El Profesor
Antonio Argandoña ha publicado una serie de seis artículos en su blog con reflexiones sobre la
posible crisis en la RSE, en parte como una respuesta a varios artículos
publicados recientemente en las redes sociales sobre el supuesto pesimismo y la
percepción de estancamiento en su implementación práctica (el suscrito publicó
dos de ellos 20
razones por las que nos estamos cansando de la RSE en diciembre de 2014 y ¿De
quién es la culpa que la RSE este dónde está? y noviembre de 2014).
Estos seis
artículos del Prof. Argandoña son de lectura
obligada por su precisión, riqueza de contenido y amplitud de miras. Es muy poco lo que se puede añadir, pero creo
que es necesario comentar una de sus conclusiones.
Pero antes de
hacerlo me parece oportuno reiterar algunas de sus ideas claves para entender
lo que representa la RSE:
“Las empresas deben identificar sus
responsabilidades sociales desde su misión, su estrategia, sus políticas y
procesos, y sus relaciones con sus stakeholders. …..la RS, me parece, debe
“transformar” la empresa; el impacto en la sociedad vendrá luego…si la RS es
condición para la excelencia, la RS es
necesaria: voluntaria, pero necesaria, no opcional”.
O sea que la RSE
es el resultado de la visión sobre el papel e impacto que la empresa quiere
tener ante la sociedad y como debe transformarse para hacerlo y lograr
excelencia empresarial (ver también mi artículo ¿Cómo
interpretar LA definición de la RSE? de junio del 2013)
En el último de
los artículos hace un resumen en tres puntos clave para entender la RSE, el
segundo de los cuales reproduce una de sus posiciones más persistentes sobre la
RSE y es el que quiero comentar:
“.….la RS se debe “vender” sola, no con argumentos políticos, ideológicos,
filosóficos, económicos, de legitimidad, de reputación, de aceptación social…
Una empresa ha de ser socialmente responsable porque, si no lo es, no será una
buena empresa, y un directivo ha de ser socialmente responsable porque, si no
lo es, no podrá ser un buen directivo, un directivo excelente…..”
Estoy de acuerdo
con la posición de que la RSE se debería
vender sola. La RS es sencillamente
buena gestión y como tal debería ser
parte de la gestión normal y corriente, no debería
ser nada especial. Lo mismo sucede con la
excelencia del directivo. No obstante creo que esto, en la práctica,
debe ser cualificado.
Nótese las veces
que hemos usado las palabras “debería”.
En efecto se debería vender
sola, pero en la práctica no lo hace. Y
si queremos que lo haga debemos usar los
argumentos que sean necesarios para convencer a la inmensa mayoría de directivos
que no son excelentes y la inmensa mayoría de las empresas que no están bien
gestionadas.
No es fácil
especificar que quiere decir buena gestión empresarial y excelencia en los
directivos. Son conceptos muy generales y para poder ser llevados a la práctica
debemos expresarlos en lo que creemos
son sus componentes para que puedan ser entendidos y gestionados: gestión
de recursos humanos, financieros, físicos, cultura empresarial, ética y moral
personales, psicología de las personas, relaciones interpersonales, gestión de
incentivos monetarios y no monetarios, impacto en la sociedad, gestión de
relaciones con las partes interesadas en y para la empresa, entre otros.
El camino hacia la
excelencia en gestión de cada uno de estos componentes requiere de la
utilización de argumentos y consideraciones políticas, de reputación,
económicas, de legitimidad, de ética y moral, de aceptación por la sociedad,
etc. Cada dirigente, cada empresa, cada
industria, cada entorno, cada país, cada sociedad requerirá de diferentes
combinaciones e intensidades de estos argumentos para mover a la empresa y sus
dirigentes hacia la excelencia en gestión del papel de la empresa en la sociedad.
El Prof Argandoña
acepta la necesidad de usar estos argumentos, pero le parecen que no deberían
ser los primordiales. Dice, por ejemplo, que “si la RS “juega” en campo contrario, con las reglas que ha fijado la
economía, … así podrá marcar algunos goles, pero nunca ganará la liga.” O
sea, que no alcanzará su plenitud.
De la misma
manera que los directivos necesitan y recurren a instrumentos de mejoramiento
profesional sobre temas básicos de gestión de empresas porque los desconocen o
requieren actualización (finanzas, mercadeo, recursos humanos, estrategia,
etc.), también se deben educar sobre el tema del papel de la empresa y su
responsabilidad ante la sociedad. No
podemos decir que los directivos deberían
saberlo todo. No lo saben. La empresa es un “mercado imperfecto” (ver mi artículo
Responsabilidad
Empresarial: De la ilusión a la realidad de diciembre del 2008).
Es más, ante el
sesgo de las escuelas de negocios y de otros medios de mejoramiento de la
gestión a favor de uno de los argumentos mencionados, la obtención de
beneficios como fin de la empresa, se hace todavía más necesario ampliar lo que
quiere decir excelencia en la gestión e incluir en ello la responsabilidad de
la empresa ante la sociedad, Y éste
último es aún más grave ya que no suele ser parte integral de los programas de
educación y entrenamiento (es un caso parecido a la educación en general que nos
enseñan de todo menos lo más fundamental: Como ser padres o madres. Se supone que aprenderemos solos, cuando
llegue el momento). Y ojalá que no se
tratara como algo especial, sino como parte integral de lo que quiere decir
buena gestión (ver mis artículos Ética
y responsabilidad en las escuelas de negocios en julio del 2011 y Responsabilidad
en la enseñanza en las escuelas de negocios en marzo del 2009).
Pero también en
esto podemos caer en el “debería”. Sí, las escuelas de negocios deberían hacerlo parte integral de la
enseñanza de la buena gestión, pero todavía estamos lejos en la gran mayoría de
los casos, lo que nos lleva, ojalá que solo temporalmente, a considerarlo algo
especial. Ello, desafortunadamente,
también contribuye a que la responsabilidad empresarial se vea como algo
especial y no parte de la gestión cotidiana.
¿No debería comenzar la educación de los
profesionales de la gerencia de empresas con el papel de ellas en el ámbito en
que se desenvuelven, en la sociedad?
La
responsabilidad empresarial debería ser algo natural, pero mientras ello se logre debemos usar cualesquiera argumentos sean
necesarios para que los directivos lo entiendan, debemos hablar su idioma y
su idioma incluye mucho más palabras como reputación y rendimientos que palabras
como moral, ética y justicia. Esto es consecuencia
del sesgo introducido por la educación, la competencia de irresponsables, la
indiferencia de buena parte de la misma sociedad y los mismos sistemas de
gestión que suelen tener incentivos contrarios a esa responsabilidad. (ver mi
artículo ¿Cuál
es el argumento empresarial de la RSE? de noviembre del 2012)
De hecho encuesta
tras encuesta a los directivos sobre las razones para asumir la responsabilidad
de la empresa ante la sociedad citan como las dos principales razones las
mejoras en la reputación y en los rendimientos (reducción de costos, mejora
en productividad, acceso a mercados, etc.).
Quizás sea porque no se incluye la “buena gestión” entre las respuestas
posibles, aunque al fin y al cabo la mejora de la reputación y en los
rendimientos son parte de la buena
gestión. El problema es que muchos lo
ven como si fuera el objetivo de la gestión, el todo y que debe lograrse en el corto plazo.
Tenemos que trabajar en ambos frentes. Como objetivo en el mediano y largo plazo,
que las empresas y sus directivos entiendan que la responsabilidad de la
empresa ante la sociedad es sencillamente buena gestión y que debe ser parte de
la estrategia cotidiana, y, mientras tanto, en su mundo imperfecto, en el corto
plazo, mostrarles que asumirla puede contribuir al logro de algunos de los
objetivos que pretende la estrategia de la empresa todavía imperfecta, miope y
que puede ayudar a evolucionarla, a “transformar” la empresa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario