sábado, 21 de septiembre de 2024

¿Competitividad a expensas de la sostenibilidad?: Sostenibilidad en el informe Draghi sobre la competitividad en Europa

  

El 9 de septiembre del 2024 se publicó el informe The Future of European Competitiveness, en el que se presenta un exhaustivo análisis del retraso en la competitividad en los países europeos, poniéndola en el contexto de la competencia con otros países como EE.UU. y China. Tiene como objetivo proponer una serie de medidas para estimular esa competitividad de la Unión Europea. Contiene una sección dedicada a la sostenibilidad empresarial.

El objetivo de este artículo se limita al análisis del contenido del informe directamentre relacionado con la regulación de la sostenibilidad empresarial, lo que es posiblemente menos de un 5% de un informe que prácticamente cubre el universo de las actividades económicas (nuestra parte III).

Pero, siendo que buena parte del énfasis del informe se refiere al efecto que la simplificación regulatoria y administrativa tiene sobre la competitividad, antes haremos una comparación de la filosofía regulatoria de EE. UU. con la de Europa (parte I), sobre la cual basa buena parte de sus argumentos, y una breve digresión sobre los potenciales conflictos entre competitividad y sostenibilidad, no solo con su regulación (parte II).

I.                Europa versus EE. UU.

En el comienzo de la Sección 2, capítulo 5, tercera parte, Simplifying rules (pags 317-326) de la Parte B, que es donde se concentra la discusión sobre el impacto de las regulaciones sobre la competitividad, dice:

El exceso en la carga regulatoria y administrativa puede entorpecer la competitividad de las empresas de la Unión Europea en comparación con otros bloques. Afecta negativamente la productividad sectorial, por ejemplo, aumentando los costos operativos e imponiendo barreras a la entrada de nuevas empresas, desalentando la competencia.

Y lo justifica con una comparación del “excesivo” nivel regulatorio europeo con el “liviano” de EE. UU., que consideran como un modelo (en este país los políticos de derecha se quejan de excesos de regulación), y con algunos estudios internacionales comparativos sobre el impacto de las regulaciones sobre la competitividad y la facilidad de hacer negocios. Europa sale mal parada de la comparación con EE.U.. y con algunos otros países, incluyendo China, que tiene una mínima regulación del comportamiento empresarial.

No es que lo que dice la cita sea incorrecto, es que no destaca el contexto, la necesidad y el valor positivo de algunas regulaciones para mejorar la calidad de vida e impedir abusos, o que la falta de regulación apropiada puede conducir a daños a la sociedad. 

Europa no es ni cultural, ni políticamente, EE. UU., y mucho menos China, Es un grupo de países heterogéneo, pero que siempre han tenido una mayor conciencia social, una mayor sensibilidad, una mayor solidaridad personal. No es “cada uno por su cuenta”, como es la cultura de EE. UU., en Europa tienen una mayor tradición de preocupación por los problemas sociales y ambientales, mayor atención a las clases menos favorecidas. Y no es cuestión de gobiernos de izquierda, de centro o de derecha, en general los países europeos son más conscientes de sus responsabilidades ante la sociedad y el medio ambiente, sobre todo si se comparan con EE. UU.

Es posible que EE. UU. se haya ido hacia un extremo y Europa hacia otro y puede ser necesario en ambos casos moverse un poco más hacia el centro, un mejor balance entre libertad de acción e interés común. Que se estimule más la iniciativa propia, el emprendiento, en Europa, que podría llevar a mayor innovación (¡el informe menciona la palabra 505 veces, en 400 páginas!) y competitividad, y por otra parte mejorar la solidaridad social en EE. UU, que podría llevar a una menor desigualdad y una mejor atención a la sociedad y el planeta. 

Por ejemplo, en Europa los subsidios y las ayudas personales y empresariales se suelen considerar derechos, sin incorporar muchas veces su impacto fiscal o las distorsiones que causan a la actividad económica. Son un instrumento político. En EE. UU. se suelen considerar anatema, en este caso sin considerar el posible efecto sobre el mejoramiento de la calidad de vida y la necesidad de cubrir distorsiones históricas. En el primer caso se considera necesario para estimular comportamientos y compensar brechas y deficiencias, en el segundo se considera que atentan contra la iniciativa y la innovación.

El informe, siendo dirigido a las instituciones y gobiernos de la Unión Europea, es dirigiste, descasa mucho en las acciones que estos deben tomar y poco en la iniciativa individual y empresarial para lo que se deberían mejorar las condiciones para que esas iniciativas sean posibles y rindan frutos, considerando todo el ecosistema (conocimiento, infraestructura, finanzas, gestión, etc.), no solo vía la eliminación de regulaciones. [i]

La clave de la cita anterior está en la palabra “excesiva”.  ¿Cuándo es una regulación excesiva para los afectados? Para los empresarios casi todas son excesivas, para muchos sectores de la sociedad son insuficientes. Corresponde a los gobernantes, que supuestamente representan a ambas partes, encontrar el balance justo, pero muchas veces los gobernantes tienen sus propios intereses y los funcionarios encargados de producirlas tienen incentivos perversos y pecan de exceso de ambición., gran aversión a los errores de omisión, y poco interés en los errores de comisión.[ii] Y esto es clave para el balance entre la promoción de la competitividad y la regulación de la sostenibilidad.

Y pretender usar a EE. UU. como modelo de regulación/desregulación, no es muy buen augurio para el avance de la sostenibilidad empresarial en Europa.[iii]

II.             Competitividad vs. regulación.

Competitividad es casi una palabra mágica, ¿quién se puede oponer a estimular la productividad, el crecimiento económico, más beneficios para las empresas, y más empleo. Aunque sobre el empleo suele tener un impacto muy desigual, con perdedores y ganadores, sin compensaciones de unos a otros (esto ha sido el objeto de las expresadas oposiciones al informe por parte de sindicatos y organizaciones de la sociedad civil). Y sobre la desigualdad de estos impactos viene a la mente la reciente oposición generalizada a la globalización, que en el agregado debería rendir beneficios netos, pero con los costos para algunos segmentos de la población y beneficios para otros.  

Y, además, la promoción de la competitividad es políticamente atractiva porque tiene el potencial de estimular el crecimiento económico y obviamente atractiva a los que se benefician, por lo que se destacan los beneficios y se minimizan o ignoran los costos.  De allí el gran apoyo que el informe ha recibido por parte del sector empresarial, de asociaciones gremiales y de inversionistas.

Hay múltiples maneras de mejorar la competitividad de empresas y países, pero en general es sinónimo de mejora de beneficios, ya sea por mejoras en los ingresos o reducción de costos. Y estos últimos suelen estar asociados con mejoras en eficiencia, algunas con impacto operativo, vía reducción del consumo de insumos, lo que pueden tener un impacto positivo en el medio ambiente, pero otras con impacto social negativo, como la reducción del empleo o la eliminación de regulaciones que implican costos que se pueden trasladar de la empresa a la sociedad (regulaciones ambientales o de salud, por ejemplo).

Las maneras más comunes y posiblemente efectivas para la mejora de ingresos y reducción de costos son la mejor utilización de los recursos disponibles, de la utilización de sinergias en general y de las tecnologías en particular. Pero muchas veces también se ataca vía la eliminación de “restricciones”, que suelen ser las de mayor impacto en el corto plazo y de menor costo tangible.  Fruta madura. Sin embargo, en el análisis de la reducción de las regulaciones se suelen ver claramente los beneficios netos, tangibles, sobre todo en el corto plazo, pero no los costos, muchas veces intangibles y en el largo plazo. 

Los beneficios tienen beneficiarios identificados, que abogan por ellos, pero los costos pueden ser más difusos, con perjudicados generales, que tienen menos capacidad de cabildeo. La eliminación de restricciones “paga dividendos”, aunque sean efímeros. Pero no se deben privatizar los beneficios y socializar los costos.

Hay que recordar que esta eliminación de restricciones puede tener costos invisibles en la forma de creación de incertidumbres sobre cuáles son y serán las regulaciones, además de que las empresa tienen ya inversiones en el cumplimiento del esquema actual de regulación. Y la competitividad del sector privado depende en gran medida de la existencia de reglas de operación estables y conocidas, no solamente de pocas.

De allí que el balance entre competitividad y regulación de la actividad económica es crítico. Sin duda que hay que regular lo regulable que tiene mayor potencial de hacer daño, pero hay que ser lo más preciso y enfocado que se pueda. Hay que recordar que las regulaciones tienden a ser diseñadas para los casos, entidades y personas con peor comportamiento, con lo que se suelen poner restricciones no justificadas para los buenos, pagan justos por pecadores, con la consecuente pérdida para la sociedad. No se debe utilizar un cañón para matar una mosca.

En este sentido el informe enfatiza mucho la diferenciación de las regulaciones entre las grandes empresas, que pueden tener recursos gerenciales y financieros para gestionarlas y las pequeñas y medianas, que constituyen más del 99% de las empresas en Europa, para las que las regulaciones tienen un mayor impacto. Este es el caso de las regulaciones sobre sostenibilidad que comentamos más adelante.

III.           El futuro de la competitividad europea: El informe Draghi [iv]

a.     El informe

El informe The Future of European Competitiveness, conocido como informe Draghi, por su líder, expresidente del Banco Central Europeo y ex primer ministro de Italia, consta de dos partes Part A competitiveness strategy for Europe (69 páginas), donde se presenta un amplio resumen del análisis y recomendaciones para mejorar la competitividad, que son analizadas en detalle en la Part B: In-depth analysis and recommendations (328 páginas), para 10 sectores de actividad y cinco temas transversales.

El informe gira alrededor de la mejora de la competitividad de las economías europeas, en tres grandes áreas: innovación, incluyendo el desarrollo del capital humano, la competitividad de la descarbonización y la seguridad y reducción de dependencias.  

En los temas transversales, en la reducción del “exceso” de regulación, aborda la información sobre la sostenibilidad y la responsabilidad empresarial en algunos aspectos.



Según el periódico, The Economist, con su humor inglés, el informe es un ladrido producido por el oficioso tecnócrata jefe de la Unión Europea, y la imagen que ilustra el artículo hace pensar en un arbolito de navidad europeo (implícitamente, que hay algo para todos) (Puede algo resucitar las economías europeas). Me recuerda las 169 metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, también producido por un extenso grupo de trabajo (centenares de personas), tratando de complacer a todos.  Con esto no queremos decir que el informe no es realista, sino que es tan ambicioso que corre el riesgo de perder efectividad, o como también dice The Economist, de que se seleccione lo más fácil, o lo que a los políticos (o burócratas) les convenga.

De cualquier manera, es un tratado de como promover la competitividad, pero como comentaremos en el caso de la sostenibilidad, no ha analizado en detalle los costos, factibilidad política y técnica de la implementación y consecuencias potencialmente negativas de algunas ideas.  Eso ya lo harán los responsables de la implementación y no faltarán detractores. El informe cumple con su mandato de ofrecer recomendaciones razonadas y razonables.

b.     Regulación de la sostenibilidad empresarial:[v] Lo malo.

En lo que refiere a la regulación de la sostenibilidad empresarial, se concentres en tres regulaciones, (1) la de reporte y diligencia debida, (2) la de protección de datos y, (3) la de desechos y empaques.

Para nuestros propósitos solo consideremos la primera parte, que en el informe cubre los estándares de reporte, European Sustainability Reporting Standards, ESRS, la producción de los reportes, Corporate Sustaianbility Reporting Directive, CSRD,  la normativa sobre a consideración de algunos aspectos de responsabilidad empresarial, la Corporate Sustianability Due Dilligence Directive, CSDDD, la Taxonomía verde y la Sustainable Finance Disclosure Regulation, SFDR;  

Las considera como “una importante carga regulatoria, magnificada por la carencia de guías que faciliten la aplicación de complejas reglas, y de clarificaciones sobre las interacciones entre las diferentes regulaciones”.

No hace análisis de estas regulaciones, se limita pedir la posposición de las iniciativas que sean encontradas problemáticas desde un punto de vista de la competitividad e innovación o que tengan un impacto desproporcionado sobre las PyME” y considerar la introducción de medidas mitigatorias.

Pone como ejemplo que han estimado que las regulaciones sobre reporte de la sostenibilidad añaden costos anuales que van desde 150 000 euros para las empresas en manos privadas, a más de un millón de euros para las que cotizan en bolsas.

Lo malo de esto es el sesgo que tienen al considerar los costos de las regulaciones sobre las empresas, pero ignorar los beneficios y daños evitados que ellas puedan tener sobre la sociedad y el planeta. Refleja la prioridad de la competitividad sobre la sostenibilidad.  Pero no es cuestión de prioridad, es cuestión de balance.

Y lo otro malo, es que un extenso informe de esta naturaleza, con la reputación que su director tiene en los países europeos (recordemos que fue el “salvador del euro”), empoderará a los enemigos de las regulaciones en general y de la sostenibilidad en particular, que suelen ya ser poderosos, frente a los promotores de la responsabilidad ante la sociedad, que no lo suelen ser tanto.

Como concesión a los que alegan que las reglas han impuesto cargas a las empresas y costos a los consumidores, es que, en paralelo al informe, y presumiblemente adelantándose a su publicación, se ha cambiado el énfasis en la estrategia implícita y en el nombramiento de los nuevos comisionarios de la Comisión Europea, de “Pacto Verde” a “una transición limpia, justa y competitiva”, no solo limpia. [vi]

c.     Regulación de la sostenibilidad empresarial: Lo bueno

En otras partes del informe aparecen aspectos favorables a la sostenibilidad empresarial y ambiental (como si las partes fueran escritas por diferentes subgrupos de trabajo):

·       Compras responsables: A la posibilidad ya existente de permitir la inclusión de consideraciones ambientes y sociales en la evaluación de las adquisiciones públicas, pide incluir además la durabilidad, facilidades de reparación y mantenimiento, acceso a servicios y la huella de carbono y de otras externalidades valoradas sobre el ciclo de vida.

·       Pequeñas y medianas empresas:

o   Incluirlas en la taxonomía verde para aprovechas oportunidades de participar en negocios relacionados, pero facilitando su participación con simplificación de requerimientos y con apoyos tecnológicos.

o   Simplificar los estándares y las directivas de reporte y de diligencia debida para adaptarlas a las capacidades de las PyME.

o   Implementar la anunciada reducción del 25% en el costo de las obligaciones de reporte para las PyME y comprometerse a llevarlo a no menos del 50%. (el 19 de septiembre EFRAG, la institución responsable de preparar los estándares de reporte,  produjo las guías para las PyME, tanto para las que cotizan en bolsa  como las voluntarias para las demás).

·       Descarbonización: El tema es objeto de una amplia cobertura (la palabra es mencionada 97 veces), ya que es un aspecto de gran prioridad, sobre todo en el seno de Comisión Europea y para algunos países. El análisis y las recomendaciones giran alrededor de la reducción de las emisiones, del estímulo a la competitividad de las industrias intensivas en consumo de energía, la seguridad energética, la producción de energías limpias y la competitividad mundial en estas tecnologías.

·       Educación: Recomienda el desarrollo de destrezas para la transición verde, por ejemplo, introducir estas destrezas en varias asignaturas como ciencias, geografía, matemáticas, economía y tecnología, integrando la sostenibilidad como núcleo del currículo (¡lo mejor del informe!). 

IV.            En resumen

Lo peor: El empoderamiento que dará a los enemigos de la sostenibilidad para reducir las acciones y la transparencia y confiabilidad de la información. [vii]

Lo mejor: La recomendación de integrar la sostenibilidad en las asignaturas y que forme parte del núcleo del currículo de enseñanza.

Lo malo:  Es que lo peor será efectivo y lo mejor pasará desapercibido.

En cuanto al resto del informe, si bien es cierto que la competitividad cubre todos los aspectos de la actividad económica, que debe encararse desde múltiples frentes y no es fácil enfocarse, hubiera sido deseable alguna priorización, en términos de impacto, algún esquema de implementación. Es imposible que se pueda hacer de todo. Todo parece igual de importante, por lo que deja la puerta abierta para que los políticos y burócratas de la Comisión seleccionen aquellos aspectos que sean más convenientes a sus intereses, no siempre coincidentes con los de la sociedad.

De cualquier manera, puede ser una valiosa contribución a la mejora de la competitividad de los países de la Unión Europea, esperando que los beneficios, y no solo los costos, se puedan compartir con la sociedad.  

La clave está en el balance: la competitividad no debería lograrse a expensas de la sostenibilidad.



[i] En este sentido tiene la misma omisión que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS. Ver mi recomendación (utópica) de añadir un objetivo en aquel sentido: ¿Falta algún Objetivo de Desarrollo Sostenible? (Objetivo 18: Promover el desarrollo de un clima de negocios conducente a la operación de las empresas para que puedan contribuir al logro de los 17 objetivos precedentes)

[iv] Con ese nombre será conocido el informe.  Mi experiencia en haber participado en dos estos informes sobre estrategias multinacionales (financiamiento y mejora de los servicios de agua potable en países en vías de desarrollo), es que el informe ha sido producido por amplio grupo de trabajo, con expertos en los diferentes aspectos, escrito por algunos redactores y con algunas reuniones, la dirección y la aprobación final por parte del Sr. Draghi.  El que aparece como “autor”, solo suele firmar. Esto no es para menospreciar su valiosísima contribución en la dirección estratégica y táctica, y en la credibilidad del informe, es para ilustrar el proceso y apreciar su contexto y complejidad.

[v] La palabra sostenibilidad (en el sentido de comportamiento empresarial y medio ambiente) aparece solo una vez en la Parte A, pero 36 veces en la Parte B.  La palabra greenwashing no aparece ni una sola vez en las 400 páginas.

[vi] La nueva Comisión Europea, propuesta al Parlamento el 17 de septiembre ha elevado y ampliado la cobertura de estos temas, con una vicepresidencia ejecutiva de Transición Limpia, Justa y Competitiva y además Comisaria de Competencia, bajo la española Teresa Ribera, y dos comisari@s, una para Medioambiente, Agua y Economía Circular y el otro para Clima, Emisiones Cero y Crecimiento Limpio (irónico que la comisaria de competencia es de izquierdas y los de medio ambiente de derechas).

[vii] Es de notar que la nueva Comisión Europea ha propuesto un Comisario de Implementación y Simplificación.

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