martes, 28 de junio de 2011

Inversión Socialmente Responsable: ¿Debe ser más rentable?

Con motivo de la promoción de las inversiones en Fondos de Inversión Responsable que se está llevando a cabo en España[1], es oportuno recordar las motivaciones por las cuales los inversionistas deberían estar interesados en estas inversiones.  Josep Lozano nos lo recuerda en un artículo en su blog y en Diario Responsable que:

La ISR ha buscado legitimarse insistiendo en su rentabilidad….. Había que insistir en que eran fondos homologables desde el punto de vista de los resultados que ofrecían. Pero esto ha sido un triunfo comercial y una derrota conceptual, para decirlo rápido y a lo bruto. Porque ha comportado jugar el partido de la legitimidad en campo contrario. Ha continuado centrando el debate en la pregunta sobre quién es más rentable, como si el único criterio de que hubiera que tener cuenta para valorar una empresa (e invertir) fuera la rentabilidad.

En este artículo complemento, con algunos argumentos técnicos, lo que Lozano presenta tan elocuentemente.  Yo comentaba en mi blog del 23 de abril de 2008, en la primera parte de un artículo sobre la responsabilidad y la rentabilidad (www.cumpetere.blogspot.com/2008/05/responsable-solo-si-es-rentable-segunda.html ) que se habían efectuado una gran cantidad de estudios estadísticos sobre la relación entre la rentabilidad y las prácticas responsables y que se habían encontrado resultados concluyentes en ambos sentidos (que son más rentables y que no lo son) y muchos resultados fueron no concluyentes en ninguna de las dos direcciones.  Estos estudios estadísticos adolecen de grandes fallas, entre las principales son las de la determinación de la causalidad (se es rentable si se es responsable o se es responsable porque se es rentable), la de la definición de responsabilidad (cada estudio toma una práctica o un indicador imperfecto) y la de concentrarse en zonas geográficas y/o sectores.

El argumento que suele darse es que la empresa responsable corre menores riesgos, puede tener mejor productividad, puede capturar otros mercados, vender a mejores precios, en suma que DEBERIA tener una mejor rentabilidad y por ende subir su precio en las bolsas.  Es posible que esto sea cierto en una empresa en particular, o con una práctica participar, como lo mostrábamos en la segunda parte del artículo (14 de mayo 2008).  Pero todo esto hace una serie de supuestos implícitos que se ignoran.  Para que el DEBERIA se convierta en ES, hace falta que el “mecanismo de trasmisión” de la responsabilidad en rentabilidad funcione (Capítulo 10 de mi libro, con Estrella Peinado-Vara y otros, La RSE en América Latina: Manual de Gestión, www.cumpetere.com ). Se requiere que el público inversor:

·         Se entere de esas prácticas responsables
·         Crea que estas prácticas son beneficiosas para la empresa
·         Inviertan y aumenten la demanda sobre las acciones de esas empresas

Esto no es automático.  Lo que los promotores promueven y a lo mejor creen (¿invierten ellos en estas acciones?) no es necesariamente lo que el público cree o sobre lo que actúa. A la hora de invertir su dinero pueden privar otros criterios.

Pero es que tampoco lo venden bien.  Aunque la responsabilidad no se refleje en la rentabilidad a corto o mediano plazo, hay que recordar que los inversionistas interesados en estas acciones suelen ser inversionistas institucionales más que individuales, que consideran explícitamente el riesgo de la inversión.  Ellos entienden de riesgo, y aun cuando el rendimiento fuera el mismo, estas acciones, por su menor riesgo pueden reducir de riesgo total de la cartera, contribuyendo a un mejor “rendimiento ajustado al riesgo”, que debe ser el criterio de inversión de estos fondos.  Las adiciones a una cartera deben considerarse en función de la contribución que hacen al balance riesgo-rendimiento de la cartera, no solo al rendimiento.  Acciones con el mismo rendimiento que otras, pero con menor riesgo diversificable son preferibles.  En términos técnicos, estas inversiones mueven la cartera del fondo hacia la “frontera eficiente de riesgo-rendimiento”.

Estas acciones de empresas responsables no deben venderse con el argumento de que ofrecen mayores rendimientos, lo que es muy difícil de demostrar, sino que ofrecen en una menor contribución al riesgo de la cartera, incluso pueden llegar a reducirlo.

Y es que la superioridad de los rendimientos no puede demostrarse confiable y consistentemente. Como  un ejemplo de la comparación de rendimiento, podemos ver el caso del Fondo del Vicio (invierte en empresas de armamento,  apuestas, tabaco y  licores) y el Fondo Ave María (que invierte en empresas gestionadas de acuerdo a los valores católicos, que suponemos son más responsables que los del vicio).  Entre marzo del 2009 y mayo 2011 el Fondo Ave María ha aumentado de valor 2,5 veces, en tanto que el Fondo del Vicio sólo ha subido 1,8 veces. Un rendimiento del 56% superior. 




Estos rendimientos dependen de muchos otros factores, entre otros de ciclo económico.  Pero aun tomando en cuenta las variables pertinentes, no ha sido posible concluir, en los estudios estadísticos, que la responsabilidad  conduce a mayor rentabilidad en bolsa.  Ojala así fuera ………… y siempre.

Como ilustración de estas tensiones, les refiero el siguiente caso.  Cuando yo era Vicepresidente del Comité de Inversiones del fondo de pensiones del BID (desde 1990 al 2007) con una cartera de unos US$US$ 2.500 millones en el año 2004, propuse que el fondo usara criterios de responsabilidad en la selección de alguna parte de sus inversiones.  Mi argumento era que una institución que promovía el desarrollo debería invertir TODOS sus recursos en actividades responsables, aun cuando fueran menos rentables, lo que en esos momentos no era el caso.  Usé la comparación de la rentabilidad de los fondos responsables con los del mercado como un todo, resultados que, coyunturalmente, estaban a mi favor (por ejemplo, el Vice Fund había rendido 21% sobre los tres años precedentes, en tanto que el Pax Fund, que usaba criterios de responsabilidad, había rendido 30%).  También usé el argumento de que las políticas del fondo no requerían maximización de beneficios, sino “asegurar la capacidad actual y futura de cubrir sus obligaciones”.  Adicionalmente,  también de acuerdo a las políticas, cualquier déficit al momento de pagar las pensiones, estaba garantizado por el BID.   Para mí, la decisión de la inversión responsable de los recursos de fondo de pensiones era mas que obvia.

El argumento de la oposición, que resultó ser la gran mayoría (cinco contra dos), fue que el Fondo debería maximizar los beneficios.  Tenían temor de que los acusaran de no hacerlo.  Lo demás era irrelevante.

Sin embargo, todo esto no quiere decir que prácticas específicas no lleven a mayor rentabilidad en una empresa en particular, como discutíamos en la segunda parte, lo que está ampliamente documentado como el argumento empresarial (o el Business case).   Y aquí también recordemos que hay muchos que creen que hay que ser responsable por que sí, sin tener que demostrar que rinde beneficios.  Si los argumentos morales y éticos funcionan, adelante, pero si hay que buscar otros aliados ante los escépticos o no creyentes, el argumento empresarial suele ser bueno.

Y estoy totalmente de acuerdo con Lozano cuando dice que “….a veces he echado de menos que desde la ISR se dijera algo así como: y si no somos los más rentables, ¿qué pasa? Hay más razones que justifican nuestra existencia que sólo la rentabilidad”.  Y añado:  Y si no las hay,  estamos jodidos.

Pero como nos interesa que se expanda la ISR ya que eventualmente, cuando el “mecanismo de transmisión” funcione, estimule prácticas responsables en las empresas, mi recomendación es que hay que “aceitarlo”  a través de que:

·         Se incluyan obligaciones de reportar cuales son las políticas de inversión responsable en los inversionistas institucionales (fondos de inversión, fondos mutuales, etc.).  Siempre tienen la posibilidad de decir que no las tienen.
·         Los Principios de Inversión Responsable, PRI del Programa de las Naciones Unidad para el Medio Ambiente (PNUMA) exijan la utilización y no solo la consideración de criterios de responsabilidad a sus signatarios (ver Capítulo II.5  ¿En que se parecen algunas noticias de RSE a la realidad? en mi reciente libro Mirada Crítica a la RSE en Iberoamérica, http://www.cumpetere.com/ ).  Siempre tienen la libertad de no ser signatarios.
·         Se incluya la obligación de reportar las estrategias de responsabilidad de las empresas cotizadas en bolsa.  Siempre tienen la posibilidad de decir que no hacen nada.

Claro está que cuando todas las empresas sean responsables, estas estrategias ya no será factor de diferenciación, ni darán ventaja competitiva.  Ojalá viviera para ver ese día.


[1] Un libro que publicará la Fundación Carolina a finales de año tendrá un capítulo mío:  ¿Es posible la Inversión Socialmente Responsable en América Latina?


sábado, 18 de junio de 2011

Informes DESintegrados o Integrados: Ingredientes, ensaladas o tortas



En el Diario Responsable del 8 de junio,  John Scade, representante en España de AccountAbility  (que producen los estándares de aseguramiento de informes de sostenibilidad) escribía un interesante artículo titulado “RSE: Informes DESintegrados”, en el que abogada por los informes DESintegrados.  Su principal argumento es que antes de integrar los reportes hay que enfocar esos informes en los grupos de interés y para ello es preferible concentrarse en los informes DESintegrados.  John Scade pregunta:

¿No es más lógico integrar primero la sostenibilidad en la gestión de la organización y luego contarlo? , ¿No sería más correcto responder a las expectativas de los grupos de interés en el momento que surjan sus demandas, que empeñarse en elaborar informes integrados?

A estas preguntas he respondido en una serie de artículos sobre el tema (“Hacia el reporte integrado:  Hay progreso”  y en “Informes integrados: Tortas, no ensaladas”  en www.cumpetere.blogspot.com).  El más reciente escrito es el capítulo III.8 “Etapas en los informes de sostenibilidad: Hacia el informe integrado” en mi libro “Mirada Crítica  a la Responsabilidad Social de la Empresa en Iberoamérica” (disponible en www.cumpetere.com).  En este capítulo identifico  y describo las diferentes etapas por las que pasa la producción de los informes de sostenibilidad:

·         Informes impresos
·         Focalización
·         Integración física
·         Integración estratégica
·         Estado único. 

Uno de los mensajes centrales del capítulo es que la integración de las políticas y las prácticas responsables son fundamentales para la producción de reportes integrados.  Pero no son etapas secuenciales, no hay que terminar una antes de pasar a la otra.  También comento que el proceso de producción de los informes integrados puede ayudar a la empresa a entender la importancia de la integración de las estrategias y acciones y estimularlas.  Son procesos iterativos, que se refuerzan mutuamente, de la misma manera que la producción del reporte contribuye a descubrir las deficiencias en las prácticas responsables en la empresa y a la identificación de las necesidades de los grupos de interés, de las prácticas que se tienen y que se deben tener para atenderlas.  Es la producción del reporte la que muchas veces estimula la producción de políticas, estrategias, cambios institucionales y las prácticas responsables, entre otras[1].  En la producción del reporte se aprende mucho.  Lo mismo sucede con la producción de informes integrados, sobre todo cuando se pasa de la etapa de integración física a la de integración estratégica.

Es cierto, como dice John Scade, que la focalización es una etapa clave.  En teoría debería preceder a la de la integración del reporte, pero en la práctica son etapas simultáneas.  Como menciono en el capítulo del libro, la sinergia entre recopilación y reporte de información y la identificación e implementación de prácticas responsables es elevada y hay que aprovecharas al máximo.

También hay que recordar que entre las empresas que reportan, la gran mayoría está todavía en la etapa de informes impresos y de allí la validez de la recomendación de John de focalizar. Sin embargo, hay empresas que pueden y deben comenzar con el proceso de integración de los informes, lo cual las puede ayudar a integrar las estrategias y hacer que sus prácticas responsables sean parte y resultado de estas estrategias.  Pero no hay que esperar que hayan terminado con la etapa de focalización, ya que se pueden y deben hacer simultáneamente.  Esto lo comentaba en el reciente artículo sobre el informe integrado del BBVA “Informes integrados: Tortas, no ensaladas” (www.cumpetere.blogspot.com/2011/04/informes-integrados-tortas-no-ensaladas.html)

En todo este proceso lo que sí es grave es cuando la producción del reporte se terceriza (outsourced) a consultores externos, donde la empresa actúa mayormente como fuente de información.  En este caso estas sinergias se pierden o no se aprovechan. Los beneficios del aprendizaje del proceso de preparación no se capturan.  El informe debe ser preparado, al máximo posible, por los responsables de las prácticas y en todo caso sólo tercerizar la redacción y diseño gráfico.

Y como puedo intuir que las consultoras en preparación de informes estarán en mi contra, les sugiero que como parte de sus servicios de preparación de los informes, entreguen no sólo el informe y las recomendaciones sobre cómo mejorarlo, sino además sobre cómo mejorar las estrategias y prácticas responsables de las empresas.


[1] Ver también mi entrevista sobre el tema en CompromisoRSE (www.compromisorse.com) publicada a finales de junio.

sábado, 11 de junio de 2011

Sin incentivos no hay paraíso: Cuarta Parte

En su Blog del 3 de junio, Mallen Baker (www.mallenbaker.net/csr/blog.php) escribe sobre los incentivos por el logro de metas de sostenibilidad y destaca algunos puntos que yo había adelantado en mis tres artículos anteriores sobre el tema (www.cumpetere.blogspot.com) pero añade algunas observaciones que considero importantes resaltar.

Su principal mensaje es que estos incentivos financieros son una solución inferior.  Lo importante para la empresa, y probablemente lo más sostenible, es que la empresa tenga los valores que hagan que estos incentivos sean innecesarios, que las prácticas responsables sean parte del actuar cotidiano de los ejecutivo como parte de sus propios valores.  Para ello, no basta que la empresa tenga una declaración de valores (que probablemente pocos conozcan, como los códigos de ética), sino que todas sus contrataciones y promociones incluyan la actuación de los empleados en función de los valores de la empresa.

Aboga por que las instituciones que hacen rankings de la responsabilidad empresarial no le den tanta importancia a la existencia de estos incentivos y que más bien evalúen la implementación de los valores en la toma de decisiones y en el comportamiento.

En cierta forma podríamos decir que la existencia de esos incentivos basados en el logro de indicadores de sostenibilidad son un indicador de que la empresa necesita ofrecer incentivos para que el comportamiento sea responsable.  Que no es algo natural.  Lo cual  siembra dudas sobre la responsabilidad de la empresa.

En el primero de los dos artículos, del 12 de junio de 2010, comentaba sobre esto:

Es más, hay quién alega que las bonificaciones ligadas a rendimientos, cualesquiera sean, son perniciosas. Por ejemplo, Akerlof y Kranton (en Identity Economics, George Akerlof y Rachel Kranton, Princeton University Press, 2010) llegan a decir que la remuneración ligada al rendimiento demuestra que la empresa no confía en que sus empleados harán lo correcto, que hay que estimularlos para que lo hagan. Alegan que los empleados quieren hacer un buen trabajo porque es lo correcto y cuando se introducen estas bonificaciones los hacen pensar que están haciendo cosas que van allá de su obligación e los incitan a tomar más riesgos de los necesarios para lograr la bonificación y llevar a cabo actividades que pueden ser perjudiciales. Véase el caso del impacto de las bonificaciones en el comportamiento en algunas instituciones financieras


En el tercero de los artículos, del 30 de marzo de 2011, mencionaba ejemplos de incentivos financieros perversos, que producen el comportamiento opuesto al esperado.

Sin embargo, no todas las empresas tienen una cultura y unos valores que hacen innecesarios estos incentivos.  La gran mayoría no los tiene y no se puede pasar de la noche a la mañana a esta cultura e implantar los valores, por muchos códigos que se adopten.  De allí que en la transición de la gran mayoría de empresas sea necesario el establecer estos incentivos como una manera de moverse hacia hacerlos innecesarios.  Pero si estos incentivos no van acompañados de un programa de desarrollo e implantación de valores, se harán permanentes y la empresa tendrá que seguir “comprando” el comportamiento responsable.  Los incentivos por sí solos serían una solución subóptima.

También es oportuno recordar lo que puntualizábamos en el segundo de los artículos y es que si bien las decisiones de los ejecutivos son críticas para las prácticas responsables, la acción y la implementación ocurren a niveles jerárquicos inferiores.  De allí la importancia de extender los incentivos y el programa de desarrollo y manteniendo de valores a todos los niveles.

Los incentivos financieros no son una panacea, no deben ser permanentes.  Deben ser un instrumento para la transición a una cultura de valores y al uso de los incentivos no financieros, más alineados con los valores personales, que recomendaba particularmente en el segundo de los artículos.

domingo, 5 de junio de 2011

¿Está abandonando la nueva generación a la responsabilidad y la ética?



Se acaban de publicar los resultados de una encuesta a casi 20.000 estudiantes en las casi 100 mejores universidades de Europa, sobre sus aspiraciones, que nos deja una serie de resultados destacables.

El resultado más comentado en los medios se refiere a las aspiraciones de sueldo al graduarse, que para las mujeres es un 21% inferior a las expectativas de los hombres, que esperan un salario promedio de casi Euros 41.000 (casi US$60.000).  En España las expectativas son de unos Euros 18.000 para las mujeres y Euros 23.000 para los hombres (ambos grupos esperan unos Euros 3.000 menos que el promedio nacional). 

La realidad y la percepción de la desigualdad continúan.

Pero para los propósitos de este blog hay que destacar dos resultados, uno esperado y el otro sorprendente, casi deprimente.

El primero es que las mujeres más que los hombres prefieren un empleador que sea socialmente responsable (30% versus 20%), y los hombre prefieren más un empleador de prestigio (31% versus 24%).

Esto confirma lo que apreciamos en la vida cotidiana.  Las mujeres tienen una mayor tendencia a la solidaridad, que las lleva a tener más interés en los temas de responsabilidad social y más éxito en las posiciones que requieren empatía (pero sobre esto escribiremos en detalle más adelante:  la RSE es femenina).

Pero lo sorprendente, para mí, es el poco interés en la responsabilidad social del futuro empleador.  Las características que desean los estudiantes en el empleador son:

·         Buena reputación (72%), (y no se refiere a RSE, que está en otra pregunta)
·         Éxito en el mercado (70%)
·         Prestigio (66%),

Con nuestra querida responsabilidad y ética en los lugares más bajos:

·         RSE (33%)
·         Elevados estandades éticos (30%)

Y las preguntas no eran para escoger entre una cosa o la otra, eran de opción múltiple, con lo que sorprende más el bajo porcentaje.  Pareciera que después de la crisis financiera reciente, lo más importante es ganar más dinero y colocarse en empresas con potencial económico, más que preocuparse de temas como ética y Responsabilidad.

Y eso que en Europa suelen preocuparse por estos temas que en otros continentes.

Espero que esto no nos haga perder la fe en la juventud como los forjadores del futuro de la ética y al Responsabilidad.  Pero lo cierto es que cuando se presenta la disyuntiva de ética-sueldo, parece que prefieren inclinarse por el dinero, de la misma manera que lo hacen muchas empresas. 

Es más fácil ser responsable en la bonanza, pero tiene menos gracia.  Es como amar a los amigos, lo difícil es amar a los enemigos.

Parece que todavía tenemos mucho trabajo por delante, y no es solo convencer a la vieja generación, sino también a la nueva. ¡Quién diría!