domingo, 2 de octubre de 2011

Responsabilidad del producto: Más sobre el informe del GRI

Por lo provocador, no es extraño que la publicación de mi artículo Informe de sostenibilidad del GRI: En casa de herrero, cuchillo de palo haya dado lugar a una serie de comentarios, la mayoría en la versión publicada en Diario Responsable, que merecen comentarse.  Son una buena oportunidad para aclarar el papel de los lineamientos e indicadores GRI en los reportes de sostenibilidad.

Algunos, como los de Antonio Javierre, Luis Olivera y Andrés Romero, se hacen eco de la importancia de destacar la responsabilidad del producto en los informes de sostenibilidad.

Por ejemplo, Antonio Javierre dice: La búsqueda de notoriedad, describir al mosquito, obviar al elefante y evadir cualquier responsabilidad sobre el producto o servicio es habitual entre empresas pero es imperdonable para una organización que se dedica elaborar guías de sostenibilidad”. 

 Andrés Romero añade: “Considero cierta la diferenciación entre desempeño y reporte pero cuando se habla de la materialidad del negocio e incluimos la responsabilidad del producto deberíamos incluir este impacto indirecto si el enfoque actual de las guías no lo hace explicito aún.”

 Sin embargo hay un comentario de Xavier Agulló, autor de BlogResponsable, que debe considerarse en más detalle porque es una excelente oportunidad para aclarar algunas ideas[i].  Xavier alega que la responsabilidad del producto no es parte de la sostenibilidad de la empresa y que no tiene por qué reportarse ya que los indicadores GRI no lo piden. 

 Su primer comentario dice que: El GRI permite reportar sobre el cómo se han conseguido los resultados como organización, pero no entra en valoraciones sobre la naturaleza responsable o no de la organización.  De acuerdo, pero ello no obsta para que la empresa reporte sobre la responsabilidad del producto en sus informes de sostenibilidad. Es más, los usuarios de los informes preparados en base a los lineamientos GRI presuponen (¿erróneamente?) que contienen todo lo que necesitan saber acerca de las prácticas responsables de la empresa.  Si así no fuere, los informes deberían venir con una advertencia “Este informe ha sido preparado de acuerdo a los lineamientos del GRI, que sólo reflejan parcialmente las prácticas responsables de la empresa”.  Como se hace en la auditorías de los estados financieros cuando la opinión no es limpia.

Los lineamientos GRI son una guía para la preparación de informes de sostenibilidad, pero no creo que se pueda ni deba decir que estos informes deben limitarse a los indicadores GRI.  Son solo parte de los informes.  De allí nuestro comentario sobre las falencias del informe de sostenibilidad del GRI. 

Continúa diciendo:  La crítica que se hace sobre que no reportan del impacto que uno de sus productos, las memorias GRI, está fuera pues de enfoque y lugar. De hecho no hay ningún indicador que lo pida (para bien o para mal), y en todo en el análisis de la estrategia apuntan algunos hitos al respecto.
O sea, ¿que si los indicadores no lo piden, no hay que hacerlo?  Las prácticas responsables no las dictan los indicadores del GRI.  Los indicadores deben medir lo hecho, usarse para reportar, no para dictar lo que hay que hacer.  Y luego nos quejamos si las empresas hacen cosas sólo para poder reportar y no porque ello es lo que hay que hacer, porque ello es beneficioso para la empresa y la sociedad en el largo plazo.  Mal estamos si son los indicadores GRI los que dictan la estrategia de sostenibilidad de las empresas y son lo único que importa en los reportes de sostenibilidad.
 
¿O es que era un reporte de indicadores y no un reporte de sostenibilidad?

Mi argumento no fue que el GRI no siguiera los indicadores GRI.  El argumento de mi artículo fue que el GRI, como la gran mayoría de las empresas, no reportan adecuadamente sobre la responsabilidad de sus productos, que sus informes de sostenibilidad son incompletos.  Son muy pocas las que reportan sobre la responsabilidad de su producto de forma directa.  Pero decir que el impacto del cigarrillo, del alcohol, de las apuestas, es irrelevante a la hora de reportar sobre el impacto de la empresa (léase sostenibilidad) es violar los principios más elementales de la sostenibilidad empresarial.  Si una empresa cementera produce cemento que se desmorona ante un terremoto, el producto es irresponsable, por muy buenos salarios que pague, por mucho apoyo comunitario que haga, por mucha eficiencia energética que tenga, por pocas emisiones que emita, por mucho “A+ GRI Checked” que asigne a su reporte de sostenibilidad (de acuerdo con los lineamientos GRI actuales).  Y hay informes calificados como tal, con productos irresponsables.  ¿Está bien eso?


Es responsabilidad del GRI asegurarse que sus lineamientos para la producción de informes de sostenibilidad informen sobre la responsabilidad del producto, incluyendo el suyo.  Caso contario las guías GRI deberían pedir  incluir la advertencia mencionada.

Otro comentario es de que “Un 'estudio' sobre el impacto de los reportes GRI debería hacerse fuera de su memoria GRI”. Si se lee bien mi artículo se verá que lo que pedía es que se hiciera el estudio de impacto, en vez de gastar dinero en un reporte que añade muy poco al GRI o a sus stakeholders.  No pedía que el estudio de impacto fuera parte del informe de sostenibilidad del GRI.  Decía que el estudio de impacto le permitiría al GRI mejorar los indicadores, que es su producto, su actividad principal.  Por la discusión precedente debe ser obvio que este análisis es necesario.

Sería una visión muy miope de la empresa el ignorar el impacto de sus productos y servicios, estén o no en los indicadores GRI.

Finalmente dice que “De lo contrario asumiríamos por un lado que por el simple hecho de tener una actividad a priori socialmente responsable, ya hace responsable la organización, y por otro, rompería con el principio de comparabilidad que debe promover el reporte entre sectores”.  Esto parece ser una falacia lógica.  El hecho de que el producto sea responsable no causa que las prácticas de su producción y comercialización sean responsables.  Es difícil entender el supuesto que hace Xavier.  Una empresa responsable es la que tienen productos y servicios que la sociedad demanda y NECESITA para su pleno desarrollo y que han sido producidos y comercializados con prácticas responsables. 


Con respecto a la comparabilidad de los informes, creo que la relevancia debe tener precedencia sobre la comparabilidad.  También creo que el reportar sobre la responsabilidad de los productos puede hacerse comparable en entre reportes, pero esto sería tema de otro artículo.


Por otra parte, un comentario de Amanda Ortega, que recibió una mención honorífica en el reciente concurso de artículos del GRI, dice Además de su informe de sostenibilidad, GRI publica un informe de actividad (GRI year in review), en el que facilita información más cercana a conocer el impacto de su actividad en el mundo. Aunar estas dos publicaciones ofrecería una visión más completa de su actividad y de sus impactos”.  De acuerdo, esto  constituiría un avance.

Dice además que El estudio de impacto sería tremendamente enriquecedor, pero creo que correspondería más al ámbito académico que no a la propia organización.”  Estoy de acuerdo que podría incluirse al ámbito académico en la preparación del estudio, ya que el GRI no tiene la capacidad técnica de hacerlo, pero sí tiene la responsabilidad de comisionarlo y hacerlo suyo.

En resumen, la expectativa de la sociedad es que los informes de sostenibilidad preparados de acuerdo a los lineamientos del GRI reflejan adecuadamente la sostenibilidad de la empresa, lo que no es cierto.  La responsabilidad del producto debería ser una parte fundamental de estos informes.  El hecho de que los indicadores GRI no la incluyan no es justificación para su omisión, es justificación para remodelar los lineamientos GRI, o cambiar las expectativas de la sociedad sobre ellos.

Y en todo caso, ¿Por qué hay que exigirle más al GRI?............................Porque la sociedad no se puede permitir que en casa de herrero el cuchillo sea de palo.



[i] También hizo un comentario en Twitter  “Bueno, @tonyvives no tenía mucha razón en su artículo, opiné en un comentario en @dresponsable.”

domingo, 25 de septiembre de 2011

Como NO otorgar premios de responsabilidad empresarial


Ante la gran proliferación de premios y de los rankings de empresas responsables parece oportuno tener una discusión de cuales deberán ser las características de los premios y rankings para mejorar su legitimidad.  El objetivo de este artículo es la concientización del consumidor de estos premios y rankings y, posiblemente, contribuir a mejorar la confiabilidad de los premios.

Muchos de estos premios y ranking suelen ser para o sobre “empresas responsables”.  Vale la pena recordar que no existe tal empresa, lo que existe son empresas que tienen prácticas responsables, algunas más, otras menos, algunas tienen muchas, otras tienen pocas, algunas tiene mucho impacto otras tienen poco.  Pero no existe lo que se puede llamar “empresa responsable”, la empresa que no cause daño alguno y haga todo el bien posible que esté a su alcance, asegurando su sostenibilidad financiera, social y ambiental.  Sin embargo, los premios y rankings dan a entender al público (generalmente poco informado), que el premio o ranking les confiere un reconocimiento a una responsabilidad total.  Y la empresa aprovecha la distinción para sacarle el máximo provecho.  No hay tal cosa como responsabilidad total.

Ello no obsta para que estos premios y rankings proporcionen valiosa información a la sociedad sobre el comportamiento de las empresas, tanto más valiosa en la medida en que en su selección se hayan evitado una serie de “fallas”, que comentamos a continuación.

Mi libro, “Mirada Crítica a la Responsabilidad Social de la empresa en Iberoamérica”, de reciente publicación, que recoge buena parte de los artículos mi blog, editados y actualizados,  incluye además un capítulo más extenso, escrito especialmente para el libro titulado Cómo se deben otorgar premios responsablemente.  Este artículo es un resumen de ese capítulo. Allí se presenta un análisis de las principales características de los premios y se derivan una serie de fallas a evitar en el diseño de los premios[i]: Las nueve características que se analizan en el capítulo son las siguientes:

1.      Quién otorga los premios

2.      Cuáles son los objetivos de los premios

3.      Proceso de selección de concursantes

4.      Costo y financiamiento

5.      Información recopilada para la elección

6.      Categorías de empresas premiadas

7.      Contexto y categorías de premios

8.      Proceso de elección de ganadores

9.      Proceso de diseminación de información sobre los resultados

A través de aquél análisis a lo mejor no podemos determinar las características que deberían cumplir los mejores premios, pero si podemos esbozar los “fallos” a evitar. De allí que proponemos las 15 características de los malos premios, que son los:

 1. Que están parcialmente financiados, directa o indirectamente por las empresas concursantes

2. Que se limitan a empresas que son miembros de la institución otorgante

3. Que premian la sostenibilidad o responsabilidad en general y no prácticas específicas

4. Que mezclan todo tipo de empresas en el concurso

5. Que son otorgados por instituciones que reciben donaciones o prestan servicios

a las empresas concursantes

6. Que se basan mayormente en información proporcionada por las empresas

7. Que no verifican y contrastan la información presentada

8. Que solo usan información del pasado y nó como está posicionada la empresa

para el futuro

9. Que se hacen con cuestionarios de respuestas predeterminadas (de selección múltiple)

10. Que presuponen un modelo de lo que deben ser las prácticas responsables

11. Que se seleccionan en base a puntuaciones predeterminadas (¿están validadas?)

12. Que se seleccionan en base a votación popular.

13. Que tienen procesos y metodologías poco transparentes y no revelan las

comparaciones entre empresas

14. Que lo ganan siempre las mismas empresas

15. Que se entregan a muchas empresas.

El análisis del porqué son indeseables cada una de estas características se puede leer en el capítulo.

Algunos premios que se otorgan en Iberoamérica han ido evolucionando, evitando algunas de estas “fallas”.  Por ejemplo, algunos premios ya han pasado de premiar a empresas responsables a premiar “prácticas responsables”.  Estas fallas a evitar representan buenos deseos, son algo que los premios deberían evitar para mejorar su confiabilidad, imparcialidad y efectividad. Es claro que no todas las “fallas” se pueden evitar, pero en la medida que los premios y rankings de empresas eviten un mayor número de ellas, o las más críticas, tendrán mayor legitimidad.  No con esto se quiere cuestionar la legitimidad de los premios.  Esta legitimidad la otorgan los stakeholders,  el mercado de la responsabilidad, siempre y cuando esté informado.  Pero sí creemos que representan una buena hoja de ruta para el diseño y perfeccionamiento de los premios y rankings.

Como en el caso de las empresas, la institución otorgante de los premios, o de hacer los rankings, tiene su RESPONSABILIDAD ANTE LA SOCIEDAD, y debe hacerlo de manera que no perjudique los intereses de esa sociedad para defender los propios, y en la medida de lo posible, contribuya al avance de esa sociedad.  Premios que benefician sólo a los otorgantes y premiados no merecen el nombre de premios de responsabilidad.  Son acuerdos privados.

Invitamos a los lectores a someter a los premios y rankings que conozcan, o aquellos que las empresas publicitan en sus informes de sostenibilidad, a estos análisis y decidir por ellos mismos sobre esta legitimidad. 

A lo mejor podemos hacer un ranking de responsabilidad de los premios basados en las “fallas” en que no incurren (y esto lo digo medio en broma y medio en serio).


P.D. Si algún estudiante quiere hacer una tesis de maestría o trabajo de investigación sobre el tema, estoy dispuesto a co-dirigir el trabajo, junto con el director de la tesis o trabajo.[ii]



[i]  También hemos escrito una serie de artículos en el blog sobre los premios a los reportes GRI y sobre los premios a la responsabilidad de las empresas en general, que están reproducidos en el libro.
[ii] La Fundación Avina, el Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible y FUNDES  presentaron a comienzos del 2011 un trabajo de investigación titulado  Empresa y Sustentabilidad: Mapeo y Análisis de Premios.  El trabajo es descriptivo de los algunos premios (mayormente en América Latina) y no hace análisis crítico de las características de los premios ni emite juicio sobre su idoneidad.  Es agnóstico.

domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Son los Derechos Humanos una responsabilidad de la empresa? Segunda Parte


En el mundo académico cuando el título del artículo incluye una pregunta, la respuesta no debe ser obvia.  En este caso la respuesta lo es, pero es también obvio que con decir SI no basta.  De la discusión anterior debe haber quedado claro lo controversial del tema y la oposición que pusieron algunos gremios empresariales.  Sí es relevante entonces discutir qué papel le corresponde a la empresa en la salvaguarda de los derechos humanos y como lo puede cumplir.

En la Primera Parte de este artículo comentábamos el reciente respaldo que los Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos: puesta en práctica del marco de las Naciones Unidas para "proteger, respetar y remediar"  recibieron por parte del Consejo de las Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos.   En esta parte analizaremos en más detalle las implicaciones para las empresas, en la tercera parte las acciones necesarias para apoyar la adopción e implementación de los Principios Rectores y en la cuarta parte las implicaciones para la inversión socialmente responsable.

A pesar del respaldo del Consejo, integrado por representantes de 47 países, y del extenso proceso de consulta involucrado en su preparación, los Principios Rectores has recibido críticas, mayormente de las organizaciones de Derechos Humanos (por ejemplo Human Rights Watch y Amnistía Internacional)  y de algunos países (por ejemplo Ecuador, producto de su larga disputa con algunas empresas petroleras), que alegan que los Principios son muy débiles, que debieron ser de aplicación obligatoria.  Para que ello fuera así, debieron haberse presentado con otro lenguaje, haber sido aprobados por la Asamblea General y después ratificados por los países.  En la actual situación son guías de comportamiento, respaldadas, no aprobadas, por el Consejo, no fueron sometidos a la Asamblea General, y no serán ratificadas por los países.  El intento anterior de hacerlo así fracasó.

Esta precepción se corrobora al constatar que algunas organizaciones empresariales y empresas han expresado su respaldo al proceso y al resultado de unos principios-guías de aplicación voluntaria.  Ambas reacciones son lo que cabría esperar de un proceso que había comenzado con un intento de obligatoriedad y que fue rechazado por los grupos empresariales y que termina con un proceso voluntario.

En el apoyo expresado en la carta conjunta de la Organización Internacional de Empleadores, la Cámara de Comercio Internacional y el Business and Industry Advisory Comittee a la OCDE, es sumamente ilustrativo en el siguiente párrafo (traducción y énfasis añadido por el suscrito):

Así, nuestras organizaciones respaldan enfáticamente la recomendación del RESG (Representante especial del Secretario General) de un mecanismo de seguimiento basado en un esquema de multi-stakeholders enfocada en el  fortalecimiento institucional  y el intercambio de información.  Este enfoque de multi-stakeholder permitirá mantener el involucramiento de las empresas en la implementación de los Principios al asegurar que las empresas tienen el espacio y tiempo necesario para aplicar los principios de tal manera que reflejen sus circunstancias particulares.


También era de esperar esta reacción.   Las empresas abogan por un intercambio de información y fortalecimiento de las instituciones, que en este campo pueden ser débiles, y por tiempo y espacio para adaptarlos a las circunstancias de cada empresa.  Por definición los principios no pueden aplicar a todos los casos, en todo momento y debe entenderse que ni las empresas ni las instituciones estarían listas para implementarlo todo inmediatamente.  Esto no quiere decir que las empresas rechazan la aplicación de los principios, sino que piden hacerlo gradualmente.


Esta solución parece moverse hacia el pragmatismo.  La clave estará ahora en los mecanismos de supervisión y seguimiento que las instituciones, en especial las dedicadas a los derechos humanos, hagan de las empresas.  Como comentábamos en la parte anterior estas instrucciones y stakeholders, tienen ahora unos principios que pueden guiar esta supervisión y las empresas saben lo que deberían hacer.  Hay muchas menos excusas para esconderse detrás de la ignorancia.  A lo mejor no es ideal, pero es un gran progreso.  Estos Principios también permitirán a los funcionarios, al interior de las empresas, encargados de los temas de RSE, tener buenos argumentos para obtener el apoyo de la alta gerencia y de los consejos de administración en la implementación de prácticas responsables.

Estos Principios representan un movimiento de lo negativo de “delatar y atemorizar” hacia uno positivo de “conocer y demostrar”.  Una parte esencial de los Principios lo constituye el proceso de verificación.  Las empresas deberán demostrar que tienen políticas y procedimientos para analizar el impacto de sus actividades en los derechos humanos y tomar las acciones pertinentes.  Esto incluye:

  • Determinar los impactos actuales y potenciales;
  • Integrar y actuar en base a los resultados; y
  • Supervisar, controlar y comunicar sobre cómo se están tomando en cuenta los impactos.

En la actualidad hay más de 80.000 empresas calificadas como transnacionales, pero de acuerdo con la lista del Business and Human Rights Resource Center’s solo 271 empresas tienen políticas de derechos humanos.  Hay mucho camino por recorrer pero los principios muestran ese camino[1].

Al respaldar los Principios en junio de 2011, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU creó un grupo de trabajo para promover su efectiva e integral diseminación e implementación.

Estos Principios deben verse como el comienzo de un largo proceso, donde progresivamente se irán consolidando y como en otros casos, pueden llevar a legislaciones o regulaciones nacionales, coordinadas internacionalmente, regionalmente (Europa, por ejemplo) o a nivel de países individuales.  Los Principios, que ahora podríamos llamar “soft legislation”, de aplicación voluntaria, eventualmente se pueden convertir en “hard legislation”, como ha ocurrido con otros casos[2].   La opción de hacerlo ahora no fue factible.

De hecho, el equipo comisionó un estudio de las legislaciones nacionales en 39 países a fin  de determinar el respaldo que podían tener en legislaciones corporativas existentes (por ejemplo en las de mercados de capitales y códigos de comercio), en cuanto a obligaciones de las empresas con la sociedad, responsabilidades de los directores,  reportes e involucramiento de los stakeholders.  Los resultados fueron muy poco halagadores.  Las legislaciones nacionales prácticamente no cubren estos temas (Ver el Addendum a los Principios Rectores).

Mientras tanto, ¿qué se puede hacer para apoyar la adopción e implementación de los Principios?  Trataremos de responder esta pregunta en la Tercera Parte de esta serie de artículos[i]


[i] Agradezco a Maria Prandi la invitación que me hizo para participar en el taller Business and Human Rights: What´s Next, organizado por la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona y el ESADE, que dio lugar a estos artículos.


[1] Blog de Marcy Murninghan Human Rights: A Moral and Material Business Concern, del 30 de junio de 2011.
[2] Ver Vives, A., Retos para las estrategias de responsabilidad de las empresas multinacionales, en Helena Ancos, compiladora, 2011, La Responsabilidad Social Corporativa y sus Actores: Mitos y Desafíos de la RSC", Instituto Complutense de Estudios Internacionales, Serie Estudios e Informes nº 5, Madrid.

martes, 13 de septiembre de 2011

Más cambios en los índices de sostenibilidad: DJSI versus FTS4Good



En días pasados se anunciaron también los cambios en la composición de los índices de sostenibilidad del FTSE4Good.  A diferencia de los cambios en el Dow Jones Sustainability Index, que comentábamos en el artículo anterior (Inclusiones y exclusiones del Dow Jones Sustainability Index: No apto para aficionados), aquellos son mucho más sencillos de interpretar.

Es de recordar que el FTSE4Good es un índice de sostenibilidad general que evalúa a todas las empresas en un mismo grupo, usando criterios generales y criterios específicos para cada sector industrial (ver el artículo anterior ¿Para qué sirven los índices de sostenibilidad?), en tanto que el DSJSI es un índice “best in class”, que evalúa las empresas dentro de sus sectores y admite “las mejores” de cada sector.

Los cambios en el FTSE4Good son mucho más sencillos de analizar, en buena parte porque es un índice global y en parte porque los cambios no son tan dramáticos como los del DJSI, precisamente por la diferente metodología.  En la revisión del FTSE4 entraron 22 empresas y salieron 4 y casi todas son empresas poco conocidas por el público en general  (ver la lista aquí).  En el DJSI entraron 41 empresas y salieron 23.  En buena parte debido a la metodología best in class que explicábamos en los artículos anteriores.  En cierta forma, las salidas provocan entradas.

Adicionalmente el FTSE4Good SI informa la razón de la salida de las empresas.  Por ejemplo, tres de ellas salieron por no cumplir los criterios de derechos humanos y laborales (una de ellas es 3M) y una por el manejo del mercadeo de los substitutos de la leche materna (Pfizer).

Algunos de los cambios en el FTSE4Good se deben a los aumentos periódicos que hace el índice en la rigurosidad de los criterios, lo cual puede hacer que algunas empresas ya no los cumplan.



Es oportuno e importante destacar que el DJSI y el FTSE4Good usan concepciones diferentes de sostenibilidad, aparte de las diferencias anotadas en la metodología.  El DJSI incluye un componente de “sostenibilidad económica”, evaluando la gestión de la empresa (gobierno corporativo, gestión de riesgo y crisis, códigos de conducta, manejo de marca, innovación, corrupción, etc..) , en  tanto que el FTSE4Good usa una concepción de “sostenibilidad social y ambiental”.  Por ejemplo, sus criterios de inclusión son mucho más detallados en la evaluación de los temas de derechos humanos, cadenas de valor y corrupción y menos en temas de gestión.

Con motivo de estos cambios, Telefónica publicó un análisis de los resultados de su evaluación por el DJSI que es muy ilustrativo de la metodología de este índice (verlo aquí).  Ese análisis sólo lo puede hacer la propia empresa ya que la información es de su propiedad, no estaría disponible al público a menos que la misma empresa lo revele.  El DJSI les entrega a cada empresa su calificación en cerca de 20 criterios, el máximo, el promedio y el mínimo, dentro de su respectivo sector.  Ello permite a la empresa observar su posición relativa en todos los criterios y dimensiones (económica, ambiental y social).  El análisis de Telefónica muestra, en particular, que la empresa ha mejorado en algunas de las calificaciones en esta revisión del índice y que es la segunda en el mundo entre las empresas de telecomunicaciones.  Progreso muy laudable.  Felicitaciones.  El artículo no dice si ha empeorado en algunas calificaciones de las dimensiones o criterios.   

La concepción más amplia del DJSI añade más complejidad a la interpretación de los resultados. ¿Quién puede determinar la proporción relativa entre los criterios sociales, ambientales y los financieros?  ¿Cuántas veces más importante es lo económico que lo social o lo ambiental?  Bastantes problemas hay en la determinación de los pesos relativos dentro de los temas ambiental y social como diversidad versus conciliación, o cambio climático versus biodiversidad, como para decir que la innovación o la gestión de marca es 2 o 3 veces más importante que las prácticas laborales. 

Esto puede ayudar a explicar porque Hewlett Packard fue sacada del DJSI en la reciente revisión.  La empresa está implementando importantes cambios en la estrategia empresarial, moviéndose desde al hardware hacia el software (abandono de la computadora tableta, adquisición de la empresa de software Autonomy, entre otros).  Pero el gran público puede creer que se trata de un empeoramiento en la sostenibilidad social y ambiental de HP, cuando los cambios son en la evaluación del DJSI de su “sostenibilidad financiera”.    He visto titulares informativos como “HP expulsada de un índice verde” (por supuesto sin ningún análisis).

En el caso del FTSE4Good dicen porque una empresa sale, lo que le da valiosa información al público y evita malas interpretaciones.  El DJSI no lo hace porque no quiere “avergonzar” a las empresas.  Cada posición tiene su pro y con.  ¿Qué opina el lector?  Vote en la columna de la derecha en el sitio de mi blog www.cumpetere.blogspot.com   

Lo que sí es cierto es que estos índices no son para aficionados.


P.S.  En el artículo anterior no destaqué el mérito de entrar en el índice y me concentré en la potencial confusión de la salida.  La entrada es lo difícil, hay que implementar prácticas responsables y hacer grandes esfuerzos para poder entrar.  Es lo difícil.  En esto no hay muchas confusiones. 

Por cierto,  felicitaciones a Ecopetrol de Colombia por entrar en el DJSI por primera vez.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Inclusiones y exclusiones del Dow Jones Sustainability Index: No apto para aficionados


Los cambios anunciados por el Dow Jones Sustainability Index, DJSI, esta semana llaman la atención por algunas conocidas empresas que han sido eliminadas.  ¿Quiere esto decir que estas empresa han dejado de ser responsables, que ameritan expulsión?  El DJSI  no divulga públicamente porque entran o salen las empresas, sólo se lo explica a la empresa en cuestión.  Lamentablemente el DJSI tiene un gran potencial de crear confusión.

Como comentábamos en un artículo anterior (Para qué sirven los índices de sostenibilidad, que recomiendo leer) el DJSI es un índice de “best in class”. Esto quiere decir que analiza la sostenibilidad relativa de las empresas dentro de cada uno de los 19 supersectores y los 57 sectores (en el índice mundial) y en diferentes distribuciones geográficas (Mundo, Europa, Norteamérica, Asia Pacífico y Corea).  Hay empresas que podríamos considerar muy responsables pero que, de acuerdo a los criterios del índice, no lo son tanto como otras empresas en el mismo sector y por ello pueden no estar, o salir en un momento determinado si entra otra mejor.

El objetivo del índice no es jerarquizar las empresas por sostenibilidad, sino compararlas con las empresas de su mismo sector y tomar el 10% de las más sostenibles en cada sector, con el objetivo de lograr el 15% de la capitalización en los supersectores (banca, servicios públicos, tecnología, bienes de consumo, alimentos y bebidas, etc.).  Se comparan bancos con bancos, tabacaleras con tabacaleras, petroleras con petroleras.  Esto permite hacer una mejor comparación de las empresas y permite al usuario que quiere invertir en empresas de sectores específicos, saber cuáles son las empresas más sostenibles de ese sector, de acuerdo a los criterios del DJSI.  Se supone que el usuario sabe usar el producto.  Pero……………….

Esta semana salieron del índice mundial empresas como Coca Cola y Hewlett Packard y entraron bancos como Societé Generale e Intesa Sanpaolo y una automotriz como Hyundai. Del segmento de Norteamérica salieron entre otras Microsoft y FedEx y entraron Xerox, Sprint y la famosa Goldman Sachs (¡!). De Europa salieron Volkswagen y Abertis.  La implicación, para buena parte del público, es que estas empresas han dejado de ser responsables. NO.  Lo que sucede en que en alguno de los criterios que usa Sustainable Asset Management, SAM (institución que hace la evaluación de las empresas), la empresa perdió puntos, lo que la hace no estar entre el 10% de las analizadas en el sector y como no caben más tienen que sacarla.

El gran problema del DJSI es su metodología deliberada, no solo de tomar los “best in class”, lo que impide comparaciones entre “clases”, sino lo más grave es que ignora un pequeño detalle: el impacto del producto o servicio.  Supone que ello no tiene importancia, que lo importante el comportamiento económico, de gobierno corporativo, ambiental o social.  Casi nada.

¿Puede alguien decir, con cara seria, que British Tobacco  es más sostenible que Coca Cola?  ¿O que una productora de bebidas alcohólicas es más responsable que una empresa de telecomunicaciones? ¿O que una empresa de apuestas o de películas porno es más responsable que una empresa de alimentos?  Todas pueden ser muy responsables, si ignoramos el producto que producen.  No se analiza la responsabilidad del producto o servicio.

Un empresa que produce armamento, pero lo produce pagando sueldos justos, sin contaminación, con apoyo a la comunidad, o una tabacalera que tiene agricultura sostenible, paga precios justos y tiene excelentes condiciones laborales, pueden ser parte del índice si son mejores que otras empresas en su mismo sector.  En tanto que una empresa como Coca Cola es expulsada por no estar entre el tope del 10% de las empresas analizadas.  En el índice no se compara una empresa de armamentos con una de alimentos porque están en subsectores diferentes.  Pero, ¿tiene algún sentido, para nosotros los meros mortales, que una esté y la otra no?  En vez de best in class, lo que se premia, en algunos sectores, es a la “menos mala”.  Si estas en el sector de las empresas “malas” tienes más oportunidades.

Se supone que el usuario sabe y entiende todo esto.

Vale la pena recordar lo que decíamos en el artículo mencionado al principio: los índices de sostenibilidad  “…..No tienen el objeto de ser fuente de información para el público, no son intermediarios de información entre las empresas y el público. Son productos especiales para quienes los quieren comprar, son productos para guiar las inversiones de un grupo de inversionistas…….. Debemos recordar que no son un bien público, son un bien privado.

Creo que el DJSI debería venir con una advertencia para los usuarios y sobre todo para los comentaristas que se limitan a reportar que tal o cual empresa sale y que tal o cual empresa entra, sin ofrecer análisis alguno: Este índice no es apto para aficionados.

Las salidas del índice son interpretadas por el público negativamente, posiblemente mucho más de lo que en realidad significa………………. por falta de explicación y de comprensión de que conlleva.

Vale la pena recordar lo que decíamos en el artículo mencionado al principio: los índices de sostenibilidad  “…..No tienen el objeto de ser fuente de información para el público, no son intermediarios de información entre las empresas y el público. Son productos especiales para quienes los quieren comprar, son productos para guiar las inversiones de un grupo de inversionistas…….. Debemos recordar que no son un bien público, son un bien privado.
 
El 19 de septiembre estaré exponiendo en un panel sobre índices de sostenibilidad en Zurich, moderado por SAM.  Interesante discusión.

P.D. Ahora sí hay una empresa de los Estados Unidos como líder en uno de los supersectores: Pepsico.  Los países con mayor representación son Corea con cuatro (¡!),  Holanda y Australia, con tres cada uno.  España tiene dos y Brasil tienen una.