de los stakeholders, los shareholders.  No trataremos los temas que han sido más comentados en la prensa: limitaciones a las remuneraciones y cuotas para mujeres en los Consejos.

Incluye recomendaciones para el gobierno de las empresas, que por su naturaleza son de carácter voluntario, bajo el principio de “cumplir o explicar”.  Las disposiciones obligatorias son recogidas en Órdenes de la CNMV, en el Código de Comercio y otras legislaciones como  la Ley de Sociedades de Capital, muchas de las cuales aplican a todo tipo de empresas, no solo las que hacen oferta pública de sus títulos-valores.

1.         Lo bueno:  Poner la RSC entre las responsabilidades de los Consejos

El nuevo código incluye por primera vez recomendaciones referentes a la responsabilidad social corporativa.  En particular la Recomendación no. 54 del Principio 24 sobre la necesidad de una política de RSC, bajo la responsabilidad del Consejo, debiendo informar sobre su desarrollo, aplicación y resultados.  La recomendación incluye sugerencias para el contenido de la política, la estrategia y prácticas, la evaluación y seguimiento y la información.

El Principio 23 establece la posibilidad de establecer otras comisiones en el Consejo para la supervisión y control de la gestión, semejantes a las obligatorias.  En este contexto donde se recomienda en la Recomendación no. 53 que “la supervisión del cumplimiento de las reglas de gobierno corporativo, de los códigos internos de conducta y de la política de responsabilidad social corporativa” sea asignada a algunas comisiones relativamente tradicionales, pero cita la posibilidad de una comisión de responsabilidad social corporativa.  La recomendación incluye las funciones específicas a llevar a cabo en esta supervisión, en particular la elaboración de la política y estrategia de RSC, su seguimiento y el de las prácticas, su evaluación, el relacionamiento con los grupos de interés y la información pertinente.  Además de los riesgos financieros, legales y políticos considera explícitamente como riesgos objeto de supervisión y control los sociales, ambientales y reputacionales.

Obviamente que las noticias en este sentido soy muy buenas.  El Código incluye por primera vez el reconocimiento de la RSC como una estrategia de la empresa y sugiere que sea aprobada y supervisada al más alto nivel.  Es un paso adelante ya que destaca el asunto aunque es un poco tímido ya que solo sugiere que se considere tener una política y una estrategia y que, si quieren, sea gestionada desde los Consejos.  Si no lo hacen, explicarán el porqué. 

2.         Lo malo:  Tres oportunidades perdidas y una ligereza.

La primera oportunidad perdida es que siendo que las empresas sujetas a este Código son una élite de 3.200 empresas con gran impacto económico, social y ambiental (¡y político!) hubiera sido más osado pedir que la política e involucramiento del Consejo fueran obligatorias aunque se dejara la estrategia y las correspondientes acciones bajo el principio de “cumplir o explicar”.  Pedir obligatoriedad de la acción no es pertinente en un código de buen gobierno y no hubiera sido políticamente factible (el cabildeo (lobby) de las grandes empresas lo hubiera impedido, como lo hizo con los límites a las remuneraciones).  Pedir obligatoriedad de ciertas conductas corresponde a las leyes sectoriales pertinentes (medioambientales, laborales, etc.).  Pero pedir obligatoriedad de consideración si corresponde al Código.  Esperemos que eventualmente se incluyan en las regulaciones pertinentes. 

Otra oportunidad perdida, aunque en este caso es error de comisión, es enfatizar la maximización de valor económico como guía para la actuación del Consejo.  Si bien en la Responsabilidad del Consejo de Administración (Recomendación 12) reconoce que la empresa:
“……en la búsqueda del interés social, además del respeto de las leyes y reglamentos y de un comportamiento basado en la buena fe, la ética y el respeto a los usos y a las buenas prácticas comúnmente aceptadas, procure conciliar el propio interés social con, según corresponda, los legítimos intereses de sus empleados, sus proveedores, sus clientes y los de los restantes grupos de interés que puedan verse afectados, así como el impacto de las actividades de la compañía en la comunidad en su conjunto y en el medio ambiente.”

Pero comete, en opinión del suscrito, el error de explicitar la maximización del valor económico.  Hubiera sido preferible destacar que su obligación es gestionar sus recursos con prudencia, eficiencia y eficacia[i].  ¿Porque innovar sobre la Ley de Sociedades que dice que “los administradores deberán desempeñar el cargo y cumplir los deberes impuestos por las leyes y los estatutos con la diligencia de un ordenado empresario”?La empresa no tiene obligación fiduciaria de maximizar beneficios. [ii] ¿Qué necesidad había de mencionar “maximización de valor económico”? 

A lo mejor se le puede conceder el beneficio de la duda al Código.  Bien entendido el “valor económico” de la empresa es, conceptualmente, el valor presente neto de todos los costos y beneficios, en el corto y en el largo plazo, incluyendo todos aquellos, sean o no traducibles en valores monetarios y tomando en cuenta los riesgos que corre la empresa a través de sus prácticas, responsables e irresponsables.  No se refiere a los beneficios según la contabilidad o al valor de las acciones en la bolsa sino que incluye todo el valor que la empresa pueda crear, en particular la contribución al aumento del valor social y ambiental.  Aunque es de muy difícil determinación es conceptualmente rico como guía para la acción.  En el concepto detrás de los seis capitales que son la base para la preparación de los informes integrados según el esquema del IIRC. [iii]

Es difícil saber si el Código tiene esta interpretación ya que no menciona en ninguna otra parte el concepto.  Pero de cualquier manera, en función de los sesgos prevalecientes sobre la maximización del valor financiero en el corto plazo, es muy posible que esta sea la interpretación que se le dé.  En los casos en que la persecución del “intereses social” coincida con el financiero, el problema no existe, pero en muchos casos no están alineados o si lo están no todos los directivos la ven.  En muchos casos hay tensiones entre la maximización de beneficios (con visión cortoplacista) y la sostenibilidad (con visión de largo plazo) y es allí donde se requieren guías y el buen criterio.  Como el valor financiero es más tangible y en el corto plazo y las remuneraciones de muchos consejeros están alineadas con lo financiero es muy posible que este sea el criterio dominante. 

La tercera oportunidad perdida es la de no incluir mención alguna al nexo entre las remuneraciones de los principales directivos y sus logros en RSC. Hubiera sido muy efectivo para promover acciones y no solo palabras en la responsabilidad de la empresa el incluirlo como parte de la recomendación 54 mencionada arriba.

Y una ligereza: No había necesidad de decir que “….utilizando como referencia la cadena de valor la empresa puede identificar aspectos sociales que permitan la creación de valor compartido….”  Es ampliamente conocido por los expertos en RSE que la creación de valor compartido es solo una manifestación parcial de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad y por ende de las responsabilidades de los consejeros. [iv] Adicionalmente el valor a crear y compartir, si fuera el caso, no se limita ni a la cadena de valor ni a aspectos sociales.  ¿Es que el Código tenía que aparecer como alineado con las últimas modas pero sin saber qué son?

3.         Lo feo: La RSE entra por la puerta de atrás en los Consejos….. de algunas empresas.

Bienvenido sea el Código, pero es una pena que la RSC deba entrar por la puerta de atrás, de la mano de su hijo el Gobierno Corporativo y solo para el 0.1% de las empresas españolas que cotizan en bolsas.  No obstante, es cierto que aunque sea un número reducido de empresas (unas 3.200), tienen un gran poder económico y de influenciar las buenas prácticas en el resto de las empresas.  Algo es algo. 

Pero debió entrar por la puerta grande de mano de una estrategia nacional integral de RSC.  Pero en España era de esperar visto el desorden que existe en la gestión (o falta de ella) por parte del gobierno de los temas de Responsabilidad Social de la Empresa.

Pareciera que no se estuviera consciente que la RSC abarca el buen gobierno corporativo y el respeto de los derechos humanos en las empresas, es la madre de ambas y de muchas otras variantes (La RSE y sus variantes). 

España aprobó la Estrategia Nacional de la RSE al margen del Plan de Derechos Humanos y sin incluir el tema del Gobierno Corporativo.  En parte por la disfuncionalidad del gobierno en temas de RSE, en parte por la complejidad misma de la RSE.

Pero ¿qué se puede esperar cuando se asigna la responsabilidad sobre temas empresariales al Ministerio de Empleo y Seguridad Social?  Pues que se vea mayormente como un tema laboral, que trae la externalidad de potenciar a los sindicatos y llevar al plano de la RSE y del CERSE sus tradicionales desavenencias con el sector empresarial, con la consecuente pérdida de efectividad de la estrategia. [v]   

¿Qué se puede esperar cuando se asigna la responsabilidad por el Plan para el respeto a los DDHH en las empresas (mayormente temas laborales) a un Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación?  Pues que se convierta en un tema político, de relaciones internacionales, del sector público y no en un tema empresarial.  ¿Y porque no se asigna el Plan de DDHH al Ministerio que se encarga de asuntos laborales?: porque el tema surge a nivel de organismos internacionales. Explicación, pero no justificación.

¿Qué se puede esperar cuando la CNMV, que trabaja directamente con empresas,  toma iniciativas de promover un código de buen gobierno?  Pues que ante el vacío existente en la gestión pública se tome la responsabilidad de incluir la RSC aunque sea en algo que es subsidiario de la RSC.  Pero por lo menos lo hacen. 

Pero, ¿y dónde queda la RSC en el gobierno corporativo de las empresas que no hacen oferta pública de sus títulos valores, el 99.9% (3.200.000 empresas)?  Claro está que una gran  mayoría son microempresas (cerca del 98% tiene menos de 20 empleados) que no tiene ni siquiera gobierno corporativo, pero algunas pequeñas y medianas sí (cerca del 2%).  Pero, ¿no importan para la RSC?.

Hubiera sido tanto más eficiente y efectivo que la estrategia nacional de RSE incluyera el asunto de DDHH en las empresas y el tema de gobierno corporativo y tantos otros temas.  Pero para ello la responsabilidad de la estrategia de RSE debió estar en el Ministerio de Economía (que considera el asunto como banal) o en una Comisión Ministerial con poderes Ejecutivos (ver mi artículo Como no promover la RSE en España: Cada uno por su cuenta del 11 de mayo del 2014).
Y lo más feo es que los tres elementos se estaban preparando simultáneamente!!!   Pero era mucho pedir que las partes del gobierno se coordinen.

4.         En conclusión……

Cosas buenas, malas y feas en el Código de Buen Gobierno. Pero gracias por acordarse de la RSC.

Y después queremos que la RSC sea parte de la Marca España, que contribuya a la reputación del país, que contribuya a la competitividad de sus empresas.  Para ello hay que dejar de improvisar y tener una visión de largo plazo y alcance sobre la importancia y contribución de la RSC al desarrollo económico y social.




[i] Este tema es tratado en detalle en mi artículo El cuarto sector: Empresas nacidas con responsabilidad de julio del 2012.

[ii] Para una amplia discusión sobre la maximización de beneficios y valor económico ver mi Capitulo 2, El papel de la empresa en la sociedad, en el libro La Responsabilidad Social de la Empresa en América Latina: Manual de Gestión.

[iii] Ver mi artículo ¿Qué integran los informes integrados?  del 21 de abril del 2013. 

[iv] Ver mis artículos sobre RSE y creación de valor compartido.

[v] Ver mi artículo Sindicatos: ¿Representantes de los empleados como stakeholders?  del 9 de noviembre de 2014.