Dada mi obsesión por la RSE no puedo evitar,
cuando leo o veo los medios de comunicación, el pensar las implicaciones que
noticias, propagandas, programas, etc., tienen para la responsabilidad
empresarial. En la semana que termina he
leído una serie de noticias con implicaciones interesantes. Algunas afectan a
las empresas más grandes pero también algunas son de interés general para todo
tipo de empresas.
Intento de
adquisición de AstraZeneca por parte de Pfizer
La empresa farmacéutica Pfizer, con base en
EEUU intento adquirir a la farmacéutica AstraZeneca basada en el Reino Unido,
por unos US$120.000 millones. Obviamente
que sería una transacción muy compleja.
Para simplificar digamos que aun cuando se decía que la fusión podría
mejorar la capacidad competitiva de ambas y reducir costos, la verdadera razón,
reconocida, era la de reducir la carga fiscal al localizar la nueva empresa en
el Reino Unido donde gozaría de ayudas fiscales y de una mucho menor tasa de
impuestos. Habría mayores eficiencias
pero además ganaban los accionistas a costa de los empleos, de los contribuyentes
y de los programas del gobierno de ambos países.
Pero la parte que es más interesante para la
RSE es la discusión que se suscitó sobre cuáles
eran las partes cuyos intereses deberían
ser evaluados a la hora de tomar la decisión de aceptar o rechazar la
oferta. La visión más vocal y
persistente era que la decisión se
debería tomar en base exclusivamente al impacto que la oferta de Pfizer tendría
sobre los accionistas de AstraZeneca, o sea, la visión de que los únicos stakeholders afectados eran los
accionistas. Análisis económico puro y duro. Bajo este criterio, aupados por los bancos de
inversión que recibirían multimillonarias comisiones, un gran grupo de accionistas
protestó vehemente por que el rechazo de la oferta les hacía perder un 45% de prima sobre el precio de la acción en
bolsa en esos momemtos. Otros accionistas, respaldando la decisión de rechazo
que tomó el Consejo, alegaron que la empresa debería velar por intereses más
amplios, incluyendo sus empleados y su capacidad de investigación, y que tenía
mejores perspectivas de crecimiento de lo que oferta indicaba.
Pero no creo que aquellos
accionistas se rindan y muy posiblemente logarán la venta de la empresa, es
cuestión de precio. Es donde el poder
reside.
Los gobiernos del Reino Unido y de Estados
Unidos expresaron su preocupación por lo que la transacción estaba diseñada
para reducir los impuestos que pagaría
la empresa consolidada y la pérdida de empleos y capacidad de investigación en
el Reino Unido. Pero siendo estos dos países poco intervencionistas, sobre
todo el Reino Unido, y respetuosos de las leyes vigentes, solo podían usar el
poder de persuasión y las presiones legalmente permitidas (en este último país
el tema generó posiciones opuestas entre la derecha y la izquierda política).
Pero hubo un tercer grupo de personas que alegaba
que esta adquisición debería consideraRSE desde el punto de vista del impacto
sobre la sociedad como un todo, que dado el tamaño de las empresas, las
implicaciones fiscales, y el hecho de que producen medicamentos que la sociedad
necesita y que no deben ser descontinuados, los intereses de la sociedad como un todo deberían prevalecer o por lo
menos ser tomados en cuenta.
Si bien esta versión no tuvo mucho impacto en
la decisión por lo menos fue discutida en los medios, lo que es un gran
progreso. A lo mejor con más casos semejantes irá cobrando impulso y eventualmente
la sociedad será un interlocutor. El
problema siempre será quien es la “sociedad” en estos casos y cuáles son sus
intereses.
Editorial del
Financial Times sobre la admisión de culpabilidad en la complicidad en la
evasión fiscal por Credit Suisse
El 21 de mayo de 2014 el Financial Times
publicaba un editorial refiriéndose a la admisión de culpabilidad por parte de
Credit Suisse, en una demanda criminal por parte de instituciones del gobierno
de EEUU sobre la conspiración para la evasión fiscal de algunos clientes de ese
país. Se le impuso una multa de US$2.500
millones. El editorial respaldaba la
multa pero se lamentaba de que la multa
la terminarían pagando los accionistas del banco y no los que causaron el
problema, que siguen con su empleo en el banco, sin castigo alguno. Lamentaba también que ninguno de los
culpables fuera a la cárcel.
Estos son los mismos aspectos que fueron el
objeto de mis artículos ¿Es multar a los bancos la solución? del 27 de abril de 2014 y ¡Basta de ponerles multas a los bancos! del 20
de enero del 2013.
Pero también hubo otras noticias de interés más
general, no solo para las grandes empresas.
Artículo en el New
York Times International sobre la flexibilidad en el lugar de trabajo
El artículo For
Workers, Less Flexible Companies (Empresas menos flexible para los trabajadores) comentaba
varios estudios recientes sobre la flexibilidad en el lugar de trabajo con la
conclusión general de que las empresas son menos flexibles de lo que dicen ser
en cuanto a permitir el trabajo desde la vivienda. Buena parte de los problemas
parecen ser las dificultades que tienen los supervisores en gestionar el
trabajo flexible por falta de entrenamiento y las dificultades de evaluar el
trabajo realizado. Otra parte resulta
del sesgo de los empleadores en creer que el trabajo en casa es un “beneficio”
que se otorga a ciertos empleados y no considerarlo como parte integral de una
política de empleo que permite mejorar la productividad de los empleados (algunos
pueden ahorrar horas de viaje y stress) y retener a otros (en la empresa Ernst
and Young, una de las cuatro grandes en contabilidad y auditoría, que tiene un
amplio programa formal, el 80% de los “beneficiarios” son mujeres). También
existe el sesgo a favor de los que hacen el trabajo exclusivamente en la
oficina a la hora de otorgar beneficios y promociones. Los que están fuera de la oficina parte de la
semana son menos considerados. Y por supuesto, en algunos países como los de América
Latina y Europa Latina, la persistente creencia de que en casa no se trabaja y
que el sistema se abusa.
Claro está que no todos los empleos son susceptibles de tener la
flexibilidad de trabajar en casa, pero entre ignorancia y sesgos es un esquema
que se subutiliza.
Protesta
estudiantil por los cursos de economía
En artículo de opinión de John Kay en el
Financial Times del 21 de mayo, Angry
economics students are naive…and mostly right (Los enojados estudiantes de
economía son ingenuos…..y están en lo cierto, solo disponible por
subscripción), comenta sobre las protestas en los últimos años de grupos de
estudiantes de economía de diversas universidades en Europa y EEUU. Ahora están
organizados en 65 grupos en 30 países.
Buena parte del impulso a las protestas viene de la crisis financiera
que empezó en el 2008, acusando a los programas tradicionales de economía de
enseñar posiciones dogmáticas, mayormente las asociadas con la derecha, enfatizar
el funcionamiento eficiente de los mercados, destacar la maximización de los beneficios y proponer modelos
de decisiones basados en comportamientos racionales, basados en supuestos que difícilmente
se cumplen en la práctica.
Pero las protestas están basadas más en que
lo que se enseña no los capacita para entender y atacar los problemas más
prevalentes como pobreza, desigualdad y crisis financieras. Y yo añadiría al
como incorporar variables en el análisis que no son las cuantificables en
términos de dinero.
Claro está que estas críticas se refieren a
la mayoría de los cursos tradicionales, obligatorios. Hay muchas universidades de ofrecen cursos
especiales, generalmente como electivas donde los estudiantes puede aprender
sobre esos otros temas. Y hasta algunos donde se enseña a razonar más que a
aprender de memoria o basar el análisis en modelos preconcebidos de
comportamiento.
Comentábamos sobre estos temas en
La responsabilidad de los economistas frente
la responsabilidad empresarial del 14
de febrero del 2010.
Otros artículos
Y también se publicaron dos artículos
firmados en el Financial Times sobre temas de responsabilidad empresarial. En uno, del dueño de la mayor empresa de
información financiera y de sostenibilidad, Michael Bloomberg y de la ex
directora de la Comisión de Valores y Bolsas de EEUU Mary Schapiro, Give investors access to all the information
they need (Denle a los inversionistas
toda la información que necesitan, 19 de mayo) abogan por la diseminación de información no financiera
para la inversión y resaltan el papel en la estandarización de esta información
de la institución donde acaban de ser nombrados presidente y vicepresidente del
Consejo Directivo respectivamente, el Sustainability Accounting Standards
Board, SASB.
En el otro artículo, Capitalism thrives by looking past the bottom line (El capitalismo
florece cuando mira más allá del beneficio neto, 21 de mayo) por Lynn
Forester de Rothschild, se destaca que la fe en las instituciones del mercado
ha caído gracias al cortoplacismo, la tolerancia de desigualdades y la
desconsideración del bien común y aboga por el capitalismo incluyente. “Aun cuando no es el negocio de las empresas el resolver los problemas de la sociedad, es
peligroso cuando se percibe que el problema son las mismas empresas. Para revertir estas creencias y terminar con
la negativa reacción política, deben atacar activamente sus fallas en promover
el bien común”.
Ha sido una buena
semana para la sostenibilidad en los medios internacionales, especialmente en los
financieros. Después de tantas malas noticias sobre comportamiento del sistema
financiero, es reconfortante ver preocupación por la responsabilidad
empresarial en esos medios.
Ocasiones como estas
dan esperanzas de que se pueda avanzar hacia una visión integral de la
responsabilidad de las empresas ante la sociedad.
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