domingo, 18 de enero de 2015

Para entender la RSE: La empresa es un mercado imperfecto


El Profesor Antonio Argandoña ha publicado una serie de seis artículos en su blog con reflexiones sobre la posible crisis en la RSE, en parte como una respuesta a varios artículos publicados recientemente en las redes sociales sobre el supuesto pesimismo y la percepción de estancamiento en su implementación práctica (el suscrito publicó dos de ellos 20 razones por las que nos estamos cansando de la RSE en diciembre de 2014 y ¿De quién es la culpa que la RSE este dónde está? y noviembre de 2014).

Estos seis artículos del Prof. Argandoña son de lectura obligada por su precisión, riqueza de contenido y amplitud de miras.  Es muy poco lo que se puede añadir, pero creo que es necesario comentar una de sus conclusiones.



Pero antes de hacerlo me parece oportuno reiterar algunas de sus ideas claves para entender lo que representa la RSE:

“Las empresas deben identificar sus responsabilidades sociales desde su misión, su estrategia, sus políticas y procesos, y sus relaciones con sus stakeholders. …..la RS, me parece, debe “transformar” la empresa; el impacto en la sociedad vendrá luego…si la RS es condición para la excelencia, la RS es necesaria: voluntaria, pero necesaria, no opcional”.

O sea que la RSE es el resultado de la visión sobre el papel e impacto que la empresa quiere tener ante la sociedad y como debe transformarse para hacerlo y lograr excelencia empresarial (ver también mi artículo ¿Cómo interpretar LA definición de la RSE? de junio del 2013)


En el último de los artículos hace un resumen en tres puntos clave para entender la RSE, el segundo de los cuales reproduce una de sus posiciones más persistentes sobre la RSE y es el que quiero comentar:
“.….la RS se debe “vender” sola, no con argumentos políticos, ideológicos, filosóficos, económicos, de legitimidad, de reputación, de aceptación social… Una empresa ha de ser socialmente responsable porque, si no lo es, no será una buena empresa, y un directivo ha de ser socialmente responsable porque, si no lo es, no podrá ser un buen directivo, un directivo excelente…..”

Estoy de acuerdo con la posición de que la RSE se debería vender sola.  La RS es sencillamente buena gestión y como tal debería ser parte de la gestión normal y corriente, no debería ser nada especial.  Lo mismo sucede con la excelencia del directivo.  No obstante creo que esto, en la práctica, debe ser cualificado.

Nótese las veces que hemos usado las palabras “debería”.  En efecto se debería vender sola, pero en la práctica no lo hace.  Y si queremos que lo haga debemos usar los argumentos que sean necesarios para convencer a la inmensa mayoría de directivos que no son excelentes y la inmensa mayoría de las empresas que no están bien gestionadas

No es fácil especificar que quiere decir buena gestión empresarial y excelencia en los directivos. Son conceptos muy generales y para poder ser llevados a la práctica debemos expresarlos en lo que creemos son sus componentes para que puedan ser entendidos y gestionados: gestión de recursos humanos, financieros, físicos, cultura empresarial, ética y moral personales, psicología de las personas, relaciones interpersonales, gestión de incentivos monetarios y no monetarios, impacto en la sociedad, gestión de relaciones con las partes interesadas en y para la empresa, entre otros. 

El camino hacia la excelencia en gestión de cada uno de estos componentes requiere de la utilización de argumentos y consideraciones políticas, de reputación, económicas, de legitimidad, de ética y moral, de aceptación por la sociedad, etc. Cada dirigente, cada empresa, cada industria, cada entorno, cada país, cada sociedad requerirá de diferentes combinaciones e intensidades de estos argumentos para mover a la empresa y sus dirigentes hacia la excelencia en gestión del papel de la empresa en la sociedad.

El Prof Argandoña acepta la necesidad de usar estos argumentos, pero le parecen que no deberían ser los primordiales. Dice, por ejemplo, que “si la RS “juega” en campo contrario, con las reglas que ha fijado la economía, … así podrá marcar algunos goles, pero nunca ganará la liga.” O sea, que no alcanzará su plenitud.

De la misma manera que los directivos necesitan y recurren a instrumentos de mejoramiento profesional sobre temas básicos de gestión de empresas porque los desconocen o requieren actualización (finanzas, mercadeo, recursos humanos, estrategia, etc.), también se deben educar sobre el tema del papel de la empresa y su responsabilidad ante la sociedad.  No podemos decir que los directivos deberían saberlo todo.  No lo saben. La empresa es un “mercado imperfecto” (ver mi artículo Responsabilidad Empresarial: De la ilusión a la realidad de diciembre del 2008).

Es más, ante el sesgo de las escuelas de negocios y de otros medios de mejoramiento de la gestión a favor de uno de los argumentos mencionados, la obtención de beneficios como fin de la empresa, se hace todavía más necesario ampliar lo que quiere decir excelencia en la gestión e incluir en ello la responsabilidad de la empresa ante la sociedad,  Y éste último es aún más grave ya que no suele ser parte integral de los programas de educación y entrenamiento (es un caso parecido a la educación en general que nos enseñan de todo menos lo más fundamental: Como ser padres o madres.  Se supone que aprenderemos solos, cuando llegue el momento).  Y ojalá que no se tratara como algo especial, sino como parte integral de lo que quiere decir buena gestión (ver mis artículos Ética y responsabilidad en las escuelas de negocios en julio del 2011 y Responsabilidad en la enseñanza en las escuelas de negocios en marzo del 2009).

Pero también en esto podemos caer en el “debería”. Sí, las escuelas de negocios deberían hacerlo parte integral de la enseñanza de la buena gestión, pero todavía estamos lejos en la gran mayoría de los casos, lo que nos lleva, ojalá que solo temporalmente, a considerarlo algo especial.  Ello, desafortunadamente, también contribuye a que la responsabilidad empresarial se vea como algo especial y no parte de la gestión cotidiana.

¿No debería comenzar la educación de los profesionales de la gerencia de empresas con el papel de ellas en el ámbito en que se desenvuelven, en la sociedad?

La responsabilidad empresarial debería ser algo natural, pero mientras ello se logre debemos usar cualesquiera argumentos sean necesarios para que los directivos lo entiendan, debemos hablar su idioma y su idioma incluye mucho más palabras como reputación y rendimientos que palabras como moral, ética y justicia.  Esto es consecuencia del sesgo introducido por la educación, la competencia de irresponsables, la indiferencia de buena parte de la misma sociedad y los mismos sistemas de gestión que suelen tener incentivos contrarios a esa responsabilidad. (ver mi artículo ¿Cuál es el argumento empresarial de la RSE? de noviembre del 2012)

De hecho encuesta tras encuesta a los directivos sobre las razones para asumir la responsabilidad de la empresa ante la sociedad citan como las dos principales razones las mejoras en la reputación y en los rendimientos (reducción de costos, mejora en productividad, acceso a mercados, etc.).  Quizás sea porque no se incluye la “buena gestión” entre las respuestas posibles, aunque al fin y al cabo la mejora de la reputación y en los rendimientos son parte de la buena gestión.  El problema es que muchos lo ven como si fuera el objetivo de la gestión, el todo y que debe lograrse en el corto plazo.

Tenemos que trabajar en ambos frentes.  Como objetivo en el mediano y largo plazo, que las empresas y sus directivos entiendan que la responsabilidad de la empresa ante la sociedad es sencillamente buena gestión y que debe ser parte de la estrategia cotidiana, y, mientras tanto, en su mundo imperfecto, en el corto plazo, mostrarles que asumirla puede contribuir al logro de algunos de los objetivos que pretende la estrategia de la empresa todavía imperfecta, miope y que puede ayudar a evolucionarla, a “transformar” la empresa.



No hay comentarios:

Publicar un comentario