Con motivo de varios desastres en la cadena
de valor de las multinacionales de prendas de vestir publicamos un artículo (Violaciones
de DDHH en la cadena de valor: ¿me voy o me quedo?) e hicimos una encuesta preguntando qué deben hacer las
empresas ante estos eventos: ¿quedarse o irse? ¿Cuál debe ser su estrategia?. En este artículo analizamos las opiniones de
50 de nuestros lectores[i],
la reacción de algunas empresas y algunas lecciones aprendidas.
El total de muertes por el colapso de las
fábricas en Bangladesh llegó a más de 1.200 (aunque con la buena noticia de una
superviviente después de 17 días bajo los escombros).
¿Qué opinaron
nuestros lectores?
Esta es la estrategia que aparente están
adoptando los grandes compradores europeos, en tanto que los de EEUU parecen
favorecer la estrategia de asegurarse que sus proveedores tienen condiciones de
trabajo seguras (no está claro cuáles serán los estándares, pero si vamos por
precedentes, parece que se inclinarán por estándares nacionales). Estas dos estrategia fueron seleccionada por
una suma del 28% de los encuestados.
La segunda pregunta se refería a las acciones
que deberían tomar en caso de violaciones masivas. También hubo gran consenso (82%) en que las multinacionales deben
permanecer en el país y trabajar con las autoridades, la sociedad civil, los
suplidores, otros compradores y vendedores, para mejorar las condiciones de
seguridad de la producción, aunque ello requiera invertir tiempo y dinero, sin
importar la intensidad de su involucramiento.
Parece que ésta es
la decisión de la gran mayoría de las empresas que reportan sus respuestas en
los medios de comunicación. Con la
excepción mencionada en el artículo anterior de Disney, no se han divulgado
otras salidas de grandes empresas. Ello no obsta para que lo hagan sin hacer
mucho ruido o cuando la atención haya disminuido[ii].
Los encuestados se pronuncian por una
intervención a nivel agregado, trabajando desde dentro del país con las demás
partes involucradas para mejorar las condiciones.
En este sentido vale reiterar la advertencia
que venimos haciendo con motivo de recientes encuestas de que estos resultados no son representativos de
la población en general y representan, muy posiblemente, la opinión de
expertos en RSE que creen en ello (el 66% de los encuestados dice tener más de
4 años de experiencia).
Los resultados anteriores no han sido muy
diferentes por región donde trabajan los encuestados, excepto en la percepción de
las condiciones laborales en América Latina, que a nivel agregado representa un
resultado sorprendente (por lo menos para mí).
El 62% de los encuestados cree que prevalecen condiciones de inseguridad
como las vistas en Bangladesh. Esta
opinión es un poco más pesimista para los que trabajan en España (68%) que para
los que trabajan en América Latina (52%).
Ojalá que no tengamos que enfrentar un accidente para tomar medidas
correctivas.
¿Qué hicieron las
empresas?
La reacción de las empresas fue muy variada,
pero lo que tuvieron en común fue la decisión de las más grandes de atacar el
problema para minimizar su ocurrencia. El impacto reputacional es muy, muy grande,
especialmente cuando se muestran fotos de etiquetas con el nombre de la empresa
ente los escombros. Y son muchas las que
han dicho que no sabían que en esas fábricas se producían sus productos, que es
culpa de los subcontratistas que mueven la producción de una fábrica a otra. Pero este argumento ya no es convincente. “No sabía” dejará de ser excusa.
En general podemos decir que la reacción se
dividió en dos grupos y fue mayormente geográfico (aparte del caso de Disney
mencionado). Un grupo europeo que optó por atacar el problema como lo piden la
mayoría de los lectores en la encuesta antes mencionada, y es atacar el
problema a nivel nacional, con la participación de los empresarios, sindicatos,
gobiernos y las mismas multinacionales, con el objeto de mejorar las
condiciones físicas y regulatorias en todo el país. El acuerdo alcanzado, no es solo de buenas
intenciones, tiene fuerza legal y puede conllevar penas a los firmantes en caso
de incumplimiento. Su estrategia es global, porque el problema es generalizado. A lo mejor ven que es difícil controlar donde
se producen sus prendas, a lo mejor ven su responsabilidad como integral, no
solo la de proteger su reputación, controlando las fábricas en que operan. Sea como sea, esta es una solución más afín a
la cultura europea de solidaridad y acción conjunta.
Por otra parte están las multinacionales mayormente de EEUU, con la más visible siendo WalMart,
que optan por una solución a la medida,
que han decido ir por su cuenta,
asegurando que controlarán las condiciones de seguridad en todas las fabricas
donde producen sus productos y controlarán la tercerización de la
subcontratación. No participarán en los esfuerzos colectivos. Aparentemente
no suscriben el acuerdo europeo por temor a las demandas legales. Su
compromiso es mejorar las condiciones en SUS plantas, pero no se preocuparan
del resto de las plantas o del país. Es un enfoque más estadounidense[iii],
individualista, ejerciendo el control y con su tradicional reticencia a
acuerdos legales que puedan ser objeto de juicios.
Son diferentes visiones de la responsabilidad empresarial. Europa es más colectiva, EEUU es más
individualista.
En nuestra
encuesta el 6% expresó la opinión que ejerce WalMart y otras empresas
estadounidenses y el 82% lo que parece estar haciendo el grupo europeo. Todos los encuestados menos uno son de Europa
y América Latina
¿De quién es la responsabilidad?
¿Quién de estas empresas se preocupa de su reputación? ¿Quién de estas empresas se preocupa además
de las condiciones laborales de todo el país?
¿Quién de estas empresas es socialmente más responsable?
Por mucho que algunos insistan que somos los consumidores los que debemos hacer
algo, en este caso es sumamente difícil enterarse. ¿Qué hacemos?, ¿dejar de comprar prendas que
digan “Made in Bangladesh”? ¿Quién
sentiría el impacto? Las grandes
multinacionales siempre tienen la opción de mudarse de país. No sería justo, pagarían justos por pecadores. En casos como estos donde se producen prendas en miles de
fábricas, donde la misma marca se produce en varias de ellas, donde los grandes
compradores a veces no saben dónde se fabrican sus prendas, corresponde a los
que tienen información actuar y estos son las empresas multinacionales y los
gobiernos. Los consumidores es poco lo
que podemos hacer, salvo presionar a estas grandes empresas con nuestras decisiones de compra en todos sus
productos.
Pero se necesita reforzar el papel de las organizaciones no gubernamentales que
monitorean e informan sobre las condiciones en las fábricas, el de las
instituciones que efectúan auditorias independientes (que en este caso dejaron
mucho que desear, a lo mejor no eran tan independientes) y las instituciones
que verifican las condiciones y emiten certificaciones.
Aunque los productores son tan astutos que se
ven situaciones al revés. ¿Cuantas
prendas no dicen “Made in Italy” y son hechas en otra parte. Los criterios para permitir la colocación
legal de las etiquetas de origen varían mucho y en algunos casos basta que un
pequeño porcentaje del valor agregado sea del país. Y ni que hablar de los que las colocan
ilegalmente, que ponen la etiqueta aun cuando no sean hechos allí. Es de esperar que las marcas reconocidas sean
confiables, pero no todos podemos comprar Armani, Ferragamo o Segna.
Y aun así, en Prato, capital de la confección
en Italia, cerca de Florencia, gran número de fábricas, que había perdido competitividad por el costo de la
mano de obra en Italia, han sido compradas por empresarios chinos (más de 4.000
fábricas), que las producen con telas e hilos chinos y con mano de obra que
traen de China, con plagio en el diseño y en muchos casos en condiciones
deplorables de sueldos, horas de trabajo y trabajo infantil, a pesar de las regulaciones del gobierno de
Italia.
Y le venden a las empresas miembros del grupo
europeo que trata de mejorar las condiciones en Bangladesh. Pero legalmente (o
en el borde de la legalidad) son “Made in Italy” y es de presumir que tendrán
un precio mayor a las “Made in Bangladesh”.
Y para concluir, es muy oportuno recordar lo
que dice el Papa Benedicto XVI en su Encíclica Caritas in Veritate del 2009, sobre la importancia de la
responsabilidad en la cadena de valor, en el offshoring:
………no es lícito deslocalizar únicamente para aprovechar particulares condiciones
favorables, o peor aún, para explotar sin aportar a la sociedad local una
verdadera contribución para el nacimiento de un sólido sistema productivo y
social, factor
imprescindible para un desarrollo estable.
Premonitorio[iv].
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