En la primera
parte de este artículo (recomendamos leer antes) describíamos la problemática que las reglas de
contabilidad imponen a la práctica de la sostenibilidad social y ambiental de
las empresas. En esta segunda parte
exploramos algunas soluciones a esta problemática de tal manera de reducir la
enemistad entre contabilidad y sostenibilidad. El principal problema que
comentábamos era la diferencia entre la valoración de activos y pasivos, gastos
e ingresos desde el punto de vista de los dueños y acreedores de la empresa y
desde el punto de vista de la sociedad.
(Paciencia querido lector, este artículo es
largo)
En algunos casos la valoración contable y la
valoración para la sociedad son semejantes, y son los casos fáciles de
justificar de las prácticas responsables (ahorro de agua y energía, reciclaje,
etc.). En buena parte el argumento empresarial (business case) que se hace para la sostenibilidad ambiental y
social se basa en apelar al impacto contable, en el mediano o largo plazo de
las prácticas responsables, como por ejemplo aumentos en la productividad
laboral, captura de mercados responsables, mejores precios, etc. Hemos descrito esto ampliamente en el
capítulo 10 de mi libro (con Estrella Peinado y otros), La Responsabilidad Social da la empresa en América Latina: Manual de
Gestión y lo
hemos comentado en otros artículos sobre la importancia de no poner toda la
estrategia en lo que se “puede contar” No todo lo que se puede contar
cuenta, ni todo lo que cuenta se puede contar.
© Imagen de Ralf Kleemann via
Shutterstock
Claro está que todo esto depende de la
reacción de los mismos mercados, de que “valoren” las prácticas
responsables. Y esto es una de las
posibles soluciones al problema: si la contabilidad no cambia, que sea el mercado el que le de mayor valor
contable a las prácticas responsables.
Esta es fundamentalmente la estrategia actual de promoción de la
sostenibilidad.
Parte de esta estrategia está en el margen de
maniobra que otorgan las reglas actuales de contabilidad y la legislación de
que basta mantener el capital en positivo, de que no es obligatorio
maximizarlo. De allí que la dirigencia
empresarial pueda “invertir” ahora en responsabilidad a la espera de beneficios
o reducción de costos en el futuro.
Muchos dirigentes, en particular los que también son dueños de las
empresas, adoptan esta estrategia. Pero sus enemigos son los mercados que les
proporcionan los recursos financieros para hacer las inversiones y que exigen
valoración contable, tangible.
Son muy pocas las empresas que pueden
competir en los actuales mercados en base a capital de los dueños. Necesitan financiamiento externo y ese
financiamiento externo, especialmente el de capital, viene con la preferencia
de que mejor es el dinero ahora que más tarde.
Todo ser humano, unos mas que otros, tiene una preferencia por el
consumo actual sobre el consumo diferido.
Todos preferimos un dólar hoy a uno en un año, y a veces hasta más que
$2 en un año (dependiendo de la incertidumbre de obtenerlo y del poder
adquisitivo que tenga en ese entonces). La reglas de juego y la naturaleza humana
conspiran contra actuar para el futuro.
La segunda
estrategia es la más difícil: acercar la valoración de activos y pasivos,
ingresos y gastos al valor que tienen para la sociedad. Un ejemplo paradigmático en esa dirección lo
constituye la valoración de las emisiones de gases de efecto invernadero, el
llamado “precio del carbón” por el principal gas, el dióxido de carbono
(trataré de mantener la discusión muy simplificada). La gran mayoría de la actividades del ser
humano y de las empresas emiten dióxido de carbono, que según la ciencia
actual, contribuye al calentamiento global, con grandes costos futuros para al
humanidad.
Sin embargo, estos
costos para la humanidad no están contabilizados a su valor en los balances
contables, de allí que las empresas no tienen incentivos para reducirlos. Una primera estrategia es medirlos y ponerles
limitaciones, en forma de cuotas de emisión para cada empresa. Quién necesite emitir más de su cuota puede
ir al “mercado de carbono” y comprar
cuotas no usadas a otros. Pero ello no
resuelve el problema y los incentivos no son los más apropiados. Una estrategia más efectiva sería ponerle un
precio a cada tonelada de carbono emitido, basado en el daño estimado vía
calentamiento global. Así la energía
generada en base a petróleo sería más cara que la generada con gas, que sería
más cara que la hidroeléctrica o que la eólica o la solar. Ello llevaría a una transición gradual de los
hidrocarburos a la energía renovable.
El problema es que la implementación de esta
estrategia lleva a un encarecimiento de los hidrocarburos con serias
consecuencias para al activad económica, de la cual dependen. Pero hay estrategias de implementación paulatina
y considerada como lo ha demostrado Canadá (donde los ingresos extraordinarios
del gobierno por esto concepto pueden ser usados para compensar las
distorsiones en el corto plazo). Pero es
extraordinariamente complejo y políticamente muy costoso. Pero es un excelente ejemplo del cambio de
valoración de un insumo de su valor contable al valor para la sociedad.
Estos cambios en la valoración son semejantes
a los que se hacen para convertir la evaluación financiera de proyectos de
inversión a evaluación económica o social, donde se corrigen por transferencias
y distorsiones en los valores de mercado (financieros), que muchas veces no
reflejan los valores para la sociedad.
Por ejemplo, desde el punto de vista netamente financiero los accidentes
evitados en la construcción de una carretera más segura no se cuentan. Sin embargo en la evaluación económica y
social se contabilizan como beneficios el valor (controversial) de las vidas
salvadas y los accidentes no ocurridos.
No obstante, en el caso de estas evaluaciones las correcciones que se
suelen hacer son muy limitadas.
Otro ejemplo mas dramático lo constituye la valoración del capital humano de la empresa
y su valor intelectual. De acuerdo a
los principios de contabilidad generalmente aceptados, el personal esta
valorado, cuando mucho, al valor que costó adquirirlos y desarrollarlos (gastos
de contratación, entrenamiento, etc..), y muchas no siquiera está ya que se suelen
considerar gastos de periodo y no inversiones y van directamente al estado de
ganancias y pérdidas. Y esta valoración
es cada vez más importante ya que la mayor parte del valor de la empresa son
sus empleados y sus conocimientos, o sea, el potencial de contribuir a las ganancias
futuras de la empresa.
Y es cada día mas importante en la medida que
las empresas van dependiendo mas del capital humano que del capital
físico. ¿Cuales son los principales activos de Apple o de Google o de
una Universidad? (sin negar el valor de la reputación). Pero si no figuran entre los activos de la
empresa esos conocimientos se pueden destruir a través de malas prácticas de
recursos humanos, incluyendo la depreciación de ese capital (que no se
contabiliza) y el despido sin que ello tenga consecuencias contables en el
corto plazo, pero que sabemos que destruyen el valor de la empresa en el
mediano y largo plazo. Esta discrepancia entre contabilidad y sostenibilidad
lleva a decisiones perversas para el valor de la empresa. Ver mi artículo Capital
humano: ¿Está en el capital de la empresa? sobre los incentivos de la
contabilidad para la destrucción del capital humano.
Aun cuando
tuviéramos la capacidad de darle valor social a todos los ingresos y gastos,
activos y pasivos, nos quedaría el importante aspecto de la determinación de
impacto de las actividades de la empresa: ¿cuánto del impacto sobre la sociedad
es atribuible a la empresa? Es imposible determinar el
impacto global sobre toda la cadena de valor y habría que circunscribirlo a los
impactos que podríamos llamar materiales (es lo que algunas empresa ya hacen
con algunos impactos y algunos proveedores).
En la contabilidad tradicional ya existe el
denominado principio de materialidad a través del cual solo se contabiliza lo
que de verdad cuenta o que puede cambiar los resultados. En la contabilidad de la sostenibilidad sería
lo mismo, pero es mucho más complejo.
¿Quién determina lo que tiene un impacto material sobre la empresa y
cual es su atribución? No es lo mismo la determinación de simples prioridades,
de la materialidad, para escribir un informe cualitativo de sostenibilidad que
el determinar el impacto cuantitativo, expresado en valores monetarios, sobre
la sociedad de las actividades de la empresa.
Algunas empresas ya han comenzado a hacerlo
para algunas actividades. Por ejemplo Puma, la empresa de artículos deportivos,
publicó su Estado de Ganancias y Pérdidas
Ambientales 2010
donde analiza el costo ambiental de sus actividades, incluyendo su cadena de
valor. Valora el costo de emisiones, uso
de la tierra y el agua, contaminación y desechos. Es un ejercicio muy laudable y el informe es
altamente recomendado para entender la problemática que hemos descrito. El
costo total de su impacto se estima en 145 millones de Euros. Afortunadamente (o casualmente) el número fue
modesto. ¿Pero que pasará cuando el
número sea significativo? ¿Compensarán a la sociedad por ese costo?
Y en cierta forma esta es la direccion que
está tomando el Draft Framework Outline producido por el International Integrated Reporting Committee, IIRC,
institución encargada de producir los principios para el reporte
integrado. Y es lo que propusimos en el
capítulo Etapas en los informes de sostenibilidad: Hacia el informe integrado
como la última etapa de los reportes integrados (ver el capítulo III.8 en mi
libro Una Mirada Critica
a la Responsabilidad Social en Iberoamérica).
Pero esto da para otro extenso artículo.
La solución intermedia a esta problemática, y
esperamos que solo sea temporal, fue la creación del concepto de la Triple Cuenta de Resultados. Con ello se pretendía llamar la atención
hacia la idea de que la empresa tenía tres cuentas de resultados que atender,
la financiera (cuantificada monetariamente) y
la social y ambiental (descrita cualitativamente y cuantificada, en
algunos casos, en unidades no monetarias).
Cumplió el objetivo de llamar la atención pero también abrió, y mantiene
abierta la puerta, para la desintegración de los resultados y en cierta forma
legitimizar la idea de que lo social y
ambiental no se mezcla con lo financiero. Que no hay manera de valorarlos
de forma compatible. En cierta forma
podrimos decir que la Triple Cuenta de Resultados ha sido un enemigo de la
integración de resultados ya que nos hace pensar en tres cosas separadas,
cuando debemos pensar y actuar en una sola cuenta de resultados. La Triple cuenta de Resultados debe pasar a
la historia, mientras más pronto mejor. Está siendo perniciosa.
Esta discusión no ha pretendido resolver el
problema existencial de la sostenibilidad, solo ha pretendido ilustrar la
problemática y en particular mostrar como algunas reglas de juego de la
sociedad se oponen a su propio progreso.
Pedimos que las empresas vean a la sociedad como su sujeto, pero
seguimos con un sistema contable y legal que prácticamente se opone a ello. Ahora nos quejamos de que la visión de la
empresa no debería ser la maximización de valor para los accionistas, sino el
valor para la sociedad, pero es la misma
sociedad (o gran parte de ella) la que exige la rentabilidad de acuerdo a una
definición muy estrecha.
Pasara mucho tiempo antes de que ello ocurra,
a lo mejor en la segunda mitad del Siglo XXI, después de una gran crisis social
y ambiental. Mientras tanto sigamos
exigiendo progreso en las prácticas
empresariales, regulaciones gubernamentales y en la reacción de la sociedad
favoreciendo las empresas responsables y castigando las no responsables. Es así que la sociedad puede hacer
internalizar los costos a las empresas.
Contabilidad y
Sostenibilidad: ¿amigos o enemigos? Debemos
hacerlas compatibles.
Post Data: El nuevo Presidente del Consejo Mundial Empresarial
de Desarrollo Sostenible Peter Bakker en su discurso el 2 de octubre en la
undécima reunión anual en Portugal resume perfectamente el contenido de mis dos
artículos: “Déjenme explicarles lo que es
un capitalista, es alguien que optimiza el rendimiento del capital utilizado.
El error del modelo económico actual es que se centra exclusivamente en la
optimización de la rentabilidad del capital financiero. Tenemos que añadir dos
elementos más del capital: el capital natural o ambiental y el capital social,
y decirle a los capitalistas que trabajen en optimizar esto".
Pero no debemos
añadirle dos más. Debemos integrarlos en
uno solo, de lo contrario siempre estaremos haciendo balances entre los tres “capitales”,
compensando uno con el otro. Es muy
difícil, pero marca la dirección a seguir.
Es una insensatez , elevar los estándares morales para medir la sustentabilidad social y natural de las empresas a niveles que los dueños y los ejecutivos requieran la consistencia moral de un sabio o la generosidad y desprendimiento de un santo . Es algo tan dañino como promover la castidad propuesta para los sacerdotes, a todas las personas comunes y corrientes. Es una exageración impracticable.
ResponderEliminarLas leyes deben tener en cuenta el espíritu de quien tiene que cumplirlas. De lo contrario, en vez de equilibrar y elevar el nivel de lo que mide la Partida Doble, puede terminar en una persecución y estancamiento de los emprendedores y creadores. La sociedad necesita de la sustentabilidad, en forma urgente, pero si las reglas contables exceden en mucho el espíritu de los ejecutivos, no serán tomados en cuenta seriamente. Perder credibilidad de Contadores y Economistas ante la comunidad empresarial y estatal, porque planteamos algo inviable y poco práctico es un retroceso total. Por ello prefiero seguir insistiendo en el Triple Bottom Line, algo gradual, que permite ir sumando equilibrio a la causa, y no una meta utópica para los que tienen que aplicarlas. Las leyes y normas contables deben considerar el espíritu y naturaleza de quienes deben practicarlas.
Los negocios en general no le interesan a los sabios ni a los místicos. Entonces, me parece positiva la escala del Triple Bottom Line, porque permite a ejecutivos de negocios, a comerciantes, a personas comunes y corrientes, crecer gradualmente en los objetivos de una sociedad más balanceada. No podemos darle a todas las personas un ideal religioso, que solo sean capaces de vivir los monjes de monasterio. Lo mismo en la administración. Tiene que haber gradualidad y posibilidad de crecer conciencialmente por etapas, en la administración de los bienes de la sociedad.
Mientras más universales somos, más desprendidos somos y más nos alejamos de apegarnos a lo material. Se busca una vida más simple. Por eso, algunos filósofos, incluido Platón, dice que hay que imponerle a las personas más Sabios y ecuánimes, la obligación de administrar la sociedad, porque ellos no tienen ningún interés, ni apego, ni placer en administrar bienes. Precisamente por ese desinterés por los bienes materiales, serían justos administradores de la materia en la cual todos los demás vivimos. No se intentarían apropiar de ella porque tienen otras aspiraciones.
Pero hay que mantener en alto el equilibrio universal entre el Espíritu y la Materia, que sería el non plus ultra de la Partida Doble. Esta última es solo el reflejo en la materia de esa eterna dualidad: día-noche; verano-invierno; vida-muerte; construcción-destrucción; siembra-cosecha; etc. Y desde ese punto de vista, para un Contador es un deber intentar elevar lo que estamos pesando en los platillos de la Balanza de la Justicia.
Los Contadores no somos Jueces, pero somos ayudantes de los jueces de la naturaleza,
en cuanto a que es imprescindible que llevemos las Cuentas de la Naturaleza, y de la Sociedad, para ayudar a los sabios a mantener la justicia requerida para una mejor civilización. Desde ese punto de vista es una obligación elevar los estándares de la profesión contable para reflejar el movimiento de los líderes de la sociedad hacia una sociedad más sustentable. Pero tiene que ser una aplicación gradual para que sea exitosa.
Solo puedo concluir, que a mayor altura y fiel de la balanza, más realidad se puede pesar. Y mientras más altura tenga la Conciencia del Contador, del Economista, más realidad podrá incluir en su particular ecuación de su Partida Doble en la empresa u organización que le toque aplicarla. No se puede medir más, que aquello que tu propia Partida Doble Interior permita. El entendimiento de la dualidad de la naturaleza y del universo, puede llevarnos a medir escalas de valores diferentes a lo material. Es el camino espiritual del Contador y del Economista.
www.socium.cl