La primera responsabilidad de la empresa es ser
rentable para poder seguir operando. Si
no hay empresa no podemos hablar de la responsabilidad social de la
empresa. Pero ¿que quiere decir ser
rentable? Sin entrar a discutir si la
empresa debe maximizar beneficios, lo que sí es indiscutible es que debe tener
un nivel de beneficios que le permita la continuidad. Y esa continuidad esta determinada por las
legislaciones vigentes en los países, generalmente en los códigos de comercio y
las leyes y regulaciones sobre quiebras[i]
basadas en la valoración de activos y
pasivos, ingresos y gastos, de acuerdo a principios contables. Y la valoración
determina la sostenibilidad financiera, social y ambiental de la empresa.
Todas las regulaciones y legislaciones tienen
un denominador común y es que la determinación de la situación financiera de la
empresa en basa en la contabilidad de ingresos y gastos, de activos y pasivos,
que a su vez se basa en “principios de contabilidad generalmente aceptados” (en
la gran mayoría de los países son los determinados por el International Accounting
Standards Board, IASB, y en algunos otros, especialmente en Estados Unidos,
por el Financial Accounting Standards Board,
FSAB). En muchos casos, sobre todo
para instituciones financieras, son suplementados por regulaciones
supranacionales, como la Comisión Europea y el Comité de Basilea, y nacionales
como las superintendencias de instituciones financieras (valores, bancos,
seguros, etc.).
Entonces la clave para la continuidad y las
acciones de sus dirigentes pasa por la valoración de los pasivos y de los
activos, de los ingresos y los gastos.
Sin entrar en detalles técnicos hay muchas maneras de valorarlos. En general se usa el costo histórico al cual
fueron adquiridos, que puede no tener relación alguna con la realidad
actual. En algunos casos se pueden/deben
valorar al valor del mercado, si es que éste mercado existe y es confiable. Gran parte del problema contable de las
instituciones financieras ha sido la valoración, a precios de mercado de sus
activos (que han caído) y de sus pasivos (que suelen mantener su valor), lo que
ha llevado a quiebras y a insuficiencias de capital (las instituciones financieras
tiene requerimientos de los reguladores sobre el capital mínimo).
Y el cambio en el valor del capital de un año
al otro es el resultado de las ganancias del período, el neto de los ingresos y
los gastos, que también son valorados de acuerdo a esos criterios (con muchas
complejidades adicionales que no son relevantes para esta discusión).
Lo que si es
cierto es que los activos y pasivos, los ingresos y los gastos están valorados
para determinar el valor para los accionistas, bajo el supuesto de que la
empresa continuará (no se trata de valorarlos al valor que tendrían en caso de
liquidación). No tienen nada que ver con
el costo o beneficio para la sociedad y no miden, salvo por coincidencia, el
valor de la empresa para la sociedad. Todo gira alrededor de la medición del
valor del capital. La contabilidad gira alrededor de los
accionistas o dueños, son el objeto de la contabilidad. De allí que, querámoslo o no, los SHAREholders
son el objeto de la contabilidad y de las legislaciones, no los STAKEholders. Se
necesita otra metodología de valoración para atender los costos y beneficios
para la sociedad.
Aunque ello no obliga a la empresa a
maximizar el valor del capital es obvio que, por razones contables y por ende
legales, esto no se puede menospreciar y es el objeto de la estrategia de
continuidad. Los máximos beneficios
posibles para crear reservas ante la posibilidad de años difíciles, para poder
repartir dividendos y para que aumente el valor de las acciones o el valor para
los dueños. Los inversionistas, salvo
algunas excepciones (inversión socialmente responsable, dueños con otros
objetivos), invierten en la empresa para poder obtener dividendos y tener
ganancias de capital por apreciación del valor de sus acciones.
Pero puede haber una empresa que produce un
beneficio neto a la sociedad, aun con capital contable negativo, pero que sin
embargo la legislación vigente no la deja existir, porque, según las normas
vigentes, no es la “sociedad” la que la financia, la financian los accionistas,
los dueños, el sistema financiero y estos quiere ganancias en el sentido
contable y generación neta de efectivo para cubrir gastos. Los dividendos, los sueldos, los intereses y la
amortización de la deuda se pagan en efectivo, o se pagan en especies
convertibles en efectivo. Es cierto que la sociedad contribuye a la
supervivencia de la empresa, pero es la contabilidad la que lo determina. Es la dura realidad.
Cuando yo era profesor en una escuela de
negocios aportaba un beneficio a la sociedad (¡eso creo!), aunque mi remuneración
financiera no lo reflejara, era muy baja. Pero yo obtenía remuneración no
financiera elevada en la forma de satisfacción personal. Pero
una vez mi esposa trató de pagar en el supermercado con mi satisfacción
personal y no se la aceptaron. Solo
efectivo o tarjeta de crédito. Tuve
que buscar un trabajo más cónsono con la realidad del (super)mercado.
Queremos que la empresa tome en cuenta su
impacto sobre la sociedad y el medio ambiente, pero la tiranía de la
contabilidad existe, no la podemos ignorar.
Tenemos un supuesto pernicioso pero es la realidad. ¿Podemos cambiar esta realidad? ¿Que podemos hacer? La solución simple, pero casi imposible en la
práctica, sería valorar los activos y pasivos, ingresos y gastos no al costo de
adquisición o al valor de mercado, sino al costo y beneficio para la sociedad,
al valor para la sociedad. Utópico pero
marca la dirección.
En la segunda parte de este artículo
comentaremos algunas posibles soluciones a este problema.
[i] Y antes de entrar en la
explicación pido al lector un poco de paciencia por la explicación previa
(necesaria) sobre contabilidad ya que no
todos conocen el tema.
Este articulo del Dr Antonio Vives me parece excelente y digno de ser difundido al máximo.
ResponderEliminarEsperaré ancioso la publicación de su próximo articulo.
Saludos.
Prof. Leopoldo Rodríguez Crespo
Desde hace un tiempo estoy recibiendo con mucho interés sus comentarios. El viernes pasado tuve una reunión con un cliente y me acordaba de usted Antonio por este artículo. Felicitaciones y agradecido por compartir sus conocimeintos en este Blog. Leonardo Alvial, Mendoza, Argentina
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